Capítulo 28

2328 Words
Por más que lo hubiera odiado, Luther se tomó su tiempo antes de ir por su encantador elegido. El salir a correr y dejar que su lobo fuera libre, ayudó como Caden le aseguró. Por supuesto, en todo momento sintió a su animal preocupado por su pareja, queriendo ir a verlo, deseando comprobar que estuviera a salvo y Luther se encontraba de igual forma, pero con una mente mucho más despejada que le permitió pensar un poco las cosas. Y aunque no le gustara admitirlo, Caden tuvo razón al decir que Zachariah necesitaba su espacio y tiempo. A diferencia de los otros que habían encontrado a sus parejas, Luther se había mantenido cada día al lado de su elegido, aunque fuera por temas de seguridad, y como tal, nunca le dio su espacio realmente para pensar bien las cosas. Fue por ello que tras terminar de correr en Wise cover, volvió a su departamento, en donde tomó una ducha y se cambió de ropa. Seguido, fue al hogar de su chico y verificó el trabajo que habían hecho los hombres de la empresa. Sí, estos habían limpiado y ordenado todo, pero aun así, seguía teniendo esa sensación de que alguien había estado ahí, razón por la cual Luther se quedó más tiempo y ordenó, recordando con exactitud el lugar de cada objeto en el cual lo dejó Zac. Haciendo una lista de las pocas cosas que se habían llevado o rompieron, compró aquellas que podía reemplazar inmediatamente, como las cortinas, la televisión y un mueble, etc. Por supuesto, en cada momento su lobo siguió presionando en su mente, moviéndose incómodamente de un rincón a otro, preguntando por su Zac y deseando verlo. Luther tuvo que enviar constantes mensajes a los hombres que su amigo colocó al cuidado de su pareja para tener un poco de tranquilidad en lo que seguía con lo suyo. Sabía lo impactante que fue para Zac volver a su departamento y encontrarlo en tal estado, deseaba que su chico entrara y sintiera que estaba en su casa otra vez. Al terminar de arreglar todo, dejando lo más posible parecido a como estaba antes del ataque, se preocupó de revisar las mejoras que habían hecho al departamento por seguridad. Las ventanas recibieron una mejor protección y el seguro también fue reemplazado por uno mejor. La puerta de la azotea y el de la entrada fueron reemplazadas completamente por unas más sólidas y firmes. Los seguros fueron cambiados y el sistema de seguridad de la manilla también, colocando una que requería de un código y huella digital para entrar o salir. Algo que por supuesto le habría encantado darle antes a su encantador chico, pero que habría estado seguro de que Zac lo rechazaría. Solo luego de ello, el hombre lobo decidió ir por su elegido. Encontrarlo en un restaurante, medio borracho, no había sido algo que esperaba de Zac, pero a su vez comprendió que su chico lo necesitaba. Razón por la cual se quedó a su lado e intentó de a poco que dejara de beber, cosa que le resultó imposible por el molesto lobo alfa que seguía pasando más y más tragos a su pareja, quien los aceptaba felizmente. En ese instante, Luther tenía a un borrachín que no dejaba de quejarse por haberle dejado irse solo, refunfuñando y haciendo dulces pucheros que probablemente negaría. Y j***r, ante los ojos del lobo beta se veía tan adorable, que no podía dejar de sonreír mientras le observaba. Aquellos ojos verde jade le observaron entrecerrados y Zac arrugó la punta respingona de su nariz antes de refunfuñar algo parecido a que no sonriera y demasiado sexy y más. Los balbuceos de su encantador elegido ya se estaban volviendo algo inentendibles. Observando cómo iba nuevamente por una cerveza, Luther tomó una botella de agua y la colocó en su mano. —Creo que ya has bebido lo suficiente, encanto. Mañana te estarás quejando conmigo por no impedirte beber más —indicó. —Mentila —gruñó. —Si el chico quiere beber, déjalo hacerlo, no eres su padre —indicó una irritante voz. Observando al otro hombre lobo, Luther le dedicó una mirada fría. —Si tu intención es hacer que beba hasta perder el conocimiento solo para llevarlo a su departamento, estás perdiendo el tiempo. Yo me llevaré a Zac y tú no tienes ni una jodida oportunidad con él —declaró. Jeff le observó y alzó una ceja. —¿Según quién? Hasta donde tengo entendido, es un humano libre. —Y un jodido que lo es. Zac es mi pareja luna —reclamó. El lobo alfa observó a su alrededor, pero como ya la mayoría de su personal se encontraba casi desmayado sobre las mesas, volvió a poner atención en Luther. Cuando se acercó a Zachariah, quien ya comenzaba a cabecear, el lobo beta gruñó y alzó su mano para empujarle por el hombro. —¿Qué crees que haces? —No veo tu marca en su cuello que lo reclame como tuyo —indicó. —Por supuesto que no. Zac es un humano y yo no soy un idiota, no lo follaré y reclamaré como mío simplemente por haberle reconocido como tal —expresó observándole como si fuera estúpido. —No lo sé —pronunció Jeff, observándole con burla—. Hasta donde sé, podrías estar inventando todo esto. —¿Por qué inventaría que es mi elegido? —bufó. —Para tenerlo para ti. —Creo que eso es algo que tú harías, razón por la cual estuviste dándole tanto de beber hasta dejarle en este estado —señaló a su humano—. Solo intentas manejar la situación y aprovecharte de él. El lobo alfa le observó molesto. —No necesito hacer algo tan bajo para tener a alguien en mi cama. —Pero es algo que harías con Zac, ya que estoy seguro de que mi chico no cayó en ninguno de tus intentos de coqueteo o por acercarte —atacó. Y ante el silencio del contrario, Luther sonrió, ya que había tenido razón. —Cuida de tu demás personal, yo me ocuparé de Zac, de todas formas estamos viviendo juntos —declaró con una expresión arrogante. Por supuesto, sin aceptar la derrota, Jeff le observó con molestia e intentó ejercer presión sobre él como un lobo alfa. El lobo de Luther bufó sin prestarle realmente atención, siendo que eran amigos de Caden, Jeff Bevlins no era nada a comparación. —No lo permitiré —declaró Jeff—. Hasta donde sé, lo estás inventando todo y eres tú quien busca aprovecharse de él. Es mi deber como si jefe y responsable de que bebiera tanto el cuidarle. —Bien, dejémosle la decisión a Zac —anunció Luther. —Es un humano borracho, ¿qué se supone que va a saber él? —se burló el lobo alfa. —Por algo el dicho de que los borrachos siempre dicen la verdad. Sin esperar a que el otro hombre lobo aceptara su idea, Luther sacudió el hombro de su pareja para despertarlo, ya que en algún momento se había recostado sobre la mesa para dormitar. —Deja... Dormí... —gruñó Zac. —Es hora de ir a casa, encanto —indicó y le ayudó a enderezarse. No muy feliz, Zac pasó sus manos por sus ojos e intentó mantenerse despierto. Lo cual, era adorable para Luther. —¿Con quién irás a casa? ¿Quieres que te lleve tu jefe o yo? Aun en medio de su borrachera, Zac le dedicó una mirada a Luther, preguntándole silenciosamente si era estúpido antes de simplemente recargarse en él. —Es tu trabajo... —bostezo—. Cuidar... Mi culo —murmuró. —Lo hago porque quiero hacerlo, encanto, no porque sea mi trabajo —aclaró. Sonriendo satisfactoriamente, el lobo beta movió su silla para tener más espacio antes de rodear el cuerpo de su chico. Acercándolo, Luther lo movió sentándolo a horcajadas en su regazo y lo acomodó para que le rodeara su cuello y apoyara su cabeza entre su cuello y hombro. Ante la nueva posición, en vez de quejarse, Zac suspiro y se relajó contra Luther. Afirmando bien el cuerpo de su chico, el lobo beta se alzó y observó al otro hombre lobo con una expresión de superioridad al ser elegido por su pareja. —Creo que solo debes de preocuparte por los otros humanos —indicó. Retirándose finalmente con aire ganador, Luther dejó el restaurante y se dirigió al lugar donde había dejado estacionado su auto. Abriendo la puerta de copiloto, bajó el asiento y luego recostó a su pareja en el interior. Luego de asegurarse de que estaba cómodo, el lobo beta cerró la puerta y rodeó el auto. Subiéndose detrás del volante, condujo bajo la irritada mirada del otro hombre lobo, a la cual por supuesto que respondió con una sonrisa antes de perderle de vista. Conduciendo hacia el departamento de su chico, gracias a la alta hora de la noche que era, no se encontró con demasiado tráfico, por lo que pudo avanzar tranquilamente. Estacionándose frente al edificio, Luther se bajó del auto y lo rodeó para ir por su pareja. Abriendo la puerta, lo movió para tomarlo entre sus brazos nuevamente, y Zac se quejó mientras se aferraba al lobo beta, lo que hizo que Luther riera suave ante lo tierno que se veía. Cerrando la puerta de su auto, le colocó el seguro y la alarma antes de cruzar la calle e internarse en el edificio. —Si, lamento haberte dejado solo, encanto. Creí que querías tiempo lejos de mí —se excusó mientras subían las escaleras. —Lo hacía... Lo hago... Pero... Esh molesto si no estásh —se quejó y le abrazó con más fuerza. Luther sonrió enormemente. —De acuerdo, entonces desde ahora no me alejaré sin importar lo que digas —prometió. Zac refunfuñó algo más y Luther le respondió alegremente cada queja, por muy infantil o sin sentido que fuera. Deteniéndose frente a la puerta, colocó el código en el tablero y presionó su pulgar en la parte superior. Automáticamente, los seguros se corrieron y la manilla se movió permitiéndole al hombre lobo abrir. Entrando, cerró la puerta detrás de él y automáticamente los seguros se colocaron por sí solo. Satisfecho, Luther subió al segundo piso y se inclinó sobre la cama para dejar cuidadosamente el cuerpo de su chico en esta. Observando un momento ese atractivo rostro, alzó una mano para correr esos mechones chocolate. Esos párpados se alzaron lentamente, mostrando ese profundo verde jade que le contempló fijamente. Alzando una mano, Zac lo atrapó del cuello de su camiseta y lo atrajo. Juntando sus labios en un beso tierno, Luther le observó, y aunque sabía que no debía, que su chico no estaba en todos sus sentidos, aun así no pudo evitar lamer esos rellenos labios de cereza, lo que hizo a Zac gemir y abrir su boca en una dulce invitación que el lobo beta, tomó. Su lobo movió su cola alegremente y envió una pequeña imagen a su mente para que marcaran el cuello de su pareja, reclamándolo como suyo para que ese molesto lobo alfa no volviera a joderles. Y por más tentado que estuvo, Luther le rechazó. "Nos odiará si nos aprovechamos de él en este estado" Aseguró. Su lobo bufó y entonces le envió otra imagen, una de una marca temporal para reclamarlo como suyo hasta que pudieran darle la definitiva. Y esa... Sí tentó a Luther. Dejando los labios de su pareja, Luther se trasladó a su cuello y besó dicha zona, causando que su pareja soltara unos sexys ruiditos. Succionando con fuerza, el lobo beta abrió y arrastró uno de sus colmillos por la tierna piel, causando una herida superficial. Mordiendo su lengua, Luther lamió la herida de Zac con su propia sangre, colocando en él una marca temporal que lo marcaría como ocupado para otros hombres lobos. Satisfecho, lamió la herida y retrocedió levemente. Encontrándose con ese tono verde jade, gimió al observar el calor en ellos. Tomándolo por sorpresa, Zac les dio vuelta invirtiendo la posición y lo montó a horcajadas, apoyando su trasero directamente en su entrepierna. —Estoy caliente. Necesito... Tu polla en mi trasero —se quejó Zac, restregándose en él. Luther gimió y alzó sus manos para colocarla en su cintura, deteniéndole. —Lo siento, bebé, no creo que sea buena idea ahora —rechazó con toda su fuerza de voluntad. Zac le observó con sus cejas fruncidas. —¿Por qué? —Porque no estás en todos tus sentidos y mañana me matarás. Y yo tampoco te tomaría en esta situación, bebé. Cuando tenga tu cuerpo, te quiero por completo para que recuerdes absolutamente todo en la forma que amaré tu cuerpo —expresó, alzando una mano para tocar su rostro. Zac refunfuñó y se movió estirándose sobre él. Curioso, Luther le observó abrir el cajón de la pequeña mesita de noche al lado de la cama y sacar su servilleta y una lapicera, para seguido firmarla. —Ahora, quiero mis besos como p**o —exigió. —Mañana te arrepentirás. —Lo sé —aceptó—. Mis besos —exigió moviendo la servilleta. Y aunque ese no era exactamente el orden, Luther sonrió y lo atrajo recostándolo completamente sobre su cuerpo para después girar a ambos de costados y besar tranquilamente a su chico todas las veces que quiso, tomándose su tiempo para besarle lento y dulce. Cuando el sueño pareció ganarle a su pareja, Luther simplemente le observó en silencio unos largos minutos antes de moverse, deseando quitarle los zapatos y taparle. —No te... Vayas... —No me iré a ningún lado, bebé —prometió volviendo tan pronto como terminó. Besando su frente, Luther le rodeó con sus brazos y su chico se quejó. —No... Yo... Abrazar. Riendo bajo, Luther giró y sonrió al sentir a su chico abrazarle.
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