Cuando Zac cerró la puerta de su departamento tras un largo día, lo hizo con el sonriente rostro de su guardaespaldas espía, que, más de una vez, le salvó y ayudó, demostrando que era mucho más útil de lo que esperaba, otra vez. Era horriblemente molesto para Zac el ser hiper consciente de la presencia de Luther, pero por más que intentaba ignorarlo y fingir que no estaba, era difícil cuando este estaba lo suficientemente cerca como para sentir su aroma y la calidez de su cuerpo. Solo había transcurrido tres días desde que el hombre comenzó a seguirle a todos lados y ya tenía grabado su almizclado esencia en su mente. Negándose a pensar más en ese hombre, el fotógrafo se quitó su mochila y se dirigió a su sala de estar. Dejándose caer en el sofá de cuero marrón más largo con forma de "L"