Ainara
Después del show que armamos, y que nos vieron sus padres, no sabía donde meterme, pues la vergüenza era algo que no podía evitar, yo una mujer que nunca dio de que hablar, ahora estaba siendo observada por dos personas de las cuales solo conozco a una de ellas, el señor que evidentemente es el papá de mi jefe, pues su parecido es increíble, me mira como analizándome, de verdad que en estos momentos solo quiero que la tierra me trague, bueno me escupa en un lugar paradisiaco.
Luego de todo, la señora se acercó a mí, me saludo cordialmente, aun no me salía el sonrojo de la cara, el señor no dijo nada, me sentí muy incomoda, la situación era algo embarazosa, pero mi jefe fue quien intervino en el momento adecuado y pues sin más me presentó como su novia, su padre quien permanecía callado, reaccionó de inmediato, cambio su cara seria por una más agradable, tal parece que estaba esperando que eso ocurriera, pero todo lo bueno no siempre venia sin pasar por algo que no se esperaba, y sin esperarlo, entró una mujer muy bien vestida y con un porte sin igual, sorprendiendo a todos.
-Buenas, señores, cambien esas caras, sé que están asombrados, pero mírenme soy real y estoy aquí con ustedes de nuevo, claro ahora si vengo a hacerme cargo de mis actos, y eso incluye a recuperar a mi amorcito - fue lo que dijo la mujer que entró sin más.
-No sé que supuestamente vienes a recuperar - la señora Rivera fue la que habló - Aunque de verdad no me hace gracia que estés aquí, ya me di cuenta que si eres real, realmente la persona más estúpida en haber aparecido después de tanto, y de la manera en la que te fuiste - escupió la señora.
-Uy, querida suegrita... - dijo en tono de burla la chica.
-¿Suegrita? Jajajajaja, lamento decirte que esa palabra te queda excesivamente grande, además yo tengo una nuera, que sí es una mujer de verdad - expresó con el mismo tono la señora.
-Mabel, si te queda un poco de dignidad, por favor retírate, no sé como fue posible que vinieras, pero ya hablare con seguridad para que no te dejen pasar - Camilo fue el que intervino ahora.
El señor Rivera (padre) acompañó a la no invitada a la puerta, esta salió emitiendo insultos, y gritos antes de que vinieran los de seguridad, mi jefe dio la orden para que no la dejen pasar a la oficina.
De vuelta a la conversación inicial, y con algunas preguntas que evidentemente no tenía la respuesta en esos momentos, los padres de mi jefe me dieron un abrazo sin yo esperarlo, el señor Rivera me dijo que lo disculpe por la reacción que había tenido en el momento en el que ingreso a la oficina, pero ahora las cosas le quedan claras.
[…]
El día de trabajo fue calmado, no podía aun asimilar algunas cosas, mi jefe me dijo que al salir de la oficina me invitaba a cenar, pues tenía algunas cosas que explicarme, y otras que decirme y ponerme alerta, no entendí muy bien lo que era, pero decidí esperar pacientemente.
Cuando terminó nuestro horario de trabajo, yo me quede un momento en el baño, pues necesitaba usarlo, además de retocar un poco mi poco maquillaje, ya que no sabía a que lugar me llevaría, y no quería hacerle quedar en verguenza por andar toda desaliñada. Me envió un mensaje diciendo que me esperaba en el carro, yo sin más apenas terminé, baje a su encuentro, y antes de llegar a donde se encontraba su vehículo, me pude dar cuenta que la misma mujer que hace horas fue a la oficina, salía de donde se había escondido, y llevaba algo en sus manos, luego lo pasó cerca de la cara de mi jefe, y este se puso un poco contrariado, yo lo que hice fue hacer sonar unas de las alarmas que estaban cerca y ella se asusto y salió del lugar, mirando a todos lados para ver si alguien más se había percatado de lo que hizo.
Llame al guardia y le dije que esa mujer no podía volver a entrar en la empresa, que el jefe había dado esa orden, inmediatamente se puso nervioso, pues no estaba cuando eso se comunicó, y para mala suerte su compañero había olvidado mencionarlo, pero supe decirle que yo me haría cargo de eso, solo que ahora le pedía que tuviera un poco más de cuidado.
Fui al carro, mi querido jefecito, estaba sin su saco, y la camisa con los botones abiertos, tal parece que esa mujer quizo abusar de él, sin duda alguna le puso algún tipo de droga en lo que puso cerca de su rostro, cuando estuve a su lado, toque su frente y hervía en fiebre, opté por llevarlo a su casa, como pude le pedí que se hiciera a un lado y me propuse a manejar.
Para cuando, habíamos llegado, ya no tenía puesta su camisa, le pedí que me ayude un poco, pues mi intensión era ponerle algo en su frente para poder hacer que la fiebre baje. Con un arduo trabajo, logre que se acueste en su enorme cama, fui por algunas toallas para mojarlas y ponerlas en los lugares adecuados para ayudarlo. A mi regreso, lo encuentro muy sudoroso y para mi sorpresa, totalmente desnudo, tal parece la droga que le puso esa tipa era con esa finalidad.
A pesar que se encontraba en una situación embarazosa, me miro de manera tierna, y me haló a su lado para darme un beso, asumo que por lo que tiene en su sistema el beso no fue nada tierno, pero yo pude apreciar que aunque no pudiera contenerse intentaba hacerlo lo mejor posible. Evidentemente, todo se salió de control, entre besos me termino quitando la ropa a mí, y acariciar todo mi cuerpo, tomando mis pechos y besándolos un poco rudo a lo que creí que sería en mi primera vez, pero me encantaba todo lo que me hacía, me estremecía en cada toque en cada beso sobre lugares en los que nunca creí que pudiera recibir besos.
Que hubo dolor, lo hubo, pero como me preparó para que no fuera excesivo, sentí que fue algo hermoso, un poco duro sí, pero delicioso, todo eso me envolvió en una bruma de deseo, pasión y lujuria.
Toda la noche, o mejor dicho lo que quedó de la noche nos quedamos disfrutando el uno del otro, aunque mi idea inicial no era que esto pasara y mucho más con alguien con quien no sé que tipo de relación tengo, pero algo me dice que pronto sabré, y que me gustará la respuesta.