Capítulo 13

2328 Words
Una de las primeras paradas que había tenido Zac al salir de su departamento tras terminar de almorzar y limpiar, fue el taller mecánico donde dejó su automóvil, luego de que este fuera atacado por idiotas aburridos que, al no poder llegar directamente a él, no encontraron nada mejor que dañar su propiedad en un intento de asustarlo. Pobres idiotas que no sabían que ese tipo de amenazas no servían con Zac, quien estaba acostumbrado a lidiar con hombres intimidantes que protegían a sus famosos clientes, que el humano usualmente acosaba en busca de algo jugoso que contarle al mundo y los fans de estos. Pocas personas eran quienes realmente le lograban intimidar, siendo la pareja de Asher Malloy una de ellas. Ese hombre tenía el suficiente poder como para hacer desaparecer a una persona del planeta y callar a cualquiera que preguntara por este, sin contar que el amor y devoción que tenía por su pareja era tan real, que Zac prefería tenerlo como un aliado, antes que un enemigo. Por lo que, a menos que esos tipos que estaban persiguiendo a su tonto padre hicieran realmente algo drástico en el cual su vida peligrara, Zac tenía pensado seguir con su usual vida normal, aún sí tenía una molesta sombra siguiéndole a todos lados "protegiéndole". Lamentablemente, el haber intercambiado un par de palabras con Luther, en donde dejaba bastante claro el tipo de relación que tenía con su padre, y luego haber hecho un trato en el cual le daba de comer si limpiaba y ordenaba todo su departamento, no había sido la mejor decisión de Zac, ya que parecía, que su tonto guardaespaldas tuvo la errónea idea de que ambos se habían acercado, siendo que el humano no había hecho más que sacar provecho de la situación, como siempre hacía. Y por más que Luther le asegurara que no sería el espía de Maximo, que le creía a él y que lo protegería con todo su esfuerzo de todos y todo, Zac no podría decir si el hombre estaba hablando en serio, o no. Extrañamente, su instinto, que siempre lo había guiado por el camino correcto con las personas y situaciones, no parecía estar funcionando en ese momento. Bueno, si Zac era sincero, en realidad sí lo hacía, solo que él no deseaba escucharle, ya que este le advertía que Luther sí era una persona confiable en la cual podría colocar algo de su confianza. Y él... Tenía serias dudas al respecto. Nunca en la vida, desde la muerte de su madre, que Zac volvió a confiar plenamente en alguien. Y con el tiempo, aparecieron muchas personas en su vida que intentaron acercarse, pero al final todas se rindieron ya fuera por la larga espera o por su particular personalidad un tanto... Arisca y espinosa. Si era sincero, Luther era probablemente la única persona en la tierra que le sonreía cada vez que le fruncía el ceño amenazadoramente, respondía sus gruñidos de forma juguetona y no le interesaba que su tono fuera algo cortante la mayoría del tiempo, así como que siempre estuviera diciendo todo directamente. Pero también había veces, en las que Luther le observaba como si quisiera devorar cada pedacito suyo, y esas sonrisas que le enviaba cuando le miraba de aquella forma, eran tremendamente pecaminosas y misteriosas que ponían de un horrible humor a Zac, ya que si lograban remover algo en él. Era... Extraño. Ciertamente, Luther no era una persona común. Y Zac no sabía si su instinto estaba fallando o diciendo la verdad. ¿Realmente podía confiar en él? Una parte dentro de Zac deseaba a hacerlo, mientras que la otra, prefería seguir manteniéndose alerta. Mantener aquellas barreras en alto era lo que le había mantenido protegido hasta ahora, aunque el escuchar a su instinto le ayudo increíblemente, en especial con su carrera. "Supongo que podría ponerle pruebas para demostrar su lealtad" Pensó Zac. Aquellos ojos verde jade observaron por el taller mecánico en busca de su guardaespaldas. Tan pronto como encontraron esa alta figura, Zac sintió algo molesto en la boca de su estómago y su abdomen se tensó al contemplar como la joven recepcionista detrás del mesón, utilizaba todos los trucos básicos para coquetear con Luther, desde sonreír y reír tontamente, jugar con su cabello y "golpear" juguetonamente al contrario. Y Luther en vez de detenerla o decirle algo, solo se mantenía ahí parado, sonriendo sin decir nada. "La