Capítulo 03

2234 Words
Hay veces que te tomas un momento de tu vida para darle un gran repaso y analizarla, pensar si todo lo que has hecho ha valido la pena en cualquier circunstancia o si simplemente perdiste el tiempo. Esa era mi vida constantemente, preguntándome qué había hecho para merecer todo lo cruel que me ocurría, o qué pecado estaba pagando para que mi vida fuera una historia de terror. Tragué fuerte, golpeándome las glándulas al tragar mi propia saliva, el latido de mi corazón no era normal, hasta podía sentir su palpitar en mi garganta como si quisiera escapar de mi interior. Y mis ojos.... estaban cubiertos de pánico al observar aquel brazo aterrador, con garras filosas que se deslizaba por la pared fuera de la oscuridad. Corre, corre por amor de Dios... corre Alex... Me repetía una y otra vez esas palabras en mi mente, pero mis pies no reaccionaban, como si estuvieran clavados en el suelo. Las luces seguían parpadeando hasta que otra lámpara más cercana explotó, dejando otra parte a oscuras, retrocedí varios pasos hasta que mis pies reaccionaron y empecé a correr. Salí de la biblioteca a toda prisa, se escuchaba el salpique de la lluvia en el techo y las luces del pasillo parpadeaban de igual forma, miraba hacia atrás con pánico, el dolor en mi pierna era cada vez más fuerte, como si me volviesen a enterrarme un pedazo de cristal. Ahogué un grito al sentir un jalón en mi tobillo izquierdo que me hizo tropezar, caí al suelo golpeando mis brazos para evitar que mi cara se estampara con el piso. Las lágrimas salieron de mis ojos al sentir el ardor en mi pies, al voltearme patalee intentando zafarme de su agarre con desesperación, la mano negra salía del suelo y sus uñas se clavaron en mi piel, su agarre en mi tobillo era tan fuerte que creí que todos mis intentos de apartarme serían en vano. — ¡Suéltame! —chillé entre lágrimas. Volví a patalear hasta liberarme, me arrastré en el suelo hasta tener las fuerzas para volver a levantarme. Estaba tan cerca de la salida que sin mirar atrás me lancé hacia la puerta empujándola con todas mis fuerzas, esta se abrió bruscamente haciéndome perder el equilibrio y caer al suelo encharcado en agua lluvia. —Vaya, con razón estás siempre en la enfermería —me sobresalté al escuchar su voz, giré la cabeza en su dirección, estaba apoyado en la pared junto a la puerta, tenía una chaqueta negra que estaba segura de que no llevaba puesto en la mañana. Le daba su última calada a su cigarro antes de tirarlo al suelo, no fue necesario pisarlo para apagarlo ya que la lluvia se encargó de eso. Hasret caminó hasta mí para ayudarme a levantarme, mi vestido quedó mojado y mi cabello ya estaba siendo cubierto por las gotas de lluvia. — ¿Qué haces aquí? —pregunté una vez estuve de pie, su cabello mojado se pegaba a su frente, resaltando sus ojos oscuros. —Debería preguntarte lo mismo —me miró de arriba abajo con las cejas fruncidas — ¿Y a qué le estabas huyendo? —miré hacia atrás donde la puerta estaba abierta de par en par, el interior estaba iluminado como de costumbre, ninguna lámpara parpadeaba y el pasillo estaba completamente despejado. ¿Y si lo imaginé? No, claro que no. Yo no estaba loca. —No era nada —negué con la cabeza —debo irme —me alejé de él, fue cuando sentí el gran dolor que desprendía la herida en mi pierna. —Te llevaré, dime dónde vives... — ¡No! —Casi grité —iré sola, estoy bien, en serio. —Solo mírate, estás empapada —señaló mi pierna —y no puedes ni caminar, así que te llevaré a casa —empezó a caminar hacia una moto negra. —No lo entiendes —dije, el peli n***o se volteó hacia mí, observándome con las manos sobre las caderas, impaciente —No quiero que me lleves a casa, estoy bien —aseguré, aunque era patéticas mis palabras al ver mi estado. — ¿Es que acaso no ves la herida que tienes en el muslo? —Y no quiero otra más —me apresuré a decir, mis labios empezaron a temblar del frío —adiós Hasret —me abracé a mí misma, dispuesta a caminar hasta mi