El falso reflejo

3023 Words
Canción: Arctic monkeys -Piledriver Waltz — ¿Cómo estás, Abalám? Aquí ya hace unas horas fue año nuevo, tuve que esperar para marcar. —Murmuró con una voz suave, muy propia de ella. Me temblaron los parpados, y tardé en responder. — ¿Qué quieres, Emma? —Fui directo, no quisiera ser así, quisiera pedirle que venga que me salve, que por favor me ame. Dios, soy tan patético. —Sophie... Sophie me recomendó llamarte, Abalám, dijo que podrías hacer algo... Bueno, tú sabes, algo malo hoy. —Susurró. En todos estos años, después de todo lo que hice esta es la primea vez que me llama, ¿Por qué ahora? ¿Por qué? — ¿Cómo es que me llamas éste año nuevo y me has ignorado el resto? —Pregunté, más bien reproché. Ella suspiró fuerte y tendidamente. Sonreí con cinismo ante su silencio. —Recién conseguimos tu número... Jesse y yo. —Esas tres palabras me destruyen como la primera vez que la escuché. Cerré los ojos con fuerza para no gritar o tirar algo. Bien, tranquilízate. «Ella está con él, lo asimilaste, bueno, intentaste asimilarlo hace ya mucho tiempo». —Entones... Darcy está de acuerdo con esto que haces. —Afirmé en voz baja y con descarada con rabia al decir el apellido de él, quien arruino mi vida. —Así es, le pedí muy duro hasta que accedió de mala gana. —Susurró como intentando sonar cómica, no lo logró. Deseé reír sarcástico ante su intento de sonar como si nada sucediera. —Estás... Viviendo con él ¿O algo así? —No pude evitar preguntar. Demonios, debería cerrar de una buena vez el pico antes de explotar y mandar amenazas de muerte o algo más de mi viejo yo. —Sí, estamos juntos. —Hice un puño con una mano y en la que sostengo el celular lo estrujé. Respiré hondo, no puedo controlar este instinto maligno, del que me he escondido todo este tiempo, y solo quisiera lanzar el teléfono desde mi ventana, y yo junto con él. —Emma, yo... —Cerré los ojos con fuerza cuando mi voz tembló. —Emma, no me quieres cerca de ti, me odias, ¿Recuerdas? —No te odio, Abalám. —Murmuró ella. ¿A que vino eso? Ella me dijo claramente cuando la intenté llevar lejos conmigo que me odiaba, y que amaba al infeliz de Jesse Darcy, ella me dijo que no era nada para ella, Ella e dijo que me odiaba, carajo. — ¿Qué quieres, Emma? —Pregunté gélido, pero ardiendo por dentro — ¿Ah? ¿Te gusta sentirme de este modo? ¿Necesitándote? —No es lo que pretendía, yo solo quería asegurarme de que...—Antes de que continuase con esa incoherencia que Sophie sugirió, yo la interrumpí: —Creíste que iba a suicidarme. —Hice una clase puchero muy extraño en mí, cuando se trata de Emma, y de en quien me he tratado de convertir, no me reconozco a mí mismo. —Qué poco piensas de mí. —No pretendía... Creí que al llamarte podrías sentirte bien... Estando tú tan lejos. —Me gusta lejos. —Gruñí. —Me gusta lejos porque eso evita... —Cerré de nuevo los ojos —Eso me aleja de ti. —Siento esto. —Susurró desconcertada. —No creí que reaccionarías así. —Emma no quiero pensar mal de ti, jamás lo hice....Pero pienso que te gusta esto. — ¿De qué demonios hablas? —Ladró aun en voz baja. —Te gusta que me sienta de este modo por ti. Y eso está mal. ¿No entiendes que no quiero hacerte más daño? —Susurré, cubrí mi rostro con una mano, principalmente mis ojos para no dejar salir ninguna lágrima. —No quiero hacerlo más, quiero pensar que he cambiado, pero vienes tú y haces esto. Estás mal. —No estoy mal, no sé qué pensaste, pero no quiero que te obsesiones conmigo, espero que hayas notado alguna vez en toda tu vida que no quería estar