Capítulo 05

2178 Words
Cuántas veces no hemos querido escapar, dejar todo atrás y olvidarse de todo aquel que ha usado nuestra alma para destrozarla, cuantas veces no quisimos gritarle al mundo y demostrarle el enojo que llevamos dentro, cuantas veces no hemos querido dejar de vivir. Margo estaba hablando animadamente sobre algo, pero mi mente estaba tan lejos que solo podía verla mover los labios, porque el sonido de su voz no llegaba a mis oídos. ¿Qué tanto puede esconder una persona? Había agarrado la hamburguesa y la sostenía a centímetros de mis labios, pero era incapaz de darle un mordisco, el recuerdo de la sangre salpicando mi rostro me daba náuseas. — ¿Entonces? —preguntó la pelirroja. Le hice un gesto de que no comprendía, ella giró los ojos y bufó —Estás en las nubes Alex ¿puedes aterrizar y prestarle atención a tu mejor amiga que tiene muchos problemas? —Lo siento, te escucho —la observé, intentando mantener mi mente despejada. — ¡No sé qué color de globos usar! —exclamó, poniendo su labio en un puchero ¿De verdad eso era un problema? —Ayúdame ¿sí? —me mostró varios colores y levantó las cejas. —Este —señalé el color celeste —Es bonito —me encogí de hombros restándole importancia. —No lo sé... ¿Qué tal esté dorado? —Sí, es bonito. —Alex, no estás siendo de buena ayuda. Suspiré, el estómago me pedía a gritos que me alimentara, pero estaba segura de que si le daba un mordisco iba a terminar vomitando frente a toda la cafetería y lo que menos quería era ser el centro de atención a causa de burlas. La hamburguesa fue arrebatada de mis manos y lo miré incrédula mientras le daba un gran mordisco a lo que tuve que haberme comido hace rato. Hasret saboreaba la salsa que había quedado en sus labios. Sus labios.... —Hola —saludó, dándole otro mordisco a mi hamburguesa. Margo estaba sorprendida de verlo sentado junto a ella, movía su cabeza hacia mí y luego hacía él, incrédula. Los ojos de Hasret se achicaron cuando sonrió, esos ojos oscuros y misteriosos que creí ver ayer. Creí verlo en mi habitación, hasta creí haberlo escuchado > habían sido sus palabras, se escuchó tan real... pero solo bastó con parpadear para que él desapareciera, en ese instante corrí a encender el interruptor de la luz para encontrarme la habitación completamente vacía. Pensé que estaba imaginando cosas, que me había vuelto loca, pero en la mañana comprobé que no lo estaba, porque mi ropa aún seguía salpicada de sangre. La sombra, el hombre ebrio, su cabeza destripada y su sangre en mi cuerpo... todo eso era real, pero ¿Y Hasret? ¿A él si me lo imaginé? — ¿Dónde estabas anoche? —le pregunté con una mueca insidiosa, apoyando mi mentón sobre mis manos entrelazadas. Él dejó de sonreír e imitó mi postura, codos apoyados en la mesa, manos entrelazadas y el mentón sobre ellas. Sus ojos se volvieron profundos y curiosos. —En un bar que sé que te encantará si decides salir conmigo mañana —dijo. Me sonrojé en ese instante y enderecé mi espalda. —A ver si entiendo lo que está pasado —Señaló la pelirroja a Hasret entrecerrando sus ojos verdes — ¿Estás invitando a mi amiga a salir? ¿Y desde cuando se conocen? —Nos conocimos en la enfermería y no, no me está invitando a salir —dije, dándole un sorbo a mi botella de agua. —En realidad si lo estoy haciendo —Hasret se encogió de hombros ante mi mirada reprobatoria. —Imposible, mañana es mi fiesta y estoy tratando de convencer a Alex de que vaya, quizás puedas ayudarme con eso —propuso Margo. La sonrisa del chico frente a mí era cada vez más grande, dejándome ver su perfecta dentadura. —Trataré —respondió. Puse los ojos en blanco antes de darle otro sorbo al agua. No quería salir y especialmente no de noche. —Tengo que ir al baño —Salí de la cafetería antes que lograran articular palabra alguna. Corrí dentro del baño hacia el