apariencia de playboy no estaba ahí por nada" Se recordó a sí mismo. Inexplicablemente irritado con lo que acababa de observar, Zac alejó la mirada sin deseos de querer seguir presenciado un acto tal desagradable. —Uh, siento eso. ¿Te hice esperar mucho? Alzando la mirada, el joven fotógrafo se encontró con su mecánico y negó. La mirada de la mujer permaneció en su rostro y Zac soltó un suspiro antes de intentar relajar su expresión y así borrar el gesto entre sus cejas. —No es nada. ¿Cómo está mi auto? —¿Además de un desastre? —preguntó y le guio por el taller hasta donde se encontraba este—. Las llantas están completamente inservibles, tenemos que cambiar las cuatro —las señaló y le mostró lo que era obvio con una simple vista. Enderezándose, Kiki señaló las ventanas. —El vidrio del parabrisas debe ser cambiado y creo que el de atrás tiene el mismo destino. El de los costados están bien, a excepción del que está del lado de copiloto que tiene un pequeño piquete y no sé si... —También hay que cambiarlo —asintió Zac—. ¿Qué más? —Bueno, no había podido lavar el auto para quitar todas estas amenazas y frases desagradables, pero creo que también dañaron la pinta del automóvil. Si pasas la mano, puedes sentir los rallones. Acercándose, Zac pasó una mano por el auto y chasqueó su lengua con molestia al comprobar las palabras de su mecánico. —¿Por qué no lo han lavado aún? —le observó. —Vino la policía para tomar fotos y todo eso —contestó—. No podíamos tocarlo hasta que ellos llegaran, por eso solo lo colocamos aquí y te llamé hace poco. Zac asintió y cruzó sus brazos sobre su pecho. —¿Cuánto tardarán en arreglarlo? —Bueno, así está la cosa. Son varios arreglos lo que hay que hacerle, tenemos el repuesto de tres de tus ruedas de momento, pero por lo demás-... —Cuánto tiempo —interrumpió Zac. Kiki observó el auto y rascó su nuca de forma pensativa antes de volver a observarle. —Un mes. —¿Un mes? —repitió, con sorpresa. —En realidad, todo depende del tiempo en que demore en llegar las cosas que pidamos. Y tenemos que pedir los vidrios y la pintura —explicó. —Pero un mes es mucho tiempo —se quejó. Sin saber, por qué ese maldito número parecía estarle siguiendo. Su mecánico le observó y sonrió. —A decir verdad, podría tardar un poco menos si muevo algunos hilos y contacto con unos amigos —comentó de manera casual. —¿Cuánto tiempo? —cuestionó Zac, interesado. —Tres semanas a lo mucho, podría ser incluso menos. Zac asintió, sintiéndose mucho mejor con ese número. —¿Por cuánto? Kiki le sonrió y negó, acercándose un paso. —No es cuánto, es cuándo —corrigió—. Una cita, y tu auto podría estar listo en menos de tres semanas sin importar como esta termine —aseguró. Y Zac lo pensó, seriamente, al menos los primeros tres segundos. Conocía a Kiki desde hace un tiempo y era una mujer realmente atractiva con su rojo cabello ondulante y sus atractivas pecas, pero nunca en la vida siquiera consideró la idea o la posibilidad de salir con mujeres. Zachariah había sabido desde siempre que le gustaban los hombres, no era algo que descubrió a cierta edad, no. Siempre se vio atraído por otros del mismo sexo y eso no cambiaría ni siquiera por tener su auto arreglado más rápido. Sin contar, que de alguna forma, la idea de salir con Kiki se sentía... Mal. Incluso la mirada interesada que le estaba dedicando en ese instante se sentía repulsiva, y eso que no era la primera vez que ella le observaba de esa forma. Buscando las palabras correctas para rechazarla sin que su automóvil se viera afectado en el proceso, Zac juntó sus cejas al sentir una presencia a su costado, y su gesto solo aumentó al observar como un brazo aparecía rodeando sus hombros. Zac no tenía que observar para saber quién era la persona que se había tomado el atrevimiento de tocarlo, lamentablemente, ese atrayente aroma viril ya podría reconocerlo en cualquier lado, al igual que ese agradable calor que emanaba de ese firme cuerpo abultado. Aun así, Zac giró hacia su izquierda y su mirada se encontró directamente con el perfil de Luther, quien había eliminado completamente la distancia entre ellos, dando un claro mensaje silencioso de lo que eran ante su gesto. —Lo siento, pero Zac estará ocupado conmigo esta noche, y las siguientes luego de ellas, y el resto de todas ellas —declaró. Kiki observó