contigo, no quiero estar, solo quiero ayudarte a salir adelante. —Antes de tu llamada había progresado cinco escalones y ahora bajé seis. —Susurré. —Cada vez que estás cerca me destruyo a mí mismo un poco más. —Lo siento, Abalám. —Susurró, no pude decir nada. Es Emma, no me atrevo a meterme con ella mucho tiempo, siempre termino cediendo como un pelele, y está matándome. Ella tampoco dijo nada por unos segundos, no me atreví a colgar, y finalmente Emma se dignó en hablar. — ¿Estás solo? —Sí, pero estoy bien, maldición, ni siquiera pensé en la posibilidad de un s******o. —Por supuesto que no pensé en eso. Tengo que sacarlo de mi sistema para no volverme loco. —Lo siento. —Respiré bruscamente con su disculpa. Esto se está volviendo de pronto muy tedioso. Pero no quiero dejarla, no quiero que cuelgue aun. — ¿Podrías detener tus disculpas, y volver con tu novio de una vez? —Me reí sin rastro de humor. No quiero que vuelva con ese, por supuesto, pero no voy a decírselo nunca. De por sí, ella cree que soy el ser más vulnerable del mundo. —Está bien. —Murmuró. —Quería... Yo solo quería ayudarte. —Me quedé en silencio unos segundos y sonreí de nuevo lentamente. —Gracias, pequeña. —Mi voz volvió a temblar. Carraspeé, me estoy fallando a mí mismo siendo así de débil. No fui así todo este tiempo sin ella, pude hacerlo bien, y ahora soy de nuevo como fui antes de irme, antes de todo. Como dije, retrocedí. —Ahora sé dónde vives. —Demonios, ¿Por qué no termina de una vez con esta conversación? —Tal vez alguna vez podría visitarte. —Preferiría que... — ¿Qué es lo que prefiero? Quiero verla, aun la necesito... Pero... No ayudaría a mi rehabilitación de esa obsesión sin sentido. —Sería bueno que lo hicieras. —Carajo, no. ¿Por qué dije eso? —Algún día, entonces... Con, tú sabes, Jesse. —Murmuró, y carraspeó al momento de decir el nombre de ese Jesse Darcy. —No me digas, cariño, en su luna de miel. —Dije con notable amargura. Emma ahogó un grito, o un llanto, pero no pude evitar sentirme pésimo al momento. —No, Abalám, aun no vamos a casarnos. —Dijo lentamente, como si se tratase de un niño con el que habla. Para esto, amor, sí, soy un niño. —"Aun" —Sonreí, me levante y comencé a caminar como loco por toda la casa ante su silencio. —Aun. —Volví a decir con más coraje. —Te recuerdo que fuiste tú quien provocó todo el daño. — ¿A que ha venido eso? —Emma, ¿A qué llamaste? —Pregunté. —Porque de verdad me interesa saberlo, es decir, me he... Torturado durante tres años de tu ausencia, me digo a mí mismo que fui el culpable de todo esto, el que provocó todo el daño. Y ahora lo escucho de ti. —Abalám. Estoy pasando mi año nuevo contigo para que no estés solo. Podrías por favor tranquilizarte. —Me detuve frente a la pared de la sala, y pegué mi frente a ella. —Estás desperdiciándolo, amor. —Susurré. Ella se calló, sé que está pensando en que es horrible que yo le diga amor, pero creí hace años que a estas alturas sería normal nombrarla de ese modo. Estaba condenadamente equivocado. —Solo Sophie cree que no es buena idea tú solo. —Murmuró. —Lo irónico, es que esta era la primera vez en todo este tiempo que no estaba solo en año nuevo. —Sonreí negué aun con mi frente golpeada a la pared. — ¿En serio? —Preguntó, por supuesto la tomó por sorpresa. —Sí. —Dije en voz baja, cerré los ojos. Su voz sigue siendo una droga, y lo había olvidado por completo. —Entonces, debería colgar para que hables con ella o él, por supuesto. —Dijo en voz gélida. —No quiero dejar de hablar contigo. —Admití. Temblando. —No quiero, no