lavamanos, me quité la gorra y agarré mi cabello para que no estorbara al vomitar. Metí un dedo en mi boca esforzando el vómito, este salió al segundo. Las náuseas fueron desapareciendo mientras intentaba recomponerme, el líquido amarillento a causa de la fuerza que hice y el no haber comido nada desaparecieron al abrir el grifo. —En la esquina hay una farmacia, por si necesitas una prueba —la voz de la chica me sobresalto, ella salía de uno de los cubículos y su rostro era de desagrado al ver mi estado. Fruncí el ceño, ella miró mi vientre y luego a mí y sonrió con tristeza antes de salir del baño. Ahora entiendo su comentario, era imposible que estuviera embarazada, ni siquiera cruzaba esa idea por mi cabeza. Mi padrastro ni siquiera llegaba al éxtasis y mi periodo me llegaba cada mes. Era algo repulsivo pensar que yo estuviera embarazada de ese monstruo. >. Suspiré, me incliné para lavar mi rostro y refrescarme un poco. Al mirarme en el espejo me alteré, el pánico se apoderó de mí en segundos al ver la sombra a centímetros de mi rostro, me volteé rápidamente pero no había nada, en el baño solo estaba yo. Miré nuevamente el espejo, solo mi reflejo estaba allí, gotas de agua aún en mi cara y las ojeras decoraban el inferior de mis ojos. —Tranquilízate... —Me susurré. Estaba alterada y los nervios me traicionaban. —Creí que el baño te había tragado —jadeé ante su gruesa voz y lo miré incrédula cuando entró y cerró la puerta con seguro. — ¿Qué crees que haces? —pregunté, molesta. —Solo vine asegurarme de que estuvieras bien —mencionó, ignorando el hecho de que estuviera dentro del baño de mujeres. —Lárgate, Hasret. —¿Por qué? Estamos charlando —dio unos pasos hacía mí, retrocedí por instinto —Tranquila, no voy a hacerte daño —alzó las manos en forma de paz, en su rostro había una sonrisa pícara de medio lado. Su cabello estaba sobre su frente y rozando su cuello en perfectas ondas, era como si estuviera perfectamente alborotado. —Aléjate de mí... —las palabras se escaparon de mi boca casi inaudibles, pero lo suficiente para que me escuchase. Mi labio tembló y él lo notó, porque retrocedió al instante. —Me tienes miedo —expuso, como si fuera una afirmación, yo negué con la cabeza, no le tenía miedo a él, solo me sentía vulnerable con los nervios atacando mi cerebro a cada segundo — Creo que necesitas tu especio, pero no me vuelvas a pedir que me aleje de ti, eso es algo que ya no puedo hacer —frunció las cejas y tan rápido como le quitó el seguro a la puerta, salió, dejándome atónita y desconcertada por sus palabras. Me froté el rostro, estaba frustrada y desesperada por no entender lo que estaba pasando. Esto era una pesadilla. Me puse nuevamente la gorra de mi padre me dirigí hacia mi próxima clase. No vi a Margo hasta en la salida, estaba hablando animadamente con unos chicos junto a su casillero. Guardé mis cosas, lista para salir de esta aglomeración de alumnos. — ¿Cómo estuvo el batido? —agarré con fuerza la puerta de mi casillero al escuchar su voz. Me mordí el labio tan fuerte que no lo solté hasta sentir el metálico sabor de la sangre. Le estaba dando la espalda, prácticamente hundía mi cabeza dentro del casillero. No quería voltearme, porque eso significaría ver a Ector y soportar el dolor de no poder decirle la verdad de la muerte de su amigo. —Alex, aunque metas tu cabeza dentro del casillero sigo viendo el resto de tu cuerpo —escuché su irónica voz. — ¿Qué se te ofrece? —dije al voltearme, quería llorar y gritarle todo lo que le había pasado a Jordan. — ¿De casualidad no lo has visto? — ¿Ah quién? —No te hagas la tonta Alex, Jordan iba a salir contigo esa noche y ahora no logro localizarlo, no ha venido a clases en tres días y en su casa tampoco está —mencionó, casi irritado. —Lo siento, no lo sé —me encogí de hombros —Aquella noche