Ainara
Llegar a la casa de la familia de mi jefe, fue algo que de
verdad no tenía idea que pasaría, su mamá una mujer sumamente amable y muy
cordial, conversamos muchas cosas me di cuenta que tenemos mucho en común con
la señora Georgina, una mujer de mucho temple, pero de una dulzura increíble,
cuando terminamos nuestra conversación, fuimos hacia una habitación donde me
dijo mi jefe que estaba su querida abuelita, ella estaba en cama, al parecer sufría
una enfermedad que degeneraba su cuerpo, y cada vez se ponía peor su situación,
tanto así que creían que no resistiría un mes más, si acaso una semana, pero no
más.
Noté que ambos hablaban de algo como una promesa, o fue lo que me dieron a entender, pero como minutos antes de llegar a la casa de sus padres, él me había pedido que actuara siguiéndole la corriente, pues solo sonreía a la conversación de ellos dos. Justo cuando pensé que la avalancha había pasado, su querida abuelita volvió a hablar, pero esta vez se dirigió a mí:
-Mi niña, eres muy hermosa, me alegra mucho que estés a lado de este niño terco - expresó.
-Muchas gracias señora, me halaga – contesté
-Nada de señora, estamos en familia, serás mi nieta también, y espero poder irme con la noticia de que tendré bisnietos – habló la señora.
No pude evitar mirar hacia la dirección de mi jefe, pues no entendía nada de lo que estaba pasando, ni que mismo contestar, así que no más me limite a sonreír lo más natural posible.
Y como si fuera poco, o más bien la vida me estuviera dando una cachetada, mi jefe habló.
-No te preocupes Mila, ya estamos en la práctica, pronto te daremos la noticia de que tendrás bisnietos – contestó.
-Eso espero mi niño, recuerda que tu me lo prometiste, aunque te agradezco que la haya traído hoy, me encanta como es, puedo ver a través de sus ojos que es una chica buena, sincera y sobre todo con principios – habló la señora – ahora me gustaría que nos dejes unos minutitos a solas, ¿puedes mi niño? – pregunto doña Mila, (como la llamaba mi jefe).
-Claro que si hermosa, las dejo para que platiquen un poco – contestó, y luego se acercó a mi y me dio un beso sobre la frente antes de salir, y a su abuela le dio uno por igual.
[…]
La señora Camila (como ahora sé que se llama), me pidió que conversáramos de algunas cosas o más bien de algo que yo necesitaba saber, y pues todo lo que me dijo me dejo prácticamente en estado de shock, me comentó la razón por la que había pedido a mi jefe que le prometiera que le traería a la indicada, el sufrimiento que había pasado por ocultar las cosas que sentía, fue de verdad terrible, eso lo alejo de muchas cosas importantes, además que lo volvió en cierto sentido distante, pero que hoy pudo ver brillo en sus ojos cuando me miraba, algo que realmente yo no noté en ningún momento, quizá no me di el trabajo de percatarme de eso, o simplemente no puse la debida atención.
Alego, que en mis ojos pudo ver la sinceridad, pues en una de las personas que a leguas se notaba que había traído por simple compromiso, ella notó un aura cargada, era una mujer que solo le movía el interés, y más que todo era superficial, no era de las que se podía pensar formar una familia, ni nada de eso, pero que igual no le dijo nada a su nieto para que no se sintiera mal, aunque tal parece que identificó miradas, no la presentó como algo oficial, sino solamente se limito a estar cerca de ella un momento en el evento en el que se encontraban y luego la mando a dejar a su casa, nunca más supieron de ella, y que para la familia eso había sido lo mejor.
Pude ver que era alguien a la que, si se le podía hablar honestamente, sacar los miedos y expresar lo que se llevaba guardado, yo le conté que había pasado con mis padres, de donde era, además, que había quedado al cuidado de una vecina que fue como mi segunda mamá, pero que lastimosamente también había fallecido, que no tengo familia en el país, y que prácticamente me las arreglo por mi sola, que no me había dado ningún tiempo para una relación amorosa, porque tengo algunos ideales, muy diferentes a las demás chicas de mi edad, ella se sorprendió, pues no creía que hubiera aun chicas que pensaran que dar su virtud al hombre indicado, con el que pasaría el resto de su vida era algo excepcional.
Nuestra plática no fue de minutos, sino más bien de casi dos horas, me imagino que las personas que están fuera se han de haber asombrado de eso, la señora Camila reía fuerte con mis ocurrencias, y pues era algo que de verdad me encantaba, me podía dar cuenta que el tener dinero no hace a todas las personas arrogantes, sino más bien diferentes, en muchos casos, pero la familia de mi jefe era la más humilde y comprensiva de todas, me trataron con si fuera una más de la familia. Algo que de verdad no pensé hacer fue decir que sí a la promesa que me pidió que le hiciera, ella me dijo que le diera la mayor felicidad del mundo a su nieto, y que le regale la gran familia con la que siempre soñó, no sé cómo haré eso, pero nada saco intentándolo.
Salí de la habitación, dejando a la señora Camila dormida, pues evidentemente estaba cansada, una de las sirvientas le había subido la comida, y yo le ayudé a comer, sus manos estaban un poco temblorosas, temía que se le cayera algo y con la calentura se llegara a quemar, fui muy cuidadosa, y ella era feliz. Le di un beso en la frente, con la promesa de que volvería a visitarla.
Pero ahora debía ver cómo podría hacer para cumplir mi promesa, lo que nunca espere fue que ya los planes estaban hechos, y yo solo tendría que decir que sí. No caería en lo que muchos suelen hacer, no hablar las cosas en el momento oportuno, ahora conozco que eso trae muy malas consecuencias, o más bien mucho dolor en la vida.