Capítulo 38

2283 Words
Una vez Zac despertó, por un momento todo su cuerpo se tensó al sentir que alguien más estaba a su lado, y peor aún, que él lo estaba rodeando con sus brazos. Pero una vez ese distinguido perfume llegó a su nariz, los músculos del humano se relajaron y soltó un suspiro antes de abrazar con más fuerza a Luther. Alzando una pierna, la colocó en la cintura de este y empujó su rostro en su nuca. Restregando su nariz en su escondite, besó el cuello de Luther y disfrutó de su agradable calor que emanaba ese gran cuerpo. Por un momento, había olvidado que la noche anterior invitó a Luther a dormir con él en su cama tras haberle contado cosas que nunca le contó a nadie. Realmente, si alguien le hubiera dicho todo lo que Luther lograría cercarse a él hasta el punto de hacerle caer, Zac probablemente se hubiese reído hasta que su estómago doliese. Pero ahora... Ahora en cierta forma entendía por qué su instinto le dijo que podía confiar en él. Luther había golpeado a su padre en la cara por algo que le hizo hace años y prometió estar a su lado. "Algo que desde un principio te había dicho" Le recordó una vocecita en su mente. Y Zac la ignoró, ya que... ¿Quién creería en esas palabras de una persona que acababa de conocer? Exacto, nadie, así que no era tan descabellado que no creyera inmediatamente en Luther. Pero ahora que ya había pasado un tiempo con Luther y considerando lo que este hizo el día anterior, porque ese sería un momento que nunca olvidaría y que pondría en el top diez de momento inolvidables, Zac ya podía decir que creía en las promesas de este. Besando otra vez el cuello de Luther, solo porque podía y quería, Zac sonrió al contemplar que su hombre movía su cabeza para darle mejor espacio. Pero en vez de besarle otra vez, solo se mantuvo lo suficientemente cerca para restregar la punta de su nariz en esa piel. —Uhm... ¿Sabes, bebé? Muchas personas aprovechan este momento, especialmente cuando son la cuchara grande, para restregarse en su pareja mientras están durmiendo, masturbándose contra ellos —indicó—. Es lo que se supone que deberías de estar haciendo. Y para puntuar su punto, el hombre lobo empujó su trasero hacia la entrepierna de su encantador elegido. Riendo, Zac pellizcó o intentó hacerlo en ese firme abdomen de Luther. —Idiota, quédate quieto. Riendo, el lobo beta dejó de mover su cadera, pero se dio vuelta entre los brazos de su pareja para enfrentarle, encontrándose con ese llamativo verde jade. —Hey, buenos días —le sonrió—. ¿Cómo dormiste? —Mejor de lo esperado —reconoció—. Fuiste una buena almohada humana. —¿Significa eso que puedo tener un beso en recompensa? Su humano rodó sus ojos, pero tan pronto como acercó su rostro, Luther le siguió y juntó sus labios. Solo que, por supuesto que no quedó satisfecho con un simple tacto y pronto su lengua emergió para lamer y recorrer de esquina a esquina esos perfectos belfos de cereza, prestando especial atención a ese abultado belfo superior, lamiéndolo, besándolo, succionándolo. Gimiendo bajito, Zac le dio la entrada a Luther, quien por supuesto que tomó dicha invitación y sumergió su lengua en su boca para besarle con una dulzura picante que lentamente, fue prendiendo el cuerpo del humano. Bajando una de sus manos por ese esbelto cuerpo, Luther llegó a ese perfecto trasero y lo apretó antes de empujarlo más cerca, juntando sus entrepiernas. Separando su boca, Zac jadeó y observó a su hombre cuando este restregó nuevamente sus erecciones mañaneras. —Luther... —Sí, bebé —pronunció besando sus labios—. Puedo encargarme de ello si quieres —ofreció. Inclinando su cabeza hacia adelante, Zac estrelló sus frentes y observó sus cuerpos juntos, con ambos bultos de sus entrepiernas presionados. —Quiero... —pronunció, lamiendo sus labios—. Pero... Desviando su atención hacia su muslo vendado, dudó. Aunque realmente deseaba sentir directamente a Luther, no era muy fan del dolor y su pierna sí le molestaba un poco. Observando el problema, Luther sonrió. —Puedo solucionarlo. En un movimiento ágil, pero que siguió siendo cuidadoso, Luther se movió montando el cuerpo de su encantador elegido. Apoyando sus manos a los costados de su pareja, se sentó con cuidado sobre él, evitando completamente la