Capítulo 39

2293 Words
Tras terminar de dar sus rondas en la mansión Di Montelroso y hablar tanto con sus hombres como la seguridad que estaba proporcionando las autoridades humanas, Luther sacó su teléfono y le envió un mensaje a Caden preguntándole si todo estaba listo. Esperando que su jefe le respondiera, observó el hermoso jardín que rodeaba la casa y sus azules ojos se concentraron en cierta casa aparte conectada a la mansión. Dicho lugar, era antes el invernadero de la madre de su chico, según descubrió tras estudiar los planos. El solo recordar lo que Zac le había contado, seguía colocando furioso tanto a Luther como a su animal, y no mejoraba al descubrir que el único lugar donde probablemente tendría un grato recuerdo de su horrorosa infancia, fue destruido solo para que unos empleados innecesarios tuvieran donde dormir. Y sí, decía que era innecesario porque hasta donde había descubierto, aquellas personas que contrataron para limpiar la casa y ocuparse de todas esas actividades, vivían lo suficientemente cerca como para llegar en unos cuantos minutos a pie. Pero como nadie en esa casa podía hacer nada por sí mismo más que Zac, por supuesto que debían tener sirvientes a su disposición veinticuatro siete. Soltando un resoplido, el hombre lobo alejó su mirada de aquel lugar una vez su celular comenzó a emitir una música, anunciando una llamada. Al contemplar el nombre de su jefe brillando en la pantalla, aceptó. —¿Ya está todo listo? —Sí, la protección extra que pediste debería de estar llegando en unos minutos a la mansión Di Montelroso —informó—. Pero te juro que si todo esto es para complacer un capricho de tu chico... —No lo es —interrumpió—. Es realmente importante para Zac salir este día. Y agradezco que me hubiera informado de ello en vez de salir por su cuenta y arriesgarse innecesariamente. —Bueno, dejó bastante demostrado que de esa familia, parece ser el único inteligente. Ante el gruñido en el tono de su amigo, Luther sintió algo de curiosidad, ya que era bastante obvio que Caden estaba irritado. —¿Es por el caso, tu chico, o el juez? —El juez y sus hijos. Su hija específicamente —espetó—. Consiguió el número de la empresa y ha estado llamando de forma incesante hasta el punto en que frustró a Seline y me pidió que le respondiera. ¿Y todo para qué? Para quejarse porque no podía salir de su casa si no enviaba más guardias y exigiéndome que le enviara, ya que de alguna forma se enteró de que Zac va a salir y si él lo hace, ella también. —Wow. Creo que es la primera vez que te escucho hablar tanto, realmente te cansó esa chica —comentó solo un poco entretenido. —Si empiezas con la misma burla de Asher, te cortaré. —No lo haré, estos días aquí con esta familia, he comprendido a la perfección por qué Zac no quería permanecer aquí —resopló. —Lo que me lleva a preguntar, ¿es cierto que golpeaste al juez por orden de Zac? —cuestionó Caden, firme. —Así que no te llamó solo para exigirte cosas, sino que también anda de chismosa —gruñó Luther. —No respondiste mi pregunta. —Golpee al juez Di Montelroso una vez tras enterarme de todos los abusos que tuvo mi chico en su infancia. No solo atormentaba a la madre, Caden, lo molestó, maltrató y abusó tanto física como emocionalmente de él hasta que nació su hija y entonces se olvidó de la existencia de Zac hasta ahora —contó—. Fue por eso que le di un buen puñetazo y deberías de agradecerme que solo me detuve tras darle uno con todas las cosas que me contó mi chico —gruñó. —De acuerdo, te lo dejo pasar porque yo hice lo mismo —aceptó Caden—. Y en cierto grado ese hombre debe de saber que tiene culpa alguna, ya que no presentó ninguna queja en tu contra. —La hija lo hizo. —No, se quejó más bien de Zac diciendo que te estaba obligando a hacer cosas que no deseabas. Y dijo más cosas, pero como no me interesaba escucharle, le corté y le pedí a Seline que bloqueara su número y fingiera que ese ya no era el número de la empresa por si llamaba desde otro. —La mejor decisión que podrías haber tomado. —Lo es. —¿Puedo yo presentar