Capítulo 21

2242 Words
Alzando su mano, Zac roso suavemente con la yema de sus dedos sus labios, sintiendo todavía un dulce hormigueo en estos. El calor y esencia de Luther seguía impregnada en cada rincón de su boca, sin importar cuanto tiempo había pasado ya desde que terminó su beso. Lo peor de todo, es que ni siquiera había sido él quien le puso fin a todo. Ese maldito hombre le besó, tocó y reclamó cada rincón de su boca con su talentosa lengua y apasionados labios, robando de él todo pensamiento y hasta haciéndole olvidar por unos segundos como se suponía que debía de respirar, y entonces simplemente se lo terminó. Pero como el idiota perfecto y malvado no podía terminar todo ahí, por supuesto que primero hizo un lento recorrido con su lengua sobre sus labios, jugando con ellos, marcándolos y mordisqueándolos, calentando el cuerpo de Zac con un increíble beso del demonio, y entonces finalmente lo alejó. Levantándole como si pesará menos que una pluma, Luther le sonrió de aquella estúpida forma perfecta, satisfecha y sensual antes de ayudarle a subir las escaleras. Cuando llegaron a su cama, por un segundo la irritación cubrió al humano al pensar que tenía pensado desnudarlo y follarlo. Pero, al contrario de su idea, el lobo beta besó la frente de su encantador elegido y deseándole dulces sueños, le prometió que se quedaría en el sofá para protegerle mejor. Quedando solo en su cama, Zac espero y esperó. Escuchó a la perfección a su tonto guardaespaldas recorrer el departamento, asegurando cada posible entrada, y una vez terminó y las luces se apagaron, consumiendo el lugar en la oscuridad... Zac finalmente comprendió que dijo la verdad. Y j***r, en ese instante el fotógrafo realmente se estaba arrepintiendo por haber dejado que lo besara de aquella forma. Ya tenía problemas apenas soportando su presencia, que ahora le hubiera besado como nunca nadie lo había hecho... Todo se volvería mucho más difícil. En especial, porque esa maldita confesión en su cabeza seguía saliendo a flote cada vez que pensaba que ya la había olvidado. Lo peor de todo, lo que más irritaba a Zac, es que Luther había tenido totalmente la razón al decir que el cigarrillo no le estaba ayudando. En realidad, este nunca fue de gran ayuda, y no es como si el humano le tuviera gran cariño o gusto. Pero no había mentido al decir que era su medio de escape para no pensar cuando tenía muchas cosas en su cabeza. El humo que llenaba sus pulmones era desagradable y el mal sabor que quedaba en su paladar aún peor, pero al concentrarse en quejarse en esa cosa, era lo que realmente le ayudaba a despejar su mente. Solo que justo ese momento, el cigarrillo decidió fallarle y ese tonto guardaespaldas encontró una mejor manera mucho más placentera de distraer su mente y relajar su cuerpo. En sí, el beso ni siquiera habría sido necesario, con tan solo estar presionado con el firme cuerpo de Luther, el hombre lobo logró calmar la inquietud de su pareja y relajar sus músculos. Y si hubieran pasado más tiempo de esa forma, lo más probable es que Zac habría terminado calmándose completamente para su irritación. Pero ese maldito y horriblemente adictivo beso... "Genial, ahora no podré dejar de pensar en ello" Refunfuñó en su mente. Gruñendo, Zac giró y alzó su brazo para tomar su celular de la pequeña mesita de noche al costado de la cama. Observando la hora, bufó. Ya eran las ocho de la mañana y él no había logrado dormir ni una mierda gracias al increíble beso que Luther le dio, haciendo fallar todo su cerebro con ello. Quejándose por permitir que tal acto le afectará tanto, el humano ocultó su rostro en la almohada y se restregó en ella. "De acuerdo, solo hay que fingir que nada paso" Se ordenó a sí mismo. Desde ese tipo acosándolo en su azotea. Luther apareciendo por él. Ese tipo intentando entrar. Y... Luther besándole... —Mierda... —se quejó contra la almohada. Girando sobre su espalda, observó el techo y suspiro. Una ducha era lo que necesitaba, el agua terminaría por llevarse cada pensamiento finalmente. Decidido, Zac tiró las mantas hacia atrás y se levantó. La curiosidad picó en él y por más que intentó no mirar, aun así esos ojos verde jade observaron hacia la derecha y contempló a Luther dormir sobre el sofá, con sus pies apuntando hacia la