zona lastimada. Presionando sus miembros duros, ambos gimieron bajo. —Ves, ahora solo debes de bajar la ropa, rodear nuestros amiguitos y yo nos moveré —instruyó—. No es una mala idea, ¿cierto? Zac succionó su labio inferior y observó aquellos ojos azules con una leve sonrisa ladina. —Por lo general, me gusta estar arriba recibiendo —comentó. El hombre lobo gimió bajo y profundo, imaginando a la perfección tal bella y erótica escena. Apoyando sus antebrazos sobre el colchón, acortó la distancia entre ellos y besó esa sonrisa perfecta. —Cuando tu muslo esté bien, lo suficiente como para que no te duela al moverte, podrás hacer eso y mucho más conmigo, bebé —prometió. Zac entrecerró brevemente sus ojos en él. —¿Lo dices en serio? ¿No te molesta? Luther gimió sin abrir su boca y volvió a presionar su dura polla atrapada en el pantalón en su pareja. —Solo mira cómo me tienes ante la idea, encanto. Alzando su mano derecha entre ellos, Zac deslizó la punta de su dedo índice por ese marcado abdomen hasta llegar al borde de su pantalón, en donde enganchó su dedo y Luther maldijo. —Interesante. Tuve algunos problemas con mis antiguas parejas por esto, les molestaba que no fuera un completo sumiso, o esperaba que fueran realmente un activo en todo momento —comentó. Alzando su mano izquierda, el humano la enganchó en la nuca del hombre lobo y lo atrajo hasta que sus labios se estuvieron rozando. —A mí solamente me encanta tener el mando la mayoría de las veces, pero no me gusta follar a otros, me encanta la sensación de una polla llenando mi trasero, haciéndome sentir lleno y perfecto. Estirando mis músculos hasta sentir un cierto escozor y me follen de tal forma, en que pueda sentirlo al siguiente día —pronunció bajo—. Lamentablemente, hasta el momento nadie ha podido darme lo que quiero. —Yo lo haré —gimoteó Luther—. Déjame hacerlo a mí, bebé. —Uhm... ¿Cómo sé que después no querrás quitarme el control como otros? —preguntó. —Cariño, me puedes hasta amarrar a la puta cama si quieres y yo no me opondré, así como si solo deseas que te folle hasta perder el sentido, te lo daré. Todo lo que tu quieras, bebé, solo dímelo y yo lo haré —juró y presionó sus ejes. Gimiendo, Zac lo atrajo para otro beso. Internando finalmente su mano, liberó el m*****o de Luther y otro gemido escapó de su boca al sentirlo. Grande, cálido y duro, ni siquiera lograba rodearlo completamente con su mano. —Sí, bebé... Ahora el tuyo —pidió Luther en su boca. Asintiendo distraídamente, el humano corrió su rostro para observar entre sus cuerpos y tiró de su pijama hacia abajo. Su dura polla inmediatamente saltó y su húmeda cabeza tocó el eje de Luther, quien gimió ante el tacto. Deslizando sus labios por la mandíbula de su chico, el hombre lobo repartió unos pequeños húmedos y cerró sus manos en puños sobre las sábanas a la espera de que su encantador elegido rodeara ambos miembros juntos, pero de momento Zac parecía mucho más interesado en tocar su pene que en hacer algo más. —Eres... Grande, ancho... —suspiró—. Esto se sentirá genial dentro de mí —gimió. —j***r, bebé, ¿quieres que dispare antes de que puedas juntas nuestros miembros? —se quejó Luther en el contorno de su mandíbula. Zac soltó una pequeña risa. —Eso sería muy decepcionante, señor Ferrell. Deberías de tener un excelente control considerando tu trabajo de guardaespaldas —indicó y juntó ambos ejes con sus manos. —Tengo un excelente control —jadeó, empujando su rostro hacia su cuello—. Pero cuando se trata de ti, bebé, esto se va a la mierda —gimió. Zac lamió sus labios y sonrió. —Me gusta como suena eso. Rodeando con sus dos manos las duras pollas de ambos, el humano comenzó a deslizarlas de arriba hacia abajo. De vez en cuando, la que estaba primera, la dejó subir hasta las cabezas de sus p***s y restregó su palma, capturando con ello el pre-semen que liberaban antes de bajar otra vez. Y Dios jodido... Eso se sentía tan bien, que Zac necesitaba más. —Tienes que moverte también —pidió, buscando los labios de su hombre—. Muévete como si estuvieras jodiendo mi culo. Luther gruñó y agitó sus caderas en un ritmo lento y pausado, para la infelicidad del humano. —No puedes pedirme eso, bebé —gimió en su boca. —¿Por qué? —Porque haré que esta cama