Capítulo 24

2394 Words
Sintiendo la mirada de su encantador elegido sobre él, Luther dejó de comer el delicioso desayuno que Zac había preparado para ellos y le observó. —¿Qué sucede? —¿Sigues planeando quedarte a dormir en mi sofá? —Dijiste que podía hacerlo —le recordó. Zac asintió y bebió un sorbo de su café. —Lo hice, pero por ayer luego de que un idiota me siguiera en la azotea y seguido intentara meterse a mi departamento fingiendo que lo enviaste tú —argumentó—. Obviamente cuando dijiste que planeabas quedarte, no te iba a decir nada, en especial cuando... Una lenta sonrisa creció entre los labios del hombre lobo. —¿Cuándo qué? —No te pongas muy feliz por haber logrado distraerme mucho mejor que el tonto cigarrillo. Te aprovechaste cuando estaba débil —refunfuñó. —Encanto, los dos sabemos que si hubieras querido, aun en ese momento me habrías apartado —argumentó. Bajando su taza, Zac sonrió y señaló la deliciosa comida. —¿Quieres seguir comiendo? Ante la amenaza, Luther instintivamente intentó cubrir sus platos. —Me aproveché de cuando estabas débil —aceptó. —Eso pensé. Ante esa atractiva expresión satisfecha y orgullosa de sí mismo, Luther sonrió y bajó la mirada a su desayuno. —Pero ayer en el estacionamiento tú te aprovechaste de mí por ser débil a ti y me comiste —le recordó. Zac emitió una especie de gruñido molesto y Luther rió. —Eres un idiota. —espetó—. Te juro que si me respondes con una cursilería tonta como "tú idiota" te echaré ahora mismo. Cerrando su boca, el hombre lobo pasó dos dedos sobre sus labios, fingiendo que estaba cerrando una cremallera y lanzó la llave sobre su hombro. —Quédate aquí, me iré a cambiar de ropa. Necesito entrenar un poco mi cuerpo para reparar todas las cosas chatarras con las que me alimentaste ayer —suspiró. —Pero te gustó cada una de ellas —murmuró bajo. —¿Qué dijiste? —Nada —sonrió—. ¿Vas a salir a correr? —No, tengo membrecía en un gimnasio, no está tan lejos por lo que iré caminando —explicó levantándose. —Iremos —corrigió Luther, terminando su desayuno. —Está a dos cuadras de aquí, no es necesario que me sigas. Debes de tener cosas más importantes que hacer además de acosarme y perseguirme todo el día, ¿cierto? —Nop, mi única prioridad eres tú. Levantándose, reunió todos los trastes sucios y los dejó en el lavavajillas. —Como tú cocinaste, yo limpiaré aprovechando que te cambias de ropa —propuso. Y por primera vez, su chico no tuvo ni una sola queja al respecto y aceptó tan fácilmente, que le sacó un suave bufido divertido a Luther. Realmente, era bastante obvio el odio que tenía su encantador elegido a la hora de ordenar y limpiar lo que ensucia y desordena. Poniéndose manos a la obra, Luther lavó rápidamente los trastes sucios y guardó todo en su lugar. Secando sus manos, sacó su teléfono de su bolsillo y lo revisó. Tan pronto contempló el nombre de Caden brillando en la pantalla, aceptó la llamada. —¿Descubriste algo? —cuestionó rápidamente. —No estamos logrando avanzar mucho con los detectives —informó. Luther bufó. —Me refiero del tipo que atrapé siguiendo de una tienda a Zac o de la persona que le estuvo vigilando en la azotea del edificio de al lado —aclaró. —Cuando dije que no estamos avanzando en el caso, lo dije en general. No hemos avanzado nada —declaró Caden—. El tipo que atrapaste no quiso decir nada y se declaró culpable por intentar "asaltar" a Zac. Quise retenerlo, pero los detectives humanos siguiendo sus propias reglas y justicias me dijeron que no podían hacer mucho más cuando ni siquiera alcanzó a cometer el delito. Fue detenido bajo fianza al ser su primer cargo, alguien la p**o y al día siguiente estuvo en la calle otra vez. —¿Así de fácil? —se quejó. —Coloqué a un hombre para que lo siguiera en caso de que se volvieran a contactar con él, pero de momento, nada. Con una expresión molesta, Luther pasó una mano por su cabello y dejó escapar un largo suspiro. Al contemplar a su chico, se dirigió a la puerta para seguirle. —¿Es tu jefe? —preguntó Zac. Luther asintió en silencio. —¿Qué sucede con el tipo que estaba vigilando en la otra azotea? —preguntó. —El equipo de informática revisó las cámaras de seguridad que están cerca, encontraron a alguien sospechoso, pero el tipo en todo momento evitó mirar directamente a la cámara —contó—. Si quieres, al igual que al juez