OLIVER
- ¿A dónde crees que vas? – pregunté al sentir que me faltaba el peso de Laila sobre mi
- A la cocina por agua, ¿te traigo algo? –
- Si, tu delicioso trasero de vuelta a la cama –
La respuesta que obtuve fue la risa de Laila, abrí mis ojos y me senté en la cama, las luces tenues aún estaban encendidas pero aún más bajas de las que usamos hace unos momentos, las leds estaban apagadas, pude ver que mi ropa había sido cuidadosamente doblada sobre la mesa de noche junto a mí, los tres condones sobrantes estaban sobre mi ropa, sonreí al recordar lo maravilloso que fue estar con Laila, busque mi celular y envié un mensaje a mi asistente, “cúbreme, estaré atendiendo asuntos personales pendientes en la mañana, nos vemos por la tarde, gracias.”
Deje mi celular sobre la mesita y desprendí un condón de la tira, si Mahoma no va a la montaña… Bajé las escaleras en toda mi gloria desnuda y encontré a Laila agachada en arco en el refrigerador, la bata corta de seda que tenía puesta se le había subido y dejaba ver su trasero, sin poder evitarlo, mi buen amigo despertó, dejé el condón en la mesa, me acerqué a ella por detrás y la agarre por las caderas rozando mi erección con su trasero.
- Hola tu – dijo ella riendo y enderezándose, la envolví en mis brazos y apoye mi mentón en su hombro – veo que se despertaron
- Demorabas mucho –
- No han pasado ni cinco minutos, me dieron antojos de algo dulce –
- Mmmm yo también quiero algo dulce –
Empecé a darle besos por el cuello, ella echo la cabeza hacia un lado dándome todo el espacio que quería y me sujetó del cabello, subí hasta su oreja y mordisquee su lóbulo
- Eres adictiva – susurré en su oído
- Lo mismo digo de ti, ni cosquillas tengo, pero me tocas y me erizas toda la piel –
Desaté el nudo de su bata y la deslice por sus brazos dejándola nuevamente desnuda, aparté su cabello y seguí besando y mordiendo levemente su cuello, había descubierto que eso la encendía, baje a sus clavículas, sus hombros, todo mientras acariciaba sus senos, sus jadeos iban incrementando y empezó a rozar mi m*****o con su trasero, pellizque sus pezones y gimió alto
- Tan receptiva – murmuré
Le di la vuelta para dejarla frente a mí y atrape su boca en la mía, la besé con toda el hambre que sentía por ella y me correspondió de la misma manera, acune su trasero en mis manos y la alce, ella rodeo sus piernas en mi cintura, sin romper el beso retrocedí a la mesa, agarre el condón y la llevé al mesón de la cocina, la senté y me quede entre sus piernas, seguí besándola con ahínco , mientras acariciaba su espalda, su cabello, sus pechos.
Baje mi mano hasta su intimidad y acaricié su clítoris con el pulgar, ella gimió en mi boca y aruño mi cabeza, seguí acariciándola en círculos hasta que empezó a mover sus caderas, solté su clítoris y me gane un bufido, sonreí y metí un dedo en su v****a, estaba caliente, muy húmeda y muy apretada
- Tan mojada – susurre en su boca
- No sé cómo lo logras, adiós, lubricantes – reí por su ocurrencia
- Tu cuerpo reacciona al mío naturalmente pequeña – dije sacando el dedo y esparciendo su humedad hacia su clítoris – me encanta sentirte así, tan lista para mi
- Entonces que esperas –
- ¿Me quieres dentro tuyo? -
- Si –
Saque el condón de su envoltura y lo deslice por mi erección ante la atenta mirada de Laila, acaricié su hendidura con la cabeza, burlándome de ella, esparciendo su humedad, aumentando su deseo ya que cada vez que bajaba a su apertura ella mecía sus caderas tratando de que la penetrara.
