Capítulo 18

2373 Words
Terminando de bajar las escaleras, Zac presionó nuevamente a Luther con una silenciosa mirada a la espera de que este le respondiera con la verdad. La idea de que su guardaespaldas espías hubiera escuchado la desagradable conversación que tuvo con su estúpido padre no era algo que le animaba demasiado. Nunca le había contado a nadie la forma en que su madre había muerto realmente, ni la razón por la cual ocurrió aquello. Como en aquel momento la carrera de Maximo aún no llegaba a ser el juez que era hoy en día, no le fue muy difícil esconder la triste muerte de su madre, y una vez este tuvo realmente el poder, sepultar la evidencia de cómo y por qué ocurrió fue un hecho del cual Zac no se dio cuenta, hasta que lo buscó deseando exponer su pasado a los medios para demostrar que no era el perfecto hombre, esposo y padre que anunciaba ser. Lamentablemente, para cuando Zachariah quiso buscar el archivo de la muerte de su madre, se dio cuenta del gran cambio que colocaron en la razón de su muerte, así como se percató, de que aquel archivo médico que demostraba todas las veces que su mamá y él repararon a emergencias a escondidas desapareció. Para todo el mundo, el hombre que Zac conoció y tanto odiaba, nunca existió ni existía. Era solo un monstruo en los recuerdos del joven fotógrafo que este no quería dejar ir, ya que era aquel que mató a su madre junto a su interesada amante. —¿Y bien? —presionó. Luther separó sus labios como si le fuera a responder, y luego colocó un dedo sobre ellos pidiendo silencio. Observando en una dirección en específico, el hombre lobo detectó gracias a su sensible oído, como una persona se detuvo en las escaleras solo para escucharles hablar. —Te responderé en el auto —prometió. Acercándose a su encantador elegido, Luther colocó su mano en su espalda baja y le guio. —Mantén la mirada hacia abajo y no respondas nada, yo me encargaré de todo. —Yo no bajo la mirada —declaró Zac y alzó su mentón. —Solo no caigas en sus provocaciones, encanto, no quiero que te devoren ahí afuera —pidió. —Creo que olvidas la parte en la que más de una vez he estado del otro lado de la cámara, sé cómo actuar con esos idiotas —resopló su humano. —No es que lo olvide, es que te conozco lo suficiente como para saber que si uno de ellos aprieta el botón correcto, estallarás —expresó. "Y considerando todo lo que has pasado en la última hora, temo que estallaras sin que te pinchen" Pensó Luther, preocupado por su chico. Recibiendo una mirada un tanto fastidiada, el hombre lobo guio a su pareja fuera del edificio y empujó aquellos buitres que empujaron tanto sus micrófonos como sus cámaras en su dirección, intentando obtener una respuesta de Zac ya fuera de lo ocurrido, del estado del juez Di Montelroso, o la razón por la cual se iba tan pronto. Por supuesto, Zac ignoró a todos manteniendo un silencio sepulcral durante todo el camino hacia el automóvil. Y cuando uno de esos periodistas intentó ser desagradable e invadir todo el espacio personal de Zachariah para exigir una respuesta, Luther lo empujó fuera sin cuidado alguno. Deteniéndose frente a su auto, rápidamente acomodó a su chico en el asiento de copiloto y luego lo rodeó para sentarse detrás del volante, empujando a un par de insistentes personas en el camino. Cuando finalmente se subió, colocó inmediatamente el seguro y verificó que su pareja se había colocado el cinturón de seguridad antes de comenzar a conducir, saliendo de aquel hospital y el caos que le rodeaba. —¿Y bien? —presionó Zac, recordando claramente su conversación pendiente. —Escuché sobre la muerte de tu madre —aceptó—. Estaba al tanto de que ella había muerto cuando eras joven, pero no tenía ni idea sobre la forma en que lo hizo, mucho menos que fuiste tú quien la encontró. —Por supuesto que no lo sabías, ni el resto del mundo. Maximo y Sloane cubrieron bien el asunto para que los demás no se dieran cuenta. Así como la fecha de su matrimonio, ellos no se casaron un año después ni se fue a vivir a esa casa luego de casarse, antes de que se cumplieran los tres meses de la muerte de mi madre ellos ya se habían casado y mudados juntos, pero su estúpido romance comenzó mucho antes que eso, aparentemente —gruñó. —Es por eso que realmente no quieres a