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3365 Words
Anabel llego a casa muy cansada, traía los ojos rojos por el humo del Pub, lo único que quería era llegar a su cama y dormir. Abrió sigilosamente la puerta de la casa y caminó directamente a la habitación de su madre para decirle que había vuelto, la cerró tras de ella y siguió en dirección al pasillo para llegar a su habitación, cuando estaba por girar la chapa vio que la habitación de su hermana tenia las luces encendidas, sin embargo, se desanimo de ir porque posiblemente se molestaría y su vista se centro nuevamente en la puerta de su habitación, cuando la abrió se encontró con una oscuridad escalofriante por lo que busco el interruptor desesperadamente hasta que lo localizó, presionó y se hizo la luz. Respiro suavemente dirigiéndose hacia su tocador; tomó su desmaquillante mientras se miraba pensativa a través del espejo sopesando varias situaciones que ocurrían en su vida, se miro nuevamente y una punzada le atravesó el pecho recordando al hombre que se acercó en el Pub, era la primera vez que un hombre tan guapo se acercaba a hablarle. Cuando terminó de desmaquillarse, se acercó a la cama para ponerse ropa de cama, luego se tumbó, pero la ansiedad inexplicable que llevaba desde hace varios días volvió, a causa de esta, por lo menos llevaba tres noches sin dormir, su carácter obsesivo no la estaba ayudando en nada. Presentía que algo iba a ocurrir pero lo que le preocupaba era el tipo de cosas. Sujetó la tarjeta de anverso y reverso otorgada por el extraño, la palpó suavemente y sintió una textura exquisita en las letras impresas en ella, luego se durmió profundamente sin pensar en nada más, había conseguido conciliar el sueño después de noches interminables de insomnio. Al día siguiente, Anabel se despertó sin mucho animo, con dolor de espalda y cuello recordando que sus ahorros no alcanzarían para otro mes, se preguntaba: «¿Por qué el dinero tenía que ser tan importante?» dio un resoplido, se puso un saco y pantuflas y directamente se fue a la cocina donde su mamá estaba muy concentrada poniendo diversos ingredientes a la licuadora, preparaba un jugo que contenía extracto de naranja, apio, papaya manzana, miel y algo más, que lo tomaban tanto ella como su hermana. Se sentó en la mesa bebió de callada, lavó su vaso y retorno a su dormitorio para abrir su ropero, dando un largo suspiró porque no tenía ropa idónea para ir a la entrevista que había conseguido hoy en una empresa de papelería, jamás invirtió dinero en esa clase de atuendos porque siempre iba con lo mismo y esta ocasión no sería distinta. Se vistió, luego paso por el tocador se miro a detalle en el espejo y tomo unas sombras café Matte y procedió a maquillarse, luego sujetó su cabello e intento hacerse un peinado "fácil" que vio en pinterest pero tras varios intentos fallidos, opto por hacerse una cola e ir para el baño a cepillarse los dientes... todo lo hizo en estado de inercia, caminó hacía su madre y se despidió. Una vez en la calle, alzó la mirada hacia el cielo, pidiendo al universo que fuera un buen día, pero unas cuadras antes recordó que no había traído una copia de su Hoja de Vida y que no había llamado al sujeto en cuestión. Se golpeó con la mano la cabeza y se maldijo por haber sido tan olvidadiza, pero ya no podía volver a su casa así que no le quedo otra que seguir caminando rumbo a la empresa de papelería. Sin embargo antes de llegar recibió un mensaje de texto que le decía que ya habían contratado a otra persona y que se agradecía el interés por el puesto. Sus pensamientos, la llevaron en otra dirección, si bien no tenía cita, tenía la tarjeta del desconocido del Pub a quién podía solicitarle una entrevista. Ahora debía pensar como se presentaría: «Hola ¿Cómo estas? No se si recuerdas quien soy... anoche me abordaste en el Glow Up» Hizo una gesticulación bochornosa y se dijo «así no». Después de recrear como diez escenarios imaginarios se quedó con el último, sacó el móvil y la tarjeta. — Hola, ¿Valentín? —¿Si?