- Oliver, basta, no juegues más, te quiero dentro mío, ahora –
Sin jugar más, la penetre de una sola estocada, su gemido fue alto, echó su cabeza hacia atrás, dejándome su garganta al descubierto, pase mi lengua desde la base hasta su mandíbula, mordí su barbilla y empecé a moverme muy lentamente, la besé metiendo mi lengua en su boca tan suave como la penetraba.
Pronto empezó a querer ir más rápido, sus tobillos en mi trasero me atraían más, sus caderas encontrándose con las mías, pero no aumente la velocidad, quería enloquecerla de deseo, sus besos se tornaron más salvajes, sujeto mi cintura con sus manos y trataba de acercarse más.
- Más rápido – pidió entre besos – por favor Oliver, más
- Respira pequeña, disfruta – dije aumentando solo un poco la velocidad, pero metiendo mi mano entre nosotros y acariciando su clítoris – déjame tenerte de todas las formas imaginables
Sus jadeos se volvieron gemidos a medida que su orgasmo se iba construyendo, sus paredes empezaron a cerrarse entorno a mi polla, apretándome tanto que el placer empezó a recorrerme toda la columna, no iba durar mucho, aumente la velocidad de mis caderas y de mi dedo, Laila se retorcía de placer, dejando marcas en mis hombros con sus uñas, mordiendo mis labios.
- Oli, más rápido por favor, estoy cerca – yo también lo estaba, así que aumente el ritmo como ella me lo pedía y la llevé a la cúspide – ¡Oliver!
Escuchar mi nombre salir de su boca en ese grito-gemido me hizo venir a mí también. Me quede profundo dentro de ella, la abrace sosteniéndola, ella coloco su mejilla en mi hombro, su aliento entrecortado en mi cuello, sus manos fueron a mi cintura, abrazándome fuerte, nos quedamos disfrutando de los residuos de nuestros orgasmos un rato.
- Nunca había tenido sexo en una cocina – confesó cuando su respiración se normalizo
- Ya puedes tacharlo de tu lista –
- No tengo una lista – dijo riendo – pero podría hacerla
- Estaré encantado de ayudarte a completarla –
- ¿Significa eso que esto que está pasando entre nosotros tiene un futuro? –
Me separé de ella solo lo suficiente para tomar su rostro entre mis manos y hacerla mirarme a los ojos
- Por supuesto – declaré – jamás te tomaría como una aventura de una noche
Ella sonrió pícaramente
- Tampoco he tenido una y nunca había tenido sexo en la primera cita –
- Necesitas hacer esa lista, pequeña, muero por darte todas las primeras veces que quieras – dije besándola
- Hace unas horas me diste otra primera vez –
- ¿Cuál? –
- Nunca había disfrutado el sexo oral – confesó volviendo su rostro a mi cuello
- Me estas jodiendo –
- Nop –
- No sé si estar enojado o agradecido de que solo hayas estado con idiotas –
Ella se encogió de hombros
- Solo he estado con dos hombres en toda mi vida – alzó su rostro y me dio un beso en la punta de la nariz – bueno, tres contigo
- No los defiendas, un hombre siempre debe satisfacer a su mujer, si no lo hace es un idiota – dije saliendo de ella para ocuparme del condón
- No los defiendo, pero para ser justos, era más cosa mía –
- Frígida no eres – dije acercándome nuevamente a ella y metiéndome entre sus muslos
- Lo fui, me costó mucho tiempo de terapia abrirme al sexo –
Si declaración me dejo helado, tome su rostro entre mis manos, sus ojos estaban cristalizados
- ¿Alguien te lastimo? – pregunte con cautela
Ella quito mis manos de su cara y me alejo para bajarse del mesón, paso junto a mí, agarré una de sus manos antes de que se alejara más
- ¿Me ayudas con la bandeja por favor? –
Suspire, solté su mano, ella recogió su bata del suelo, pero no se la puso, caminó desnuda hacia la escalera, resignado agarre la bandeja que estaba en el fregadero, tenía una jarra de agua con hielos, dos vasos y un plato hondo con uvas, otro con trozos de queso y otro con chocolate, agarre un vaso y me serví, tome el agua y lo volví a poner en la bandeja para subir todo.