nadie de esa familia, ¿cierto? —adivinó Luther. —Por supuesto que no. Odio a Maximo por lo que nos hizo, pero lo detesto aún más por no tener el respeto por mi madre incluso después de su muerte como para llevar a su amante a su casa poco tiempo después de que falleciera y se casara con ella —espetó y golpeó su muslo—. ¿Y aun así tiene el descaro de pedirme que acepte a todos y finja ser parte de su pequeña familia feliz? Jodido egoísta de mierda, como siempre. Observando de reojo a su pareja, Luther sintió a la perfección la frustración y enojo de Zac, aun cuando ni siquiera había un enlace empático entre ellos. La molestia en su encantador elegido llegaba a vibrar fuera de su cuerpo y se podía sentir y observar a distancia. Y el hombre lobo lo comprendió totalmente. Aunque no había pasado por esa situación, él tendría el mismo resentimiento e incluso peor si su padre le hiciera algo así a su madre. —¿Por qué no intentar mostrarle al mundo la verdadera basura que es Maximo Di Montelroso? —propuso. Sin gustarle para nada observar aquella expresión decaída en el rostro de su chico. Aunque por la mirada que le dedicaron aquellos ojos verde jade, pareció ser una idea estúpida. —¿Crees que ya no lo he intentado? Pero el muy maldito borro y ocultó todo. Ni siquiera hay un archivo que diga la verdadera muerte de mi madre, solo pusieron que sufrió un accidente —se quejó. Y considerando que ni siquiera en la investigación que le pidió a la empresa logró descubrir aquello, aquel bastardo realmente había eliminado todo hacía años. Su lobo gimoteó en su mente, para nada feliz con la idea de que no pudieran ayudar a su elegido. Sintiendo la insistente mirada de su pareja, Luther le observó aprovechando el semáforo en rojo ante ellos. —¿Qué sucede? —Tú. Tú puedes hacer algo —anunció Zac—. Claro, solo si realmente no eres el espía de mi padre —indicó. —No soy el espía de ese hombre. No lo era antes y mucho menos lo seré ahora con lo que me acabo de enterar —bufó. —Entonces, haz que alguien de la empresa de seguridad para la cual trabajas investigue todo y me consiga pruebas para demostrar la verdadera clase de persona que son en esa familia —planeó—. Si lo haces, entonces creeré que no eres realmente un espía. Los labios de Luther se torcieron instintivamente al escuchar a su elegido y Zac bufó. Cruzando sus brazos, observó a través de la ventana. —Sabía que todo era una mierda. Realmente estás con esa familia —gruño. —No, no lo estoy —aseguró rápidamente. Con el semáforo cambiando a verde, el hombre lobo sacó su teléfono de su bolsillo antes de comenzar a conducir. Desbloqueándolo, dudó solo un segundo antes de dejarlo en el regazo de su chico, quien por supuesto que lo ignoró. —No es que no quiera hacerlo, encanto, solo que ya pedí información sobre tu familia, toda la que pudieron encontrar, y no había absolutamente nada de lo que me acabas de decir —explicó—. Puedes revisarlo por ti mismo si quieres, es el correo que me enviaron con todo lo que encontraron. Lentamente, Zac giró su cabeza y observó a su guardaespaldas, sin darle una mirada al celular. —¿Por qué nos investigaste? —Específicamente... Quería saber más de ti. Deseaba saber todo de ti realmente, por lo que pedí a la empresa que me dieran todo lo que encontrarán —contó—. Sí, sé que no es ético y que me estaba aprovechando, pero no mentí al decirte que me interesabas personalmente. —Para vigilarme mejor. —Para conocerte mejor, entender tus intereses y poder acercarme a ti como hombre —aclaró. Zac le observó un largo momento antes de colocar sus verdes ojos en su regazo. Tomando el celular, revisó el correo. —Eres un acosador —murmuró por lo bajo. Luther rió, divertido. —Solo quería saber más de ti, encanto, no mentí cuando dije que me gustabas. —Existen otras formas de acercarte a la persona que te gusta. Por ejemplo, puedes conocerla a través de preguntas. —Sí, porque claramente ibas a responder mis preguntas cuando creías que era un espía de tu padre e intentabas deshacerte de mí —le recordó. Zac chasqueó su lengua, pero no lo negó. —Dijiste que me conociste mientras perseguía a Asher, podrías haberte acercado a mí antes —recordó. —Lo intenté —se quejó Luther—. Y entonces Caden decidió enviarme a una misión fuera de la ciudad. Tan pronto