cocina para poder observarle. Realmente se había quedado ahí por él... Observando con el ceño fruncido su tonto estómago con ese divertido cosquilleo, Zac lo golpeó suavemente y refunfuñando se dirigió hacia su baño. Contemplando la puerta, dudó un segundo. Generalmente, al vivir solo, usualmente mantenía la puerta del baño abierta cuando lo utilizaba, pero... No podía hacer eso si Luther estaba ahí con él. ¿Qué pasaba si subía y lo veía? Cerrando la puerta, Zac la quedó observando unos largo segundos antes de abrirla, al final, decidiendo dejarla entreabierta. De esa forma, si Luther llegaba a despertar y subía, no entraría al escuchar la ducha y así ni estaría completamente cerrada. Satisfecho, el fotógrafo se acercó a su ducha y corrió la cortina para dar el agua. Esperando que esta estuviera a la temperatura correcta, se quitó la ropa y entró. Tan pronto como la cálida agua impactó en su cuerpo, Zac sintió como sus músculos se relajaban de forma instintiva y suave suspiro se deslizó por sus labios. Cerrando sus ojos, inclinó su cabeza hacia atrás y dejó que el agua golpeara directo en su rostro, provocando que su cabello color chocolate adquiriera un tono mucho más oscuro y se apegara a su piel. Alzando una mano, paso sus dedos por este y lo peino todo hacia atrás, despejando su cara. Tan relajado estaba, tan bien se sentía, que por supuesto, su tonto cerebro decidió que era momento de traicionarle y evocó imágenes de lo que había sucedido horas atrás, de la forma en que Luther le atrapó. Su firme cuerpo bajo el suyo. Su agradable calor cubriéndole. Sus brazos rodeándole que una firmeza que no le permitió moverse ni un centímetro. Su aroma llenando su nariz. Sus labios sobre los suyos. Su lengua recorriendo todo su interior bucal, rozando, tocando, jugando y marcando con cada rincón de su boca. Un pequeño gemido escapó de Zac al recordar la forma en que sus labios se movieron sobre los suyos. Al besarle, Luther no lo hizo a medias, el desgraciado devoró completamente su boca con una pasión dulce y demandante por la cual el humano no pudo hacer más que seguirle, con la temperatura de su cuerpo reuniéndose con cada movimiento. Soltando un suspiro, Zac bajó la mirada y abrió sus ojos. Por supuesto que no se sorprendió para nada al encontrar con una jodida erección alzándose entre sus piernas ante dicho recuerdo. Llevaba meses sin tener algo de acción en la cama y Luther... Ese idiota era peligrosamente sexy que no podía ignorarlo, por más que quisiera hacerlo. Mordisqueando su labio inferior, Zac intentó ignorar su eje alzado y procedió a lavar su cabello y seguido su cuerpo. Pero cuando sus manos comenzaron a deslizarse por cada músculo, su erección no hizo más que temblar y endurecerse aún más, hasta el punto de liberar pequeñas gotas de pre-semen. Maldiciendo bajo, Zac observó hacia la puerta que dejó entreabierta y dudó un segundo, antes de que su mano rodeara su pene. Por un momento, sus muslos y rodillas temblaron al apretar su eje sueltamente. Abriendo su boca, el humano respiró por ella el aire lleno de vapor y comenzó a mover su mano de arriba hacia abajo con un ritmo lento y estable. Observando la punta de su polla seguir brillando en pre-semen, la boca de Zac se hizo agua al preguntarse cómo sería saborear el semen de Luther, pasando su lengua por la cabeza de su pene para capturar esas gotitas de líquido pre-seminal. Gimiendo, su mano se movió más rápido y alzó la otra, pellizcando sus pezones. Su sucia mente le llevó a otra fantasía, una donde Luther utilizaba esta talentosa boca caliente para jugar con sus botones, tal cual como hizo con sus labios, besándolos, lamiéndolos, mordiéndolos y maltratándolos hasta dejarlos marcados. Esa maldita sonrisa sensual apareció en su mente, susurrando su nombre con ese tono bajo, firme y viril. Con un gemido ahogado, Zac contempló como su polla palpitaba en su mano y su semen salía disparado, manchando parte de su cuerpo y la pared de azulejos. Con su respiración agitada, el fotógrafo contempló como poco a poco, su eje perdía fuerza y finalmente bajaba tras llegar a su anhelado orgasmo gracias a sus sucias fantasías con Luther. —Genial, ya estoy jodido —se lamentó con tono quejoso. Tomándose unos segundos, procedió a volver a lavar su cuerpo y quitar los