La encontré en la cama revisando su celular, me hizo señas para que pusiera la bandeja en la mesa de noche junto a ella, deje la bandeja y me cerní sobre ella, dejo su celular a un lado y me abrazo por el cuello, deje un beso en sus labios y pase por encima de ella, la atraje por la cintura para quedar acostados ambos a medio lado, frente a frente.
- Mi padre – susurró con los ojos cerrados
Mierda, doble mierda, triple maldita mierda, mis ojos querían salirse de mi cara, ¿Qué mierda había dicho? Ni en un millón de años hubiera esperado esa respuesta, tal vez su novio idiota de la adolescencia o tal vez que su primera vez hubiera sido traumática, pero ¿su padre? ¿Su maldito padre? Hijo de puta.
- Te fuiste a los doce de tu casa – recordé, ella asintió – ese hijo de puta se atrevió a tocarte siendo tu una niña – la ira empezó a brotar de mi – lo mataré, juro que lo mataré
Laila me abrazo con sus brazos y piernas y enterró su cara en mi cuello, la abrace fuertemente, acaricie su espalda
- Que clase de malnacido retorcido podría ser capaz de hacerle algo así a su propia hija, a una niña, lo voy a matar -
- No vale la pena que te manches las manos con una basura como él, Adolfo y yo nos encargaremos de destruirlos en el juicio, les quitaré todo lo que realmente les ha importado toda la vida –
Escucharla hablar con tanto odio me hizo sentir que debía cuidarla, protegerla, mimarla, sanarla, amarla hasta hacerle olvidar todo lo malo que le había tocado vivir en su vida
- Déjame estar contigo en el juicio – Laila se tensó a mi lado – quiero estar ahí para ti
- Oliver, hay muchas cosas que no sabes de mi pasado que se dirán allí… –
- ¿Más graves que ese maldito violándote? – la interrumpí enojado dándole la vuelta para quedar casi sobre ella - ¿Qué puede ser más grave que eso? – pregunté mirándola fijamente
- Jurídicamente al no haber penetración no se considera violación, sino abuso s****l – explico tranquilamente
- Me importa una mierda los términos jurídicos, ese hijo de puta se atrevió a tocarte, ¡eras una niña maldita sea! – espete furioso
- Cálmate Oliver – susurro ahuecando mi rostro en sus manos, acariciando mis mejillas con sus pulgares – no podemos cambiar el pasado, créeme, daría todo lo que tengo porque se pudiera
- ¿Tu madre nunca lo supo? – ella asintió - ¿Cómo pudo permitir algo así? – pregunté aun rabioso
Ella dio un gran suspiro y continuo hablando
- Oliver yo no vengo de una familia sana y amorosa como la tuya – eso lo sabía por lo que había hablado con mi padre – mi madre nunca me quiso, si nací fue porque mis abuelos, sus padres, le pagaron una fortuna para que no me abortara
Me senté de golpe en la cama, que clase de padres eran ese par, ella también se sentó, tomo mi barbilla y giro gentilmente mi rostro hacia ella
- Si no puedes escucharme con calma aquí los dos solos, no vas a durar ni cinco minutos en el juzgado, van a sacarte a rastras en menos de nada – me dio una pequeña sonrisa triste – mi vida no ha sido fácil Oli
