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Dogaru Obsession: Zeus

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Blurb

Y es que el tiempo es efímero, al igual que una flor, en un instante, se marchita, han pasado años desde la última vez que la vio, aquella mañana de invierno cuando recibió un segundo disparo desde las manos de Hades, su hermano menor, amándola en silencio, desde lejos, viendo cómo día a día aquellos dos formaban a su familia y construían su felicidad, sin embargo, a pesar de todo, nunca pudo olvidarse de ella, la hermosa artista y violinista que le devolvió su alma, que le enseñó a llorar: Alice Wright

Zeus Dogaru está de vuelta, con más amor, con más deseo, con más obsesión...

¿Podrán Alice y Hades sobrevivir a lo que Zeus les aguarda? ¿Podrá Zeus olvidarse finalmente de ella y descubrir el amor en los brazos de otra mujer? ¿O será su obsesión la que marque y ponga fin a la guerra entre hermanos que nunca debió ser?

La venganza de Hades contra Kronos, el destino final de Hildegard Berlusconi, descubre el desenlace de la historia Los Millonarios Dogaru en esta secuela.

Dogaru Obsession: Zeus por J. I. López

Porque a veces la obsesión, es más grande que el amor.

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Despues de tantos años
– Lamento todo lo que te hice, lamento haber estado a punto de tomarte contra tu voluntad, sé que tú lo sabes, sabes que te amo y te amare por siempre, por eso, antes de que Hades llegue a asesinarme, quiero pedirte un favor…toca, toca para mí como mi madre una vez hizo, toca cualquier melodía como tú sabes hacerlo, sé que ya lo has recordado todo, y lo lamento, tan solo desee más que cualquier otra cosa, ser feliz a tu lado, te amo Alice, y te voy a amar siempre, no te llevare a ningún otro sitio, nos quedaremos aquí a esperarlo, recibiré a la muerte con los brazos abiertos, ese es mi castigo por todo el daño que te he hecho – dijo Zeus dejando caer lagrimas desde sus hermosos ojos de zafiro una vez más, mirando a aquella mujer a la que amaría eternamente. Dejo salir su llanto con libertad, pronto, muy pronto, estaría junto a su amada madre, la mujer más hermosa y valiente que existió, aquella a la que quiso proteger, por la que hubiese dado su vida, sin embargo, su terror a su padre, aquel recuerdo de sus piernas infantiles paralizadas por el miedo, aquel deseo de correr como hacia Hades hacia Krónos para golpearlo y defenderla, aquel sufrimiento que durante años no pudo expresar, finalmente podía hacerlo, podía llorar y lloraba, lloraba sintiendo su alma desgarrarse ante aquellos recuerdos, lloro, finalmente lloro por su madre, lloro como no pudo hacerlo cuando la vio morir en las manos de su padre y de nuevo debido al terror no pudo defenderla, lloro como no pudo hacerlo en el funeral mientras veía a Hades llorar de dolor por la pérdida de ambos, lloro como no pudo llorar aquella mañana en que la enterraron y Hades huyo dejándolo solo, lloro, lloro y volvió a llorar como un niño, como aquel indefenso al que su padre traumatizo desde que tuvo la capacidad de razonar, iba a morir ese día, moriría en manos de su hermano, Hades lo asesinaría como le había prometido…y quizás, era lo mejor, que lo librara el, su amado hermanito, de aquel sufrimiento, de aquella agonía que nunca terminaba, llevándose la mano hacia su pecho, justo en el lugar donde Hades le disparo por primera vez, sonrió para sí mismo, aquella melodía en el violín que Alice estaba tocando, corazón de niño, sin duda, había tocado su alma…ya no había marcha atrás. El sonido de un arma resonó en aquella habitación, girando su vista hacia aquel sitio, todo había ocurrido en un segundo, no deseando que sufriese daño alguno, la había arrojado a un lado, y entonces, el sonido de un disparo rompió el silencio de aquella media mañana donde la nieve caía y el cielo gris lloraba, sus ojos de agua marina habían derramado de un segundo a otro un mar de lágrimas, aquella visión, fue la última que tuvo antes de cerrar sus ojos, antes de sentir aquel dolor que le reventó los oídos y le partió la cabeza, Alice, el recuerdo de Alice llorando por él, comprendiendo su enorme dolor, era todo lo único que importo en ese momento en se entregó con los brazos abiertos a la muerte…entonces, todo fue oscuridad.   