casa. —Eres muy terca, pero para tu suerte yo lo soy más — me paralicé cuando lo vi caminar hacia mí. De un rápido movimiento me tomó en sus brazos llevándome hasta la moto. — ¡Suéltame! ¡Te he dicho que no! —Al menos déjame acercarte a tu casa, para que no camines tanto ¿ok? —me sentó sobre la moto, tomando un casco y tendiéndomelo. Sus ojos brillaban y las gotas de su cabello caían perdiéndose en el aire. Asentí, nunca me había subido a una cosa de estas ¿Y si me caía? Él sonrió cuando acepté el casco, ayudándome a ponérmelo. —Agárrate fuerte —mencionó una vez sentado delante de mí, agarré una parte de su chaqueta, él giró la cabeza para poder verme, gracias a Dios que me había puesto el casco, así no podría ver lo roja que me había puesto de tenerlo tan de cerca —¿En serio te sujetarás así? —sonrió, llevando mi atención a sus labios. Me encogí de hombros, Hasret no dejó de sonreír y encendió la moto apretando el acelerador un poco, ante el movimiento brusco solté un grito y me aferré a su cuerpo como si mi vida dependiera de ello. —Así está mejor —dijo y volvió a poner la motocicleta en marcha. Me sentía insegura estando pegada a él, pero dejé que mis brazos alrededor de su cintura se relajaran y apoyé mi cabeza a su espalda. El viaje fue silencioso, solo el ruido del motor y la brisa por la velocidad a la que íbamos se podían escuchar. Hasret bajó la velocidad y paró donde le indiqué, fue el primero en bajar, ubicándose frente a mí para ayudarme a quitarme el caso. Era muy tierno de su parte. —Me gustan tus ojos — pronunció, me tensé cuando apartó varios mechones de cabello de mi rostro, sus dedos acariciaron mi mejilla suavemente, quería apartarme, pero algo me lo impedía. ¿Acaso era yo o sus ojos me hipnotizaban? — ¿Qué haces? —susurré, sus ojos me observaban con detenimiento, como si analizara cada reacción de mi parte. No contestó, siguió parado observándome. Sentía una extraña sensación en mi estómago — ¿Hasret? —volví a susurrar, esperando que se alejara y me dejara bajar de su motocicleta. —Siempre me pregunté qué se sentiría... —mencionó, humedeciendo sus labios con la lengua. —De qué estás hablando... —dejé salir un jadeo cuando juntó sus labios con los míos, moviéndolos lentamente, por un instante me quedé perpleja, con los ojos abiertos y sin saber qué hacer. Tomó mi otra mejilla y apretó más su rostro contra el mío, profundizando el beso, cerré los ojos unos segundos, estaba por dejarme llevar, no, esto no puede estar pasando. Lo empujé bruscamente, sorprendiéndome de la fuerza que tuve en ese instante, sus ojos me miraron con confusión y un atisbo de diversión. —Debo irme —me bajé como pude de la motocicleta y empecé a caminar hacía la casa. —Te acompaño hasta tu puerta, no puedes ni caminar —dijo a mi espalda. —Sí que puedo —respondí sin mirar atrás, de mi pierna emergía un dolor insoportable, pero debía aguantarlo, lo último que quería era que el me llevara hasta la puerta de mi casa. Toqué mis labios, ese fue mi primer beso... uno que nunca esperé, y sin saber por qué lo hizo, fue mi primer beso. Antes de abrir la puerta esta se abrió de repente, dejándome ver a un padrastro ebrio o drogado. — ¿Por qué llegas tarde? —gruñó. Bajé la mirada hacia mis pies. —Fue mi culpa —me giré para ver al peli n***o con las manos en sus bolsillos, ignorando el mal genio de Henry. No, vete por favor. Lo miré con miedo, rogándole con mis ojos que diera media vuelta y se fuera, pero el solo sonrió y se adelantó a presentarse. —Soy Hasret, señor, compañero de Alex, nos dejaron una tarea y tuvimos que quedarnos en la biblioteca, pero como salimos tarde quise acompañarla para que no volviera sola —dijo sin quitarle la mirada de enzima —Nadie sabe lo que puede encontrarse en el camino, la calle está llena de locos —agregó. —Ella puede caminar sola a casa —respondió mi padrastro, tirando de mi brazo hacia el interior de la casa. —Si no lo ha notado, su hija tiene una herida en su pierna y le es