Alek Frunzo el ceño y aprieto la mandíbula al ver aquel informe en la pantalla de mi computadora, el lote de chocolates que iba a ser enviado a España, había sido cancelado a última hora, gracias a que, al parecer, alguien cometió el error de poner una fecha de vencimiento que no era la correcta. —¡Maldita sea! —exclamo con rabia al ver la gran cantidad de chocolates que se habían echado a perder—. ¡Myla! —grito al tomar el teléfono para llamar a mi secretaria—, a mi oficina, ahora. La pelirroja abre la puerta a toda prisa, manteniendo sus ojos abiertos y su labio inferior en un pequeño temblor. La veo alizar con sus manos su larga falta, mientras me mira de forma aterrada. —¿Sí seño? ¿Qué puedo hacer por usted? —¿Quién estaba a cargo de la fecha de caducidad del lote de chocolates q