Se acomodaba el fino saco hecho a la medida, se peinaba su negruzca cabellera hacia atrás, el aroma de su perfume amaderado, invadió por completo aquella lujosa habitación, colocándose el costoso reloj de oro, se miro de nuevo en el espejo, repasando con las yemas de sus dedos aquella cicatriz sobre su ojo derecho, recuerdo de aquel fatídico día en que recibió un segundo disparo de manos de su hermano menor, su servidumbre lo había sacado de allí llevándoselo para atender aquellas heridas, un rozón de bala, no había sido en realidad nada demasiado grave, aunque Jaqueline, insistía en que sí que lo había sido y que había presentado ciertas lagunas mentales desde aquel día, su mente, en las palabras de la médica de cabellos castaños, no era la más estable, la mujer se había dedicado a cuidar de él  durante casi un año entero a escondidas de todos a petición suya, nadie salvo ella, sabía que aún permanecía con vida, desde aquella mañana trágica y dolorosa, donde el violín de Alice amenizo su dolor, todo había cambiado, habían cosas que no lograba entender, y el, simplemente no podía comprender si Hades solo había tenido mala puntería o había fallado a propósito, honestamente, nada importaba aquello, todos esos años se había mantenido alejado de ellos, de Alice, su gran amor, y de Hades, aquel hermano por el que aun no tenia en claro sus sentimientos. Mirando la hora, se le hacía tarde, aburrido de su vida dado por muerto, un nuevo vicio se había apoderado de él, frecuentando un bar lujoso en el centro de la ciudad de México donde se ofrecían bailes exóticos en completa impunidad, con las mujeres mas hermosas que pudiese cualquiera imaginar, había una en particular que había ganado su atención, era tan parecida a ella, a su amada Alice, que cada que la tomaba, sentía hacerle el amor a ella, subiendo a la limusina, divisaba las luces de aquella tan concurrida ciudad, aquel que había sido su refugio durante los últimos tres años, el tiempo que había transcurrido desde aquella dolorosa ocasión donde recibió aquel disparo y los ojos de Alice Wright fueron lo ultimo que vio antes de sumergirse en las penumbras de un sueño del que no deseaba volver a despertar, sin embargo, sí que lo había hecho, aun recordaba aquello como si hubiese sido ayer. – Al fin despiertas bello durmiente – La inconfundible voz de Jaqueline Coppola fue lo primero que escucho una vez abrió los ojos para ver la prístina blancura del techo de aquel hospital barato donde lo habían trasladado, los ojos castaños, tan curiosos como siempre habían sido desde que era una hermosa adolescente, lo escudriñaban con curiosidad detrás de aquellos anteojos que usaba, de todas las personas a las que esperaba ver en aquel momento, era ella la ultima en la que hubiese pensado, sin embargo, estaba allí, leyendo sus aburridos libros de anatomía mientras lo miraba con un deje de recelo. – Como, ¿Cómo es que estas aquí? ¿Me estabas siguiendo? – Había preguntado aquello con curiosidad, y sin realmente pensar en lo incongruente que era aquella pregunta, Jaqueline era una mujer de armas tomar, una que de ninguna manera haría algo tan patético como espiarlo, la risa de ella se lo confirmaba y el, se sintió un poco avergonzado por ello. – Te encontré en este hospital por simple casualidad, estaba aquí cuidando del joven médico al que disparaste cuando intento sacar a Alice de tu mansión secreta, no te sientas tan importante – Ella respondió como solía hacer desde que eran demasiado jóvenes, aquella que fue una vez una