Luther pocas veces había estado en desacuerdo con su lobo, en general, este siempre era una presencia constante en su mente, al cual consideraba un amigo imaginario para su entretención, ya que nadie más que él sabía de su existencia. Sí, tal vez otros hombres lobos como él podrían reconocerlo como un igual y saber que tenía un animal en su interior, pero era solo uno quien sabía la personalidad de dicha presencia dentro de uno, razón por la cual Luther pensaba en este como un amigo imaginario. Como tal, su lobo podría considerarse como cualquier otro animal lobuno, solo que el suyo poseía cierto lado juguetón que iba a la par con su actitud relajada. Y a momento, como tal, le recordaba a Luther que seguía siendo un animal salvaje que se guiaba completamente de sus instintos. Siendo un