tiemble hasta chocar con la pared y no quiero a nadie interrumpiéndonos —gruñó y cerró cualquier queja de Zac con un apasionado beso. Gimiendo, su humano apretó sus erecciones y comenzó a mover más rápido sus manos. —Bien, pero será la única vez que te lo deje pasar —advirtió Zac sobre sus labios. Observándolo, Luther sonrió y comenzó a mover un poco más rápido sus caderas, follando la mano de su chico y besando esa boquita hasta volverla totalmente roja e hinchada. Cuando los soniditos de su elegido se volvieron ruidosos, el lobo beta comió de su boca empujando profundamente su lengua en su interior para devorar esos ruiditos. —E-estoy... —balbuceó Zac. Y tanto fue el deseo que le invadió, que él también comenzó a empujar sus caderas, intentando responder los empujes de su hombre. —Vamos, bebé... Dispara y mánchame con toda su semilla —ronroneó Luther. Y j***r que su lobo aulló completamente satisfecho con aquella idea en su mente. Zac gimoteó, sus manos se movieron desesperadamente, impulsándose por ese cosquilleo nervioso que comenzó en su vientre bajo, siguió hasta sus testículos y siguió. Todos sus músculos se tensaron repentinamente y dejó de besar a Luther para emitir una dulce exclamación de felicidad tras finalmente llegar a su deseado orgasmo. Siguiéndole de cerca, Luther movió furiosamente sus caderas y estrelló su boca en la de su chico para callar su profundo gemido tras finalmente llegar a su clímax, manchando ambos cuerpos con su semen. Jadeantes, ambos se observaron y juntaron sus labios en un perezoso beso en lo que recuperaban el aliento y la temperatura entre ellos bajaba. Cuando esta finalmente pasó, Zac tiró del cuerpo de Luther para que se recargara completamente en él y disfrutó de su peso cálido. —Si peso mucho... —Quédate dónde estás —ordenó Zac, abrazándole. —Por supuesto, solo quería acomodarme. —Mentiroso. —Solo separa las piernas para mí, bebé. Sin encontrarle el sentido a quejarse, Zac abrió sus piernas y observó a Luther acomodarse entre ellas y estirar completamente su cuerpo para acostarse correctamente sobre su pecho, logrando una posición mucho más cómoda para ambos, a pesar de que la evidencia de lo que hicieron seguía en sus cuerpos y su polla desnuda estaba directamente atrapada en ese firme abdomen marcado. Observando a Luther descansar cómodamente sobre él, Zac movió su mano y acarició su nuca, disfrutando de la sensación que provocaba su corto cabello rubio. —Mañana... Necesito que arregles todo para salir —anunció. Extrañado, Luther se movió para apoyar su mentón en el pecho de su chico y le observó. —¿Por qué? ¿No me digas que tienes pensado ir a acosar a famosos? —cuestionó observándole no muy feliz. —No es eso, no soy tan estúpido como para querer salir por eso. Y ya le avisé a Gertru que no estaría disponible estas semanas —indicó. —¿Entonces? —Es algo... importante. —¿Qué cosa? —insistió Luther—. Si no es algo realmente de vida o muerte, me gustaría que permanecieras aquí —pidió. —No es que estuviera preguntando al respecto, Luther. Si no puedes arreglar las cosas, entonces saldré por mi cuenta, pero lo haré —declaró. Ambos se observaron fijamente y luego Luther asintió y volvió a apoyarse contra él. —Está bien. Zac le observó confundido. —¿Está bien? —Arreglaré todo para que podamos salir mañana. Pero necesito saber la hora y el lugar al que iremos. Y eso no es algo que puedas discutir si quieres salir, encanto. Zac le observó por unos largos minutos en silencio. Sabiendo que Luther tenía razón y que no había sentido en ocultarlo, dejó escapar un profundo suspiro. —Mañana... Es el cumpleaños de mi madre. Nunca he faltado un día desde que aprendí a utilizar el autobús, Luther, no faltaré ahora por más amenazas que existan —contó—. Y no me vengas con que no es suficiente razón para salir porque-... —Está bien, bebé, arreglaré todo con Caden para salir juntos mañana —prometió Luther y besó su pecho—. No te preocupes por nada, te llevaré con tu madre mañana aun si mi jefe o los demás se oponen. Instintivamente, el cuerpo de Zac, que en algún momento se tensó, se relajó y abrazó con más fuerza al hombre lobo. —Gracias. —Mañana quiero escucharlo, cuando estés con tu madre.
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