candidata a ser su prometida y con la que nunca re había llevado demasiado bien, sin embargo, un mar de dudas lo asaltaba de repente en aquel momento. – Yo, ¿Le dispare a alguien? ¿En donde esta Hades? ¿El sabe que estoy aquí? – No pudo evitar cuestionar aquello, Jaqueline, había cerrado su libro de golpe para luego levantarse y revisar aquel dolor punzante que sentía que le reventaba la cabeza, mirándolo con un deje de preocupación, llamo al medico que, suponía, lo estaba atendiendo, una serie de estudios y revisiones demasiado molestas y complicadas fue lo que llego después, ella, no respondió aquellas dudas que lo atormentaban hasta después de todo aquello hubiese concluido…no le había dicho nada a Hades ni a Alice, había mantenido en un hermético silencio su paradero, ni siquiera su padre tenia fe de lo que había ocurrido con él, amnesia temporal debido a aquel disparo y el estrés post traumático, había pagado casi de manera instantánea el karma de lo que pretendía hacer con Alice cuando paso por la misma situación, aunque, a diferencia de la hermosa mujer de la que estaba locamente enamorado, sus recuerdos no se habían ido del todo, solo eran pequeños detalles los que no lograba recordar, a petición suya, Jaqueline no dijo nada, guardo mudo silencio y no informó a nadie sobre su estado, ella, se había dedicado casi por un año entero a cuidar de él, llevándolo a México bajo el resguardo de algunos parientes que tenia en tal país, incluso, había dormido en la misma casa donde el estaba, cuidando de el con esmero y rogándole todos los días vivir esta tercera oportunidad de vida en paz, narrándole en ocasiones y, de nuevo, a petición suya, sobre lo ocurrido con Alice y Hades, habían formado a su propia familia, el hijo de ambos había nacido con bien, incluso, había sabido que estaba de nuevo embarazada y tendría un nuevo bebé pronto, se habían alejado, escapado de Palermo, dejando mil asuntos sin resolver atrás, Hades, ahora trabajaba de lo que siempre debía haberlo hecho, un médico, Alice, había alcanzado cierta fama con su violín y sus pinturas, oculta bajo un seudónimo, la vida, parecía sonreírles, habían construido su familia y su felicidad…y el…había quedado sumergido en el olvido. Finalmente, la limusina se detenía frente a aquel bar, Jaqueline, había estado llamando de manera incesante durante el trayecto y el, la había mandado directo al buzón, no quería escuchar un nuevo reclamo de la mamá cuatro ojos que venía a atormentarlo cada vez que lo atrapaba haciendo algo malo, bajando del lujoso vehículo, camino hasta la entrada donde aquel cadenero imponente solo le sonrió y le permitió pasar sin restricción alguna. – Sea bienvenido señor Júpiter, ya lo esperábamos – saludo aquel hombre imponente de rostro osco y de facciones toscas. Zeus, sonrió, dejando un billete en el saco barato de aquel hombre. – Dile a Bella que he llegado, quiero mi servicio privado como siempre – dijo Zeus con una sonrisa. – Por supuesto, puede pasar directamente a su lugar, ya lo debe de estar esperando – respondió el hombre con seriedad. Júpiter, así se había llamar, lo sabía, era poco original usar la variante romana de su nombre, Zeus, el dios del trueno, el rey de los dioses en el panteón olímpico y también, aquel que engaño a su hermano Hades para reinar el inframundo…Zeus, Júpiter, el mismo dios en dos culturas demasiado parecidas, poco original de su parte, dirigiendo sus pasos hacia el cuarto privado donde aquella mujer de cabellos castaños lo esperaba, la miro desnuda sobre aquella extravagante cama, se le parecía demasiado, era como ver a la misma Alice…sin embargo, había algo que era completamente diferente, sus ojos, aquellos no eran los mismos agua marinos que habían sido el último recuerdo que tenia de ella…los de aquella prostituta, eran verdes….frívolos, distantes. – Hola cariño, ¿Me extrañaste? – dijo la mujer con voz sensual ya preparada para recibirlo. Acercándose hasta ella, saco del bolso de su lujoso saco aquel pañuelo, el mismo de siempre, que colocaba sobre los ojos de ella con cuidado, para evitar que ella lo mirase, la mujer pensaba que aquello era meramente un juego erótico para hacer mas deliciosa aquella s****l faena, pero, en realidad, era que no soportaba mirarle a los ojos, porque entonces, el encanto terminaba demasiado pronto, recordándole que ella no era ni seria nunca su Alice…lo sabía, aquel era tan solo un placebo, su amor por aquella mujer que era y seria siempre el amor de su vida, no había cambiado, nunca había disminuido, por el contrario, cada día que la extrañaba, cada día que la pensaba, la deseaba más y más…y aquello, lo estaba consumiendo en vida. Toquidos furiosos en la puerta y un escandalo protagonizado por una voz que conocía ya demasiado bien, lo sacaron de sus pensamientos, llevándose los dedos al puente de la nariz, no podía concebir aquello, ¿En verdad se había atrevido? – Señorita, no puede pasar al área privada de clientes, márchese o me veré en la necesidad de sacarla por la puerta – dijo la reconocida voz del cadenero.  – Toca uno solo de mis cabellos y te aseguro que te arrepentirás, hey tú, sé que estas allí, sal ahora mismo o derribare la puerta – dijo la inconfundible voz de Jaqueline Coppola al otro lado de la puerta. Colocándose de vuelta el saco, agradeció no estar aun en paños menores, no le agradaba aquello, Jaqueline sorprendiéndolo con las manos sobre una prostituta, abriendo la puerta y olvidándose por completo de la mujer desnuda sobre la cama, la enfrento cara a cara, los ojos castaños de aquella médica llameaban fuego aun detrás de aquellos anteojos, en realidad, no había cambiado demasiado desde que era apenas una jovencita en sus dieciséis, cuando se la ofrecieron como prometida y ella, lo mando al demonio eligiendo a Hades sobre él, la chica de la nariz terrosa había crecido, convirtiéndose en una mujer hermosa y con un fuego indescriptible que lograba de cierta manera intimidarlo.  Jaqueline, observo a la mujer sobre aquella cama escandalosa de agua, era imposible no mirarla con tanto espejo devolviendo su reflejo, lo había notado, no era ciega, aquella mujer de la vida galante, era demasiado parecida a Alice Wright, la esposa de Hades, su mejor amigo, negando en silencio, se pregunto hasta cuando Zeus dejaría ir aquella parte de su vida, era irracional, incluso, doloroso, el mayor de los millonarios Dogaru, se había quedado estancado, sujeto al recuerdo de aquella mujer a la que juraba amar, rayando en una obsesión mal sana hacia ella…siendo capaz de todo por lograr conseguir el amor de esta. – Me han dicho que no has ido a las terapias en las que te inscribí, ¿Esto es un maldito juego para ti? ¿Cuántas veces necesitaras estar al borde de la muerte hasta recapacitar sobre todo lo que haces? Entiéndelo, Alice y Hades se aman, son felices juntos, es momento de que la dejes irse, o terminaras enloqueciendo, solo mírate, esa mujer por mas que se le parezca no es ella, tienes que soltarla, tienes que avanzar, por ellos y por ti, por favor, haz lo necesario para liberarte de todo esto que te está enloqueciendo cada día un poco más y más, te lo ruego – dijo Jaqueline saliendo con premura, intentando evitar que Zeus viese las lagrimas que comenzaban escaparse de sus ojos, era su amigo después de todo, lo había visto sumergido en el fondo del abismo por Alice…solo deseaba verlo bien. Zeus, observo a la figura de la médica alejándose, reflexionando sobre sus palabras, ella tenía razón, era el momento de dejar de usar placebos estúpidos, de conseguir su propia felicidad…era el momento, de volver, regresar a Palermo y forzar a aquellos dos que habían marcado su destino a hacerlo…después de tantos años, era el tiempo de terminar aquello que los tres habían comenzado.          

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