—Pareces satisfecho contigo mismo—, dijo Hugh cuando la dejó entrar al apartamento. —Estoy satisfecho conmigo mismo—. Se quitó la gorra y la colgó en el perchero. Añadió su bolso al lado. —¿Y me vas a decir por qué?— Se cruzó de brazos y arqueó las cejas. —Yo podría.— Ella sonrió y se dirigió al área de la cocina. —¿Te importa si tomo una cola?— —Ayudar a sí mismo.— Apoyó su trasero contra la isla y la vio servir una bebida. — Mi casa es tu casa .— —Eso es muy generoso de tu parte—. —Es la verdad.— Ella tomó un sorbo. Disfrutando del frescor. El camino a casa había sido caluroso. —¿A qué hora llegará Patrick?— Hugh miró su reloj. —Pronto, debería pensar—. —¿Escuché mi nombre?— La puerta principal se cerró con un clic. Patrick estaba en el pasillo. Tenía las mangas arremangadas h