Capítulo 18

1771 Words
Bien, esto no parece tan mal como se ve. Los próximos 30 minutos se lo dedica la maestra cariñosa ha darle miradas de anhelo a Inuyahsa que me tienen harta. Y en cuánto puede sus cariñosas manos que están a un paso de ser arrancadas de sus brazos por mi, lo acarician. ¿Mi enfado en qué radica? Bueno, en que el muy idiota de Inuyasha simplemente le sonríe como si ella era la mujer más espectacular del lugar. Casi gruño cuando él se dejó toquetear los brazos por esa descarada profesora, deberían enseñarle a ser menos arrastrada y fácil. Eatoy segura que si Inuyasha le ofregiese un rapidito justo ahora ella inventaría una excusa para hacerlo aún sabiendo que soy la esposa y me encuentro aquí. No imaginen cosas raras entre el idiota de Inupuerco. Lo que pasa es que mi ego de mujer acaba de ser pisoteado. Él no pretende hacerme una cornuda delante de tantas personas. Al parecer eso de "actuar" delante del demonio rubio se fue a la mierda en cuanto la cariñosa maestra apareció en su radar. Idiota, hombre tenía que ser el muy imbécil para caer ante unos encantos tan forzados. Me muerdo la lengua viendo como se agacha a recoger una nota y casí mostrarle el culo a Inuyasha. ¡La dejaré sin un solo pelo! —Eso es todo, sean lo más creativos — murmura y le sonríe a MI MARIDO, bueno, el marido más falso y patético del planeta tierra, bueno, en realidad de toda la jodida galaxia. —Ya pidele un rapidito imbécil — murmuro bajo para que solo el escuche, bueno, en realidad lo de murmurar no es muy cierto, casi le gruño a Inuyasha esas palabras. —Celosa, hermosa esposa? —Pregunta girando su rostro hacia el mio, su nariz toca la mía y bufo molesta. —Obviamente no — casi chillo y él sonríe. ¿Por que le dieron un fisico y sonrisa tan irresistibles? Eso es muy injusto. —Entonces deja de fruncir el ceño y darle esas miradas de amor que todos confunden con deseos de a la maestra — ruedo los ojos sin elejarme. Sus ojos siempre son hermosos de ver, pero de cerca son encantadores. —Y tu deja de ser tan demostrativo de cariño, la mocosa diabólica está muy pendiente de nosotros — miro el lugar donde está la niña rubia hablando animadamente con otra niña. —Pero si solo demuestro mi amor a mi esposa — giro y justo cuando lo hago él me besa. Hago la cosa más estúpida que he hecho durante un beso, suspiro. Suspiro en los labios de Inuyasha y él me besa lento, pero como estamos en un lugar donde pares de ojos curiosos nos observan me alejo y él me sonríe una vez más antes de darme un beso de pico y esperar los materiales aue debe traernos el demonio rubio. —¿Qué vamos a hacer?—pregunta la niña al tener toda la pintuta en el suelo. Inuyasha sonríe mirándola, ella también lo hace. Bueno, ya no me parece tan tétrica la mocosa. —Pintaremos a una hermosa chica, pintaremos a Kagome—giro a mirarlo y él me guiña un ojo. ¿Qué demonios le pasa a Inuyasha hoy? —Pero es muy difícil de pintar a una persona—suspiro y trago en seco. —Inuyasha es bueno pintando—recuerdo sintiendo mis mejillas arder, los recuerdos de ese momento me hacen reír. —¿Recordando?—pregunta él y sonrío. —Tu me dibujaste una vez—comento de manera distraída. —Necesito pinceles ¿puedes ir por ellos?—la niña asiente y se aleja. Inuyasha gira su rostro—recuerdo que te pinté en ropa interior una vez Kagome—comenta sin apartar la vista de mi. —Si, cuando tenía quince—él asiente. —¿Quemaste el dibujo ¿cierto?—muerdo mi labio inferior. —Obviamente que lo hice—él va a decir algo, pero una voz nos interrumpe. —¿Ya decidieron que pintar?