Ya casi estábamos en septiembre, lo que me indicaba que los días de verano pronto acabarían, por lo que, ese domingo libre lo aproveché para levantarme temprano, ponerme ropa deportiva y así salir a caminar con las perras, sin que la dormilona de mi hermana se diera cuenta. Ya luego vendría el invierno y, en Lucerna eran bastante húmedos y fríos, por lo que, lo último que deseaba hacer en esos días, era salir de casa.
Sin dudar, me dirijo hacia mi sitio favorito, el puente Kapellbrucke, ese largo puente que cruza el río Reuss y que, por lo general, siempre permanece lleno de turistas gracias a su singular belleza y decoraciones con pinturas antiguas.
Susy me jala hacia uno de los costados, donde se detiene a olfatear una de las flores que decoran el lugar, me acerco al borde, donde me