rastros de lo que había hecho de la pared antes de cortar el agua. Saliendo de la ducha, tomó una de las toallas del mueble y secó su cuerpo antes de enredarla alrededor de su cintura. Acercándose a la puerta, la pequeña duda de que Luther pudiera haberle escuchado apareció en él. Pero... ¿Realmente era posible cuando estaba en el segundo piso, con el agua de fondo y siendo que trato de mantener los sonidos bajos? Dudando, Zac abrió un poco más la puerta y salió. Sus ojos inmediatamente viajaron hacia el piso inferior y un suspiro de alivio brotó entre sus labios al encontrar a Luther en el sofá, completamente dormido. Con la única diferencia, que en vez de estar acostado sobre su espalda, había girado hacia su costado. Cruzando su habitación hasta su cómoda, saco un cambio de ropa y se vistió rápidamente. Sintiéndose mucho mejor, tomó su celular y lo revisó. No iba a permitir que esos idiotas intervinieran en su vida cuando ni siquiera permitió que su tonto padre lo hiciera. Detectando varios comentarios de que se preguntaban entre ellos sobre cierta famosa que estaba en el centro comercial, queriendo confirmar si era realmente o no quienes ellos pensaban, Zac prestó atención. Necesitando más pruebas al respecto, para decidir si valía la pena o no ir a darse una vuelta, el humano bajó al primer piso y se detuvo en la mesa de su comedor. Encendiendo su netbook, inició su sesión y utilizó el programa que le ayudaría a reunir información. Dejando que este cargara, se dirigió a su cocina para comenzar a preparar su desayuno. Sacando algunas cosas del refrigerador, cerró la puerta y se dio vuelta. Tan pronto como contempló Luther ahí de pie del otro lado de la isla, totalmente despierto y con esos ojos azul mar observándole intensamente, se detuvo de golpe. La duda surgió en Zac al encontrarse con esa mirada. Él... Luther... ¿Tal vez sí escuchó lo que había hecho en su ducha? —Tú... ¿Hace cuánto estás despierto? —cuestionó. Ante la sonrisa que apareció en esos firmes labios, Zac se quejó internamente. —¿Por qué? ¿Sucedió algo antes? —indagó con interés. —No, no sucedió absolutamente nada. —rechazó firme. Dándose vuelta, se acercó a la cocina para preparar unos huevos revueltos. —¿Lograste dormir bien, encanto? Porque tengo que admitir que si tuve algunos problemas para conciliar el sueño, no podía dejar de pensar... —Detente —gruñó—. Ni siquiera te atrevas a mencionarlo. —De pensar si ese idiota podría estarse dando vueltas fuera del departamento. Con un molesto sentimiento de vergüenza, Zac se dio media vuelta dispuesto a golpear a Luther por querer jugar con su mente. Pero cuando lo hizo, se encontró de frente con su tonto guardaespaldas, quien se había movido en silencio. Acercándose, el lobo beta invadió todo el espacio personal de su encantador elegido con una lentitud que le daba la oportunidad a Zac de empujarlo lejos. Pero cómo se suponía que el humano iba a pensar en ello, cuando sintió cierta dureza presionando en su cadera, y al bajar la mirada, se encontró con un obsceno bulto en los pantalones de Luther que le secó la garganta. —¿Los vasos están aquí? —preguntó Luther, alzando un brazo sobre Zac. Juntando sus cejas, Zac se obligó a alzar la mirada y enfrentó esos ojos azul mar. —Tú... Estás jugando muy sucio —acusó. Luther sonrió de manera ladina. —¿Por qué lo dices, encanto? Zac gruñó y señaló sus cuerpos juntos. —Estás presionando a tu amigo en mí. —No puedo evitar cómo reacciona mi cuerpo tras haber estado soñando contigo. Mucho menos con la apariencia tan sexy que tienes en este momento, encanto. —Eso seguramente se lo dices a todos. Luther gruñó y juntó sus frentes. —Tú eres y serás la única persona que me hace reaccionar así —juró. Y por un momento, la atención de Zac se dividió entre lo que dijo Luther, y la forma en que sus labios se movieron. Tragando, se vio envuelto en un manto de deseo, donde lo único que quería era volver a probar esos labios. Afortunada o desafortunadamente, el computador de Zac emitió un sonido, provocando que reaccionara. Observando con sorpresa a Luther, lo empujó y se alejó rápidamente para revisar su netbook. —Apaga la cocina, no hay desayuno hoy —declaró y subió rápidamente las escaleras en busca de su cámara.
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