—pregunta la maestra arrodillármese frente a nosotros. Inmediatamente sus ojos van a Inuestúpido ignorando mi hermosa, pero muy hermosa presencia. Ella es una joven bonita, no negaré lo evidente. Tiene el cabello hasta la altura de sus hombros. Sus ojos son oscuros y su cabello es castaño. Su rostro es de rasgos finos, casi parece una muñeca y sabe como vestir, el vestuario no es escotado, pero hace lo correcto para mostrale a todos que su cuerpo tiene curvas deseables. La maldita está buena Inuyasha que se queda mirándola embobado recibe un pellizco de mi parte que hace que me mire. Él sonríe, hoy está muy sonriente el bastardo este. Me mira subiendo una de sus cejas dignas de comerciales para luego tomar mi mano entre las suyas y entrelazar nuestros dedos. Mi corazón da un tonto latido y siento el sonrojo extenderse de manera vergonzosa por mis mejillas. Miro nuestras manos entrelazadas y trago en seco sin saber dónde mirar. Miro a la maestra quién no parece tan sonriente con la acción de Inuyasha. —Si, haremos una obra de arte—bien, no comprendo por qué mierda Inuyasha ha estado comportándose de esta manera tan sospechosa. Entorno mis ojos en su dirección mirándolo con suspicacia. —¿En serio?, ¿entonces que decidieron pintar?—sus ojos lo miran anhelando que sea su mano la que esté entrelazada a la de Inuyasha y no la mía. —A mi esposa—me hace acercarme más a él para rodear con una mano mi cintura y la otra besar mi cuello aún sentada. Trago en seco y de reojo miro al bastardo que está jugando con mi paz mental. —Vaya, si que están enamorados—balbucea sonriendo. —Papi, mira, traje muchos pinceles porque no sabía que elegir—dice la niña endemoniadada. —Bien hecho—él vuelve a mirar a la maestra—gracias por permitirnos esto, nos hace muy bien, ya que queremos tener muchos niños. ¿Verdad cariño?—yo que tomaba un jugo me atraganto y toso como loca. Intento respirar, pero lo único que puedo hacer es toser. Miro a mi amado esposo, que se me note el sarcasmo, tener una pequeña sonrisa de burla en su rotro. Me da palmaditas en la espalda y poco a poco me voy recuperando. —Claro Inu—murmuro fingiendo una sonrisa digna de un Oscar. Ya les comenté, nosotros somos los mejores en cuanto a actuar se refiere. —Siendo así, que la pasen bien—la veo apretar sus labios y luego levantarse alejándose. —A ella le gusta mi papi, me dijo que él es atractivo—comenta la niña e Inuyasha suspira. —Kagome, posa para mi—la manera lenta y ronca en que lo dijo hace que lo mire con los labios entreabiertos. Casi puedo jugar nque él no hablaba de posar para que me pinten, puedo asegurar que fue para cosas más... Candentes. Me levanto y camino hasta sentarme frente a ellos. Ambos tienen su equipo de trabajo y solo me encargo de sonreír en una pose fresca y cómoda. Inuyasha me obsrrva y me da algunos consejos de como acomodarme. Lo hago para no partirle un jarrón y que toda la puta actuación no se vaya a la mirda. Él comienza a pintar y los minutos pasan y comienzo a cansarme. Suspiro sonriendo mi cuerpo enturmecido por la posición y siento como el fastidoo se hace presente en mi. ¿Qué quiere demostrar con pintarme? Algunos padres han anunciado que ya han terminado. Solo quedan algunas 10 parejas de padres y entre esas nosotros. Cuando Inuyasha ya queda de segundo es cuando baja el pincel y la niña también. Suspiro estirando mi cuerpo y miro a Inuyasha quien parece dar algunos retoques a lo que pintó. Luego de terminar van ambos a lavarse las manos. —Listo—comenta un hombre con una sonrisa. —Bien, ahora acérquense—todos nos acercamos y quiero pensar que son cosas mias, y no que la maldita maestra toma un lugar muy cecano a nosotros—¿qué tal ha sido la experiencia de acercarse de manera artística a sus hijos?