Capítulo 08

1024 Words
La lluvia había parado, pero el cielo seguía cubierto por las nubes oscuras, impidiendo la presencia del sol. El campus estaba vacío al igual que las gradas, todos los alumnos preferían el calor del interior del instituto, no tenia ganas de sentarme en medio de la cafetería sola, menos para verles las caras a los adolescentes, ni mucho menos velarles su comida, mi estomago rugía de hambre, pero no tenia nada de dinero. En medio de las gradas, sola, me daba cuenta como mi vida era tan diferente a la de los demás, nunca le desearía mi vida a otra persona, porque nadie tendría que estar pasando por esto, pronto cumpliría mi mayoría de edad ¿Entonces qué? ¿Terminaría la preparatoria y me iría de este pueblo? O ¿seguiría atrapada en Lacock y encarcelada con el monstruo de mi padrastro? Mi futuro estaba tan cerca, pero tan lejos a la vez, como si estuviera corriendo dentro de un laberinto con la esperanza de encontrar la salida al doblar cada esquina y decepcionarme al ver que solo era un callejón sin salida. Miré hacia arriba, hacia el oscuro cielo, imaginándome lo claro y hermoso que se vería si atravesara esas nubes grises. ― ¿Está ocupado? ―preguntó Ector, sentándose a mi lado. ―Otra vez tú ―mencioné, sin quitarle la vista al cielo. ―Así es, otra vez yo ¿Quieres? ―miré la gaseosa que tenia en la mano, sus labios se estiraron en una sonrisa débil, iba a negarme, pero mi estomago rugió ―También traigo esto ―Me ofreció un emparedado, la boca se me hizo agua al instante ―Por cierto, tu cabello aún sigue mojado ―Observó. ―Que gran observador ―dije sarcásticamente, aceptando la gaseosa y el emparedado. Cerré los ojos al primer mordisco, disfrutando la combinación de salsas y sabores. Mi estómago saltaba de la emoción. Abrí los ojos lentamente, sintiendo la mirada de Ector en mí. Él me miraba fijamente y por primera vez, después de todos estos años compartiendo las mismas clases, pude apreciarlo, su físico, su cabello corto, cejas pobladas y ojos marrones, cubiertos por largas pestañas. Tragué grueso al sentirlo tan cerca, en otro momento me hubiese alejado inmediatamente, pero en este instante no me sentía incómoda, era una sensación extraña, pero agradable. —Eres muy hermosa —mencionó, rompiendo la tranquilidad de hace unos segundos, parpadeé varias veces y me alejé, soltando un suspiro para demostrarle mi molestia. —Si, claro. —Te lo digo en serio —se acercó otra vez —Nunca te había visto de verdad —levanté una cejas por sus palabras —Obvio si te había visto, pero ya sabes, nunca me habías llamado la atención, lo que quiero decir es que no me había dado cuenta de lo hermosa que eras, como siempre llevas esa ropa ancha, pasada de moda y sueles esconder tu rostro bajo esa gorra vieja, era difícil ver tu atractivo. —De acuerdo, ya te entendí —me levanté con la intención de irme, no estaba ofendida por lo que me había dicho, pero no seguiría escuchando nada más que saliera de su boca. —Lo siento, no quería ofenderte —se levantó impidiéndome el paso. —No me ofendiste, no me importa lo que tú pienses o digas de mí, solo déjame en paz ¿de acuerdo? —Salgamos esta noche —pidió rápidamente. —¿Esta es otra de sus apuestas? Ya estoy harta, déjame pasar —lo empujé y me apresuré a bajar las gradas. —Quiero que me ayudes a buscar a Jordan —me detuve, girándome lentamente hacia él —Esta noche, por favor —metió sus manos en sus bolsillos y su mirada era afable. Podríamos buscarlo bajo de cada piedra del mundo, pero nunca lo volveríamos a ver, Jordan estaba muerto y nadie lo podrá revivir. Mis ojos quemaron, porque las lágrimas querían salir, si lo ayudaba en la búsqueda significaba darle esperanza y eso era exactamente lo que no había. No había esperanza de encontrarlo. —Por favor, Alex, Jordan es mi mejor amigo, ya han pasado muchos días y la policía aún no quiere darlo por desaparecido — insistió, murándome lastimeramente. Miré en varias direcciones, en busca de una salida, fácilmente podía salir corriendo e intentar evitarlo durante el resto del día, pero no iba a servirme de mucho. Al final suspiré, rindiéndome a su favor. —De acuerdo, te ayudaré —dije. Él sonrió y asintió. —Te lo agradezco, nos vemos después de clases —me dio un corto y rápido beso en la mejilla, tomándome por sorpresa y corrió hacia el instituto, para evitar mojarse, ya que la lluvia empezó a caer otra vez. . . . Después de clases fui al hospital, creí que Hasret me acompañaría, pero no lo había visto en todo el día, me pareció algo extraño que faltara a clases, quizás mañana si asista. Me estaba acostumbrando a su presencia. Aún no dejaban entrar a la habitación de Margo, su estado era aún delicado, así que solo podíamos verla desde la enorme ventana del cuarto, el cristal estaba un poco empañado por el frío del lugar. Me abracé para calentarme un poco, no había rastro de Fran, ni de los padres de ella, quizás fueron a descansar y vendrían más tarde a verla. Su cabello zanahorias se veía oscuro, una venda rodeaba su cabeza y frente, tubos salían de su nariz, compartiéndole oxígeno, pero parecía estar todo en orden. Estaban tan concentrada traga viéndola que no me percate lo sola que estaba en el pasillo, no hay ningún alma cerca. Las luces como si hubieren detectado mi incomodidad empezaron a parpadear, poniéndome tensa, miré en ambas direcciones del pasillo, asegurándome que no había nada, pero las lámparas seguían parpadeando, dándole un aspecto terrorífico a los pasillos. Intenté no perder el control y respiré profundo. >. Cerré los ojos y conté hasta tres, al abrirlos me sorprendí al ver todo en orden, las lámparas ya no parpadeaban y los pasillos eran nuevamente invadidos por enfermeras y doctores, dejándome respirar nuevamente con facilidad.
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