entre ambos hombres, prestando total atención como Zac se mantenía quieto sin apartar a su acompañante y luego sonrió. —Vaya, y yo aquí pensando que tenía una oportunidad contigo —rió—. Debiste de haberme dicho que no bateabas para mi lado y que ya tenías una pareja, Zac, hace tiempo que habría dejado de lanzarte los perros con ello y habría detenido mi coqueteo —expresó relajada. —Eso... —Descuida —interrumpió alzando sus manos—. Como eres un cliente frecuente, de todas formas moveré unos hilos para ti, pero no puedo prometerte que tardaré menos de tres semanas. Tengo otros trabajos con los cuales debo de ponerle al corriente —expresó observando a su alrededor—. ¿Lo tomas o lo dejas? —Lo tomo. —Perfecto, iré a hacer unas llamadas entonces. Les dejo. Observando a su mecánica alejarse hasta desaparecer detrás de una puerta, Zac sacudió sus hombros, sacando el brazo de su guardaespaldas y le enfrentó en silencio. —¿Qué? —preguntó Luther, sintiéndose solo un poco nervioso—. No hice nada malo, no querías salir con ella. Y a pesar de ello, su encantador elegido se mantuvo en silencio, observándole de aquella forma con ese hermoso tono verde jade que le colocaba cada vez más inquieto, lo cual solo empeoró cuando una de esas perfectas cejas oscuras se alzó. —No me mires así, siento que hice algo muy malo y ambos sabemos que no fue así. Ambos se observaron fijamente, y el castigador silencio de Zac con esa expresión llegó incluso a inquietar el lobo de Luther. —Bien, lo lamento. No debí de haberme entrometido así —anunció finalmente—. Pero que quede claro, que lo volvería a hacer. —¿Por qué? Esa era una muy buena pregunta, y en vez de pensar demasiado en una respuesta, Luther decidió tomar la oportunidad y ser completamente directo, ya que lo sutil no parecía funcionar con su chico, quien abiertamente ignoraba todas las señales de interés que le enviaba. —Lo sabes. Desde nuestro primer encuentro que me siento increíblemente atraído por ti y sería horriblemente difícil seguirte a una cita para protegerte. No podría hacerlo. Aun si lo intentara, terminaría ahuyentando a tu cita —confesó. La expresión en el rostro de Zac cambió, mostrando desde la desconfianza, la incredulidad y finalmente la irritación. —Te juro que si esto es un truco... —Es la verdad —interrumpió, firme—. Te había visto antes, siguiendo a la pareja de mi jefe, Asher. Me sentí atraído por ti en ese momento y cuando vi tu foto en el archivo que me entregó Caden sobre el caso de tu padre, me ofrecí inmediatamente y decidí que sería yo quien te protegería —contó—. El caso, la misión y tu padre, nada tiene que ver con mi interés por ti. Ellos solo fueron una excusa para llegar a ti. Zac entrecerró sus ojos en hombre lobo y negó. —Estás mintiendo. Luther soltó una risa de la sorpresa. —Claro que no, encanto. Puedes incluso llamar a mi jefe para preguntarle. El te dirá que me estuve quejando porque me quisiera dar más trabajo hasta que vi tu foto —aseguró. —Eso no tiene sentido, personas como tú no saldrían conmigo —indicó. —¿Tú? ¿Por qué lo dices como si no fueras hermoso? Zac rió suave. —No pienses mal, sé que tengo mis propios atributos en los cuales destaco en la estética. Me refiero a que tipos apuestos como tú, que pueden conseguir todo con una simple sonrisa, no pondrían tanto trabajo en alguien —explicó. —Estás diciendo que soy un playboy —indicó Luther para confirmar. —Hace poco estabas coqueteando con la recepcionista —indicó señalando la entrada. —Quiero aclarar que no estaba coqueteando con ella, solo esperaba que tú terminaras en lo que era amable con ella —indicó—. Incluso cuando me tocó, le pedí que no lo hiciera. Cuando siguió con ello, la dejé y vine a buscarte. Zac juntó sus cejas, porque realmente no había visto ese momento y j***r como odiaba la sensación de satisfacción que le cubrió al saber que Luther no estaba coqueteando con esa mujer. Aquella maldita sonrisa atractiva volvió en el rostro de Luther y Zac gruñó. —¿Estabas celoso, encanto? —Por supuesto que no. Pero la sonrisa en el rostro de su guardaespaldas fue bastante obvio que no estaba creyendo en sus palabras. —Lo sigo en serio —se quejó. Y esa tonta sonrisa siguió en ese atractivo rostro, por lo que Zac gruñó y se alejó refunfuñando por lo bajo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD