Capítulo 17

1734 Words
Grito como loca y salto de la cama al abrir los ojos y ver una niña mirarme fijamente, ella mantiene sus ojos puestos en mi persona sin siquiera pestañear, rodeo la cama para alejarme de ese demonio que ha tomado cuerpo y forma humana. Ningún demonio me llevará al infierno, ni de juegos. Yo merezco el cielo, mira que he hecho obras de caridad, un claro ejemplo es Inuyasha. La mayor obra de caridad se la lleva ese bastardo infeliz, cumplí de seguro su deseo prohibido y corrompido por mi; uni mi vida a ese idiota para ver si así toda la mierda almacenada en su cerebro sale. Pero ese no es es caso, me voy ajenando mucho del punto inicial y es la niña que lleva dos coletas y unos ojos muy grandes para mi gusto. Son esas clases de ojos que al mirarte parecen ver todos tus pecados. Casi puedo escuchar su voz en mi cabeza gritando: Anja puerca cochina, así que estos son todos tus secretos, ve con urgencia a una misa porque te hace falta. Trago y casi río de lo absurdo que suena eso, soy un alma pura sin maldad. La niña no aparta esos ojos negros de mi y yo la miro con temor. ¿De dónde demonios salió esa cosa y que hace en mi casa? ¿Ya aceptas que es tu casa y de Inuyasha? Alejo esos pensamientos y me concentro en calmarme. Voy hablar, pero la niña me sonríe y sus perfectos y pequeños dientes blancos quedan en mi vista y grito esta vez más alto y fuerte. De hecho, mi corazón late fuerte dentro de mi pecho mi respiración es rápida. Me llevaré con ella al infierno. —¡Eres cruel Dios! Yo me he portado como toda una dama decente y dejarás que me arrastren al infierno de esta forma — lloriqueo mirando a la niña — ¡Llevo un año sin probar sexo! Eso no es justo, así que dile a tu enemigo o colega de allá abajo que los cupos mios en el infierno puede dárselo a alguien más, todavía mi alma no es tan oscura para ir al infierno — la niña no tiene ninguna expresión en su rostro . —Mamá — dice con una voz dulce y una sonrisa demasiado acusadora. Al final si puede ver el pecado dentro de mi. —¡Ah! —Chilló con horror — ¡aléjate espíritu maligno, te lejos quiero de mi! —Me subo a la cama cuando ella se acerca a mi. —Mami — hace un puchero. —Maldición, no recuerdo tener una hija, no, no sufrí de dolores de espalda ni en parto, no soy tu madre niña — su puchero incrementa. —Mami — murmura nuevamente corriendo hacia mi, corro alejándome de ella. —¡No!—la señalo subiéndome encima del tocador—no tuve sexo con el diablo para tener un demonio. ¡Oh por Dios! No me digan que en el infierno le asignan cosas como estás a la gente—gimo de dolor cuando caigo al suelo y salgo de la habitación corriendo escaleras abajo, pero siendo tan fabulosa me caigo en los últimos escalones—mierda—gimo de dolor. —¿Kagome?—pregunta Inucerdo apareciendo. Su cabello va desordenado y mantiene su ceño fruncido. Me levanto al ver a la cosa esa mirarme desde el final de las escaleras. —Mierda Inuyasha, me quieren llevar al infierno—trepo en su cuerpo y termino con las piernas envueltas en su cintura mis brazos le abrazan con fuerza, mi cabeza se entierra en su cuello para ocultarme. Por mi impulso Inuyasha casi termina en el suelo y la única manera que tuvo para no dejarme caer en sostenerme por el culo, quiero creer qur esa era la única opción, pero como estoy en mi estado de horror de la niña diabólica, lo dejo pasar. —¿Kagome?—vuelve a preguntar Inuyasha. Mi cara permanece en su cuello y lo siento tensarse cuando suspiro con fuerza y me muevo para acomodarme—no te muevas—murmura, pero estoy incómoda por lo que busco la manera de no soltarlo para que el diablo no me lleve al infierno y tratar de acomodarme. —No dejes que me lleve—susurro bajito para que el demonio rubio que me niego a saber dónde está, aparezca. —¿De qué mierda hablas Kag?—las manos de Inuyasha sujetan mi culo para que deje de removerme, pero estoy inquieta por el demonio rubio con ojos juzgadores. —El diablo mandó a buscarme, me llegó la hora—le susurro como si fuese el secreto más peligroso del mundo. Me remuevo nuevamente. —Kago... ¡Mierda!—ladra y yo jadeo al sentirlo. Inuyasha y yo estamos estáticos, pero con partes exactas de nuestros cuerpos muy unidos a través de la ropa. —Tú... ¿estás duro?—sueno ridícula, pero no puedo evitarlo. ¡Inuyasha no tenía una erección cuando trepé sobre él! O por lo menos mi inspección de segundos no lo notaron. —Has estado removiéndote encima de mi, no soy de piedra—gruñe tratando de bajarme, pero me niego hacerlo—Kagome baja, no se porque actúas como una loca—saco mi cabeza de su cuello y lo miro a los ojos. Sus pupilas están dilatadas. —Hay una niña que apareció frente a mi cama al abrir los ojos, me llamó mami y sus ojos me juzgan y parecen ver todos mis pecados—una sonrisa va apareciendo en el rostro de Inuyasha y se le ve divertido. —¿De casualidad esa niña tiene pelo rubio y ojos negros?—trago al sentir una caricia en mis mejillas por parte de sus dedos. —¿Cómo lo sabes?