Azul —¿Cómo te fue? —le pregunto a Celeste en cuanto vuelve a entrar a mi oficina, con una enorme sonrisa dibujada en sus labios. —Bien, creo que me fue más que bien. —¿Te ha vuelto a recontratar? —No, aquí no —me cuenta al negar, dedicándose a limpiar su roja nariz—, la verdad, Azul, que esta vez sí la he cagado a lo grande, y creo que tuve suerte de que no me hiciera pagar por el grave error que he cometido —chasquea su lengua, dedicándose a negar—, mierda, mujer, ni siquiera quiero imaginar cuánto dinero lo hice perder. Cruzo los brazos a la altura de mi pecho y suelto una pequeña risilla, al ver la mueca que se forma en sus labios al decir aquello. —¿Y entonces? —Me ha dado otro trabajo, creo que para esto sí soy buena, pues me gustan los niños. Frunzo el ceño, aun dedicándome