— contestó con tono burlón — No sé si me recuerdas, anoche me abordaste en un Pub — Sé más especifica porque anoche estuve en tres y di mi tarjeta a muchas mujeres. Anabel, por un momento pensó en colgar el teléfono, el tipo le parecía un Don Juan y con esto se confirmaba, puso en blanco los ojos tragándose el orgullo y le dijo. — Bueno, trataré de ser más específica me diste tu tarjeta en el GLOW UP— haciendo énfasis en estas últimas palabras Un silencio incómodo se hizo al otro lado de la línea, los segundos pasaban y se hacían interminables. —Hola, gatita tu voz se escucha muy dulce—echando una leve carcajada — No pensé que me llamarías tan rápido. —Pues... este— dando un suspiro muy largo—lo que pasa es que desde hace mucho tiempo, estoy buscando trabajo y no he tenido suerte, y hace un momento me cancelaron una entrevista porque ya tenían alguien mas para el puesto, entonces me puse a investigar tu empresa y por lo que pude averiguar ustedes no llevaban mucho tiempo en esta ciudad y yo pensé... — tomando aire—que podría existir alguna vacante para mi — seguida de un largo silencio. — Oh, ya veo y yo que pensaba que me llamabas para decirme que te parezco encantador y que no pegaste un ojo en toda la noche por mí— riendo a carcajadas. Anabel, se estaba poniendo roja de la rabia, ya fue difícil llamarlo y en lugar de que se pusiera serio le sale con tremendo chiste. — Sí es un mal momento, puedo llamarte luego. —No, espera no cortes— tomando aire—Es verdad, somos nuevos en la ciudad y estamos en busca de personas capacitadas para que ocupen puestos en el Área de Recursos Humanos ¿ Estas interesada? — Claro que lo estoy, no sabes lo que significaría para mi , si me contrataras. —Hmm, pues te espero en media hora. No llegues tarde porque sino recibirás un castigo — Cortando la llamada de forma intempestiva. Valentín caminaba de forma ansiosa en su oficina, asomándose de rato en rato a la ventana para ver si aparecía Anabel, en uno de esos momentos que miraba de reojo pudo ver la silueta delgada de la castaña, por lo que rápidamente se apresuró a llamar a recepción, dando las características de la joven. Anabel salto de una pata, aunque lo último que le dijo no le hizo ninguna gracia, en fin no era momento de buscarle tres pies al gato. No obstante, comenzó a sentirse vigilada aunque miro a los lados no había nada ni nadie alrededor. Se aliso la chaqueta y camino rumbo al Hall del edificio, para cuando entro se quedo atónita de ver tanta elegancia era gigantesco con cientos de personas caminando de un lado al otro, su nerviosismo hizo que se paralizase hasta que sintió un leve golpe en el hombro. — Permiso— dijo un hombre corpulento que andaba a paso rápido. —Lo...lo siento— dando dos pasos torpes hacia la recepción —Bu... Buenos días — dijo tartamudeando, olvidando todo lo que estaba practicando —Buenos días — contesto la recepcionista que parecía sacada de una revista de modelaje, alta delegada y que decir de su ropa. —Tengo una entrevista para un puesto de Recursos Humanos — enfatizó — mi nombre es… Antes que la dejara proseguir, la recepcionista se levanto de su lugar y acompaño a Anabel al ascensor — Por favor suba hasta el piso 17. — Este...gracias— Anabel miro perpleja mientras la puerta del elevador se abría. Si anoche ya era un día extraño, este no estaba mejorando. No le habían pedido