Sentados en el balcón entre ambas habitaciones, Luther y Zac estaban almorzando tranquilamente, y tan bien como estaba resultando el momento, la bomba que le soltó su pareja tras terminar de comer si tomó desprevenido al lobo beta. —¿Qué? —Necesito que arregles las cosas para salir ahora y mañana en la tarde —repitió Zac tranquilamente, como si su petición no fuera nada descabellada. Soltando un suspiro, Luther se recargó en el respaldar de su silla y contempló fijamente a su pareja, sin creer que este quisiera salir simplemente porque sí. Hasta donde tenía entendido, su chico comprendió mucho mejor que los demás cuando se les explicó que no podrían estar saliendo a menos que fuera estrictamente necesario. —Si es difícil arreglar las cosas para hoy, puede ser solo para mañana, pero en