Un año nuevo

3349 Words
Canción: Arctic Monkeys - Fluorescent Adolescent  Apoyé lentamente mi barbilla al borde de un colapso nervioso, lleva ahí dormida más de diez horas. —Julie. —Susurré tarareando su nombre. —Es malditamente tarde, Julie. —Volví a hablar tarareando. —Veinte minutos más. —Susurró ella en un tono de voz ronco y giró su cuerpo al otro extremo de la cama. Muy bien, no soy mucho de golpear a las mujeres, pero le di un bache en la cabeza. — ¡Hey! —Gritó levantándose finalmente. De haber sabido lo habría hecho hace horas. —Te quedaste dormida, y parecías en coma. —Afirmé honestamente. Ella sonrió con los ojos dormilones, y aplaudió dos veces haciendo a Desdémona subir a la cama. —Hola, hermosa, ¿Tampoco te dejan dormir a ti? —Preguntó suavemente. No pude evitar sonreír como un idiota. — ¿Entonces ya te ibas?—Dije desesperado. —Tengo que escribir un capitulo para hoy y tú no eres necesariamente mi musa. —Sí, sí, ya me iba. —Respondió en voz baja. Se levantó y pronto noté la maraña de cabello que tiene. Cubrí mi boca con una mano para no reírme. —Ustedes los hombres solo quieren sexo, y echar a las chicas.—Susurró aun somnolienta y buscando sus zapatos. —Tú y yo ni siquiera tuvimos sexo. —Dije entrecerrándolos ojos.—Ahora que encontraste tus zapatos. —Hablé tomando uno que estaba debajo dela cama, y extendiéndoselo.—Puedes volver a tu hogar, donde quiera que sea. —Muy bien... Doctor...Escritor, te dejo solo para que escribas pensando en mí. —Eso es muy poco probable, ahora ve a donde quiera que vayas. —Ella alzó sus manos en señal de paz y salió de la habitación. —Si querías que me fuera me lo hubieras dicho. —Dijo aún caminado a la puerta con sus brazos alzados. —Sí te lo dije, y te lo volví a decir, y hoy también lo volví a decir. —Murmuré con una sonrisa genuina sobre mis labios. Julie se giró y me señaló con el dedo índice. —Pero volveré, te lo advierto. —Me reí en voz baja, y con una sonrisa mostrando mis dientes respondí: —No, por favor. —Rogué y los dos reímos un poco, ella finalmente me dejó solo. Me quedé sonriéndole a la puerta como si Desdémona estuviera ahí, y negando con la cabeza me fui a mi habitación a escribir un capitulo. "No era como yo suponía, para mí observarla era una situación ínfima, un hobby, solo quería tenerla cerca, ella no lo veía igual que yo, ella siempre pensó lo peor de mí, cuando yo solo vi lo mejor en ella." Envié el capítulo en formato Word y cerré la computadora. Jamás vi lo que hice desde esta perspectiva, esa en la que habían dos villanos, Emma y yo, no era solamente mi autodestrucción, sino también las formas en las que Emma me hacía sentir, eso también estaba matándome. Es domingo por la noche, no me di cuenta de cuando pasó de ser de mañana a noche, aunque siempre sucede así cuando escribo de Emma, cosa que siempre me satisface, es lo único que impide que vaya en busca de ella como era cotidiano en mí. Cubrí mis ojos con ambas manos para liberar tensiones, me acosté una o dos horas en mi cama para cerrar los ojos un momento, después saqué mi celular y comencé a husmear en los mensajes. "Muchas gracias por el excelente capitulo, Abalám, excelso". Expresó la editora en jefe en un mensaje. "Mañana iremos a un hospital a entregar juguetes, ¿Vienes?" Ese mensaje vino de uno de mis compañeros de la fundación. Decliné la oferta, solo hago mi servicio médico, no me gustan esas cosas caritativas. Senté a Desdémona sobre mi regazo, no tengo más mensajes, y por fin puedo dormir un poco en mi cama, no cómo la noche pasada, en la que esa niña me la robó por completo. No he comido en todo el día, y la verdad es que no me apetece a esta hora, puesto que son las nueve y media — ¿Sabes que es muy raro? —Desdémona se giró a mirarme emocionada —El que no te haya querido matar en ningún momento. Debe de ser una u otra cosa; una podría ser porque solo lo hacía de adolescente —Expliqué —La otra es que tenía algo en contra de los gatos.... —Sonreí acariciándola —No, olvídalo, también maté a un mapache. Si comprendiera de lo que hablo huiría de aquí, y gracias a Dios, lo único que ella escucha es que "La amo". A eso de las once tocaron la puerta de mi apartamento, y salí a ver de quien se trataba confundido. No esperaba visitas, bueno, lo que es más, nunca espero visitas. Al abrir me tomé la sorpresa de ver a Julie con su moreno y pequeño cuerpo apoyado en el bode de la puerta. —Sé que me extrañaste. —No sabes cuan poco te extrañé. —Afirmé negando con la cabeza. — ¿Qué quieres, niña? —Nada, solo visitarte. —Me guiñó el ojo entrando sin pedir permiso. —Caray, ¿Siempre estás solo? —Es mi naturaleza. —Afirmé cerrando la puerta detrás de mí siguiéndola como acechador por todo lugar que ella pisa. —Yo soy más o menos como tú. —Murmuró sentándose en uno de los sillones, yo me senté en el que está frente a ella, analizándola. — ¿Ah sí? Permíteme que lo dude. —Okey, ese fue un chiste personal. — ¿Por qué eres más o menos como yo? —A mí me gusta estar sola, pero lo que me diferencia de ti, es que me gusta estar sola con gente. —Respondió clavando sus grandes y marrones ojos en mí. La inocencia clavada en una mirada. — ¿Y cómo es eso? —Pregunté interesado. —Pues estoy con un grupo de amigos, y luego con otro grupo, y así por toda la ciudad, pero sin pertenecer yo a uno de ellos. —De su mochila, Julie sacó un DVD. —Es una interesante forma de ver la soledad. —Concordé con ella. — ¿Tienes para videos? —Preguntó, asentí con la cabeza, y le señalé con la mano el televisor y debajo en la repisa el DVD desconectado. —Nunca lo he usado. —Señalé, observándola conectar cada cable correspondiente a su color. — ¿En serio? ¿Y por qué? —Preguntó suavemente. Se levantó y le entregué el control del DVD. —Pues tengo mi computadora, naturalmente. —Afirmé —Es más sencillo ver películas de ahí, además de que es más económico, por supuesto. —Jamás va a ser lo mismo ver una película en un frio computador, a verla en su versión original.  —Julie puso un DVD. —Es desayuno en Tiffany's. —Es un cliché, Julie, ¿Es en serio? —Me reí de ella, pero ella no respondió rápidamente, solo se sentó junto conmigo, muy cerca de mí y puso play. —Depende del contexto con que la veas. —Murmuró, y la escena de Audrey Hepburn viendo joyas de Tiffany's Co. Mientras come su desayuno, apareció. —No me digas, para ti es mucho más de lo que significa para los demás. —Julie clavó los ojos en la película ignorándome. Tragué saliva al sentir su hombro frotar el mío cuando ella se reclinó un poco más. Después de una hora y cincuenta minutos, el ultimo dialogo lo dijo Audrey en busca de su gato, y finalmente besando a su coprotagonista. Casi me reí de la historia, pero por respeto me reservé mis comentarios. —No sé por qué te gusta tanto. —Me levanté a quitar el disco, y amablemente lo metí en su caja correspondiente. —Muy bien Cass, ya puedes volver a donde quiera que vivas. Nadie respondió por lo que me giré a mirarla. —Demonios no, no otra vez. —Julie dormida y abrazada de Desdémona por el cuello. —No me la vas a hacer de nuevo, menos dos días consecutivos. Me acerqué al cuerpo inerte de Julie, sus pestañas están pegadas a las inferiores, y su respiración ya está calmada. —Julie, la película terminó, hora de volver a tu hogar. —No. —Susurró acurrucándose más sobre Desdémona. —Hazte a un lado Desdémona. —Le susurré suavemente, a lo que ella obedeció al momento. —Julie, tu película terminó, tienes que irte. —Sí, comprendo. —Susurró levantándose y bostezando con los ojos entrecerrados. Así me gusta, chiflando y aplaudiendo. — ¡Pero no a mi habitación! —Grité siguiéndola detrás, en lugar de ir a la puerta, Julie Cassiel caminó, o más bien se arrastró a mi cama, y no tardó en acapararla toda. —No te vas a ir a ningún lado ¿Verdad? —Dije negando con la cabeza y cruzado en brazos. Tomé una almohada y una cobija, miré a Desdémona, quien imitó a Julie y se acostó junto con ella.  —Vamos linda, a dormir. —Susurré. Ella no se movió un musculo. —Traicionera. —Susurré negando con la cabeza, sintiéndome engañado, a lo que ella respondió cubriendo sus ojos con sus patas. —El género femenino está en contra mía en mi propia casa. Que injusto. —Me fui a la sala, puse algo en la televisión y me recosté —Está es la última vez que Julie Cassiel duerme en mi casa. —Afirmé cerrando los ojos lentamente. (...) A la mañana siguiente, como era de esperarse, me encontré solamente con la maraña de cabellos castaños esparcidos por toda la cama, sus piernas repartidas estratégicamente para no darme espacio junto a ella, y su respiración pausada y lenta. —Me pregunto si alguna vez te despiertas temprano. —Sus ojos se abrieron de golpe, y me senté en el borde de la cama. —Me quedé dormida de nuevo. —Afirmó en voz baja. Julie se sentó junto conmigo. —Y no es que no me moleste... —Fruncí el ceño pensando en lo que dije. —No, no, no, por supuesto que me molesta. No me gustan las visitas. —Ay, por Dios, en lugar de estar contento por no pasar por lo menor la noche solo. —Me gusta solo, y tú obstruyes mi camino de soledad. —Ella picó la punta de mi nariz con su dedo índice. Me quedé sin movimiento atontado por sus maneras infantiles. —Eso hago, y también tu camino a la oscuridad, locura y el s******o. —Dijo levantándose. —Estás muy solo. —Julie comenzó a rebuscar sobre toda la habitación un zapato faltante. —Como dije, me gusta solo. —Susurré. —Por Dios, ¿Nunca buscas debajo de la cama? —Le extendí un zapato. Ella sonrió ampliamente, y se sentó dándome la espalda para ponérselo. —Muy bien. —Julie se giró y se puso frente a mí. —Dime, ¿Qué tan feliz eres? —Mucho, muy feliz. —Afirmé con una sonrisa estudiada y bien actuada. —Nadie que en realidad sea feliz responde tan pronto. —Dijo ella encogiéndose en hombros. —Todos cuestionamos nuestra felicidad un poco antes de decidir que estamos bien. —Y a todo esto, ¿Esto qué tiene que ver con el que invadas mi casa y cama? Estaría bien si por lo menos me dieras espacio, pero esparces tus piernas como estrella de mar en mi cama. —No voy a dormir contigo. —Su tono de voz se agravó, y por primera vez en el corto tiempo que llevo conociéndola la vi fruncir el ceño, furiosa. —Nunca, ¿Me escuchas? — ¿A qué viene esto? —Pregunté con interés, sonriendo desconcertado, me levanté con ella para observar con detenimiento su nueva manera. —Julie, ¿Por qué? Julie se dio media vuelta y comenzó a caminar a la puerta apresurada, por supuesto fui detrás de ella. — ¿Julie? —Pero no la alcancé, la puerta se azotó, ella desapareció. No es que me haya preocupado lo suficiente para seguirla, pero en parte me pareció sumamente extraña su manera de comportarse luego conmigo. En fin, esa niña finalmente no es mi problema. El miércoles, después de tres días sin visitas de Julie, salí a la casa de Ángela, mi vecina mayor y entré a su casa sin permiso, como normalmente hago. —Ángela Solís, sé que mueres por darme un poco de comida. —Sabía que vendrías. —Se burló. —Siéntate, estoy por servir. Ambos comenzamos a comer viendo una película a blanco y n***o. — ¿Sabes? mi nieta Denisse va a venir este fin de semana. —Muy bien, disfrútela mucho. —Dije sonriendo forzosamente, sé bien a dónde quiere ir con esto. —Eres doctor, vives bien, escribes. —Dijo todas mis cualidades. Soy un psicópata, casi asesine a alguien, secuestré a alguien... —Me pareces un buen muchacho. Casi me reí en voz alta, Ay ángeles, viviendo en la ignorancia. —Y quiere usted que yo salga con su nieta. Es muy niña aun para mí. —Afirmé. —Tiene veinte, solo son un par de años. —Dijo restándole importancia. —Es un lustro, es mucho. —No quiero cuidar de una niña. Al momento a mi cabeza llegó el recuerdo de Emma, de ella quise cuidar y miren como salieron las cosas. —No es tanto. —Afirmó. —Mi esposo, que Dios lo tenga, me ganaba por dieciséis años. —Señora Solís, sin ofender, esos eran otros tiempos. —Murmuré. —Y la comida estuvo excelente. Ya casi tengo que hacerle un chequeo, solo dígame