Prólogo
Miro a Inuyasha de manera nerviosa mientras él juega con un bolígrafo que encontramos encima de la mesa. Suspiro carbonatado, algo que llama su atención ya que sus ojos dorados me miran cansados, aburridos y claramente molestos. ¡Nada de esto es mi culpa! Él debe ser el responsable porque sabe que a mi me patina el coco de vez en cuando y solo se dignó a seguirme la corriente en todo.
—No me mires de esa manera tan desagradable - murmuro encogiéndome un poco para no tener que golpearlo.
—Todo esto es tu culpa Kagome - ruedo los ojos enderezando mi espalda.
—Tú me seguiste, así que calla - él rueda los ojos cansado.
La puerta se abre cuando va a contestar y un hombre entra por ella con una sonrisa amigablemente falsa, es una clara sonrisa de burla que hasta el idiota falta de neuronas de Inuyasha sabe. Suspiro calmando mis instintos asesinos.
—Buenas tardes - se sienta frente a nosotros y abre lo que supongo es nuestro expediente - Inuyasha Taisho y Kagome Taisho - odio como me queda ese maldito apellido - debo decir que me sorprende todo lo que acabo de leer - asegura dejándose caer de espaldas en la silla y dándole un trago a su café - tienen muchos cargos y lo que más me sorprende que es que son hijos de las familias más importantes del país, ¿en que estaban pensando? —Pregunta entrecerrando los ojos en nuestra dirección.
—Claramente en las consecuencias no - murmuro e Inuyasha pellizca mi pierna - ¡Hijo de puta no me pellizques! —Le grito acariciando el área adolorida.
—Entonces deja de comportarte como una jodida niña que suficientes problemas tenemos como para agregarle otro más - me dice serio y yo bufo molesta.
—Diré lo que se me venga en gana maldito pene pequeño - Inuyasha abre los ojos.
—Eso no lo dijiste cuando ...
—Claro que lo acabo de decir, porque Dios se ha apiadado de mi y no he tenido que toparme con tan desagradable ... Cosa - le sonrío de manera falsa.
—¿Pene pequeño? —Pregunta riéndose y posiblemente olvidándose por completo del oficial - ¡es por este que aclamabas en la luna de miel! —Me grita y sonrío.
—En realidad aclamaba por el pene de mi ex novio ¿si te acuerdas de ese guapetón? —Pregunto con una desafiante sonrisa.
—¡Maldita loca del demonio que cocina horrible! —Me grita y jadeo.
—¡Comías todo lo que cocinaba bastardo de mierda! —Chillo impactada por sus palabras.
—Claro, lo hacía para no herir tus sentimientos - alguien se aclara la garganta y miro al oficial.
—Señores Taisho, están en graves problemas, así que pueden irme contando todo — nos dice sin sonrisas, está totalmente serio.
—Bueno, entonces tome asiento que esto va para largo—digo con una sonrisa.
—En cuanto no digas mentiras todo bien—dice Inuyasha.
—¿Quién comienza?—levanto la mano con una sonrisa y él me da la palabra.
—¿Está listo para escuchar la historia más cómica y ridícula del mundo?—pregunto.
—Por algo sigo aquí señorita...
—Higurashi por favor, ese maldito apellido ya me pesa—digo poniendo los ojos en blanco.
—Apellido que soñabas llevar—señala Inuyasha.
—Me dieron la palabra a mi Inuyasha, así que calla esa linda boca y deja de joderme los ovarios porque estoy considerando seriamente romper la silla donde mi trasero está sentado en tu cabeza de mierda—el oficial está impactado—, entonces, como decía, es una historia muy cómica y linda—digo.
—Claro, linda — murmura Inuyasha con sarcasmo.
—Comience — le sonrío analizando nuestra historia desde el principio.