- Ojala te hubiera conocido antes – sentí que una lagrima resbalaba por mi mejilla – ojala hubiera podido evitarte tanto dolor
- Él hubiera no existe – dijo sentándose a horcajadas en mis muslos – solo tenemos el ahora – guio mis manos a su cintura – olvidemos esta conversación por ahora – negué con vehemencia sacudiendo mi cabeza – entonces cálmate – dijo besando mis mejillas, mi frente, mis ojos, mi nariz
- Yo debería estarte mimando – dije acariciando su espalda
- Me encanta mimarte – beso mis labios – soy muy extremista con mis sentimientos Oliver, cuando amo, lo hago con todo, cuando odio, el infierno es un paraíso delante de mí furia
- ¿Me amas? –
- No lo sé, pero llevo dos semanas sin poder sacarte de mi cabeza, estoy desnuda ante ti y no solo me refiero a mi cuerpo sino también a mi alma, si no lo estoy, estoy camino a ello, me haces sentir cosas que jamás había sentido, cosas que jamás imagine poder sentir con un hombre – acarició su nariz con la mía – duré dos años en terapia para poder confesarle a mi primer novio lo que me había hecho mi padre y ni siquiera le conté todo, mi segundo novio nunca lo supo, contarte las cosas a ti me sale natural
- Quiero saberlo todo mi amor, lo bueno, lo malo, todo, confía en mi para ayudarte a llevar tus cargas – le pedí ahuecando su mejilla, ella se inclinó a mi caricia
- ¿Mi amor? –
- Yo también llevo dos semanas pensando en ti y este deseo que me haces sentir va más allá de la lujuria – dije acariciando su pecho con la otra mano – porque no voy a mentirte, tu cuerpo me vuelve loco, me encantas
- Puedo sentirlo – dijo meciendo su pelvis contra mi erección que ya se estaba levantando al tenerla tan cerca
- Esta noche comprobé que esto es más que físico, la conexión que tenemos es única, entonces sí, eres mi amor, quiero estar contigo Laila, quiero que averigüemos a donde nos llevan estos sentimientos, este deseo irrefrenable, quiero que nos demos esa oportunidad, quiero ayudarte a sanar, quiero ser tu aliado, tu confidente – mire sus hermosos ojos - quiero que seamos novios Laila, ¿quieres?
- Oliver – dijo mi nombre con lágrimas en los ojos – sí, sí quiero
Mi sonrisa se ensanchó, nos besamos dulcemente unos minutos, luego junté su frente con la mía
- Por la mañana seguiremos hablando de todo esto, ahora quiero hacerle el amor a mi novia –
Sin perder más tiempo ataque su boca con la mía, besándola profundamente, con pasión, con todo el amor que sentía nacer en mi corazón a cada segundo que estaba junto a ella, acaricie sus costados, sus hermosos senos, sus suspiros en mis labios me incitaban a seguir acariciándola, sentir como se erizaba su piel bajo mis manos, rodee su cintura, la alce y la recosté en la cama, baje mi boca por su mandíbula, regando besos por su cuello, sus clavículas, sus pechos, volví a su boca una última vez antes de estirarme para alcanzar otro condón, lo deslice sobre mi eje, pase mis manos por su intimidad y nuevamente estaba húmeda para mí, acaricie su clítoris un poco, sus ojos resplandecían entre el placer y la conmoción de nuestra conversación anterior.