nunca llegó, así que no me recuerdes a ese cretino —la cretina era yo, las lágrimas querían escaparse de mis ojos y sentía que el oxígeno se escapada de mí. — ¿De verdad? Pero él iba a ir, tenía que ir —mencionó tocando su barbilla como si estuviera pensando en algo. —Déjame adivinar ¿Era una apuesta? —No lo tomes personal —dijo, sin ninguna pizca de culpabilidad o vergüenza. Cerré el casillero con fuerza, asustando a quien estuviera cerca. —Por favor, no vuelvas hablarme —pedí, golpeé su hombro al pasar a su lado. Una vez que me había alejado de él pude respirar bien, las manos me dejaron de temblar y mi corazón volvió a su sitio. — ¿Cómo es que Ector Morfy te habla y a mí no? —preguntó la pelirroja con una sonrisa de oreja a oreja. —Solo me estaba preguntando sobre una tarea —mentí. —Claro y mi cabello zanahoria es falso —puso los ojos en blanco —¿Vendrás a mi fiesta? —Margo, ya te dije que no lo sé. — ¡Por favor! —puso ojos de cachorro—Nunca has ido a una de mis fiestas, es hora de que lo hagas y te diviertas. Me giré hacia ella bruscamente al salir del instituto. —Tienes razón, iré, si es que no muero antes —mencioné, Margo dio unos brincos de alegría y me abrazó. —Adiós —se despidió antes de correr al auto n***o, donde su chofer la esperaba. > Resoplé. Acomodé la mochila en mi hombro y caminé rápido a casa, al llegar Henry no estaba, algo que me alegraba. Por la tarde terminé de hacer mis deberes y me duché. La herida en mi muslo estaba sanando y las marcas en mi tobillo habían desaparecido. Bajo la regadera pensé en Hasret, su beso, su actitud, su sonrisa y sus palabras, dijo que ya no podía alejarse de mí, pero ¿por qué? Tan solo nos conocíamos hace tres días ¿Qué tan difícil es alejarse de alguien? La bombilla del baño parpadeó, la miré asustada, con miedo de que fuera aquella cosa alterando la luz. Me sobresalté al escuchar la puerta principal, salí de la bañera poniéndome rápidamente la toalla y salí hacía la sala. Me paralicé cuando vi a Henry, quería esconderme en mi habitación pero su mirada tranquila me detuvo, él estaba tranquilo, el alcohol y la droga no estaban en su sistema aún. —Compre algo de comida —señaló unas bolsas sobre la isla de la cocina, no me miraba los ojos, siempre era así cuando estaba sobrio, me hablaba de forma tranquila, pero no era capaz de mirarme a la cara —Saldré por un rato. —Puedo... —dije antes que atravesara la puerta — ¿puedo ir a donde una amiga mañana? —él miraba hacia abajo y sus hombros de encogieron. —Has lo que quieras —dijo antes de salir. . . . La noche del sábado había llegado, el pensamiento de salir de noche me aterraba ¿Y si esa cosa está esperándome allá afuera? Me había puesto un vestido fresco colorido, mis tenis y la gorra de papá. Aún tenía la mancha de sangre en el ojo, pero ya no se notaba mucho. Me vendé la herida del muslo donde rosaba la vasta del vestido. Henry se había ido desde la mañana y aún no volvía, eso me daba oportunidad de salir. No, no era seguro. Mi ventana se abrió y una ráfaga de aire entró por ella, haciendo volar varias cosas de mi escritorio. — ¿Lista? —me estremecí ante su voz. Su cabello despeinado y una sonrisa brillante en su rostro. —Me asustaste —dije —¿Qué haces aquí? No te he dado permiso de entrar —era demasiado tarde, él ya había saltado dentro de la habitación. —Toma mi mano —Hasret me observaba con atención. — ¡Alexandra! —La voz de mi padrastro retumbó por toda la casa — ¡Alexandra! —gritó casi ahogándose, estaba ebrio. La manilla de mi puerta se movió fuertemente. Él quería entrar, quería hacerme daño — ¡déjame entrar! —volvió a gritar. Miré a Hasret quien aún mantenía su palma abierta extendida hacia mí, sus ojos oscuros no mostraban nada. ¿Qué era peor, abrir la puerta o tomar su mano?
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