Di Montelroso, puedo colocar más hombres a tu disposición para que cubran mejor el área donde vive tu chico, la cual es más expuesta. Bajando las escaleras junto a su pareja, quien se había cambiado por ropa deportiva, Luther decidió preguntar. —¿Quieres que Caden envíe a más hombres para protegerte? Zac le observó como si fuera un idiota. —¿Más espías para mi padre vigilándome? No gracias, contigo ya me basta y me sobra. —Zac no quiere y de momento me estoy quedando en su departamento también —le informó a su jefe. —Tú solo te invitaste a quedarte —le recordó el humano. —¿Crees que puedes con esto solo? El juez también estaba pensando en la posibilidad de contratar a más personas que cubrieran a tu chico —explicó Caden. La idea inmediatamente disgustó a Luther, ya que sabía que aquello enojaría e irritaría a su pareja, quien obviamente no quería nada relacionado a ese hombre. —Estaré bien, no me despegaré de Zac ni un solo segundo. Nada malo le pasará mientras esté con él —declaró. —Bien, te avisaré cualquier cosa. No molestes con más mensajes. Sin más, Caden terminó la llamada y el lobo beta guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón. Saliendo del edificio, Zac le observó. —¿Qué te dijo? ¿Avanzaron ya con el caso? ¿Me dejarás de molestar? —Lo siento, encanto, aún tienes de mí por un largo tiempo. Aparentemente, la investigación se encuentra en un callejón sin salida en este momento —explicó. —¿Qué con el tipo que atrapaste? —Dijo que intentó asaltarte. Como era su primera falta que no alcanzó a cometer, lo retuvieron bajo una fianza, la pagaron y salió al día siguiente. Caden tiene a un hombre siguiéndolo, pero de momento, nada. Zac resopló y negó. —No me sorprende, uno nunca puede contar con la policía. —Pero me tienes a mí. —Porque mi tonto padre te contrató. —Puedes firmar el contrato que te hice y entonces sería todo tuyo —le recordó Luther. —Sí, porque un contrato que exige besos como p**o y que está escrito en una servilleta es algo muy creíble y que no huele a fraude —indicó divertido. —Si la servilleta es el problema, puedo cambiarlo a una hoja —aseguró. Zac le observó por el rabillo de su ojo y negó intentando suprimir la tonta sonrisa que amenazaba con salir. —¿Por qué me preguntaste sobre más guardias? —recordó de pronto. —Tu padre estaba viendo la posibilidad y Caden me preguntó. —Y tú me preguntaste a mí —indicó Zac y le observó—. ¿Por qué? —Porque soy tu guardaespaldas, tú eres la única persona a la que estoy y estaré escuchando —declaró—. Si no quieres a más hombres siguiéndote, entonces no los tendrás. Confío en mí mismo y mis capacidades para mantenerte a salvo. —¿Y si no estuvieras seguro de tus capacidades? —Entonces me habría abierto a la posibilidad y juntos habríamos elegido a más personas —solucionó. Volviendo su mirada hacia el frente, Zac ignoró esa molesta calidez adueñándose de su pecho ante la confianza y lealtad que le estaba demostrando Luther. Una por la que, lentamente, iba cayendo ante las pruebas que le demostraba. Deteniéndose frente al gimnasio en el que entrenaba, Zac observó a su sombra. —¿Vas a hacer algo de ejercicio o solo me acosarás con la mirada? —cuestionó. Una oferta bastante tentadora para Luther, en especial cuando no había logrado ir a Wise cover para estirar las patas, pero por mucho que le tentara junto a su lobo la idea de entrenar y gastar un poco de energía, ninguno de los dos estaba dispuesto a dejar de prestar atención a su pareja. En un segundo, muchas cosas podrían pasar si él no estaba atento. —Tal vez en otra oportunidad, pero por ahora prefiero observarte. —Correcto, solo trata de no estorbar. Sonriente, Luther ingresó al gimnasio y siguió a su encantador elegido. Escaneando todo el lugar, el hombre lobo se encontró con una gran variedad de máquinas que estaban ordenadas en filas y por zonas. Uno que otro humano se encontraba entrenando, sumergido en sus propios mundos, por lo que realmente nadie les prestó atención al entrar. Acercándose a Zac, solo bastó con que este le dedicara una mirada de advertencia al hombre lobo para que este tomara algo de distancia. Quedándose en una esquina en la que no molestaba y podía observar a la perfección a su chico, Luther permaneció en silencio, con sus azules ojos siguiendo cada movimiento de su humano. El lobo de Luther