como volví tenía pensado pedir vacaciones para buscarte, pero el caso de tu padre apareció —contó. Zac no quiso observarlo esta vez, ya que instintiva y extrañamente, sabía que le estaba diciendo la verdad. —Esto habla más sobre mi padre y su familia perfecta que nada —comentó. —Lo sé —se quejó Luther—. Realmente me enojo aquello, pedí información sobre ti y esa familia, pero absolutamente todo ronda a través de ellos —refunfuñó—. Me queje al respecto, pero me aseguraron que eso fue todo lo que encontraron de ti. —Y de mi madre. También dice que solo murió en un accidente —dijo en un suspiro. El lobo de Luther inmediatamente sintió el cambio en su humano y como su estado de ánimo decaía. —Cuando me queje con ellos, fue más porque no me dieron más información de ti, pero no les presione para que investigaran sobre la muerte de tu madre —comentó y disminuyó la velocidad al estar cerca del departamento—. Podría pedirles que investiguen, si quieres. Zac le observó y lo pensó, realmente lo hizo por unos largos minutos, y luego negó. —No, está bien. No quiero utilizar la muerte de mi madre con esa basura, ella necesita descansar en paz luego de todo lo que le hizo pasar. Una vez el auto se estacionó en su usual lugar frente al edificio, Luther hizo esperar a su elegido un momento para bajarse y abrirle la puerta. —No era necesario —indicó Zac al bajarse. —No me arriesgaré con lo que le acaba de pasar a tu padre. Estaré revisando también el departamento —informó. —¿Puedo evitarlo? —se quejó Zac, cruzando la calle. —Nop. Internándose en el edificio, los dos subieron las escaleras y se detuvieron en el piso de Zac. No muy feliz, este abrió la puerta y permitió que su guardaespaldas recorriera todo su piso en busca del peligro, llegando incluso a subir a la azotea. —¿Satisfecho? —cuestionó Zac al verle bajar. —De momento —asintió Luther—. ¿Tienes planes de volver a salir? —Con todo lo que acaba de pasar, no —bufó—. No tengo ni ánimos de acosar a los famosos, solo me quedaré aquí, cocinaré mi cena y planeare otra forma de demostrarle al mundo la basura que es Maximo Di Montelroso sin involucrar a mi madre y su muerte en el proceso —suspiró. —¿Puedo ayudarte? El fotógrafo observó inseguro al contrario. —No lo sé, sigue existiendo la duda racional de que puedes estar actuando y realmente eres el espía de ese hombre —argumentó tercamente. En vez de molestare ante la terquedad de su encantador elegido, Luther resopló una sonrisa, comprendiendo a la perfección su desconfianza y duda en creerle. Habiendo pasado la mayor parte de su vida solo y sin confiar en nadie, era normal que su chico tuviera tantos problemas en abrirse ante otros. Suerte para él, Luther podría ser más que paciente e insistente por él. —No te rías, es la verdad. Que escucharas una conversación a escondidas no cambia mucho las cosas —argumentó. —Por supuesto —asintió. Observando a su alrededor, Luther tomó una lapicera y escribió en lo primero que encontró disponible. Zac le observó solo ligeramente curioso. —¿Qué haces? —Un nuevo contrato —anunció—. Yo, Luther Ferrell, prometo que solo estaré trabajando para Zachariah Di Montelroso, donde solo le escucharé, seguiré, protegeré, y cuidaré solo a él, quien será mi único intenteres y prioridad —escribió—. Ahora, firma. Recibiendo la servilleta, Zac resopló al leerla por completa. —¿Sabes? Esto tendría más credibilidad si no exigieras besos como p**o y estuviera en un papel real y no una servilleta. —No puedo hacer eso. —Porque realmente eres el espía de mi padre. —No, porque Caden tiene la política de no follar con sus clientes —aclaró. Zac alzó una ceja. —¿Qué te hace creer que nosotros nos acostaremos? —cuestionó. Y en respuesta, tuvo una maldita sonrisa sensual que sí removió algo molesto en Zac. Acercándose, Luther tomó la oportunidad y cogió la mano de su chico. —Solo dame una oportunidad para demostrarte que estoy contigo sin importar qué, que mi interés por ti es puro y sincero —pidió. Alzando lentamente su mano, Luther la llevó hasta su rostro y presionó sus labios en el interior de su palma. —Por favor, encanto. Observando esos profundos ojos azul mar, Zac suspiró y luchó consigo mismo por retirar su mano. —Lo pensaré —accedió.
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