podría. —Entonces está bien. —Dijo. Sé que a Emma esto le encanta, le encanta que alguien se sienta de este modo por ella, pero a mí me tiene amarrado de la corbata, y puede hacer conmigo lo que le plazca. —Aun te necesito. —Admití, cerré los ojos con más fuerza aun, y comencé a golpear mi cabeza contra pared una y otra y otra vez. —Abalám... —Ella cortó sus palabras, cualquiera que fuese lo que iría a decir. —Aun te quiero, Emma, como a nadie. —Susurré, mi voz volvió a temblar pero aún más notoriamente. —Debería irme. —Susurró. —Siento haber hecho esto. Siento haberte provocado. —Está bien, pequeña Emma. —Aunque he de decir que ya no es esa niña pequeña a la que conocí. —Está bien. —La consolé aunque soy yo quien necesita consuelo. —Adiós, Abalám. —Susurró. —Lamento cada cosa que sucedió. —Entonces, ¿Sí vendrás a verme algún día, sea o no con ese? —No pude evitar preguntar, con notable necesitad en mi timbre de voz. Ella se quedó en silencio unos segundos eternos y respondió: —Era solo una broma, Abalám. —Dijo, para finalmente colgar, y dejarme colgado. Aun así seguí con la llamada. —Si no tenía pensado en suicidarme, me diste motivos, ya. —Intenté sonar bromista, pero mi voz aun tembló como la de un niño. Pasé mis manos sobre todo mi rostro, desesperado, alucinado por ella, una vez más. Moviéndome de un lado a otro en la sala, prendí de nuevo el televisor. Por Dios, tengo que calmar mis nervios de una buena vez. No puede alterarme de nuevo. Puse mis codos sobre mis rodillas una vez sentado en el sillón, mis manos entrelazadas sobre mis labios; me mecí unos segundos intentando calmar mis nervios de punta, y viendo si en algún momento mi piloerección desaparecerá del cuerpo. Miré hacia la lámpara a mi lado, que está en una mesita de noche, y ahí vi mi celular. Olvidé por completo la llamada que tenía con Julie, parpadeé como despertando de una pesadilla, o de un sueño, aun no decido que ha sido eso. Miré mi celular, aún no me ha colgado, siento un alivio inmenso en mi pecho por alguna razón, la llamada ya tiene ocho minutos de espera, sonreí temblorosamente, me siento terriblemente vulnerable ahora mismo. —Julie, ¿Sigues allí? —Carraspeé para alejar el temblor en mi voz, se escuchó una risa suave y ella habló: —Debió ser tu madre para haber tardado así de mucho, además reconozco ese timbre de voz tembloroso, te ha hecho llorar, ¿No? —Se burló. Cerré los ojos suavemente al escucharla, sintiéndola tan cerca de mí a pesar de que solo Dios sabe dónde vive esa niña. —Sí, era ella. —Mentí aun con los ojos cerrados. —Pero no me ha hecho llorar, solo bostecé hace unos segundos... Yo... ¿Por qué esperaste tanto tiempo? —Cambié el tema como pude. —Pues porque me lo pediste. —Respondió como la cosa más obvia. —Además...Mi año nuevo está tomando forma contigo. —Dijo ella al igual que yo hace minutos. —Debió ser terrible sin mí, entonces. —Me reí en voz alta aun alterado por Emma, pero en cierto modo más tranquilo. Menos letal para Julie, y eso terminó por hacerme respirar. Julie y yo hablamos mucho más tiempo del que predije, como dos adolescentes, bueno, ella más o menos es una adolescente, eso me incomoda un poco, pero la verdad es que menos de lo que quiero admitir. —Julie... —Interrumpí su silencio, sé por intuición propia que ya está durmiéndose. — ¿Mmm? —Preguntó roncamente sin articular una palabra, correctamente. —Es Sábado de hace horas. —Afirmé en voz baja, la verdad es que ha sido una noche un tanto emocionante, y un tanto emocional, por lo que me corté el sueño hace tiempo. Pero