Las manos de William recorrían su cuerpo, le provocaban mil sensaciones que era incapaz de describir con palabras, sus caricias eran sutiles y su piel se erizaba con el más leve toque, besaba sus labios de una forma asombrosa, como si los hubiese estado buscando desde hace mucho tiempo, era como encontrarse con aquello que no sabía que había estado esperando, recorrían sus senos y bajaban con parsimonia hasta sus piernas, recorrían sus muslos y se instalaban en su centro, Daphne era incapaz de contener sus gemidos, estos salían uno tras otro como una avalancha que solo se hacía más y más grande, estaba a punto de alcanzar la cima, pero no pudo, la sensación comenzaba a disiparse, lo sentía cada vez más lejano; exactamente cuando escucho el tumbar de una melodía alegre, una melodía que no s
