Anabel, el resto de la jornada estuvo ausente, sentada en su escritorio que tenía un montón de papeles encima y ella apoyando la cara en sus brazos. Más de una persona se le acercó preguntándole qué pasaba, sin embargo, casi no se inmuto en contestar ante tales preguntas, su distracción fue tan grande que no se percató que era hora de salida y Roberto estaba allí mirándola con cierto recelo. —¿Anabel nos vamos? —preguntó sin obtener una respuesta —¿Anabel?—replicando una vez mas. Anabel, no respondió y solo salió de su ensoñación cuando Roberto le propinó un beso en la frente —R..R…Roberto, eres tu ¿Qué haces aquí?— con una mueca nerviosa, no deberías estar en tu puesto —Quedamos en que nos iríamos juntos ¿Recuerdas?— subiendo una ceja y mostrando una sonrisa hipócrita —Ah... clar