al parecer Julie está fuera de todo ese daño en mí, de todo el mal que alguna vez llegué a hacer, ella es independiente de todo eso, y me es tan terriblemente excitante eso. — ¿Y qué tiene? —Preguntó adormilada. —Pues deberías dormir, ¿No? —Pregunté con una sonrisa suave, viendo los primeros rayos de sol del año. Me pregunto cómo será, ha sido agridulce mi inicio de año. Y aunque escogí hablar con Emma por encima de Julie, aquí me tiene el destino hablando de nuevo con ella. Este amanecer es simplemente espectacular, y ha de sr una señal de que todo ira de maravilla... Probablemente. Si no enloquezco. — ¿Ves lo mismo que yo? —Preguntó en voz baja, emocionada. Sonreí un poco más, aún más emocionado. — ¿Qué ves? —Pregunté. —La televisión, ni en el jodido año nuevo somos libres de los tele—comerciales. —Okey, sabía que era demasiado romántico como para ser real, mejor decidí no decirle lo que estoy viendo. —Deberías dormir, niña. —Terminé por decir en voz baja, hasta cierto grado, sin querer decirlo. Ella suspiró dramáticamente. —Okey, joven Wingfield. —Cedió malhumorada. —Te hare caso por primera y única vez en tu vida, ¿Me escuchas? —Sí, por supuesto que así será. —Sonreí aun sintiéndola cerca, en mi pecho, tal vez recostada en mi regazo. Negué con la cabeza, no, no, no. Esos son malos pensamientos. Nos quedamos en silencio, no colgó. Me reí en voz baja y repuse: — ¿No vas a colgarme nunca? — ¿Tú que vas a hacer? —Preguntó con notable curiosidad en su tono de voz. —No sé, dan las seis más o menos... No tengo sueño, realmente. —Murmuré masajeando mis ojos con la mano libre que tengo. —Escribiré, supongo. — ¿De mí? —Preguntó emocionada y sarcástica a la vez, me gusta saber que Julie sabe que no escribiría nunca sobre ella. —No, Julie, de ti no. —Ella soltó un suspiro suave. Sonreí ante el acto. — ¿Quién es tu fuente de inspiración? —Preguntó, parece como una niña de cinco años que hace preguntas por todo. Que del por qué es azul el cielo, del por qué existe el amor, de cómo nacen los bebés, bueno, una curiosa absoluta, finalmente. —No eres tú, naturalmente. —Afirmé en voz baja, ambos reímos, no es normal que yo haga reír a una persona. —Era, bueno, es una chica... O más que una chica... Fue la causante de mi infierno. — ¿Y por qué escribes sobre ella, si te molesta? —Preguntó. —Te equivocas. —Dije en voz baja. —El infierno no es tan malo para alguien como yo. Es más, hay quienes dirían que ahí sería una persona más popular de lo que soy aquí. —Tú te equivocas. —Respondió después de un gran silencio. Una punzada de enojo se filtró en mis huesos. No me gusta la lastima. Emma me tenía lastima, al parecer Julie también. —Serías insociable aun en el infierno. Me reí entre dientes para no soltar una carcajada, no me gusta reír porque tengo una terrible risa burlona. Me equivoqué con respecto a Julie, de nueva cuenta, y como parece ya costumbre. —Deberías dormir, conociéndote el poco tiempo que llevo haciéndolo, me he dado cuenta muy repetidas veces de que eres una niña somnolienta. —Y sí tienes razón al pensarlo. —Julie se burló en voz baja. —Muy bien, entonces... Adiós, te veo en el día de campo. —Fruncí el ceño sin comprender lo que dijo. — ¿Cuál día de campo? —Pregunté murmullando. —De seguro han olvidado decírtelo, hoy es el día de campo, pero ambos somos nuevos en esta ciudad, no dudo que no te lo hayan dicho. A los nuevos no los invitan, usualmente. Tuve que obligarlos a invitarme. — ¿Y de qué va, o qué? —Pues ustedes van con los suyos, nosotros con los nuestros y los