una queja contra ella? ¿Cómo de acoso s****l? —indagó—. Te juro que mi mascota ya se está hartando de sentir su interés por nosotros y de todos los ojitos que nos hace cada vez que nos atrapa —se quejó. —Pensé que eras una persona amable que no le importaba que otros coquetearan con él. —Eso fue antes de conocer a mi elegido —indicó—. Y no creas que no escuché la burla en tu tono, le contaré a Asher de esto para que se anime enseñándote chistes otra vez. —Y tú no puedes hacer nada con Anika, es una humana y menor de edad. Si te molesta, que tu chico la ponga en su lugar, estoy seguro de que él no tendrá problemas con eso —resopló. Alzando la mirada, el lobo beta observó hacia la ventana de su elegido y sonrió. —No, no la tendrá. —No vuelvas a golpear al juez o tendré que tomar medidas que a ninguno de los dos nos gustará —advirtió y terminó la llamada. Guardando su teléfono, Luther rodeó la propiedad y se detuvo un momento en la entrada al contemplar que los refuerzos habían llegado. Tomándose un tiempo, el lobo beta se aseguró de confirmar que fueran los hombres que Caden dijo que enviaría y de revisar minuciosamente los autos en los que se moverían antes de entrar a la mansión. Subiendo al segundo piso, hizo una pequeña parada en su habitación y entró al baño para revisar su herida. Desde que se había levantado que una irritante picazón le estuvo molestando. Quitándose su chaqueta y seguido su camiseta, observó su brazo e inmediatamente comprendió la picazón. Gracias a que era un hombre lobo y su proceso para sanar era mucho más rápido que el de un humano, la herida ya había sanado completamente, y eran aquellos puntos que le colocaron los paramédicos lo que le estaba causando esa molesta picazón. Retirándose los puntos, Luther observó satisfecho su brazo ya sano, con apenas una cicatriz manchando su piel. Colocándose su ropa nuevamente, salió del baño y revisó su arma junto a sus esposas. Una vez se aseguró de que estaban bien, salió por el balcón y entró directamente a la habitación de su chico. No había ningún rastro de Zac en la habitación, pero la puerta del baño semi abierta y el sonido del agua cayendo llevó a Luther hasta esta. Alzando su mano para golpear, se detuvo al escuchar una maldición y rápidamente entró sin pedir permiso ni nada. Por un momento, aquellos ojos azules no hicieron más que apreciar ese perfecto cuerpo firme y esbelto, tomando nota de los suaves músculos que estaban pintados sobre su piel húmeda y de aspecto sedosa. Y si no fuera por esa molesta toalla rodeando su cintura, Luther habría tenido una mirada completa de ese trasero perfecto. Dándose media vuelta, Zac contempló a Luther y resopló al verle admirando su cuerpo completamente embobado. —Me has visto mientras me cambio de ropa y solo ayer nos masturbamos juntos, ¿por qué me miras como un estúpido? —preguntó divertido. —Eres tan hermoso que mereces ser admirado siempre, encanto. —¿Siempre eres tan cursi? —preguntó arrugando su nariz. —Solo contigo. —Espero que sí. Ahora, sal de aquí para que pueda vestirme tranquilo —ordenó. —Puedo ayudarte a bañarte si lo necesitas —ofreció, acercándose un paso. —Dulce, pero ya me bañé, razón por la cual mi cabello sigue húmedo —lo señaló. —¿Y me lo perdí? —se quejó. Negando, Zac se acercó y alzó su mano. Apoyándola en el pecho de Luther, le hizo retroceder hasta sacarlo del baño. —Espera, ¿por qué maldijiste? —cuestionó sosteniendo su mano. —Casi resbalo. —¿Y seguro que no...? —No. Con la puerta siendo cerrada en su cara, Luther sonrió y tomó la manilla para volver a abrirla, dejándola entreabierta solamente y sin espiar el interior. —Eres tierno cuando estás avergonzado, bebé, pero no te preocupes que te estaré esperando abajo —prometió. Con las quejas de su chico de fondo, Luther abandonó la habitación con una gran sonrisa en su rostro y bajó hasta el primero piso para esperar por él. Parándose cerca de la puerta, su mirada instintivamente recayó en la esposa del juez Di Montelroso y su pequeña copia chismosa cuando ambas mujeres se detuvieron ante él, a