—pregunto confundida. ¿También se lo llevan a él al infierno! ¡Mierda! Inuyasha y yo hemos hecho un desmadre desde que nos reencontramos. Ya veo, Diosito debe estar harto de nuestras idioteces, mierda. ¿También tengo que compartir el infierno con él? —Pero que lindo se llevan ustedes dos—giro mi rostro dejando de mirar a Inuyasha para centrala en Sesshomaru quién parece muy entretenido mirándonos. —No pensé que llegaría el día donde ustedes esten de esa manera—comenta Naraku apareciendo. —Ya ven, todo ese odio solo es una pantalla, mira que hermoso son—comenta Miroku. —Ellos quieren tener sexo—dice Koga encogiéndose de hombros. —¿Kagome?—pregunta Inuyasha y bajo de su cuerpo solo por mantener mi dignidad. Aclaro mi garganta y levanto mi frente aunque me sienta avergonzada. Tu lo que estás es acalorada por Inuyasha... Alejo esos pensamientos y cuando siento una pequeña mano sujetando la mía grito más fuerte que la vez anterior y vuelvo a trepar sobre Inuyasha importándome poco que Sesshomaru se burle. Inuyasha sr tambalea y me sujeta otra vez por el culo. —¿Qué mierda Kagome? Deja de actuar raro—dice Inuyasha. —Mira la niña, otra vez está aquí—comento solo para que él escuche. —Kagome, esa niña la trajeron del concurso, es para nuestra prueba como padres—saco mi cabeza de su cuello y miro sus ojos. Los mios deben estar muy abiertos. —¿No es un demonio?—pregunto confusa. —No corazón, no es un demonio—mi corazón late rápido. —¿No me llevará al infierno?—él sonríe y niega divertido—¡Oh Dios! Lo siento Inu, mierda... ¿por qué tus manos están en mi culo?—pregunto y él las aparta dejándome bajar. Suspiro y paso las manos por mi cabello ahora si me siento avergonzada. —¿Mejor?—pregunta Inuyasha y asiento, él quiere reírse por lo que ruedo mis ojos y luego los bajo para ver a la niña que me mira con esos enornes ojos. —Hola... ¿muñeca?—la niña sonríe. —Tu serás mi mami por un día—asiento y siento el brazo de Inuyasha en mi cadera y mi espalda choca contra su pecho. Luego siento su respiración chocar en mi oído y me estremezco. Voy a golpearlo por estar abrazándome así, pero él se adelanta y habla. —Esa niña sabe más que nosotros dos, así que hoy fingiremos bien que nos amamos, aunque tu has dado una buena impresión de loca enamorada estando encima de mi. Además, creo que la niña tiene una cámara oculta, sería raro revisarla para confirmarlo, así que hoy nos amaremos ¿si?—deja un beso en mi cuello y contengo la respiración. —Bien—lamo mis labios y le sonrío a la niña. —¿Ya desayunaste cariño?—ella asiente—bien ¿tienes escuela hoy?—trago al sentir la manos de Inuyasha adentrarse en mi camiseta holgada y acariciar mi vientre de manera distraída. —Si mami, quiero que papi me ayude en la tarea—cada vez que me llama mami siento que es un llamado del infierno. —Bien, tu papi te ayudará—me despego de Inuyasha—ayuda a la niña—él besa mis labios en un pico suave y se aleja. —Vamos—ella sonríe complacida de nuestra interacción y huyo antes de que Sesshomaru venga a burlarse de mi. Me baño y me arreglo con rápides y cuando bajo Inuyasha hace lo mismo que yo. Ahora vamos como una familia feliz a dejar al demonio rubio en su escuela. Ella canta alguna canción infantil desde el asiento de atrás y yo solo la observo en silencio. Ella puede debutar en una pelicula de terror, da miedo sin sonidos ni efectos especiales. Cuando Inuyasha detiene el coche bajo y él ayuda a la niña. Tomamos ambos sus manos y vemos a los otros padres entrar. Caminamos hacia donde ella nos guía y abrimos la puerta de un salón. Bien, el salón es enorme y hay muchos padres con sus hijos. —Ayaka cariño, ya tus padres me avisaron—la chica dirige su mirada hacia nosotros. Primero la pasa por mi y luego cae en Inuyasha, en cámara lenta la veo abrir los ojos y luego darle una inspección rápida para luego humedecer sus labios—es un gusto señores Taisho tenerlos aquí. Yo soy la maestra Cho y me complace tener la oportunidad de interactuar con ustedes—enarco una ceja cuando ella muerde sus labios en dirección a Inuyasha—que bueno que ambos esten aquí en el día de aprender a compartir con los hijos, todo un día creativo—dice sin apartar los ojos de mi marido, digo, del inútil bueno solo para traer más idioteces. —El placer es nuestro maestra—comento y la mano de Inuyasha me rodea—¿verdad amor?—murmuro y él baja la vista hacia mi. Hago un puchero que lo hace sonreír y luego siento sus labios chocar contra los mios. Siento su otra mano en mi mejilla y suspiro en sus labios. Inuyasha sabe muy bien lo que hace. Alguien aclara su garganta cuando la lengia de Inuyasha iba directo a jugar con la mía. Una verdadera lástima cuando ambas lenguas querían ese reencuentro. Inuyasha se separa y me mira, sonríe y luego miro a la mujer frente a nosotros quien ya no sonríe tanto. Chúpate esa estúpida. —Pasen y tomen asiento—comenta incómoda con la mirada que le doy—la diversión está por comenzar—Inuyasha nos sonrie y luego nos impulsa a caminar. —¿Lo hiciste por celos cariño?—ruedo los ojos. —No, pero ya te dije que no iba a ser una cornuda—limpio un poco de labial de su comisura al detenernos. —Hagamos esto—murmura suspirando. —Como los mejores actores—termino dejándome caer a su lado.
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