ni su nombre ni su identificación ni nada. Incluso se pregunto si no era una secta o una oficina de la mafia, ladeo su cabeza y la puerta del ascensor se cerró. Mientras subía al piso 17 muchos pensamientos le cruzaron por la cabeza, sus pensamientos la transportaron a otra época y cuando comenzaban a ponerse nítidos la puerta se abrió. Tímidamente puso un pie en la alfombra que se extendía por todo el ambiente era esponjosa y de la más alta calidad, comenzó a caminar por un pasillo que se oscurecía a medida que avanzaba. Se preguntó entre murmuros — ¿A quien le gustaba tanto la oscuridad? — Para chocarse con una puerta de vidrio. Anabel, centró sus ojos para contemplar una silueta que la paralizaba, horrorizaba y fascinaba todo a un mismo tiempo, tenía el brazo puesto en su cintura y el otro extendido. La noche anterior no pudo verlo con detalle pero ahora sí, poseía hombros anchos, musculosos y un tatuaje en la muñeca que no pudo distinguir. Anabel contuvo la respiración hasta prácticamente ahogarse veía como la silueta de ese DIOS caminaba hacía ella y abría la puerta de cristal. —Veo que estas aquí, y yo pensé que demoraría más — fijando sus ojos azules para luego darle la espalda y cruzar las manos en su pecho. Ruborizada y muerta de la vergüenza, entró a la oficina —Buenos días, llegue rápido porque me encontraba cerca de aquí y como anoche fuiste tan insistente en que te llamara, no quise desaprovechar la oportunidad— lo cierto es que seguía temblando de miedo y si algo pasaba nadie iría en su socorro. «Debí venir acompañada» o al menos es lo que sus pensamientos más profundos le decían, pero era muy tarde. —Anabel, deja de estar tan nerviosa. No haré nada que tu no quieras — mordiéndose la lengua, «porque tenía que haber pronunciado su nombre», maldiciéndose en sus adentros. Anabel lo mira pasmada y su respiración comenzó a acelerarse —Di... disculpe ¿Cómo es que conoce mi nombre? si recuerdo yo no le dije mi nombre ni ayer ni hoy. Me parece muy extraño como la recepcionista supo quien era — dando un paso hacía atrás. — Yo lo se todo — con un tono afilado que escondía su falta de discreción — tranquila, ya te dije anoche que no muerdo, girando sagazmente y acortando el paso entre Anabel y él. —Creo Señor que usted se ha equivocado conmigo— con un hilo de voz. Su visión se agilizó y comenzó a ver detalladamente su entorno. Sin embargo, sus pies no le respondían y solo había una salida la que estaba tras ella. Girarse era arriesgado pero solo tenía una oportunidad y la tomaría. Sujetó la manilla de la puerta para abrirla torpemente, pero esta fue cerrada al instante. Pudo sentir, como Valentín estaba detras de ella y sus dedos se enredaban en su cabello. Anabel con un leve tartamudeo, le dijo— yo yo vine por una entrevista de trabajo y usted desde anoche no ha hecho mas que tocarme sutilmente. —Lo siento, no quiero que te asustes, simplemente no puedo dejar de sentirte— Hacer eso lo relajaba quiso deslizar mas las manos pero se contuvo y se alejo. Anabel abrió sus ojos como platos y se dijo: «Este hombre esta loco y ahora si parece que caí en la guarida del lobo» apunto de llorar. —Gira, por favor y toma asiento—Se había propasado, quería tenerla pero sus tácticas no funcionaban. Anabel abrió un ojo y luego el otro ya no estaba segura de nada —Por favor siéntate — mostrándole un asiento. —Gracias — quería irse, para ella era lo correcto, pero necesitaba el trabajo y generar ingresos; no tenerlos la agobiaba en demasía. Medito unos cuantos minutos hasta que se sentó, no sabia como dirigirse a él, tenia una laguna mental no recordaba si hace instantes lo llamo por su nombre o simplemente no lo dijo, nuevamente apareció el tartamudeo —¿ Co... como debo llamarle? —Tu puedes llamarme como gustes—dijo Valentín, con tono socarrón —Disculpa, tu conoces mi nombre pero ¿Como?