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Millonario Misterioso

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Blurb

Anabel, es una joven profesional que se encuentra buscando trabajo desesperadamente, hasta que un extraño hombre le ofrece trabajo en una de las empresas mas prestigiosas de la ciudad. Sin embargo, esta oferta incluye unos cuantos secretos que tienen que ver con su niñez y con el vecino millonario que ella observaba todos los días, no obstante, había alguien que también la observaba. Cuando los secretos salgan a la luz, aceptará todo lo que conlleva o seguirá con su vida como si no hubiera paso nada.

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El verano es siempre mejor de lo que podría ser, sin embargo, se estaba convirtiendo en una verdadera pesadilla, llegando a temperaturas inimaginables. El viento de ese dia no había logrado refrescar aquella casa que parecía un horno, a pesar de que había aire acondicionado este era insuficiente. Los trabajadores se quejaban del intenso calor y uno de ellos se enjuagó la transpiración de la cara con los brazos. Las ventanas estaban abiertas pero penetraba un aire tibio y pesado. Valentín, que habitaba esa casa sentía que se sofocaba pero no era por el calor, sino por la incapacidad de abandonar su habitación, se percibía así mismo como un prisionero. La causa de que hubieran trabajadores ese día fue porque dos noches atras unos ladrones entraron a la casa, sino hubiera sido por él, los ladrones se habrían llevaran más objetos de valor. Sin embargo, sus padres no le permitieron salir y observar los trabajos de remodelación teniendo que resignarse a escuchar el ruido del taladro y uno que otro martilleo. Mientras que en otro lugar ese incesante martilleo despertó a una pequeña niña de nombre Anabel quien se encontraba sumergida en un profundo sueño hasta que se levantó bruscamente del regazo de su padre, quien se había quedo en modo apacible y paciente, mientras ella dormía plácidamente, desconocía el tiempo que llevaba recostada, pero por la claridad de la luz suponía que eran las cuatro de la tarde. —Papá ¿Qué es ese sonido? — preguntó con tono somnoliento, frotándose los ojos — Son los albañiles que están trabajando en la casa de Carlos, nuevamente están haciendo una refacción pero esta vez para darle más seguridad, no te olvides que la última vez que entraron a robar destrozaron el amplio ventanal que había en el comedor, e incluso se llevaron algunos objetos de valor— con tono dulce mientras la observaba. Aunque lo cierto, es que estaba bastante preocupado ya que la delincuencia se acrecentaba cada día más, incluso ellos habían sido sujetos de robo hace un par de meses. Anabel lo observo y le dijo—Porque no vas a ver a ese señor, es tu amigo y hay días que vas a tomar tecito con galletitas y te quedas filosofando de la vida con él y tu otro amigo que no recuerdo cuál es su nombre — replico con tono alegre. Empero, el papá de Anabel no quería salir de casa porque se encontraba un poco indispuesto llevaba varios días así, quejándose de un dolor punzante en el vientre, pero por alguna razón no le gustaba ir al médico y mucho menos al hospital. Esto debido a que toda su familia había muerto, una vez ingresados en el hospital; podía ser coincidencia, pero el asunto con los médicos y demás especialistas era algo que le generaba ruido, sin embargo, desde ese día sus problemas estomacales se acentuaron hasta que finalmente le costó la vida. Anabel, lo dejo y fue corriendo hacia el jardín para ver con sus propios ojos esa majestuosa remodelación y la implementación de cámaras de seguridad. No obstante, algo llamó su atención se trataba de uno de los dormitorios que quedaba justamente al frente de su recámara, le pareció ver unas sombras que se movían detrás de las cortinas. Alzó los hombros y no le dio mayor importancia, pero la persona que estaba detrás de esa cortina si que la observaba fijamente y sonreía con cierta picardía. Anabel, posó su mirada en Don Carlos, su vecino quien era un hombre de facciones gruesas, pero con sonrisa afable; suspiro resignada porque su hogar estaba lejos de ser la casa del vecino, este personaje vivía en la opulencia, poseía una Mansión de ensueño, con magníficos balcones y ventanales que parecían que tocaban el cielo…jamás vio que repitiera un coche y mucho menos un traje, entonces a su corta edad se percato que aquel sujeto era millonario y ella algún día tendría esos lujos que tanto deseaba ya que su situación distaba mucho de tener grandes cantidades de dinero. 