Zafiro y zafiro

1710 Words
Aquel departamento lucia tal cual lo habían abandonado después de que Alice volviera sana y salva de aquel secuestro sufrido en manos de Zeus, sus figuras hindúes que hacían un homenaje a la diosa Kali, lucían tan solemnes como siempre, nada había cambiado, tan solo se habían empeñado en que el sitio se mantuviese limpio e impecable, no había brizna de polvo que delatase el abandono que el sitio había sufrido durante tres años, Alice había anunciado ofrecer una conferencia de prensa en el Palazzo Abatellis, museo en donde había estado trabajando bajo la supervisión de Adriano Benedetto antes de que todo aquel desastre con Hildegard y su hermano ocurriera, se sentía orgulloso, su amada esposa había progresado mucho, en poco tiempo, se había vuelto una reconocida pintora y una famosa violinista, ella…realmente había cambiado desde aquel evento en que disparo a Zeus por segunda vez, no era la misma mujer de carácter medianamente dócil que había sido, se había empoderado a si misma y sola, sin ayuda de sus contactos e influencias, había llegado a alcanzar el éxito que ahora estaba disfrutando, su temple también se había vuelto más frio, mucho más sensato, la había visto rechazar a sus padres una y mil veces quienes insistían en verla desde que supieron de su éxito, Alice ahora mismo reconocía su verdadero valor y no permitía bajo ninguna circunstancia que nadie le pasara por encima…en verdad había cambiado y eso, lo enorgullecía. – Ya he ordenado que se acomoden las habitaciones de los niños, creo que deberíamos ir a comprar víveres o mandar traerlos, el piso completo esta en perfecto estado, parece ser que si lo estuvieron limpiando periódicamente, Zinerva escogió la habitación del fondo, la que tiene el otro balcón, ya sabes que le fascina tener vista hacia afuera, Dante tomo la misma habitación que tuvo antes pero quiere otro decorado mas “adulto” y Junior quiere la habitación junto a nosotros, mañana deberían llegar los muebles nuevos que he pedido y también la pintura, yo misma decorare las habitaciones de nuestros hijos – dijo Alice mirando a su celular para verificar que sus pedidos estuviesen en orden. Hades, caminando hacia ella la tomo entre sus brazos y beso sus labios con pasión. – ¿Recuerdas todo lo que hicimos en este mismo lugar? Aquí fue que hicimos a Junior…dime muñeca, ¿Te gustaría ver mi habitación? – dijo Hades en tono seductor al oído de su amada esposa. Alice se sonrojo ante aquellas palabras dichas por su esposo y una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios. – Los niños nos van a escuchar – dijo Alice besando a su amado esposo con deseo. – Vamos, sabes que no es verdad, ellos están mucho mas emocionados viendo todo lo que hay aquí, podemos portarnos mal y ellos no se darán cuenta – dijo Hades tomando a su esposa en brazos para llevarla cargada al estilo nupcial hasta aquella alcoba. Besos apasionados y calores desbordantes se comenzaron a sentir entre ambos, el deseo incontenible que sentían por el otro no había cambiado, mas bien, con el tiempo que iba transcurriendo parecía crecer más y más, Hades la había desnudado dejándola en su traje de Eva, su vientre abultado por el embarazo saltaba fácilmente a la vista pero Alice ya no mostraba aquella timidez y vergüenza que aquella primera vez había mostrado, no se sentía avergonzada de su cuerpo ni de sus estrías, esa era ella, una mujer hermosa y real. – Te vez hermosa…eres la mujer mas bella del mundo – dijo Hades para luego besar los labios de su amada. – Tú me ves de esa manera, pero se que las hay mas hermosas que yo, además, justo ahora parezco un globo – dijo Alice en una risita. Hades, miro a los ojos de su amada con un deje de molestia. – No es verdad, no hay mujer más bella, luces mucho mas sexy cuando estas embarazada y me dan más ganas de hacértelo así, así que cállate y déjame a mi disfrutarte como siempre – respondió Hades para luego volver a besarla. Alice se sintió en el cielo después de aquella respuesta, por supuesto, no tenia los mismo complejos que había tenido cuando recién conoció al semental que tenia por marido, ya le avergonzaba nada de ella, sin embargo, siempre le gustaba escuchar lo que Hades tenia para decir al respecto, lo amaba, lo amaba demasiado y no quería pensar en nada mas que en ello en esos momentos, estaban de regreso en Palermo y con ello, todos aquellos problemas no resueltos estaban ya prácticamente tocando a su puerta, Zeus, Henry, Agatha…Hildegard…esos rostros que hacia tiempo no miraban, volverían a posarse frente a ellos quizás, más temprano que tarde, por ello, es que había llegado para directamente ocupar su mente en todo lo que podía, se sentía temerosa de lo que pudiese ocurrir, pero determinada a que la misma historia no volviese a repetirse, durante su tiempo en Estados Unidos, había sabido bien la historia de Zinerva y Krónos Dogaru, Hades le había explicado a detalle todo lo que había ocurrido en su infancia, Zeus, aunque no se lo dijo, había sufrido directamente los mismos males y sufrimientos que su esposo, y sabia bien que la razón entre razones que Hades tenia para volver a esta tan dolorosa ciudad, era que planeaba finalmente llevar a cabo aquella venganza contra su padre, mucho dolor podía vislumbrarse en el camino, y ella, sin importar que, estaría allí para su esposo, protegería a su familia y seres amados, estaba lista, aunque temerosa de todo ello, para enfrentar lo que sea, aun así, ese primer día de regreso en Palermo, no deseaba pensar en nada de ello. Gemidos casi imperceptibles comenzaron a escucharse en aquella misma habitación donde una noche hicieron el amor por vez primera después de aquella horrible pelea en el bar de Becca, caricias llenas de deseo las disfrutaba en su piel demasiado sensible por las hormonas, Hades lamia y mordisqueaba sus pechos, acariciaba su humedecida intimidad haciéndola experimentar sensaciones demasiado placenteras, los dedos de su amado comenzaban a penetrarla, su dura erección la sentía acariciando su pierna, estaba lista para recibirlo, se sentía ansiosa, quería ser un mismo ser con su hermoso tatuado una vez más, acomodándose, Alice había bajado aquellos bóxer que mantenían en una dolorosa prisión el erecto y grande m*****o de Hades, comenzando a masturbarlo primero, comenzó luego a complacerlo con su boca, acariciando la piel tatuada que tenia a su alcance, Hades ahogaba los gemidos que amenazaban con delatar su pequeña travesura a esas horas de la mañana en que sabían, sus hijos aun estaban despiertos, aquello era de cierta manera divertido, jugar al escondite pecaminoso y placentero sin ser descubiertos, era una experiencia que habían aprendido a disfrutar juntos. Sin poder resistirlo más, Hades había recostado a su hermosa esposa sobre la cama de nuevo, penetrándola con cuidado de no lastimarla, Alice sentía todo aquello a flor de piel, sus orgasmos eran mucho mas placenteros estando embarazada, las sensaciones se volvían mas intensas, mas deliciosas, y ella, disfrutaba del vaivén de su hombre que la ayudaba a alcanzar orgasmos una y otra vez, el clímax final había llegado, ambos, alcanzaban un último orgasmo liberando todo de si en el otro, hacer el amor con el ser amado era la mas fascinante y hermosa de todas las experiencias, Hades y Alice, se derrumbaban junto al otro para luego mirarse directamente a los ojos, se amaban, se amarían siempre…y eso nadie jamás podría cambiarlo.   La noche había caído, Alice y los niños ya se hallaban durmiendo, Hades tomaba su chaqueta de cuero para salir a la ciudad que había sido su reino personal durante años, nada parecía haber cambiado demasiado, la misma cafetería, casi las mismas personas, había estado manejando su imperio desde lejos disfrazado de un médico…no se había sentido el mismo durante todo ese tiempo, bajando de su lujoso y costoso deportivo, el líder de Figlio Di Satana entraba a aquel bar de lujo donde Charly y Becca seguían encargándose de sus asuntos, todos los clientes del lugar lo miraron con sorpresa, con temor, Satán había regresado y eso solo significaba una cosa, grandes eventos tendrían lugar pronto en Palermo y aquello, era simplemente atemorizante. Caminando hacia aquella mesa cuya figura distinguió entre las demás, el poderoso y hermoso tatuado apretó los puños y frunció su ceño, sus pasos se habían vuelto mas firmes hasta detenerlos frente a aquel hombre que lo miro fijamente a los ojos. – Hola Hades, ven, siéntate, seguramente las chicas estarán complacidas de que nos hagas compañía esta noche, descuida, Alice no lo sabrá, esta es una buena noche para una charla entre hermanos – Zeus estaba con vida, aquella cicatriz sobre su ojos, suponía, había quedado como un recordatoria permanente de aquel disparo que le dio aquel día nevado en que Alice regreso a su lado, ese hombre rodeado de mujerzuelas que se veía ya afectado por el alcohol, sabia bien que era su hermano mayor, sin embargo, lucia tan diferente que tuvo que entrecerrar los ojos para asegurarse que en realidad estaba viendo a Zeus Dogaru, sus mismos trajes costosos y elegantes, el mismo peinado hacia atrás, aquellos mismo ojos de zafiro idénticos a los suyos, aquel, era su hermano y al mismo tiempo, no era el mismo que había conocido siempre. – Hola, Zeus, veo que sigues con vida y has cambiado tus modos, tomemos un trago, por los viejos tiempos – dijo Hades con un deje de rencor por heridas aun no sanadas ni perdonadas, tomando una de las botellas de whisky de la mesa. Zeus, miro a la figura de su hermano, Satán estaba de vuelta tan imponente y temible como siempre, sin embargo, sus ojos no eran los mismos llenos de odio que habían sido siempre, Hades había cambiado, aunque quizás, nadie podría notarlo. – Brindemos hermanito, esta noche celebremos nuestro reencuentro…ya mañana, volveremos a odiarnos – respondió Zeus levantando otra botella de la mesa para brindar con su hermano. Zafiro y Zafiro volvían a verse, un nuevo camino de dolor había comenzado.
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