Alek —¿Sí señor? ¿en qué puedo ayudarle? Elena asoma su cabeza por la puerta entreabierta de mi estudio, le hago un gesto con la mano para que termine por entrar, mientras a su vez, vuelvo a concentrarme en la página de casas en venta, que tengo abierta en mi computadora. —Elena, ¿Qué tan leal eres a trabajar conmigo? —cuestiono al continuar pasando casas, sin saber cuál elegir. —Señor, sabe que trabajaría para usted hasta que las fuerzas me lo permitan —responde al sonreír—, tanto usted, como el señor Nikolay, los siento como si fuesen mis hijos, por lo que, nada me hace más feliz que poder cuidarlos. Observo a aquella agradable mujer de mediana edad, ya su cabello se veía salpicado por las canas, y en su rostro se comenzaban a percibir varias arrugas, probablemente a causas de la ed