LAILA
Cuando traje a Oliver a mi atelier nunca fue con la intención de pasar la noche juntos, siempre he sido demasiado cautelosa con los hombres, odio que me coqueteen, no soporto cuando me dan esas miradas lascivas, siempre he tenido el impulso de pasarme a la calle de enfrente cuando siento que soy observada de más, incluso con los hombres de mi pasado fui recelosa de mi intimidad, mi propio espacio, pero con él todo es tan distinto, tan natural, tan especial, que me emociona pero a la vez me aterroriza y sin embargo aquí estoy, con este hombre desnudo junto a mí a punto de contarle quien soy en realidad y porque soy como soy, más bien por quienes.
- Mis abuelos maternos eran una pareja de multimillonarios que habían tenido muchos problemas para concebir – inicie desde el principio de todo, Oliver me miraba atento – cuando ya habían perdido toda esperanza, mi abuela se embarazó y tuvo a mi madre, desafortunadamente no supieron medirse a la hora de consentirla y su crianza fue tan permisiva que mi madre creció para convertirse en la mujer fría, calculadora, déspota, superficial e interesada que es.
- Cuando cumplió los 21 años mis abuelos la heredaron en vida cediéndole la cuarta parte de su fortuna, ella usó ese dinero para viajar por el mundo, en uno de esos viajes conoció a mi padre, él estaba casado en ese entonces con la madre de Roman, mi hermanastro, pero a mi madre eso no le importó, se hicieron amantes, un par de años después cuando mi padre se decidió a dejar a su esposa, se enteró de su embarazo, eso lo hizo dudar de dejarla y enfurecer a mi madre, ella se encargó de hacer la vida de esa mujer miserable, tanto que hasta puso en riesgo la vida del bebé.
- Mi padre intentó recuperar su matrimonio pero de alguna manera mi madre intervino y lo convenció de lo contrario e hizo que el abandonara a su esposa definitivamente, cuando tenía siete meses de embarazo la señora tuvo un accidente en casa y termino en el hospital, Roman nació por una cesárea de emergencia y su madre murió en el quirófano desangrada, mi padre en vez de quedarse y cuidar de su hijo llamo a su hermana supuestamente para que lo ayudara, pero en cuanto ella llegó, la dejo a cargo del niño y se fue a disfrutar su viudez con mi madre. Un año duraron viajando, regresaron casados y mi madre, como siempre fue tan consentida, lo convenció para que fueran a vivir a la mansión de mis abuelos, ellos aceptaron, más por Roman que por mi padre.
- Mis abuelos fueron los que convencieron a mi tía Juliette de terminar sus estudios prometiéndole que ellos velarían por mi hermanastro y así lo hicieron, lo criaron como si fuera de su sangre, milagrosamente mi madre se encariño con él y todo era perfecto en su idilio de amor hasta que ella enfermó de neumonía, estuvo bastante grave y el tratamiento con antibióticos se extendió por varios meses, resulta que los antibióticos y los anticonceptivos no son amigos, así fue como fui concebida.
- Mi madre estalló en cólera cuando se enteró, trató de abortarme un par de veces, la primera se lanzó por las escaleras principales de la mansión, la segunda fue tratando de suicidarse con un montón de pastillas, pero al parecer soy terca desde el útero – Oliver resoplo una risa y acarició mi mejilla con cariño, suspire y continué contándole – fue esa vez cuando mis abuelos le propusieron darle una cantidad exorbitante de dinero para que no lo volviera a intentar, el convenio incluía que mi crianza iba a estar a cargo de ellos, pero mi padre se negó a no reconocerme como su hija, a regañadientes ella acepto y siguió con el embarazo, en el papel soy su hija, pero nada más.
- Ella odió cada minuto de su embarazo, cada vez que yo me movía, ella se golpeaba el vientre – los ojos de Oliver se abrieron de par en par – comía prácticamente obligada, cuando cumplió los ocho meses de gestación exigió a los médicos una cesárea porque ya no soportaba sentirme dentro de ella, tuvieron que usar esteroides para que mis pulmones maduraran y pase 34 días en cuidados intensivos neonatales porque aparte de ser prematura, nací con la clavícula izquierda y un par de costillas fracturadas.
- Dios Laila – suspiró horrorizado, yo me encogí de hombros y continué
- Se negó a darme pecho, a siquiera mirarme, decía que le repugnaba, mi abuela le pagó a las enfermeras para que consiguieran que varias madres les vendieran leche materna para mi mientras estaba internada, mi madre nunca me visitó y cuando salí y me llevaron a casa, prohibió rotundamente que tan siquiera me mencionaran en su presencia, me despreciaba con todo su ser, al principio no permitía ni siquiera que Roman se acercara a mí, él era un niño y no entendía nada, él estaba emocionado por ser hermano mayor así que le rogó a mi padre que no lo separaran de mí y a regañadientes aceptaron.
- Mis primeros cuatro años de vida puedo decir que fueron felices, durante ese tiempo no sabía ni que existía, a mi padre lo veía una vez al mes, el tiempo fue pasando y mi tía empezó a viajar por trabajo y mi abuela enfermó, mi abuelo no se daba abasto entre cuidarla y cuidarnos a nosotros y estar pendiente de los negocios, yo había crecido para ser una revoltosa voluntariosa, así que muchas veces me escapaba de nuestra ala de la casa para explorar y empecé a encontrarme con ella, al principio para mí era una extraña, pero ella se empecinaba en decirme cuanto me odiaba, el asco que le producía verme, de lo cara que les había salido a mis abuelos, sinceramente en su momento no entendía nada, sólo me dolía que esa mujer me dijera esas cosas tan feas y crueles.
- Decirle eso a una niña de cuatro años debería ser delito – los ojos de Oliver se cristalizaron – si alguien llegara a tratar así a Carlota en mi presencia, no sé de lo que serpia capaz – asentí entendiendo y seguí contándole
- Para mí desgracia, ella no se conformó con palabras, luego vinieron los golpes, un mes después de mi cumpleaños número cinco, me golpeo tan fuerte con una botella que caí inconsciente a la piscina, mi abuelo no estaba en casa y mi abuela al escuchar los gritos del ama de llaves para que el chofer y el jardinero me sacaran fue a ver qué pasaba y de la impresión se le subió tanto la presión que le dio una apoplejía, duro en coma tres semanas y luego falleció, el día del sepelio, mi madre se encargó de explicarme con lujo de detalles quien era ella realmente y fue cuando me enteré que ella era mi madre y de todo lo que te he contado hasta ahora.
- No entiendo cómo pudo ser tan cruel –
- Supongo que es su naturaleza – dije suspirando – pero no todo le salió bien, ese día cuando mi abuelo con pesar y tristeza se dio cuenta que su hija era un monstruo, tomó la decisión de dejar todo lo que le pertenecía a mi nombre, nombró a un abogado, que en ese entonces era su amigo, para que fuera mi albacea y no permitiera que mi madre tocara una sola moneda de mi herencia, también la sacó de sus cuentas, el único benefició que le siguió dando por Roman fue seguir viviendo en la mansión, pero ordenó que la casa de la piscina fuera adecuada para mí y para él y nos mudamos allí, incluso teníamos un custodio armado 24/7 en la entrada para que nadie se acercará a mí, los únicos autorizados a ir a verme eran mis dos tutores y mi hermanastro.
- Mi nueva seguridad solo me duró dos años, lastimosamente mi abuelo ya era mayor y la tristeza de ver en quien se había convertido su única hija, el dolor de haber perdido al amor de su vida y la preocupación por mi futuro, le fueron pasando factura, una noche su corazón no latió más y cuando fui a despertarlo como cada mañana él no se movía… - la voz se me quebró al recordar, Oliver me tomó en sus brazos y se sentó conmigo en sus piernas, sentada de lado acurrucada contra él, me abrazo hasta que me calmé y pude seguir hablando.
- Mi madre regresó del viaje en el que estaba una semana después y allí todo vino cuesta abajo, se adueñó de todo, despidió al custodio, a mis tutores, echó a mi tía de la casa, prohibió cualquier trato que considerara especial hacia mí, me quitaba el dinero que me tocaba recibir mensualmente por ser menor de edad, me metió en una escuela con clases extracurriculares para que no estuviera en la casa en todo el día y menos cerca de ella, cada vez que estaba de mal genio, que era muy seguido, me golpeaba, a veces me despertaba arrojándome agua helada a la cara, me humillaba cada vez que me veía, ninguno de mis logros le parecían suficiente, y eso que siempre fui de las primeras en mi clase, siempre me comparaba con Roman, me cortaba el cabello como cayera cada vez que veía que me pasaba así fuera un centímetro después de los hombros, empecé a desarrollar ansiedad y a tener ataques de pánico.
- El último acto de bondad de mi padre fue empezar a llevársela de viaje más seguido y meterme en un internado donde vivía de lunes a viernes, eso no solo me distanció de ellos sino de mi hermanastro, sobre todo porque ya no era tan niño, ya era un adolescente y cargar conmigo y las consecuencias de tratarme empezaron a fastidiarle, mi madre lo envenenó tanto en contra mía que cuando cumplí nueve años llenó mi cama de todos los bichos que puedas llegar a imaginar, desperté con una tarántula en mi cara, mi madre y él se burlaron por semanas de mí, sobre todo porque mi padre tuvo que llamar de urgencia a un doctor para que me aplicara un sedante porque yo no paraba de gritar y de llorar, cuando desperté Roman me dio la estocada final, me advirtió que la próxima vez que me atreviera a estar cerca de él, no iban a ser bichos inofensivos sino serpientes lo que iba a poner en mi cama.
- Que hijo de puta – siseo Oliver indignado
- Desarrolle fobia a los bichos, los reptiles y cualquier animal que se arrastrara o tuviera más de cuatro patas, no podía verlos ni siquiera en una pantalla o en un dibujo sin hiperventilarme, con el tiempo he podido tolerar verlos lejos de mi o en televisión, pero si algo extraño me sobrevuela o llego a ver una cucaracha cerca de mí, pierdo la cabeza
- Es apenas lógico que les temas – Oliver acariciaba mis piernas con una mano y con la otra me abrazaba a su pecho – de solo imaginarme despertar cubierto de animales hace que mi piel se erice
- Y no cualquier animal, los bichos más horrorosos y asquerosos, sabias que las mariposas solo tienen lindas las alas, sus cuerpos son literalmente el gusano, iugh no – dije erizándome yo, Oliver acaricio mi brazo y mi espalda – ¿sabes que es lo peor?
- ¿Qué? –
- Que prácticamente soy la reina bicho – Oliver se echó a reír – no te rías, es casi seguro que siempre me voy a topar un bicho en algún momento del día que me va a hacer saltar de horror, ¡me persiguen!
- De pronto intentan acercarse a su majestad para hacer las paces y mostrar sus respetos – dijo Oliver riéndose y besando mi frente
- Tal vez, pero preferiría que presentaran sus respetos de lejitos –
- Ni siquiera los bichos se resisten a tus encantos mi amor –
- Me encanta que me digas mi amor – dije besándolo levemente en los labios
El profundizo el beso y nos quedamos así hasta que nos quedamos sin aliento y el me pidió que continuara contándole mi vida
- Después del incidente de los bichos, me aleje completamente de Roman, si nos cruzábamos por equivocación en la casa, salía corriendo a la cocina para no verlo, habían días que me dejaba tranquila, otros en los que me perseguía y me empujaba o me tiraba del cabello o inclusive me escupía, me quemaba mis muñecas, robaba mis cepillos de dientes o mis peines, me acostumbre a siempre estar a la defensiva, el parecía disfrutarlo sobre todo cuando me veía llorar debido a sus burlas y maldades, mi padre se dio cuenta que prácticamente vivía refugiada en la cocina con los empleados y fue cuando empezó a acercarse a mí.
- Comenzó con una simple palmadita en mi cabeza, luego ordenó a la ama de llaves a llevarme a la peluquería para que me arreglaran mi cabello y a hacerlo por lo menos una vez al mes, a mi madre y a mi hermano les prohibió acercarse a mí, en un principio protestaron, pero después se resignaron y decidieron ignorarme, para mí fue un gran alivio y me lleno de mucha ilusión que mi padre por fin se interesara en mí, pero las caricias inocentes se esfumaron rápidamente.
- Ese bastardo manipulador – espeto Oliver
- Empezó dándome besos en la boca de vez en cuando – Oliver se tensó – una vez le pregunté porque hacia eso, dejo de hacerlo por un par de meses, pero luego volvió a hacerlo, me pidió que fuera nuestro secreto, que nadie debía saber nada para que mamá no se enfadara con él y se pusiera violenta conmigo, muerta del susto por volver a recibir sus malos trates accedí y me callé.
- Luego siguieron las caricias indiscretas, una que otra nalgada suave – sentí a Oliver tragar saliva – todo empeoró cuando me empecé a desarrollar llegando a los once años, ya no solo me tocaba el trasero, sino que me acariciaba los senos, me sacó del internado y me inscribió en un colegio de solo niñas, empezó a viajar cada fin de semana con mi madre, porque según él, yo lo provocaba a desearme cada vez más y necesitaba mantener la distancia y las apariencias con mi madre.
- Maldito infeliz – asentí
- La noche de mi onceavo cumpleaños fue la primera noche que me fue a buscar a mi habitación, me dijo que quería jugar un nuevo juego conmigo para celebrar que ya me estaba haciendo mujercita - el dolor que siempre sentía al recordar esa noche apretó mi corazón, respiré hondo y solté lo que sólo le había dicho a mi terapeuta varios años atrás y había decidido enterrar en lo profundo de mi memoria, mi verdad más espantosa, la que me carcomía el alma – me pidió que me acostara en la cama, me quitó el pantalón de mi pijama, mi ropa interior y me lamió mientras se masturbaba, no se detuvo hasta que se vino en mis sabanas
- Dios no –
Oliver me abrazó fuerte y empezó a llorar conmigo, durante tantos años he guardado en mi corazón odio, dolor, resentimiento, impotencia, ira e inclusive culpa, pronunciar esas palabras hicieron que mi corazón se desgarrara, recordar lo sucedido me atormenta de muchas maneras porque aún me cuesta aceptar y comprender que mi propio padre, hubiera sido capaz de una bajeza semejante, el ser que me engendró quien se suponía debería cuidarme, protegerme, hubiera sido capaz de arruinarme la vida de la forma más vil y canalla, para él y para mi madre nunca fui suficiente, nunca fui querida, nunca fui deseada y la forma de hacérmelo ver fue marcarme cruelmente de por vida, no les importó que fuera de su sangre, no les importó que fuera una niña.
No sé por cuanto tiempo nos quedamos abrazados llorando, hasta que el celular de Oliver empezó a sonar insistentemente, sacándome de la bruma de mis emociones y recuerdos revueltos, me empecé a sentir incómoda, avergonzada por haberle contado algo tan íntimo y perturbador a Oliver, incluso empecé a sentir culpa, una pregunta rondaba por mi cabeza, ¿Y ahora qué pensará de mí?
- Contesta – dije tratando de separarme de su abrazo sin mirarlo a los ojos – necesito un minuto para ir al baño
Oliver me liberó a regañadientes, yo prácticamente salté de la cama, tomé la bata de seda que había dejado olvidada anoche junto a la cama y entré al baño, me lavé la cara un par de veces, estaba empezando a respirar más rápido, si seguía así iba a terminar hiperventilándome, observé la hielera con la botella de mimosa que había preparado, las copas y la bandeja con comida que había traído para desayunar en la bañera con Oliver, tome todo como pude entre mis manos y salí con ello decidida a llevarlo abajo para poner un poco más de distancia, pase sin siquiera mirarlo, él seguía en la cama hablando por teléfono.
Baje un poco temblorosa y me dispuse a lavar los platos y a ordenar todo lo que había usado, buscando calmarme sin mucho éxito, por lo general hacer otras cosas me ayudaban, pero estaba demasiado avergonzada y nerviosa, decidí hacerme un té, saqué la tetera y puse a calentar el agua mientras buscaba las hojas y flores de tila que siempre tenía a la mano para casos de emergencia, estaba tan nerviosa que el frasco se me resbalo, cerré los ojos esperando el golpe en el piso pero nunca llegó, abrí los ojos y encontré a Oliver sosteniéndolo frente a mí.