el día. —Muchas gracias, Abal, eres un ángel. —Sí, claro. Me reí mentalmente. El cumplido más irónico recibido en mi vida. —Si no necesita nada más, señora Solís, tal vez ya sea hora de que me vaya. —Dije señalando la puerta. Apresurada, después de verme levantar, Ángeles me siguió. —Ay, pero ¿No puedes esperar un minuto? —Preguntó, hay algo entre líneas aquí. Entrecerré los ojos, receloso a su sonrisa genuina y juguetona. — ¿Es que se siente mal, señora Solís? —Pregunté, a sabiendas de que todo está en orden con ella, simplemente fue mi manera de intentar huir de la situación, así que me acerqué a ella un par de pasos cuando el timbre de la entrada sonó. — ¡Ya no más! —Respondió entusiasmada y corriendo disparada como un cohete a la puerta. —Mira, ella es Denisse Solís, mi nieta mayor. Demonios, no. —Mucho gusto, soy Abal. —Le extendí la mano, y ella me la cogió para arrastrarme a su cuerpo en un abrazo, pero no me gustan los abrazos, los repudio. —Denisse, mucho gusto Abs. —Murmuró, hice una mueca por la manera en la que me llamó. Su cabello tiene aroma a fruta, es color avellana, y es tan blanca que paree albina, está en la misma estatura que yo, y tiene flequillo recto. No como Julie, quien es una niña morena y pequeña. — ¿Estás bien? —Preguntó cuándo la solté de sopetón. ¿Acaso acabo de comparar calificativamente a Julie con otra mujer? —Sí... Yo... —No supe que responder, esto no puede estar pasándome, a Emma la comparaba con cuan mujer se atravesaba, que si no era tan audaz como Emma, que si no era tan inocente como Emma, y ahora... Julie, no quiero hacerle daño, no quiero quererla cerca. —Ha sido realmente un placer, Denisse, pero tengo que partir. —Oh. —Susurró ella sorprendida. Por supuesto, Denisse sabe que es una mujer hermosa, por lo que debió ser extraño haber sido rechazada por mí. —Supongo que... Te veré por aquí, estaré cuidando de la Abuela Angie. —Te veo. —Besé su mejilla suavemente, y luego la de Ángeles, quien me miró de manera desaprobatoria, me dediqué a negar suavemente con la cabeza. — ¡Hijo! —Gritó una vez que abrí la puerta de salida. Parece infinita. —¿Dónde es que vas a pasar el año nuevo? —Miente, miente, miente. —Con unos amigos del trabajo. —Ángeles sonrió alzando una ceja despectiva. —Pero tendré su posible invitación en contemplación. —Denisse, la nieta e Ángeles frunció el ceño diciéndome con la mirada "Cretino". No me importó. Salí de esa casa que por primera vez me pareció desagradable, y corrí a la mía. (...) No vi a Julia más, y más días, escribí otro capítulo en todo ese rato, treinta y uno de diciembre a las once con cuarenta y dos. Bebí de mi café, y mandé el capítulo a pesar de que no me fue pedido. Minutos más tardes recibí un mensaje de la editora. "No tenías por qué ¿Lo sabes?" Formulé una respuesta rápida: "Estoy poco ocupado, feliz año, por adelantado" "Sabes dónde estamos los de la editorial, ¿Vienes?" "No. Diviértanse." "Okey, gruñón, tampoco esperaba más de ti". Mejor que otra cosa, me puse a ver el año nuevo desde mi televisor aun bebiendo mi café que cada minuto se hiela más. Recibí una llamada minutos después de la última campanada. —No me digas, ¿Solo, bebiendo alcohol en tu casa y viendo la televisión en tu sofá? —Me miré a mí mismo, sonreí al reconocer la voz de Julie. —Dichosos los oídos que tengo. —Respondí aun viendo el televisor.  —Desapareciste. —Me gusta irme, para que la gente me extrañe. —Su voz fue la de una bromista, pero yo fruncí el ceño cuando dijo eso, por alguna razón me molestó. —Entonces, ¿Acerté? —No. —Dije al momento herido de orgullo. —Casi —Me doblegué ante su silencio.  —Estoy bebiendo café, el alcohol no me gusta. —Muy bien. —Respondió suavemente, suena tranquila, cálida, como una pequeña luz. — ¿Cómo conseguiste mi número, niña? ¿Y tú qué haces, por qué no escucho música de una fiesta ruidosa? —Respondiendo a tu primer pregunta, entre fundaciones nos ayudamos, por ejemplo, yo a uno de tus amigos de la fundación caritativa en la que estás. —Respondió en un tono de voz somnoliento. —Y no estoy en una fiesta ruidosa, porque quería pasar el año nuevo con alguien, no con muchas personas. —Pero entonces, estás sola. —Murmuré, casi inquiriéndolo, casi deseándolo. —Sí, estoy sola, pero hablando contigo. —Murmuró. —Eres mi único contacto solitario, quería hablar con alguien tan solo como yo, en año nuevo, cuando todos están con todos. —Muy bien. —No pude evitar sonreír. —Mejor hubieras venido a casa, conmigo. —Hubiéramos conversado como ahora lo hacemos, ¿qué no? —Pues sí... Pero... ¿Por qué mejor no me dices donde vives tú? —Pregunté de repente. No debería estar comportándome así, debería haber colgao de hace rato. —Porque no vivo en ningún lugar, buen, más bien una amiga me hace el favor de dejarme dormir en su apartamento. — ¿Y entonces? —Pregunté apagando el televisor. —Pues entonces... Entonces no puedo decirte donde vivo si en realidad no vivo en ningún lugar. —Debiste haber venido. —Susurré lentamente. —Sí, pero me hubiera quedado dormida, como se me ha hecho costumbre. —Ni hablar, dormir en el sofá tampoco es un calvario. —No sé porque estoy diciendo esto, no sé porque no puedo detenerme. —Me suena a reproche el que no haya ido a tu casa, ¿A caso me extrañas? —Demonios, por supuesto que no. —No, claro que no. —Terminé por decir. —Pero si íbamos a ser amigos... —Somos amigos. —Dijo ella en una voz risueña, y eso me calmó, es el año nuevo más interesante de hace años. ¿No es eso patético? —Si somos amigos, deberías tener la delicadeza de decirme que estás bien, y si no vendrás por lo menos llamarme y decirme que nada ha sucedido contigo. —Te estoy llamando, ¿Qué no? —Cerré los ojos sonriendo como tonto, froté mis ojos con la mano con la que no detengo el celular en mi oreja. —No es eso, niña, es que... Soy un hombre que se preocupa mucho, ¿Entiendes? Tiendo a ser sobreprotector. —Murmuré. — ¿Aun con el poco tiempo en el que nos conocemos? —Su voz, la de Julie, suena como si le gustara esto. Casi tanto como a mí el hecho de que no le moleste mi extraña preocupación por ella. Me hace pensar en que nadie se preocupa por esta niña, y eso me pone mal, me pone enfermo. —Tú me ayudaste a encontrar a Desdémona, llevamos más que poco tiempo de conocernos, y yo a ti te debo mucho. —Susurré. —Iré a visitarte, si tanto te molesta que no lo haga. —Quise suspirar aliviado, estoy enojado conmigo mismo por mi reacción. No es cierto que estuve preocupado por ella, ni siquiera la pensé, por lo menos no de manera consiente. Sé que debí decirle que no necesito que me visite, sin embargo por alguna razón no lo hice, y cambié de tema. —Tuviste razón conmigo, ¿Ahora que vamos a hacer? ¿Dónde has estado? — ¿Por qué? —Preguntó. — ¿Querías verme en tu casa dormida extendida por todo tu colchón? —A pesar de que ha sido muchísimo más cómodo dormir en mi cama, en lugar de un sofá.... Debo admitir, Julie... —Antes de poder decir una idiotez, el teléfono del departamento sonó. —Espera un momento, tengo una llamada. —Esperaré, para escuchar con tus propias palabras lo mucho que me extrañas.  —Sonreí suavemente, es tan vivaz. —Espera, entonces. —Dejé mi celular sobre la mesa, antes de que cualquier cosa sucediese, tomé de nuevo la llamada que sostengo con Julie. —Por favor no cuelgues, mi año nuevo está mejorando ahora que hablo contigo. —Y el mío. —Susurró lentamente. Suspiré al volver a escuchar su voz, cerré los ojos saboreándolo, sintiéndome culpable, esto no está bien, se está convirtiendo lenta pero continua e incrementalmente en una adicción contradictoria. Respondí a la llamada del teléfono fijo: — ¿Quién habla? — ¿Es el número de Abalám? —Reconocería esa voz hasta en el hoyo más recóndito del infierno. —Abalám, dime, ¿Eres tú? —Emma. —Respondí en voz baja. Y ahí quedó mi dilema, hablar con Julie, o con Emma.  Feliz año, con todo el amor del mundo para ustedes.  Este año vamos a ser muy felices
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD