No tuve que decir mucho, mi sonrisa me delató aun cuando tenía pensado bromear con él antes de aceptar. Al él cerrar los ojos, pude asumir al momento que justo en se segundo nos convertimos en una pareja más. No podía estar más contenta. ― ¿Estás segura? ―Preguntó dando dos pasos a mí, abrazándome en el acto. Riendo de nervios. ―Porque en verdad estoy loco. ―Cállate. ―Me reí, y recosté mi mejilla sobre su hombro, cerrando los ojos, sintiéndome a salvo. ―Te quiero. ―También, niña, no imaginas remotamente cuánto. ―Cerré los ojos, y nos quedamos ahí poco más de un minuto. Carajo, él es igual que yo, ninguno de los dos tiene idea de qué hacer. Es extraño ser por una vez en la vida la persona que tiene las riendas de su vida por sí misma. Nerviosa por atreverme, me solté y él me miró con u