— ya no pudo mas con la curiosidad —Lo sabrás a su tiempo— sin dar tiempo a replicar esa afirmación Anabel, guardo silencio, se puso a pensar en el apellido que tenía Valentín se le hacia tan conocido, recordando que el apellido materno de Roberto era Montalvo ¿Tendrían alguna conexión? Ni siquiera sabia que hacia en ese lugar y menos para que había ido. — Anabel, quiero saber ¿Qué estudiaste? ¿Qué es lo que buscas? . —Bueno, yo estudie Relaciones Internacionales, tengo una Maestría en Relaciones Internacionales e Integración y varios Diplomados. No obstante, mi búsqueda de trabajo no fue muy buena y casi ya no tengo ahorros. No pensé en llamarte, sé que mis estudios no corresponden al área de Recursos Humanos, pero soy bastante capaz de aprender si se me da una oportunidad—encogiendo los hombros. — Por lo que me comentaste por teléfono, he visto que has investigado sobre nosotros y eso me parece excelente— Valentín todo el tiempo que se dirigió a Anabel estuvo parado porque quería verla de forma directa, pero al sentir que se ponía tenso tomo asiento detrás de su escritorio cruzando los dedos. Con sus profundos ojos azules la recorría pensaba lo hermosa que era y como la edad la había favorecido. Anabel era delgada de ojos grandes y café intensos de facciones finas y unos labios delgados pero apetecibles, sobre todo no había perdido su esencia de niña. —Yo pensé en darte un puesto en Recursos Humanos, pero la verdad prefiero tenerte cerca — con ojos picaros. —Se...seguro ¿Qué es lo correcto? — contestó — El jefe soy yo. Quiero tenerte cerca. Además, te garantizo que aprenderás muchas cosas de mi. Serás mi nueva asistente. — Oh! Es una gran responsabilidad, no estoy segura de estar a la altura de tan importante desafío. Por lo que te comenté no tengo mucha experiencia… pero puedo hacer mi mejor intento — Se que lo harás, pero para que este proceso sea genuino ¿Me puedes pasar tu hoja de vida? — extendiendo la mano. — Bueno... este... acerca de eso. Olvide traerlo impreso, pero lo tengo en mi correo y puedo pasártelo— moviendo el labio, del nerviosismo que traía — Vaya, es una pena. No te preocupes, manda a este correo— extendiéndole una tarjeta, donde se encontraba su correo personal Anabel, apenas podía teclear, se sentía observada, pero finalmente logró mandarlo— Ya esta en tu correo — Muy bien— imprimió las páginas y se las entregó no sin antes mirarla triunfantemente — Ahora ve a buscar a Amelia para que te registre como parte de la Empresa, ella te dará todo lo que necesitas; algo más.. toma esto — sacando un celular corporativo — llévalo siempre contigo, no olvides que eres mi asistente y estarás conmigo varias horas al día, por favor informa a tu madre. —Esta bien, y muchas gracias por la oportunidad — dejándolo solo en esa oscuridad tan extraña que lo envolvía. Para cuando Anabel abandono ese lúgubre despacho, Valentín se reclino en su sillón no sin antes sacar una foto vieja donde se observaba claramente tres niños. Mas tarde ese día, Anabel fue corriendo a casa a darle las buenas nuevas a su mamá sobre su contrato en la empresa y su nuevo cargo. Su madre se puso muy contenta, y le pidió que para celebrar fuera a la panadería a comprar una tarta de manzana, ella pensó que por ser la agasajada debía ir su hermana, pese a eso termino yendo ella, ya que Amanda no estaba en la casa. La tarde estaba agradable, ideal para caminar y disfrutar del paisaje y las nuevas tiendas que se habían abierto cerca al barrio. Para cuando llego a la panadería una voz muy familiar le hablo, pero ella no pudo recordar donde la escucho anteriormente, sabia que estaba en su memoria en algún recuerdo que consideraba feliz, caso contrario se hubiera puesto tensa y ansiosa; cuando eso ocurría tendía a huir sin razón aparente. Nuevamente la voz, esta vez con un dejo autoritario. —¡Anabel! Acaso no quieres hablarme — dijo con cierto nerviosismo. Anabel, viro y se encontró con unos ojos almendrados de tono café, siguió recorriendo el cuerpo del desconocido para percatarse que se trataba de Roberto, el primer hombre que le había robado un beso — Lo siento, por no contestarte no estaba segura de quien eras. Si tenía recuerdo de tu voz, pero son tantos años que por un momento me perdí en mis recuerdos — brindándole una sonrisa —No has cambiado nada, sigues tan despistada y perdida en tus recuerdos — llevándose una mano hacia los cabellos. —Ja ja ja, han pasado muchos años ya no somos adolescentes y no estoy persiguiéndote para que lo sepas, simplemente vine a comprar una tarta de manzana pero al ver tantas cosas deliciosas me sentí tentada de comprar algo más y comer aquí — dijo refunfuñando. — No pensé que me siguieras, pero si lo hubieras hecho no me disgustaría, aunque éramos unos niños me gustó la forma en que te acercaste a mi en aquel concierto, que no recuerdo que artista era el que estaba tocando—mofándose. —Ya no hago eso, ya no voy por la vida persiguiendo chicos — respondió. Lo cierto es que Roberto había sido su primer y único novio, después de eso no volvió a tener mas novios, no fue porque no quisiera simplemente fue porque hizo una apuesta con su papá con un documento firmado en el que estipulaba lo siguiente: “Yo Anabel Manzanero, me comprometo a no tener novio hasta terminar el colegio y mi papá me regalara un viaje a otra ciudad si cumplo con esto” Sin embargo, ese viaje no se realizo porque su papá cayo gravemente enfermo y al poco tiempo se enteraron que padecía un cáncer terminal que le arrebato finalmente la vida, tres meses después. —Anabel ¿sigues allí? — dijo Roberto con tono preocupado, ya que la ojicafe se había puesto pálida como un papel. —Si Si, recordé algo que no es tan agradable — encogiéndose de hombros y frunciendo la nariz para no llorar. — Ahora que nos hemos vuelto a encontrar, me gustaría que retomemos contacto ¿te parece? — Sería genial ¿ donde te quedas?—preguntó. —Me quedo en la casa de unos tíos a unas cuadras de aquí. — ¡Es grandioso! Compró esta tarta y nos acompañamos ¿ Te parece? — Claro que si — haciéndose a un lado, para que Anabel pudiera pagar Salieron de la panadería y se pusieron a conversar como si nunca hubieran perdido el contacto, pese a que eran unas pocas cuadras rieron y disfrutaron de la compañía del otro. Hasta que Roberto paró en seco—Aquí me quedo. Anabel, elevo la mirada, dándose cuenta que estaban en la puerta de su vecino — ¿ Vivirás aquí? — preguntó con tono incrédulo. — Si ¿Por qué? — arqueando una ceja —Porque yo vivo aquí al lado, no puedo creer que vayamos hacer vecinos ¿No te da alegría? — Pues claro… — la realidad era que Roberto, detestaba a sus tíos y más por lo que le hicieron a su madre, no la socorrieron y terminaron cobrándole todo el dinero que se gasto en su atención en el tiempo que estuvo en el hospital. Prácticamente, era un esclavo que para solventar su deuda termino trabajando en la empresa de estos dirigido por su deplorable primo. —Roberto, me da tanto gusto verte — dándole un abrazo—por favor no perdamos contacto. —No lo haremos, ahora entra que seguramente tu madre te espera ya que tardaste más de lo debido. —Chau, espero que mañana nos podamos ver— con tono sonriente —Yo también.
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