prestó atención también, observando cada ejercicio que realizaba su elegido, lentamente elevando la temperatura de su cuerpo, logrando que un brillante sudor recorriera su frente. Tan pronto como contempló a Zac acostarse en una colchoneta, el hombre lobo se movió y se arrodilló ante él. —¿Quieres ayuda? —cuestionó, apoyando sus antebrazos en sus rodillas juntas. —Un movimiento que intentes y te golpearé —amenazó antes de comenzar con abdominales. Y mientras observaba a su chico subir y bajar con facilidad, la mente de Luther inmediatamente vagó mostrándole las interesantes escenas que podría hacer su encantador elegido con su esbelto cuerpo trabajado. Subiendo, Zac se quejó al encontrarse con esa mirada intensa y acalorada. —Lo estás haciendo otra vez —se quejó y volvió a bajar—. Estás pensando cosas pervertidas. Luther sonrió sin negar nada. —Es imposible no hacerlo en esta situación, bebé. —Eres un idiota. —Tú.... —No sigas —gruñó y Luther rió. Para cuando Zac terminó con su sesión, se quedó recostado un momento sobre la colchoneta. Jadeante, intentaba recuperar el aliento. —¿No vas a seguir? —Jódete. Es imposible concentrarme cuando me miras como si quisieras comerme —gruñó y se levantó—. Voy a buscar algo de agua, no te atrevas a seguirme —advirtió. El hombre lobo alzó sus manos con inocencia y se quedó sentado en la colchoneta, esperando. Cuando un pequeño twink ocupó de la nada el lugar de su pareja, Luther le observó. —¿Me ayudas? —Mh... No. Levantándose antes de que su chico pudiera malinterpretar la situación, Luther volvió a la esquina en la cual había estado observando a Zac y lo buscó con la mirada. Por supuesto, aquellos ojos verde jade ya habían estado mirando atentamente en su dirección, a pesar de que fingió no hacerlo. Cuando el pequeño twink se interpuso en su mirada, Luther suspiró y le observó. Sintiendo algo raro, su lobo alzó su nariz y olfateó, detectando que el chico... Era uno de los suyos. Y ante el pequeño tamaño y hermosura, era bastante obvio que se trataba un omega. —Estás perdiendo el tiempo con él, ese humano nunca sale con nadie —informó con una dulce sonrisa. —Tú también estás perdiendo el tiempo aquí, soy un beta, por lo que a diferencia de otros tipos aquí no siento tu dulzón aroma con el cual intentas atraerlos —indicó y cruzó sus brazos. —No me importa que seas un beta —sonrió—. Y es mejor si no puedes sentir mi aroma, me gustan los desafíos. Ante el libre interés que el lobo omega estaba demostrando, el rostro de Luther expresó disgusto. —Zac es mi elegido, por lo que te agradecería si me dejas en paz ahora —pidió tan amable como pudo. —Por favor, un humano amargado como ese no puede ser tu elegido —resopló—. En cambio, yo... Cuando esa mano tocó el antebrazo de Luther, el lobo de este inmediatamente saltó con violencia ante al asqueroso tacto interesado del lobo omega. Y como si detectara el peligro, Zachariah apareció de la nada y se interpuso entre ambos. El pequeño twink observó asustado a Luther antes de correr lejos. Frunciendo sus cejas, Zac giró y enfrentó a su sombra. —¿Qué fue eso? ¿Por qué parecías que estabas a punto de golpearle? —Quería golpearle. Y su humano parpadeó, confundido. —¿Por qué? Creí que eras una mariposa social —le recordó. —Lo soy, pero no con aquellos que no aceptan mi rechazo y se atreven a tocarme —se quejó—. Se sintió asqueroso, no me gustó. ¿Puedo abrazarte? Necesito quitarme esa sensación. Aturdido, Zac asintió y Luther inmediatamente lo atrajo a su cuerpo y hundió su rostro en su cuello. —Mucho mejor —dijo en un suspiro. —No entiendo... ¿Por qué reaccionaste así? No pareció importarte cuando la chica del taller mecánico te coqueteó —indicó. —Te lo dije, no coquetee con ella y también me molesté, pero en ese momento era más importante alejarte de esa mujer que poner en su lugar a la otra —argumentó Luther. —Pero, ¿por qué rechazar al pequeño twink? Todos aquí se lo quieren comer. —Yo solo quiero comerme a un hermoso chico malhumorado —anunció—. Te lo dije, bebé, solo me gustas tú. Mi cuerpo solo responde ante ti. Yo solo te quiero a ti. Y otra vez... Esas extrañas cosas que Zac no quería reconocer como mariposas revolotearon en su estómago. —Tú... Eres un tipo extraño —pronunció Zac. —Pero soy tú chico extraño.
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