Aldo la miró, sorprendido y herido, pero sabía que no estaba en posición de rebatir. Aceptó su derrota temporalmente. —Está bien, Mabel. Me iré, pero por favor, cuídate. Estaré pendiente de ti. —Intentó besarla, pero ella se alejó. Aldo recogió sus cosas, hervía por dentro, detestaba que María Isabel pusiera a Tommy por encima de él, salió del apartamento sin decir más. Una vez fuera, Aldo se dirigió a su coche, sacó un móvil privado y llamó a los criminales. —El golpe falló. Desaparezcan y no hagan nada más contra Tommy. Las sospechas de Mabel están demasiado altas ahora. No podemos arriesgarnos —expresó con su voz cargada de frustración. Colgó la llamada y se quedó un momento en silencio, tratando de calmarse. Sabía que debía ser más cuidadoso en sus próximos movimientos. Por ahora,