Sin dejar de acariciarla lleve mi pene a su entrada y empuje suavemente hasta estar completamente adentro, ella gimió cerrando los ojos
- Mírame amor – susurré
Ella abrió sus ojos más por la sorpresa de llamarla amor que por obedecerme
- Quiero tus ojos en mi – ella asintió, me recosté sobre ella, teniendo cuidado de no aplastarla sosteniéndome con el brazo que tenía libre y empecé a penetrarla suavemente al tiempo que hacía círculos en su pequeño botón
Sus manos acariciaban mi cabeza, mi cara, mis hombros, de vez en cuando sentía sus uñas en mi espalda cuando ella se movía encontrándose con mi pelvis, sus paredes vaginales empezaron a apretarme, aumente un poco el ritmo de mis caricias y sus ojos empezaron a parpadear, trataba de tenerlos abiertos pero el placer le estaba dando trabajo en su tarea
- Déjalo estar nena, córrete para mí, déjame ver tu orgasmo en tu bello rostro, déjame ser el dueño de tu placer -
Laila se aferró a mis hombros y apretó sus piernas a mi alrededor antes de gemir y venirse como le había pedido, su rostro se ilumino, sus ojos no se cerraron dejándome ver lo hermosa que era su alma en el éxtasis, saque mi mano de entre nosotros y la subí acariciando su piel todo el camino hasta sus pechos, apreté uno de sus pezones y ella gimió, pase mi peso al otro brazo y acaricie su otro seno, sin quitar mis ojos de los suyos en ningún momento, baje mi mano hasta su pierna, acaricie su muslo y la subí un poco, ajustando la posición para que ahora mi hueso pélvico fuera el que rozara su clítoris en cada embestida, sus gemidos se incrementaron a medida que aumente la velocidad
- Oli, vente conmigo – me pidió entra jadeos temblorosos
- Si pudieras ver lo hermosa que eres, por dentro y por fuera – dije acariciando mi nariz con la de ella – me estoy enamorando de ti pequeña – confesé aumentando la velocidad de mis penetraciones
- Y yo de ti – nos besamos, ahogando nuestros gemidos, corriéndonos juntos, confesando nuestros sentimientos, unidos más allá de lo físico.
…
Desperté sintiendo que algo líquido, pero espeso me caía en mi bajo vientre, abrí los ojos y me encontré a Laila sentada junto a mis caderas, mordiéndose el labio y vertiendo chocolate sobre mi
- Buenos días – susurré
- Buenos días, anoche me distrajiste y no pude complacer mi antojo, mira, se derritió todo – dijo haciendo un puchero
- Fui un completo desconsiderado –
- Lo fuiste, ¿sabes que me pasa cuando no complazco algún antojo? – negué con la cabeza – me vuelve con más fuerza y me pone muy, muy golosa – dice pasando su lengua por su labio inferior
- ¿Me mostraras que tanto? –
- Solo si prometes no tocarme ni interrumpirme –
- Lo prometo – susurré poniendo mis manos bajo mi cabeza
Laila dejo a un lado el plato y bajo su cabeza a mi abdomen, contraje los músculos en anticipación, saco su lengua y empezó a lamer el chocolate que me había esparcido, cada vez que pasaba su lengua y luego chupaba sobre mi cadera me corría un escalofrió delicioso que sentía en todo el cuerpo haciendo que la sangre se me acumulara en la punta de mi erección, que, dicho sea de paso, empezaba a dolerme de lo dura que se me había puesto.
Laila dejo de lamerme y tomo el plato, metió un dedo y lo unto de chocolate, lo llevó a su boca y lo chupo lentamente ahuecando sus mejillas, juro por Dios que creí que me correría al verla tan provocativa. Tomo mi pene con una mano, volcó nuevamente el bol y el chocolate cayó sobre mi cubriendo mi glande, no tuve tiempo de anticipar nada cuando sentí su boca sobre mí, sin poder evitarle empuje mis caderas hacia arriba y solté un gemido, ella sin inmutarse abrió más la boca y tomo más de mí, chupo un rato y luego lamio hasta limpiarme todo.
- Delicioso – dijo antes de volver a tomarme con su boca
Esta vez fue más profundo, sentí tocar su garganta un par de veces pero ella seguía chupándome, movía mis caderas a medida que sentía como el placer iba en aumento, quería tocarla pero le había prometido n hacerlo y eso me estaba volviendo loco, saco mi polla de su boca y la lamio desde la base hasta la punta, ahueco, acaricio y apretó mis testículos, luego bajo su boca hasta la base y succiono, mierda, gemí ronco, ella rodeo toda la base volviéndome loco, lamio de nuevo hasta la punta, giro su lengua varias veces alrededor metió la punta de su lengua en mi hendidura y luego me volvió a engullir todo lo que pudo, ahueco sus mejillas y succiono fuerte mientras bajaba y subía la cabeza, no sé cuánto tiempo paso pero sé que no fue mucho cuando no pude contenerme más y me vine en su boca gimiendo y cerrando los ojos fuertemente, arqueando mi espalda y enterrando la cabeza hacia abajo bajo mis manos, la sentí tragar hasta la última gota y luego lamer hasta asegurarse de dejarme limpio de mi propia esencia.
Abrí los ojos y encontré a Laila llevando un dedo untado de chocolate a su boca, lo chupo mirándome fijamente y sonrió saboreándose
- ¿Te gusto? –
- ¿Bromeas? – pregunté sentándome y acariciando sus mejillas – me encantó
Bese sus labios suavemente, ella sonrió correspondiéndome el beso, sin prisas
- Vamos a bañarnos y a desayunar – susurró en mis labios
Asentí y la deje que me guiara hasta el baño, la tina estaba a medio llenar, la encendió, me dio un beso y me dijo que volvía en un minuto, aproveche el tiempo para ocuparme de mis asuntos, me lave las manos y ella regreso con una tabla de quesos y fruta y una botella de jugo, los dejo junto a la tina y me di cuenta que había una hielera y un par de copas, amarro su cabello en un moño desordenado, cerro la llave y tomo un frasco de vidrio que tenía sales de baño, las vertió en el agua, lo devolvió a su lugar y giro hacia mi
- Ven – dijo extendiendo su mano, la tome y bese su palma
- Sigue consintiéndome así y no me vas a sacar de aquí ni con una grúa – dije acercando mi cuerpo al suyo
- Vas a tener que acostumbrarte a lo que generas en mi – dijo abrazándome por la cintura
Nos separamos y la ayude a entrar a la tina, entre y me recosté, ella se sentó, sirvió el jugo en las copas y lo coloco en la hielera, me paso una y tomo la otra para ella, me acerco, bebi y me di cuenta que no era jugo, no del todo, sino mimosa, Laila acercó la tabla y comimos en silencio, me sirvió una segunda copa y encendió el hidromasaje, recostó su espalda en mi pecho, deje a un lado mi copa medio llena y pase mis brazos bajo los de ella para atraerla más hacia mí, ahuecando sus senos, me tome mi tiempo masajeándolos, acariciando su vientre, sus brazos, dando besos en su espalda, su cuello, sus hombros, nos quedamos abrazos unos minutos, luego ella apago el hidromasaje y acerco el gel de baño y una esponja y empezó a enjabonarme, la deje bañarme y luego yo lo hice con ella, prestándole especial cuidado a su zona intima con mis dedos, cuando sus mejillas estuvieron sonrojadas, saque mis dedos, ella suspiro y se puso de pie, la imite, nos enjuagamos el cuerpo, salimos de la tina y activo el desagüe, nos secamos y envolví su cuerpo con una toalla y ella mi cintura con otra, en silencio volvimos a la habitación.
Entre besos y caricias las toallas fueron olvidadas y usamos el ultimo condón, esta vez la folle duro, con todas las ganas que se me habían acumulado desde el primer momento en el que sentí su boca en mi m*****o, no le di tregua y ella disfrutó cada minuto, inclusive cuando me detuve para hacerla girar y ponerla sobre sus manos y rodillas, su cuerpo se enrojeció cuando me sintió en su trasero, pase mi erección desde su clítoris hasta su ano, sus jadeos entrecortados se hicieron gemidos cuando la penetre desde atrás y sus paredes vaginales me estrujaban cada vez que acariciaba con mis dedos su apretado agujero.
Apreté su trasero mientras seguía penetrándola con fuerza, ella empujaba sus caderas hacia atrás estrellando su fabuloso culo contra mi pelvis, pronto el sonido de nuestros cuerpos chocar y gemidos de placer reinaron en todo el loft, mi nombre en un grito placentero, mi polla estrangulada en su interior, tres fuertes embestidas más y me vacié completamente en el condón, nuestros cuerpos cayeron rendidos sobre la cama, salí con cuidado de ella, me quite el preservativo, lo anude y arroje al suelo sin querer perder el tiempo, luego me ocuparía de este, acune a una exhausta pero satisfecha Laila en mis brazos, la llene de besos y caricias durante largos minutos.
