Capítulo 06

2009 Words
¿Podría ser peor? Claro que no, si me hubiera quedado, estaría ahogándome en mi propia desesperación, sintiendo una verdadera aversión ante cualquier toque de ese monstruo. Pero aquí no me sentía así, el cuerpo de Hasret me transmitía tranquilidad, tal vez por el hecho de haberme sacado de allí a tiempo. El casco me protegía de la fuerte brisa y mis brazos apretaban cada vez más su cintura. Tarde o temprano debía volver a mi infierno, pero esta noche iba a disfrutar, intentaría dejar a un lado el monstruo con el que vivía y el otro monstruo que me atormentaba desde la oscuridad. —Parece que nos divertiremos —Hasret quitó mi casco con suavidad, acomodando un mechón de cabello detrás de mi oreja. —No me besarás de nuevo ¿verdad? —estudié sus ojos, los cuales se achicaron al sonreír. —Esta vez no —me ayudó a bajar de la motocicleta —Y no tienes que hablar sobre tu padre si no quieres... —No lo iba hacer —confesé molesta —Y no es mi padre —avance hacia la puerta, la casa de Margo era enorme y podía escuchar como la música inundaba el interior. —Alex... solo tienes que pedirlo y yo me encargaré de él —lo miré por encima del hombro, su voz se formó fría y sus ojos asustaría a cualquiera, provocándome escalofríos al instante. Tragué grueso, mi boca estaba seca, pero antes de responderle, la puerta se abrió de repente, mostrándome a una sonriente pelirroja. —¡No puedo creer que hayas venido! —su grito de alegría me hizo sonreír —Muchas gracias por traerla —se dirigió al peli n***o, su mirada fría y siniestra había cambiado a una simpática llena de empatía. —Fue un placer —sonrió. Margo me adentró hacia el interior de su casa, la luz estaba apagada y las personas saltaban y bailaban al ritmo de la música. Seguí a Margo a la cocina, hasta llegar a un minibar, intentando no tropezarme con ningún cuerpo sudoriento. Esto era algo nuevo para mí, convivir con mis compañeros fuera del instituto, escuchar música tan alta impidiéndote entablar una conversación, como si la única opción fuera disfrutar y dejarse llevar por aquella música. —¡Tienes que probar esto! —Ella gritó cerca de mi oído, llamando a un chico pelirrojo con la mano, él se acercó con una gran sonrisa y me tendió un vaso con líquido naranja —¡Él es mi primo Fran! —él saludó con un asentimiento de cabeza y yo hice lo mismo —¡Ella es mi mejor amiga Alex! El olor de aquella extraña bebida llenó mis fosas nasales, su aroma era adictivo, invitándome a darle un gran trago. —¡Está riquísimo! ¿Qué es? —grité para que me escuchara. —Le dicen el cóctel del día de los muertos —fruncí el ceño y miré la bebida, Margo soltó una carcajada —Le dicen así porque nos mezcla las emociones, euforia, felicidad, nostalgia —agarró un vaso con el cóctel y lo bebió hasta la última gota, soltando un fuerte grito de emoción —¡Me encanta! —chilló, mandando a su primo que le llenara nuevamente el vaso. Sonreí un poco ¿Así se veía la felicidad? No. Así se veía alguien que ya había bebido mucho, pero qué importaba, parecía olvidar todos sus problemas. Tomé todo el líquido, tosiendo un poco al final, sonreí, que bien se sentía esto. —¡Ya vuelvo! —gritó Margo antes de desaparecer entre la multitud. —No puedo creer que al fin conozca a la mejor amiga de Margo —Fran me sirvió otro cóctel, sus ojos eran verdes y muy bonitos. —Es agradable conocer a otro pelirrojo —la música ya no era molestia, como si mis oídos se hubieran acostumbrado al ruido. —Prueba este —lo observé mezclar, se veía seguro de sí mismo —aquí tienes —agarré el vaso dándole un sorbo, cerré los ojos ante su sabor. Creo que ya descubrí mi bebida favorita. —¿Qué es esta maravilla? —Tiene ginebra de Jazmín, jugó fresco de limón, frambuesa fresca y mi ingrediente secreto —me guiñó un ojo antes de alejarse a atender a los demás. Miré hacía la oscuridad, los cuerpos saltaban y se movían al ritmo de la música. Mientras disgustaba del trago, busqué con la mirada a Hasret ¿Dónde se había metido? . Bufé ante la idea, claro que no iba hacer una fiesta, además ¿quién iría? Toda mi vida he intentado alejar a todo aquel que se haya querido acercar a mí, permitiendo que un gran muro de indiferencia y temor se interpusiera entre mi día a día y la sociedad. Solo Margo logró atravesar ese muro, con años de esfuerzo, es una chica muy persistente y siempre estaré agradecida por eso.... Y ahora él, con esa actitud de rebeldía y una vibra misteriosa que se atrevió invadir mi espacio personal y de besarme sin mi consentimiento, no sé qué habrá traído a Hasret hasta aquí, pero una parte de mí se siente dichosa que sea él quien me saque de mi monotonía. —¿Buscas a alguien? —mi piel se erizó al sentir su aliento tocar mi cuello, rápidamente me giré hacia él y bajé el vaso de mis labios. —Estaba buscando a Margo —mentí. —Bailemos —me tomó suavemente de la muñeca y me guio hasta el centro del salón, casi no podía ver su rostro, las personas brincaban y gritaban a nuestro al rededor, de pronto todo se calmó y empezó una música lenta. —No sé bailar —confesé. Nunca lo había hecho. —Yo tampoco, pero supongo que podemos hacer lo mismo que ellos —señaló con la cabeza a las personas que se encontraban cerca, con un ligero movimiento tomó mis brazos y los puso sobre sus hombros para poder agarrarme de la cintura, pegándome aún más a su cuerpo, intentando imitar lo que los demás hacían —ahora nos movemos de un lado a otro —susurró, encogiéndose un poco para que su aliento me hiciera cosquillas sobre los labios. —Parece fácil —murmuré, pegué mi cabeza a su pecho y cerré los ojos, dejándome llevar por la música lenta. Mi respiración era suave y tranquila. Me tomé el atrevimiento de inhalar su aroma, era muy peculiar. Levanté la cabeza para ver sus ojos oscuros, los cuales se mezclaban con la oscuridad de la habitación, de pronto el destello de los recuerdos me estremeció, los aros rojos que vi en la mirada de aquellas criaturas invadieron mi cabeza. Solté a Hasret y retrocedí, la música suave volvió a cambiar a una rápida, transformando los movimientos de las personas, haciéndolos brincar y cantar a todo pulmón. —¿Estás bien? —gritó él, dándose cuenta de mi cambio de humor. Lo ignoré y seguí retrocediendo, algo me estaba inquietando y no era precisamente los recuerdos de esos monstruos, ellos estaban aquí, lo podía sentir. Habían venido a por mí —Ven a aquí —sentí un tirón en el brazo y luego fui arrastrada escaleras arriba, esquivando adolescentes ebrios. Volví a respirar con normalidad cuando Hasret cerró la puerta del baño tras de él. —Creí que iba asfixiarme —murmuré, tocándome dramáticamente el pecho. —Estaba por darte un ataque de pánico ¿Qué fue lo que te inquietó? —preguntó, apoyando su espalda contra la puerta y cruzándose de brazos. El baño era lo suficientemente grande para estar los dos, sin sentirme incómoda por su cercanía. —No lo sé, quizás no estoy acostumbrada a estar rodeada de muchas personas. Su mirada estaba llena de duda. —Entonces. supongamos que te creo ¿Quieres irte ya? —¡No! —solté —Aún no quiero irme. En realidad, si quería, pero a la vez no, era como una incómoda sensación. Estaba indecisa, por un lado, me estaba divirtiendo, pero por el otro tenía una mala sensación de que algo malo pasaría. —Eres un mundo de misterio, lo sabes ¿no? —¿Por qué lo dices? —puse un mechón de cabello atrás de mi oreja y froté mi sudado rostro. —No lo sé, todo el tiempo estás nerviosa, como si temieras a que un monstruo saliera de la nada y te tragara. En este momento estaba segura de que la sangre había abandonado mi rostro. —Que ridículo. Su mirada era intensa, como si quisiera atravesar mi alma. —Te has puesto pálida, anda, lávate el rostro, te hará sentir mejor. Lo obedecí, con cuidado me giré y miré al espejo, mi cabello se pegaba a los costados de mi cara por el sudor, el color rubio de mi cabello se veía oscuro por la poca iluminación del baño. Después de lavarme el rostro suspiré de alivio. Mis ojos se encontraron con los del pelinegro a través del espejo. —¿Puedes dejar de mirarme así? —pregunté, poniendo los ojos en blanco. —¿Así cómo? —Como si quisieras adivinar lo que estoy pensando —caminé hacia él, para que se apartara de la puerta y me dejara salir, pero no se movió, haciéndome fruncir el ceño. —Ya estoy mejor, volvamos a la fiesta. —¿Estás segura? —se inclinó un poco, acercando su rostro al mío. —Solo abre la puerta —pedí después de controlar el temblor de mis piernas, Hasret sonrió y abrió la puerta, dejando entrar el alto volumen de la música. Al salir esquivé varias personas, pero me detuve en seco al ver a la pelirroja, ella estaba a punto de bajar las escaleras, pero lo que me paralizó fue aquella sombra a su lado, grande y tenebrosa, pero nadie se percataba de ella. —¡Alex! —Margo levantó su brazo para saludarme y sonrió. Ahogué un grito al ver a la sombra casi sobre ella, intenté correr, alcanzarla, pero la sombra trepó la pared como una araña y saltó hacia ella. —¡No! —grité, golpeando mis cuerdas vocales. Margo soltó un grito de sorpresa al ser empujada, golpeó su cuerpo con cada escalón hasta que su cuerpo cayó en seco al pie de las escaleras, donde quedó flácida y no se movió. La música paró, las luces se encendieron y el primero en correr hacia la pelirroja fue Fran, su primo. Mi corazón palpitaba tan rápido que creí se saldría de mi pecho. Bajé las escaleras rápidamente, acercándome al cuerpo de mi mejor amiga, un gran charco de sangre se había formado alrededor de su cabeza. Mi respiración se había acelerado y las lágrimas ya empezaban a fluir por mis mejillas. —Hay que llevarla al hospital, deprisa —mencionó Hasret al llegar a mi lado, con cuidado tomó a Margo entre sus brazos y la llevó hacia la salida, Fran apartaba a las personas, su rostro se veía preocupado y a la vez enojado. Salí tras de ellos, ayudé acomodarla en la parte trasera del auto de Fran, él le dio las llaves a Hasret y corrió a la casa. —¡Llévenla al hospital! Sacaré a todos de la casa y nos veremos allá —gritó, desapareciendo en el interior de la casa. Me limpié las lágrimas y subí al auto, no le quité la mirada de encima a Margo hasta llegar al hospital más cercano. Mi pecho dolía, ese monstruo la había empujado y nadie logró verlo. —Esperen aquí —informó la enfermera cuando se llevaron a la pelirroja a emergencia. —Ella estará bien —murmuró Hasret, sus brazos rodearon mis hombros y hundí mi cabeza en su pecho, dejando salir varios sollozos. Quería decirle quien había sido el responsable, preguntarle si él lo había visto, pero iba a pensar que estaba loca, no podía ser verdad lo que había visto ¿Y si esas sombras siniestras y asesinas sólo eran parte de mi imaginación?
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