difícil caminar —Henry apretaba los dientes, no quería dejar ver al verdadero monstruo que era. —Ahora ya está en casa, vete —cerró la puerta en su cara, mis pies empezaron a temblar, ya sabía lo que vendría. Los dos vimos por la ventana al chico peli n***o que se alejaba —Veo que le estás sacando provecho a esa herida... Empezó a caminar de un lado al otro, pensando. Me tomó por el cabello y me hizo mirarlo a la fuerza —Debería romperte las dos piernas para que no vuelvas a caminar nunca más —mencionó con irritación, las lágrimas resbalaron por mis mejillas silenciosamente. Su palma se estampó contra mi mejilla, tumbándome al suelo, sollocé de dolor y ardor que se apoderaba de mi rostro. Me dejó unos segundos allí para levantarme bruscamente del cabello y empujarme contra la isla de la cocina, poniéndome se espalda. —No Henry, por favor ya no hagas esto —dije entre lágrimas mientras me ahogaba con mi propia saliva. Ignoró mis súplicas y dejó caer su pantalón, abriéndose paso hasta llegar a mi intimidad e introducir su m*****o en mí, cerré los ojos y enterré mis uñas en la madera, a este paso ya no gritaba, solo me perdía en el caos de mi cabeza. Mis piernas temblaban con cada embestida, las lágrimas corrían por mis mejillas y algunas entraban a mi boca, sabían saladas y a sufrimiento. El beso inesperado se Hasret no fue lo que me sorprendió, fue el ¿por qué a mí? ¿Es que mis ojos no irradian vacío y sufrimiento? ¿Quién se fijaría en alguien cuya alma ni siquiera soporta estar en su propio cuerpo? . . . Me había demorado más de una hora bajo la regadera, sentada en el suelo abrasando mis rodillas mientras el agua caía sobre mí y recorría mi cuerpo, limpiando la suciedad que cargaba, era una lástima que solo limpiara lo exterior, dejando la parte más sucia dentro de mí. Al entrar sin fuerzas a la habitación me miré al espejo de mi peinadora, mi ojo izquierdo contenía una mancha de sangre, seguro el golpe de Henry había provocado que se rompiera una vena de allí. ¿Qué más mentiras se supone que le diría a Margo o a Mónica? Me acosté a la cama, tomándome el tiempo de ver mi tobillo, tenía unas marcas de garras, estaban un poco moradas, pero el dolor era soportable. Esto era una prueba de lo que vi en el instituto, no estaba loca, había algo en la oscuridad que ahora me quería a mí. Pero si lo vi asesinar tan fácilmente desde las sombras, por qué no me mató de una buena vez. Después de todo la muerte no puede ser lo peor que me pase. La noche fue larga, pero ni así logré conciliar el sueño, en momentos pensaba de todo y en otro mi mente se vaciaba, como si no hubiese nada allí. En la mañana antes de irme al instituto busqué entre mis cosas hasta hallar la gorra vieja de mi padre, era lo único que me quedaba de él, su recuerdo era casi inexistente, pero por las historias que me había dicho mi madre él me quería y cuidaba, tal como un verdadero padre debe ser. La gorra evitaba que vieran el defecto en mi ojo, quería evitar a Margo y a Hasret en todo momento. Maldecí para mis adentros, había olvidado mi mochila en la biblioteca. Muy bien Alex, muy bien... Al llegar al instituto suspiré antes de entrar, tantas personas, sonriendo y mostrando el mejor lado de su personalidad, pero en realidad nadie sabe lo que viven, nadie sabe por lo que pasan en sus casas, este lugar era como una fiesta de disfraces en que cada uno muestra su mejor máscara. Hasret se encontraba al final del pasillo, recordar su beso me invadía de curiosidad, ternura y a la vez de amargura, si él se hubiera quedado en su motocicleta quizás no hubiera tenido aquel castigo. Me paralice al ver a Ector, estaba cerrando su casillero cuando nuestras miradas se cruzaron, era el único que sabía que me vería con Jordan. ¿Y si me preguntaba por él? ¿Qué demonios le iba a decir? ¿A tu amigo le sacaron los ojos y le arrancaron la lengua un monstruo que sale de la oscuridad? No, debía salir de aquí.
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