- Me va costar mucho despertar solo de ahora en adelante – declaré besando su frente ella sonrió y beso mi mandíbula
- A mí también –
El sonido de su celular nos sacó de nuestra burbuja de placer post coital
- ¿Me lo pasas por favor? – me estire a la mesita de noche y le alcance el celular, ella contesto poniendo el celular en mi pecho y activando el altavoz – ¿Hola?
- ¿Dónde carajos pasaste la noche jovencita y cómo es eso que no vendrás en toda la mañana a la constructora? – reconocí la voz de Loren de inmediato
- Buenos días mamá, yo amanecí muuuy bien, gracias por preguntar ¿y tú? – no pude evitar reírme
- ¿Con quién estas Laila Marie? –
- Con Oliver en mi atelier –
- ¿Qué tu qué con quién? –
- Buenos días Loren – salude a su amiga y le di otro beso en la frente abrazándola un poco más a mi
- ¿Pasaste la noche con Oliver? – pregunto ignorándome
- Sip y pasare toda la mañana con él por eso no iré al trabajo, Patty tiene instrucciones para que nada se atrase en mi ausencia –
- ¿Estuviste con Oliver en tu atelier? – Loren parecía no salir de su asombro
- Si –
- ¿Metiste a un hombre a tu santuario? -
- Si –
- Al loft donde no dejas entrar a ningún extraño ni siquiera a que te hagan una limpieza –
- Oliver no es un extraño es mi novio –
- ¡¿Oliver es tu qué?! – preguntó en un grito
- ¿Qué pasa con Oliver? – escuchamos la voz de Luisa a lo lejos
- La emborracho, la drogo, la embrujo, yo no sé qué le hizo, lo metió al atelier, paso la noche con él, ahora y que son novios, esta no es nuestra Lali –
Laila soltó una carcajada que me hizo reír a mí también
- Dame ese teléfono – dijo Luisa – ¿Oliver estas ahí?
- Aquí, podrías decirle a tu hermana que deje el drama, jamás le haría nada malo a Laila –
- Lo sé, ignora a Loren, es una mamá gallina exagerada en lo que se refiere a nuestra Laila –
- Ya lo note –
- Solo te voy a decir un par de cosas Walker, lastima a mi hermanita y despídete de tus bolas, permites que alguien de tu familia lastime a mi hermanita y despídete de tus bolas, desperdicia esta oportunidad única en tu vida con mi hermana y… -
- Me despido de mis bolas – dije riendo con Laila – mensaje captado
- No cometas la estupidez de tomar a la ligera el paso que dio Laila contigo Oliver –
- No lo haré – Laila se incorporó y me beso en la boca
- Bien, más te vale, yo solo soy calmada por las buenas Oliver, solo doy una advertencia así que considérate advertido, cuídala, cuídense y la quiero en la constructora a las dos en punto, tenemos mucho trabajo con el proyecto de Las Bahamas –
- A las dos estaré allí jefa – dijo Laila
Luisa nos colgó la llamada y ambos nos reímos a carcajadas
- Me salieron dos suegras – dije riéndome
- Deja que Adolfo se entere, ese es peor que ellas –
- Eres muy unida a ellos ¿cierto? –
- Si, más que mis amigos son mis hermanos, me han salvado la vida más veces de las que me gustaría aceptar y no lo digo metafóricamente – su declaración no me gustó nada
- Necesitare que me expliques eso –
- Ponte cómodo Oliver, la historia es larga y en su mayoría no es bonita –
Tome una respiración profunda, apile las almohadas en el centro de la cama contra el cabecero y en vez de acomodarme yo, la atraje y la recosté en ellas
- Creo que tu necesitas estar cómoda más que yo –
Ella sonrió y me atrajo para un beso largo, suave y lleno de amor, lo terminamos por falta de aire y suspiro en mi boca
- Bien Oliver, esta es mi historia…