unos pasos de distancia. —Creo haber escuchado mal, espero haberlo hecho, porque no es posible que Zac esté dejando la casa luego de todas las advertencias que nos dieron sobre permanecer, ¿cierto? —expresó Sloane. —Escuchó bien, Zac saldrá. Por supuesto, al responder, la mirada de Luther recayó en la pequeña chismosa, anunciando que sabía a la perfección que fue por ella que su madre se enteró y no por un pequeño pajarito. —Pero eso no es justo, yo no pude salir y los demás tampoco, ¿por qué Zac sí? —se quejó Anika. —Eso es cierto. ¿Por qué Zac estará saliendo? Ustedes mismos nos dijeron lo peligroso que era aquello con la escapada de Courtney. Todos nosotros cancelamos importantes eventos a los cuales teníamos que asistir, ¿por qué Zachariah no? —Zac no estará saliendo solo, saldrá conmigo —anunció. Sloane cruzó sus brazos bajo su pecho y recargó su peso en una pierna. —Sigo sin ver la diferencia, estará saliendo de todas formas, qué es lo que nos pidieron no hacer —indicó—. Paxton no asistió a sus clases en la universidad y mi esposo está trabajando en su despacho. Lo mínimo que podría hacer Zac es no ir a acosar famosos. —¿Quién dijo que saldría a hacer eso? —Por favor, ¿qué otra cosa se supone que haría alguien como Zac? —resopló Anika. —Algo más importante que ir a un Spa con sus amigas solo para asistir a una fiesta —indicó Luther, callando a la pequeña princesa. —Anika tiene razón, ¿adónde saldrá Zac? —cuestionó Sloane. —No estoy autorizado para entregar ese tipo de información —rechazó Luther. —¿Cómo qué no? Trabajas para mi papá, por lo que debes de escuchar a mi madre —argumentó Anika. —No, en realidad, solo tengo que escuchar a Zac quién es mi protegido y estoy seguro de que él no querría que divulgara esa información. Especialmente a cualquiera de ustedes, considerando que no se lleva bien con ninguno —debatió. Y por supuesto, aquello que algo que ninguna de las dos humanas pudo discutir. —Supongo que irá a su departamento —se recuperó Sloane—. De ser así, no es necesario que él vaya por sus cosas, cualquiera de ustedes puede ir. —¿Y quién dijo que iré a mi departamento? Alzando la mirada, Luther contempló a su chico bajar las escaleras, observando no muy feliz a ambas mujeres. —Solo estoy preocupada por ti tras escuchar que saldrías —se excusó Sloane. Zac soltó un sonoro bufido y se detuvo al lado de Luther. —No me vengas con esa mierda, solo preocúpate por tus hijos como siempre has hecho y estaremos bien. Ustedes no son nada para mí ni yo para ustedes, fin del asunto. —¿Por qué dices cosas tan crueles? Tal vez no sea tu verdadera madre, pero soy tu madrastra y por supuesto que estoy preocupada por ti. —Nop. Para mí, tú solo eres la amante con la cual mi tonto padre engaño a mi madre, y así es como te quedaras el resto de tu vida —declaró—. Por lo que te sugiero que te mantengas en tu papel si quieres disfrutar de todos estos lujos. —Me casé con Maximo por amor. —Sí, claro. Por eso cambiaste cada cosa de este maldito lugar tan pronto llegaste y has gastado dinero por tres vidas —resopló. —Hey, no le hables así a mi madre que tú también gastas dinero —gruñó Anika. —Sí, pero a diferencia de ustedes, gasto el mío y no el de otros —indicó sonriente—. Ahora, vayan a molestar a otros. —Yo también saldré —declaró Anika, dando un paso adelante. —No, no lo harás —rechazó Luther. —Zac está saliendo, ¿por qué yo no? —Porque Zac me informó con antelación para preparar todo y no saldrá a perder el tiempo —aclaró el lobo beta. —No saldré a perder el tiempo, necesito comprar algunas cosas para la escuela —argumentó. —Como dijo tu madre, manda a otro a comprar cosas por ti —se burló Zac. —No es necesario, puedo ir con ustedes y listo. —No, no lo creo. No salgo con mocosas mimadas molestas —declaró Zac y salió de la casa. Por supuesto, Luther le siguió inmediatamente, sin quedarse a dar más explicaciones innecesarias. —¿Estarás en problemas? —Soy tuyo, encanto, te escucho a ti, no a ellas —le recordó con una sonrisa ladina.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD