Capítulo 7

2292 Words
Los últimos días no habían sido los mejores para Zac, comenzado por el repentino ataque que tuvo a la salida de su trabajo, seguido de ser secuestrado por su propio padre, y ahora lo que había sucedido con su auto, lo cual, por supuesto que tenía todo su humor en una espiral en picada que llegaba hasta el inframundo y más allá. Y todo por culpa de la esposa de su padre, estúpida Sloane. El solo pensar que esos estúpidos cobardes decidieron atacar su automóvil al ser bastante obvio que, a diferencia de su padre y los otros tres chiflados que vivían con él, no podían meterse e intimidarle tan fácilmente, le enfurecía aún más. Ahora, gracias a esos idiotas con su vandalismo contra su inocente auto, demostraron que tanto Maximo como la sombra que le perseguía tenían razón al decir que hombres peligrosos y con influencias estaban detrás de él. Lo que nuevamente le recordaba que todavía estaría a salvo si tan solo Sloane no hubiera abierto su boca, despertando aún más resentimiento hacia aquella mujer, alimentando el desagrado que sentía por cada integrante de esa familia. Por culpa de todos ellos y del mundo que parecía conspirar en su contra, tuvo que tomarse el tiempo de llamar un remolcador para que se llevara su automóvil hasta un taller mecánico. El cual, con la suerte que estaba trayendo, por supuesto que estuvo lo suficientemente lleno como para que apenas ingresara su coche. Tomando la oportunidad que se le estaba dando con ello, Zac salió a hurtadillas del taller mecánico, perdiendo a su guardaespaldas en el proceso. Y solo para estar seguro, también intercambió de autobús e hizo como si fuera a bajar antes para volver a subir por la otra entrada. Y no es que Zac fuera realmente un fan del transporte público, espacios pequeños y arrebatado de personas cuando el clima ya comenzaba a volverse caluroso no era la mejor combinación, pero el joven fotógrafo prefería sufrir aquello, que aceptar la invitación del guardaespaldas que envió su padre de ir en su auto. No quería que el espía de Maximo estuviera cerca de él, porque por más que su padre aseguraba que solo deseaba mantenerlo a salvo, Zac sabía mejor que nadie que solo intentaba controlarlo como antes ahora que había vuelto a parecer en el mapa por culpa de su esposa que solo su apariencia tenía de bueno. Observando que finalmente estaba cerca de su parada, Zac se movió más cerca de la puerta y apretó el botón que le indicaba al conductor que deseaba bajarse en la siguiente parada más cercana. Sus ojos conectaron con los de la mujer detrás del volante y el humano percibió exactamente el momento en que esta torció sus labios y quiso fingir que no había escuchado la señal. Manteniendo sus ojos en el gran espejo retrovisor por el cual le había observado, Zac comenzó a pulsar muchas veces el botón, provocando que el irritante ruido apareciera cada vez que lo apretaba, para al final mantenerse cuando el fotógrafo mantuvo su dedo en el botón. Finalmente, la conductora le observó enojada. —Suelta eso que lo echarás a perder —le regañó. Y con el ruido tan irritante, por supuesto que incluso otros pasajeros le observaron molesto, pero Zac los ignoró manteniendo sus ojos verde jade sobre la mujer. —Hasta que no abras las puertas lo seguiré tocando, se supone que esa es su función. Pero viendo que me ha estado ignorando los últimos minutos pasando de mi parada, estoy pensando seriamente la posibilidad de que sea sorda. ¿Tiene la edad suficiente para estar conduciendo, siendo así? —expresó en una genuina duda. Una, que la chofer no tomó muy bien ante su expresión ofendida. Con el autobús finalmente deteniéndose, Zac agradeció cuando las puertas se abrieron ante él y pudo bajarse un par de cuadras después de donde deseaba bajarse originalmente. —Era una pregunta sincera —pronunció observando como el autobús partía rápidamente. —Pudo haber sido sincera, pero admite que el tono con el que hiciste la pregunta más la situación, dio a entender que te estabas burlando de ella, encanto. Girando rápidamente, Zac se encontró con su guardaespaldas parado tranquilamente a su lado, como si en ningún momento le hubiera perdido de vista y estuvo caminando a su lado sin que se diera cuenta. Observando esos azules ojos como el mar, el ceño de Zac se frunció automáticamente, lo que hizo que los labios del hombre lobo se estiraran en una suave sonrisa en respuesta. —¿Qué es lo que haces aquí? Se supone que te dejé en el taller mecánico —indicó. —Lo cual debo de aceptar que fue un buen movimiento, pero no lo suficiente para lograr alejarme. Aunque debo de admitir que casi caigo un par de veces cuando cambiaste repentinamente de autobús y luego cuando fingiste bajarte y subiste antes de que las puertas se cerraron —expresó—. En ese momento luché un poco. Observando irritado al gran hombre, Zac sacó su celular de su bolsillo y lo revisó. Tan pronto como verificó la hora, sus cejas no hicieron más que juntarte profundamente. Ya era demasiado tarde para seguir intentando perder al espía de su padre, tenía poco tiempo para colocarse en su ubicación y así tomar las fotografías que necesitaba. Ya se había perdido a Asher haciendo una de las suyas por estar secuestrado en la casa de su padre, no se iba a perder otra noticia. —No me sigas —espetó a pesar de que sabía lo inútil que era decir aquello. Abriendo el navegador en su celular, Zac ingresó la dirección que había conseguido y comenzó a caminar apartándose de Luther, sin prestarle más atención al otro hombre. Pero por supuesto que de todas formas el oro hombre le siguió. —¿A dónde vamos? —¿Otra vez usando el plural? Creí haber dejado claro que me dejaras solo. —Y yo que no lo haré. Observándolo de reojo, Zac emitió un gruñido por lo bajo y aquel sonidito hizo temblar el interior de Luther. —Eso fue sexy, ¿lo repites para mí? —Jódete —gruñó. Ante el repentino silencio del hombre, Zac lo observó de reojo y volvió a gruñir ante esa sonrisa en su atractivo rostro, una llena de sensualidad que revelaba lo que estaba pasando por su cabeza en ese instante. —No pienses en cómo sería joderme —ordenó. —Oh, pero si yo solo estaba intentando interpretar tu gruñido —exclamó con inocencia—. Tengo un poco de conocimiento en ello gracias a mi amigo. Por ejemplo, sé que "grrh" Significa vete a la mierda. "Grrm" Es, sal antes que te golpee. "Grm" Déjame solo. "Umph" Eres un estúpido —interpretó. Y Zac le observó, preguntándose si era sincero o no. Sin poder comprender qué clase de guardaespaldas espía había enviado su padre para vigilarle. El hombre simplemente no podía ser todo coqueto y pervertido en un segundo y todo idiota y relajado al siguiente, como si no hubiera dicho nada extraño. —Si tengo que interpretar el gruñido que me acabas de dar, diría que es un "déjame en paz" —anunció y le observó sonriente—. ¿Acerté? —Creo que eres el único tipo que se pondría feliz por algo como eso —murmuró. Deteniéndose, observó concentrado su celular y luego miró a su alrededor intentando ubicarse. Acercándose, Luther observó la pantalla sobre el hombro de su elegido. —Gira a la derecha y sigue derecho —instruyó. Llevando su teléfono contra su pecho, Zac le observó con el ceño fruncido. —No veas mis cosas sin mi permiso —reprochó—. Y gracias. Aunque claramente, el tono con cual agradeció no era para nada feliz, era más un gruñido bajo que hizo reír internamente al hombre lobo antes de seguir a su malhumorado chico, sintiéndose encantado con cada segundo que pasaba a su lado. Deteniéndose tras llegar al lugar indicado, el fotógrafo observó a su alrededor antes de guardar su teléfono en su bolsillo. Observando el oscuro callejón a su izquierda, ni siquiera lo dudó antes de internarse en este, ignorando las ratas que pasaban entre los contenedores de basura cada vez que se escuchaban sus pisadas. —No creo que este sea exactamente un buen lugar higiénico para que estés aquí —comentó Luther. Sus azules ojos observaban con desagrado cada lugar al que miraba, preguntándose qué carajos necesitaba hacer su chico en un sitio como ese. Deteniéndose repentinamente, Zachariah observó la muralla y luego asintió como si hubiera tomado una decisión. Observándole sobre su hombro, aquellos ojos verde jade contemplaron al lobo beta. —No es necesario que me sigas si temes ensuciarte un poco —expresó con una burlona sonrisa. Y antes de que Luther pudiera responderle a su elegido, contempló como este corría hacia la pared del edificio, saltaba en esta y utilizaba el impulso para girar su cuerpo en el aire y llegar finalmente al borde de la pared del lado contrario. Subiendo, le observó en la parte superior con un perfecto equilibrio. —Nos vemos. Tan pronto como se despidió, Zac se lanzó hacia el otro lado y cayó sobre un charco de agua con sus rodillas flexionadas para disminuir el impacto. El agua turbia saltó ligeramente a su alrededor y el joven fotógrafo observó satisfecho la gran altura que pudo saltar. Pronto, el rostro de Luther apareció en la parte superior, y seguido estuvo cayendo del otro lado de la pared al igual que Zac, lo que por supuesto que no hizo muy feliz al humano. —¿Qué hay qué hacer ahora? —preguntó animado. —¿Por qué no te quedaste simplemente del otro lado? Es obvio que no te gustan los lugares sucios y es un edificio abandonado privado —indicó. —Soy tu guardaespaldas personal, estaré yendo a cada lugar al que tú vayas, encanto. —No me digas encanto —espetó frustrado—. Estoy ocupado trabajando, no tengo tiempo para lidiar en este momento con los espías que envía mi padre para vigilarme. Las cejas de Luther se juntaron ligeramente ante las palabras de su pareja. —El juez Di Montelroso no me contrató para vigilarte, sino que para protegerte. Ante la aclaración del otro hombre, Zac soltó una fría carcajada sin sentimiento alguno. —Por favor, Maximo Di Montelroso no sabe lo que significa realmente la palabra proteger —se burló—. Y llegando el caso de que realmente lo hiciera, yo sería la última persona en el mundo con cual lo haría. —Me contrató para protegerte. —Te contrató para proteger a su familia, yo no estaba incluido en sus planes hasta que su brillante esposa se le ocurrió abrir la boca al buscar sus cinco minutos de fama —corrigió y luego soltó un suspiro frustrado—. ¿Sabes qué? Realmente no tengo tiempo para estar discutiendo este tipo de cosas. Agitando su cabeza de forma negativa, negándose a desperdiciar más tiempo ahí con un hombre molestamente atractivo que no creería en sus palabras, Zac se dio vuelta y se alejó buscando una entrada. Aunque ahora, gracias a sus palabras, la curiosidad por saber qué clase de relación tenía Zachariah con su familia no hizo más que crecer en Luther. En un principio, fue bastante obvio que Zac no se llevaba particularmente bien con los demás, pero con cada palabra que soltaba su humano, daba la impresión de que algo más había ocurrido en esa familia que provocaba tal comportamiento. Lamentablemente, Zac no parecía ser la persona más comunicativa del mundo para poder preguntarle al respecto. —Cada entrada está cerrada —anunció tras recorrer el edificio con él. Soltando una maldición, Zac observó a su alrededor y su mirada quedó atrapada en la escalera de emergencias que estaba por el costado del edificio. Descolorida, desgastada y con aspecto inestable, esta colgaba sobre la cabeza del joven fotógrafo como si se estuviera burlando de él. Si tan solo Zac pudiera saltar bien alto, podría agarrar una de las barras de las escaleras y balancearse para subir el resto de ella hasta el último piso. Observando a su alrededor en busca de algo que usar, sus ojos finalmente se detuvieron en el gran hombre que le había estado siguiendo. —Ven aquí. Tomando de los hombros a Luther, Zac lo guio justo debajo de las escaleras y luego movió sus manos hacia el frente, entrelazando sus dedos. —¿Puedes flexionar un poco tus rodillas? —pidió. Y sorprendentemente, el espía resultó ser mucho más cooperativo de lo que esperó, ya que rápidamente siguió sus palabras. Satisfecho con la posición, Zac retrocedió un par de pasos y observó directamente esos ojos azul mar. —No te muevas —advirtió. Una vez Luther asintió, Zac corrió y utilizó las manos del guardaespaldas como apoyo para saltar más alto y alcanzar las escaleras sobre sus cabezas. Justo como lo planeó, agarró el último peldaño y se impulsó para subir los siguientes. Observando hacia abajo, le sonrió a Luther. —Gracias por la ayuda. Observando a su pareja subir hábilmente los escalones de la escalera, el lobo beta soltó una risa entretenida, a pesar de que acaba de ser usado por su elegido. Realmente, su chico atlético parecía ser perfecto para él. Casi se veía como un monito colgando de todos lados, subiendo con maestría. Riendo ante su ocurrencia, el hombre lobo le dio unos segundos a su elegido para que creyera que le había ganado y luego subió por su propia cuenta, más emocionado que nunca por conocer más a profundidad a su Zac.
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