—pregunta con una sonrisa, sincera, bueno, ya era bueno de que haga algo más sincero que coquetearle a los hombres casados. Una mujer levanta la mano. —Siento que me he conectado con mi hijo y no solo con él, con mi esposo también—murmura con una sonrisa. Y así es como comienzan todos a participar como la mujer anterior. Inuyasha levanta la mano y lo miro sorprendida. Manos largas y cariñosa, alias la maestra, le da la palabra y él sonríe haciendo que más de una braga de las mujeres presente, se moje. Maldito bastardo. —Me pareció muy satisfactorio todo esto. La niña no es mi hija, pero aún así conecté con ella en algo que al parecer nos gusta a ambos. Pude sonreír a su lado y pude afianzar la razón por la cual amo a mi esposa, es porque ella es perfecta siendo tal cual es. Hoy la pasamos muy bien, riendo y siendo nosotros como una familia más, pero una familia unida por un lazo—todos aplauden y yo lo hago con una sonrisa, si, merecemos un Oscar por nuestra actuación. —Ahora todos muestren su pintura—veo bosquea, playas, animales, personas. Algunos son buenos dibujos, otroa no tanto. Inuyasha y la niña avanzan y voltean su dibujo. Mi respiración al parecer quiso irse lejos de aquí al momento de él darle la vuelta. Esa soy yo, pero una yo que se ve inalcanzable. Todo el salón queda en silencio. Trago en seco sintiendo como mi corazón palpita. —A que mi esposa es hermosa—comenta con una sonrisa. Miro el dibujo de la niña y no lo hizo mal para ser una niña. Unos apluden y lo halagan. El día pasa sin nada memorativo que recordar, más que los muchos hágalos de manos largas y cariñosa. Subo al coche sintiéndome cansada de todo este día. Inuyasha conduce y suspiro. Miro por el retrovisor y me incorporo alarmada. —Inuyasha—murmuro con los ojos abiertos—¿dónde está el demonio rubio?—cuestiono alarmada. Él gira y no ve a nadie, me mira asustado. —¡Mierda!—grita girando el coche pata regresar. Ambos olvidamos s la mocosa. —No lo puedo creer—dice sorprendido. —Créeme, yo tampoco—al llegar vemos a la niña llorar al lado de una mujer. Nos bajamos y la mujer nos mira como si fuesemos los criminales más peligrosos y repugnantes de este mundo. Hey, calma fiera, no me des esa mirada. —Niña... —¡Mi hija no participará en este espectáculo!—grita tomando a la niña y alejándose de nosotros. —Somos terribles como padres Kag—murmura Inuyasha sin despegar la vista de la mujer que avanza con la niña alejándose del peligro que supone somos nosotros. —Ni que lo digas, y eso que vamos a tener muchos hijos ¿o no?—él sonríe y se gira para hacer que su pelo quede alborotado al su mano entredarse en ellos. —Olvida los ojos, no somos ejemplos a seguir—río sin poder evitarlo—¡imagima olvidarlo en el hospital apena nazca!—murmura horrorizado. —Para eso debemos tener sexo y no usar protección, así que tranquilo toreto, no pasará—comento caminando pata subirme al copiloto. —¿Quieres tener sexo salvaje conmigo?—él mueve sus cejas de arriba hacia abajo. —Buen intento, pero no, ahora vamos—no sé que está pasando, pero las cosas entre Inuyasha y yo parecen direntes. Y solo por eso, cierro los ojos agotada apensas él se pone en marcha. 
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