Una vez Luther terminó de instalar la nueva cerradura de la puerta de la azotea, asintió satisfecho. Guardando sus herramientas, entró al departamento y contempló a su encantador chico "ordenar" este con la expresión más aburrida del mundo, siendo bastante obvio que no se trataba exactamente de su tarea preferida. Tan pronto como le observó, dejó lo que estaba haciendo y alzó una ceja. —¿Está listo? —¿Por qué no lo probamos? —propuso—. Saldré a guardar mis herramientas, mientras coloca seguro en cada puerta y ventana y yo volveré a intentar a entrar. Zac asintió y rápidamente se alejó del sofá, el cual había estado ordenando, y recibió sus nuevas llaves. —Suena bien. Saliendo del departamento, Luther inmediatamente escuchó con su sensible oído a su pareja deslizarse por todo el lugar