Patty trabajo por la mañana, atendió al señor Meinz con su desayuno diario, habló unos minutos con la señora Stevens y conoció a nuevas personas, ya tenía algunos clientes regulares entre semana y los fines de semana, el restaurante no tenía la mejor paga y tampoco había un seguro, pero era el lugar donde había encontrado amigos y un sistema de apoyo, Dereck le dio todo su apoyo cuando la conoció, su jefe aunque tuviera un aspecto enojado y brusco, ayudaba a los demás, especialmente a los que no tenían documentos, les conseguía un lugar donde trabajar y establecerse, el restaurante no era famoso y nadie se hacía millonario, pero siempre encontrabas personas amables dispuestas a ayudar a los demás.
–¿Cómo te fue, Naty? –le preguntó Siri, una de las camareras –. ¿Conociste a algún chico?
–Hay muchos niños en mi clase –contestó.
–Pero un niño que te guste.
–Tiene siete años, Siri –le habló Patty.
–¿Y qué? –dudó –. Yo a su edad… –se detuvo por la afilada mirada de Patty –. Me sabía el diccionario, tienes mucho que aprender.
–Naty no tiene necesidad de eso –comentó Denis, el encargado de las bebidas –. Será una chef –se dirigió a ella para chocar el puño y la niña lo aceptó.
–Con que no sea como D*ck –murmuró Molly.
–Los estoy escuchando –habló el jefe desde la cocina –. Vayan a trabajar o los despido.
Nadie iba a ser despedido, pero D*ck fingía ser estricto, aunque sus trabajadores lo hacían bien, muchos iban y venían, encontraban mejores oportunidades o las desaprovechaban, tuvieron un par de compañeros que fueron enviados a su país y otros que lograron hasta la residencia y mejores oportunidades, habían vivido muchas cosas y los que habían permanecido más tiempo eran prácticamente familia, habían visto a Naty crecer, han estado presentes en cada cumpleaños y han ayudado a cuidarla cuando está enferma, estan en los momentos felices y difíciles, para Patty eso era una familia.
Al terminar el turno caminaron de regreso a casa, Naty iba dando saltitos hablando sobre lo bien que le había ido y sobre sus amigos, al llegar a casa fueron a darse un baño y luego a cenar, Naty ayudaba a colocar la mesa, solo eran ellas, pero Patty le enseñó que se debe comer en la mesa una comida formal.
Patty estaba colocando el puré de calabaza en la mesa cuando escuchó voces frente a su casa, no eran tan fuertes, pero se lograba escuchar.
–Cuida la comida, Naty –le pidió a la niña y ella se dirigió a ver a la puerta.
La distancia era considerable, el señor Goldman estaba en su pórtico viendo y la señora Monroe también había salido afuera con su albornoz rosado, al frente estaban dos policías y un hombre intentando hablar con ellos, lo reconoció, es Emilio Bernal, trabaja en un restaurante mexicano y cuida la casa al lado, los Hannigan viajan seguido y contrataron a Emilio para cuidar su casa, dío dos pasos al frente, lo dudó, pero cuando se dio cuenta que el policía quería tomarlo, se apresuró a llegar.
–¿Hay algún problema? –preguntó en voz alta, eso incluso alertó a los vecinos, este es un lugar seguro y tranquilo, de vez en cuando pasa una patrulla, pero nunca hay problemas.
–Señorita, por favor entre a su casa.
–Es un poco difícil cuando están haciendo un escándalo con mi vecino –indico.
Eso hizo que la señora Monroe también se acercará.
–Si, es nuestro vecino y muy atento –indicó –. ¿Qué pasa con Emilio?
–¿Lo conocen? –cuestionó uno de los policías.
–Es nuestro vecino –explicó Patty –. De hecho, mi hija y yo lo estamos esperando para cenar.
Emiiio se veía nervioso, todos sabían que no tiene papeles y hasta los mismos policías lo saben, pero al darse cuenta que habían personas observando, dudaron en hacer algo, además, han dicho que es su vecino, que clase de vecino tendría una casa en ese lugar tan reservado.
–Pedimos una disculpa –comentó uno al ver a su compañero y retroceder –. Por los inconvenientes y por el ruido.
–Ven Emilio – Patty lo tomó del brazo, el pobre no podía ni hablar, si se ponía nervioso solo iba a causar más sospechas.
–Es un buen muchacho, vive ahí –señaló la señora Monroe la casa de los Hannigan –. Siempre me ayuda cuando me mira cargando algo y me hace las compras los lunes para que no tenga que ir por mi agua, es muy pesada.
–Sí, señora, lo entendemos, lo lamentamos mucho.
Patty llevó a Emilio adentro de la casa cuando Naty lo vio fue a abrazarlo, la mayoría de los vecinos ya lo conoce.
–Pequeña, puedes darle un vaso de agua, por favor.
–Sí mami.
Se fue corriendo a la cocina y cuando ella regresó afuera, los policías se habían ido, la señora Monroe estaba caminando hacía su casa cuando la vio.
–No te preocupes, ya se fueron.
–Gracias.
El señor Goldman seguía en su pórtico sin decir una palabra, Patty saludó moviendo la mano, pero ni siquiera se movió, así que regresó a la casa, Emilio estaba sentado en el sofá, se había terminado el vaso de agua y ahora Naty le estaba contando sobre sus amigos, cuando la vieron se detuvieron.
–Perdón por lo que pasó.
–Está bien, ya se fueron.
–Venía de regreso cuando la patrulla me detuvo justo enfrente, solo estaba caminando.
–Lo sé, a veces pasa.
A veces pasa solo con ciertas personas, no con Patty y su cabello rubio, ni con la señora Monroe, ni el señor Goldman y mucho menos con los Hannigan si estuvieran aquí, pero si le iba a pasar siempre a personas como Emilio con sus notables rasgos, todos podían saber que no era de este país.
–De verdad, les agradezco mucho, seguramente me hubieran llevado.
–¿A dónde? –preguntó Naty.
–A dar un paseo –interrumpió Patty –. Cuando pasé algo así, puedes hablarme o a la señora Monroe, al menos mientras los Hannigan no estan.
–Sí, gracias.
–¿Tienes hambre? –dudé –. Nosotros vamos a comer.
–Debería irme.
–Quédate a comer –pidió Naty.
A los ojitos tristes de Naty nadie se resistía, Emilio aceptó y fueron a sentarse a la mesa, Naty colocó un plato más y los tres comieron, a pesar de tener suficiente atención, la de un nuevo integrante siempre era bienvenida para Naty, ella ocupó la mayor parte de la conversación hasta que se hizo muy tarde y Patty la llevó a dormir, cuando regresó Emilio ya había lavado los platos.
–No tenías que hacer eso –le indicó.
–Me has invitado a cenar y me has ayudado a que no me lleven, creo que puedo lavar los platos.
–Supongo que debe ser difícil –comentó ella.
–Mi familia depende de ese dinero –comentó –. Lo necesito y no sé si ellos van a volver.
–No sé –confesó Patty, no lo entendía bien, ir a otro lugar y vivir de esa forma, con ese miedo de ser atrapado, pero Emilio le contó sobre las difícultades que pasa su familia y como dependen de su dinero, su madre está enferma y en su país no existen los seguros médicos, además de que el sistema de salud es deficiente, él debe enviar una cantidad para cubrir lo necesario.
–Podrías quedarte en la habitación de invitados –le propuso Patty.
–No –contestó él –. Tengo que ir a cuidar la casa, es mi trabajo.
–Puedes ir por la parte de atrás.
La parte de atrás de su casa se unía al jardín de los Hannigan, así es como se habían conocido, Emilio estaba arreglando el jardín cuando la pelota de Naty cayó de su lado, Patty los encontro hablando, su hija era muy sociable.
–Sí, creo que lo haré, solo está noche.
–No es que seas un ladrón –rodó los ojos ella y se dio cuenta de su error –. Perdón, no quise decir eso.
–Es lo que siempre piensan cuando te ven, bueno, no todos –comentó él –. Están tú y los vecinos, a excepción del señor Goldman.
–Es porque su hijo está en el ejercito, ya se le pasará.
–No creo que solo se le pasé, tal vez hasta fue él quien llamó a los policías.
–¿Tú crees?
–No sé, es difícil pasar frente a su casa –confesó él –. Me da esa mirada.
–Bueno, su esposa era filipina –indicó Patty.
–¿En serio?
–Sí –contesté –. Era una mujer muy amable, contaba que gracias al señor Goldman, ella pudo tener una vida más tranquila aquí, tuvieron dos hijos, uno está en el ejercito y el otro vive en Nueva York, después de que ella falleció, ellos ya no vienen.
–Es una historia un poco triste.
–Un poco, pero antes era una casa muy alegre.
–No imagino al señor Goldman alegre –señaló él –. Pero sé que no todos juzgan, una compañera en el trabajo renuncio porque tiene un novio que se casará con ella y le dará la residencia, le ayudará a conseguir un buen empleo con seguro, justo hoy le hicimos la despedida.
–Que alegre.
–Sí.
Emilio se dio la vuelta y esta por irse por la puerta de atrás cuando Patty le habló.
–Espera.
–¿Sí?
Ella se paralizó, las palabras no salieron de su boca, tuvo miedo y al final no lo hizo, no se atrevió a decirle lo que pasaba por su mente.
–Ten cuidado con la cerca del lado izquierdo, está algo floja –dijo al final.
–La arregló mañana –le dijo él –. Y gracias.