20 años después… Anabel, sostenía su birrete contra su pecho y miro de reojo a los otros graduados quienes fueron vestidos con sus mejores pintas, ella se puso un traje que lo tenía bastante tiempo atrás y que le quedaba apretado porque en el último tiempo había subido considerablemente de peso; se puso de puntillas para ver si su mejor amigo llegaba, tomándola por sorpresa cuando se sentó a su lado, quien estaba de resaca porque día antes se fue a beber con otro compañero de clase que no alcanzo a titularse, Nico era un ser tan complejo como genuino que no perdía la oportunidad para molestarla y/o hacer algún comentario sarcástico como era su costumbre. Casualmente aquel día, estaba sentada al lado de ellos la hija de un profesor de la Universidad que particularmente Nicolás, odiaba, quien no desaprovechó la oportunidad para hacer la tan esperada broma y para mala suerte de ambos el profesor se acercó abrazar a su hija y era obvio que había escuchado todo. Pero ambos eran un par de cínicos rieron pesadamente hasta que el maestro de ceremonias habló para pedir que guardarán silencio ya que el acto estaba a punto de comenzar. El acto comenzó y los estudiantes fueron subiendo a la tarima uno por uno hasta que llego el turno de Anabel, quien dio un prolongado suspiro y miro por última vez a todos los asistentes de la sala. En esa ocasión tanto su madre como su hermana no pudieron asistir, penso en su padre e imagino por un breve momento que él estaba presente sentado junto a la multitud, tomando fotos. Sin embargo, sabía que estaba sola y que nadie la acompañaba, se acercó a las autoridades recibió su Diploma académico, estrecho sus manos y con esta entrega se cerraba un ciclo, concluyendo de esta forma sus estudios universitarios, aunque de niña siempre fue dispersa y bastante desordenada contra todo pronostico a falta de una carrera termino con tres. Una vez concluido el acto, Nico y Anabel se dieron un fuerte abrazo ya que para ambos significaba un prolongado adiós, ya que Nico había sido beneficiado con una beca y pronto partiría al extranjero. Anabel en cambio no tuvo esa suerte, camino en sentido contrario rumbo a su casa a almorzar; antes llamó a su madre para ver si había retornado a su casa ya que tenía que ir hacer unos pagos pero no obtuvo respuesta. Mientras caminaba, pensó en las palabras que tiempo atrás le dijo su madre, que estudiar esa última licenciatura fue una perdida de tiempo porque consideraba que con una bastaba para luego hacer especializaciones, maestrías, doctorados o lo que viniere. Anabel, no lo veía de esta forma, si bien aun principio estudiaba mucho para demostrar algo especialmente a su padre, pronto este murió y ese ya no era un objetivo, debía buscar otros y volvió aquel recuerdo de su vecino millonario, ella quería ser millonaria y así sería. Los primeros meses de su vida profesional fueron tediosos, muchas puertas se le cerraron, pero aun así estaba determinada a encontrar el trabajo de sus sueños. Uno de los tantos días que fue a tocar puertas, se encontró con una amiga de la infancia de nombre Verónica cerca de un parque, ella había estudiado odontología, pero por alguna razón no ejercía su profesión. Aunque Anabel no lo dijera, su estimada amiga no quería trabajar, ella esperaba ser funcionaria publica sentarse en un escritorio y percibir un sueldo. Su vida siempre estuvo llena de comodidades y quería mantener eso. —Anabel, que gusto verte… cuéntame que ha sido de tu vida estos años... tenemos tanto por decirnos—con una sonrisa pícara y su tan sutil pose de suficiencia. — Creo que no hay mucho que decir — contesto Anabel con cierto aburrimiento — Durante estos últimos meses, me dedique a buscar trabajo, pero me siento como en un bucle otra vez en cero — dando un largo suspiro — Pareciera que no soy lo suficientemente buena para ocupar un cargo o mejor aun, no tengo las conexiones necesarias para poder entrar a trabajar algún lugar. —Bah no digas eso — sujetándola del brazo y mostrando sus dientes perfectos —Mas bien, ¿no te animas a ir por unas bebidas afrodisiacas? aquí a unas cuadras abrieron un nuevo Pub que esta bastante bonito y tiene cosas antiguas como a ti te gusta. Sé que te subirá el animo — con una risita —Eres insufrible, pero no estoy muy presentable para ir al Pub y más vestida así. Tendríamos que ir por mi casa primero, para que pueda cambiarme y de allí vamos donde tu quieras — encogiendo los hombros. —Vamos, que me queda. Además podré saludar a tu mama que hace tanto tiempo que no la veo — se apresuro a contestar sin mucha gracia. Anabel no estaba segura de salir, pero ya que había aceptado no podía retractarse y decir que no. En los últimos días estaba con un vacío en el corazón que se hacia cada vez mas grande, sopesando la situación no tenia absolutamente nada que perder. Además ya había pedido a Verónica que la acompañase a su casa, una vez en la casa Vero se sentó en la sala y se puso a chatear muy amenamente con alguien. Mientras Anabel se arreglaba apresuradamente, una vez lista salió de su dormitorio y fue abordada por su madre quien le pidió que no llegara muy tarde, a lo que Anabel asintió con la cabeza luego siguió caminando para observar a Verónica quien seguía chateando se aclaró la garganta y con tono casi a grito le dijo que estaba lista. Se apresuraron en salir, pero Anabel volvió a darle un beso en la mejilla a su madre quien siempre se preocupaba por ella. Ambas, nunca fueron muy cercanas, sin embargo, con la muerte de su padre no le quedo mas remedio que recurrir a ella y a su hermana. Al salir de la casa tanto Verónica como Anabel caminaron atravesando una pequeña plaza, riendo de sus aventuras durante la época del colegio, recordando la vez que fueron a la Feria de la ciudad donde había un concierto de un artista poco conocido. La aventura precisamente comenzó cuando se encontraron con Roberto y su grupo de amigos, este muchacho no iba en el grado de Anabel y Verónica, más al contrario estaba dos grados menos. No obstante, para Anabel era el chico más lindo y no perdía la ocasión para mirarlo durante el recreo. Esa ocasión fue propicia para hablarle pero Roberto resulto ser el chico mas tímido del grupo pero aun así fue el mas amable y él primero en robarle un beso. La noche reinaba ahora y los faroles del automóvil rasgaban las sombras del camino. Los árboles circundantes adquirían un aspecto sombrío. Si miraba el cielo la noche estaba brillante de estrellas. —Estamos llegando a la ciudad. ¿Quiere que encienda el aire acondicionado? —No es necesario, Nando. Ya estamos cerca, aunque a decir verdad no sé porque te pedí venir a este club—Rascándose la cabeza — Porque es el mejor en la ciudad, señor. —Supongo que sí— mirando a través de la ventanilla del coche las calles aledañas. Ahora que el auto iba más lentamente pudo observar mejor a las personas que transitaban por esas calles, hasta que la vió. — Para aquí Nando, por favor. — No puedo, señor. Si hago eso nos multan — Entonces sigue a ese par de muchachas, por favor no les pierdas la pista— visiblemente abrumado. Mientras avanzaba el coche se percató de que ellas se dirigían al mismo lugar que él. Lo que significaba una oportunidad que había esperado por mucho tiempo. Se percató de la cantidad de gente y la forma de entrar al lugar, por lo que pidió a Nando que fuera hablar con el guardia de seguridad y que le transmitirá el mensaje de que debía dejar entrar a dos muchachas describiendo sus características y sobre todo le pidió mencionar explícitamente su nombre y que era uno de los accionistas. Exactamente, Anabel no sabia donde iba, había caminado por inercia varias cuadras recordando dulces momentos, confiando en Verónica ya que si algo sabia de esta chica es que le gustaban los buenos lugares y fue así como llegaron a “Glow Up”. Para cuando llegaron al pub, la fila de ingreso era interminable y Anabel considero muy seriamente irse a su casa a dormir ya que se encontraba muy cansada, tomando en cuenta la cantidad de gente que había esperando no entrarían hasta mañana. Sin embargo, algo extraño pasó, un sujeto alto y fornido que custodiaba la entrada les hizo señas para que se acercaran y ambas caminaron con cierta desconfianza. —¿Nos llamas? — dijo Verónica arqueando una ceja —Si señoritas, por favor entren — con voz grave Verónica dijo — Es nuestro día de suerte — saltando de una pata, mientras Anabel puso cara de pocos amigos y observo a los lados con cierta desconfianza, bueno ella era desconfiada nivel 5, en palabras de Verónica. — Anabel quita esa cara, pareciera que entraste a un velorio no a un Pub, iré por una bebida ¿quieres una? — pregunto muy feliz —Claro un mojito — dijo Anabel un tanto tímida Verónica tardaba mucho y Anabel estaba como una estatua apoyada en uno de los tantos pilares que rodeaban la pista mirando a las personas sonreír y saltar por la música. Sin embargo alguien la acechaba a lo lejos, y cuando vio que se encontraba sola fue directamente hacia ella. —Una chica tan linda como tu, no debería estar sola — la sorprendió una voz con tono socarrón —No estoy sola, mi amiga fue por un trago y espero que no se tarde mucho — contestó con un tono tímido. —Aun así, aquí hay muchos lobos y tu eres un dulce cordero Esas palabras hicieron que Anabel se pusiera en alerta y buscara con ojos desorbitados a su amiga Verónica quien estaba muy entretenida besando a un chico en la barra. Sin previo aviso, el desconocido la jalo y le dijo al oído — Sabes ha sido un placer tener este intercambio de palabras, pero ahora debo irme ... No tengas miedo, no muerdo o al menos no todavía. Anabel, estaba petrificada no llegaba articular palabra y solo atino a girar lentamente para encontrarse con unos profundos ojos azules que eran de color del océano. El hombre era hermoso, nada comparado con los hombres que había tratado hasta ese entonces. —Sino es un lobo, que es lo que quiere de mi — dijo suavemente, aunque en sus adentros se preguntaba como pudo contestar con una respuesta tan simple, ni que tuviera 10 años se dijo así misma, a esas alturas hasta caperucita roja hubiera sido más inteligente. —Ja Ja Ja poco ingeniosa tu respuesta, pero me conformo con que hayas tenido la valentía de girar y mirarme. —No entiendo que esta pasando, se le perdió algo, me confunde con alguien — replico Anabel tratando de zafarse de esa situación que no la estaba conduciendo a nada. —Pues si, tu me recuerdas a alguien y es por eso que tuve la intención de abordarte y cazarte. —Al parecer, no hay mucho que pueda hacer, estoy a su merced, creo que al no ser una caperucita muy inteligente terminé envuelta en su juego de palabras —respondió Anabel sin mucho entusiasmo. —Te prometo que te sentirás entusiasmada, soy una persona difícil de olvidar — mostrando una brillante sonrisa donde destacaban sus dientes afilados, Anabel empezó a sopesar la posibilidad de que existiesen eventos paranormales porque ya no estaba segura si se trataba de un vampiro, lobo o un elfo, pero en cualquier caso un beso sería más que bienvenido porque en su haber de historias románticas, beso a mas sapos que príncipes. —Me interesa volver a verte..—escudriñando el cuerpo de Anabel y casi oliéndola — te dejare mi tarjeta por favor llámame…— y ¿Por qué debo ser yo la que te llame? — dijo en tono sarcástico a lo que él extraño respondió— porque dudo mucho que quieras darme tu número de celular — Un silencio incómodo se hizo entre ambos y más cuando escuchó la voz de alguien que le resultaba familiar— Bueno preciosa, me voy y desapareció como apareció. —Anabel… Anabel — grito por segunda vez Verónica, quien estaba prendida como un mono del chico de la barra. Anabel se acerco en dos brincos al par de tortolitos que estaban apoyados en unos pilares — No escuche que me gritaras — dando un suspiro y cruzando los brazos —Lo siento, si te deje mucho tiempo sola. Quiero presentarte a Quique — dijo Verónica con una sonrisa de oreja a oreja. —Hola — contesto Anabel con tono odioso, algo que si le molestaba desde adolescente era que sus amigas la dejen por irse con sus “novios”. El extraño, es decir Quique levantó la mano y saludo con cierto desdén, algo que la molestó. Verónica, tomo la mano de Anabel y le dijo — Lo siento, ya no estés molesta. Por favor. Anabel encogió los brazos — Estoy bien, pero sabes quiero irme a casa — dando un resoplido — además que mañana debo ir a dejar unos papeles porque tengo una entrevista de trabajo y luego pasaré por una nueva empresa que se ha abierto en la ciudad. El acompañante finalmente abrió la boca — ¿de cual se trata? —Enterprise marketing Racing—dijo Anabel —Oh tengo entendido que tiene varias sucursales en el país, y que el joven que dirige aquel emporio es una persona muy hermética, incluso dicen que jamás se le ha visto la cara. — contesto Quique, muy seguro de sus palabras —Bueno mañana lo comprobaré, ahora los dejo disfrutar de su noche que imagino que quieren estar solos. Tanto Verónica como Quique intercambiaron miradas de complicidad y desaparecieron en la multitud. Mientras que Anabel salía por la puerta principal sin mirar atrás. Mientras tanto él extraño observaba detenidamente la escena, pidiendo a Nando que también se fueran. Ambos hombres salieron del Pub rumbo al automóvil. Mañana sería un día importante porque estaba seguro que Anabel lo llamaría

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