ambientalistas van con comida vegetariana. —Afirmó encogida en hombros. —Con los tuyos te refieres a los de los perros. —Dije en voz baja. —Bueno al jardín de animales. —No solo salvamos perros. —Afirmó en voz baja, cansada, totalmente. —También salvamos gatos, cuidamos pájaros, bueno tenemos los recursos para recoger a cuan animal se nos plazca. —Sonreí lentamente, a Julie de verdad le encantan los animales. Me enloquecen sus pasiones. —Y entonces irán los tuyos, y los médicos míos. —Pregunté. —Sí, será bueno, bueno, solo si me despierto para las seis de la tarde. —Se burló en un murmuro casi inexistente. —Jamás hablé tanto con una persona por teléfono. —Ni yo. —Mucho menos yo. —Entonces te veo ahí, ¿Sí? —Solo si me despierto. —Terminó con la llamada después horas, y horas de hablar su parar. Tengo seca la garganta. Después de servirme un vaso de agua, y tomármelo, fui a mi habitación y escribí otro capítulo, no tengo planeado mandárselo a editora, Gisela, sé que mandé uno antes de año nuevo, y no quiero parecer un extraño ermitaño, por lo que decidí solo guardarlo en mis archivos, y esperar cuando mínimo una semana para llevárselo. Antes de irme a dormir un rato, cosa rara de mí cuando ya ha salido el sol, marqué al teléfono de Alejandro, uno de mis compañeros de la fundación para reclamarme el que no me haya invitado al día de campo. —Abal, son las jodidas seis, Daniela está dormida, ¿Qué quieres? —Susurró. — ¿Daniela? —Por Dios, es mi novia, te hablé de ella hace tiempo. —Recriminó. Rodé los ojos, lo cierto es que normalmente no le pongo atención exactamente a esos detalles. Más bien me fijo en sus debilidades. — ¿Por qué no me has invitado al día de campo? —Pregunté cómo niño llorón de primaria, pero necesito un pretexto para ir, y así ver a Julie. —Ah, bueno, normalmente te invitamos a todas partes a las que vamos. —Dijo aun susurrando. —Pero dado el caso que ignoras cada cosa que no sea el trabajo cotidiano, decidí que no querrías ir. —Decidí que no querrías ir. —Lo imité infantilmente en un tono de voz de troll gigante. — ¿Y quieres ir? A Héctor le daría gusto verte. —Héctor lidera esta fundación, y por alguna razón, Alejandro quien lleva más tiempo que yo ahí, no le agrada, y yo por alguna otra extraña razón, le caigo como agua en el desierto. —Pues sí voy a ir, solo para no darte el gusto de mi ausencia. —Murmuré en un tono de voz orgulloso. — ¿Y a todo esto como te enteraste? —Preguntó aun en un susurro más bajo. No conozco a esa tal Daniela, pero debe traerlo de correa. Sonreí al saber que lo tiene así. —Me lo dijo Julie, pero es lo de menos. —murmuré como queriendo no decirlo. —Pero si ya salió el peine, conque Julie, ¿Ah? —Preguntó en un tono pícaro. Rodé los ojos, y tuve que hacer un terrible esfuerzo para no imitarlo de nuevo. —Sí, Julie, ¿Qué tiene eso de relevante? —Nada, es solo que nunca quieres salir con el grupo, pero ahora como se juntan las fundaciones suena bien. Me parece extraño. —murmuró burlonamente. Rechiné mis dientes para no soltar una maldición. —Es muy niña para mí, además tú ya deberías volver con tu ama, tiene su látigo en la mano. —Susurré esta vez burlándome de él. —Cállate de una buena vez, y sí, iré con ella, es mejor compañía que tú. —Dijo. —Te mando los datos, la hora y el lugar por mensaje, creo que Daniela se está despertando. —Muy bien, Alex, nos vemos. —Él suspiró, y colgué antes de que me respóndase. Sé de buena fuente que a Alejandro le mata que le llamen Alex. Algo sobre sus padres.
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