Las ganas de llorar nuevamente me invadieron, baje mi mirada al frasco y con manos temblorosas lo agarré, no podía ver a Oliver a la cara, empezaba a sentir que había hablado de más, estaba volviéndome loca de ansiedad y angustia, tomó de mis manos el frasco, lo colocó en la encimera y me abrazó pegando todo su cuerpo al mío, me di cuenta que ahora llevaba puesto su bóxer cosa que agradecí, después de lo que le conté no me estaba sintiendo cómoda con su desnudez.
- Necesitas calmarte – dijo acariciando mi espalda – parece que estuvieras a punto de tener un ataque de pánico – no dije nada, sólo lo abrace más enterrando mi cara en su pecho, el suspiró, tomo mi cara entre sus manos, pero me rehusé a levantar la cabeza – Laila, mírame – pidió suavemente, yo sacudí mi cabeza sin hacer amago de levantarla
La tetera empezó a sonar, Oliver se acercó y apagó la estufa, abrió el frasco y sacó un puñado de flores y hojas, las arrojó y cerró la tetera, se giró nuevamente a mí y yo aparte la mirada, él me tomó la mano y me guio al sofá que estaba junto a la escalera y la biblioteca, rodó los cojines, se sentó conmigo en sus piernas, mi cara quedó a la altura de la suya y no pude escapar más de su mirada, en su rostro no se veía más que tristeza
- No huyas de mi – dijo tomando mi cara en sus manos – no quiero que me ocultes tus sentimientos y tampoco quiero que te sientas avergonzada o culpable – trate de negarlo, pero el me detuvo – ni lo intentes – dijo con una media sonrisa – por casi media vida he visto esta misma expresión en Asher, así que no me lo niegues
Mis ojos se llenaron de lágrimas y el acarició mis mejillas con sus pulgares, su mirada se dulcificó, me dio un suave beso en los labios y juntó su frente con la mía
- Quiero que entiendas algo Laila, tú no eres quien debe sentir culpa y vergüenza por lo sucedido, quien debe hacerlo es el canalla de tu padre, quien ni siquiera debe llevar ese título porque no lo merece, le queda demasiado grande, así que empieza con eso, deja de llamarlo padre –
- Donador de esperma es más largo y cansino – dije en un susurro que me valió una sonrisa más amplia de el
- Solo llámalo por su nombre, quítale la importancia que tuvo en tu vida porque no la merece, no es digno de tu respeto ni de tu educación siquiera –
- Danilo Viloria es su nombre –
- Bien, el maldito Danilo será, nunca más lo llames papá, perdió ese derecho – asentí – y nunca más huyas de mí, pequeña
Asentí nuevamente y me abracé a él ocultando mi cara en su cuello, sus palabras me reconfortaron un poco pero aún tenía todas estas sensaciones en mi cuerpo que me hacían estremecer, como si el pasado me arrastrara a un callejón sin salida.
- Necesitas soltar la culpa porque no es tuya para llevar al igual que la vergüenza –
- Eso mismo dice mi terapeuta, pero no es tan fácil – dije al borde del llanto – recordar lo que viví me hace sentir indigna, sucia y tan poco valiosa
- No digas eso mi amor – dijo acunando mi rostro en sus manos otra vez – eres muy querida y muy valiosa, tienes mucha gente junto a ti que te queremos y no vamos a permitir que te vuelvan a lastimar
Las lágrimas que se habían agolpado en mis ojos ahora caían libremente sobre mis mejillas, Oliver me abrazo durante unos minutos y después me dejó sentada en el sofá mientras iba por mi té, me trajo una taza y se sentó a mi lado esperando a que me lo tomara y poco a poco me calmara
- ¿Te sientes mejor? – preguntó quitándome la taza vacía de las manos, asentí, el llevó la taza de vuelta a la cocina y luego volvió al sofá, me cargó en vilo y me regresó a la habitación, me percaté que el desorden que habíamos hecho con nuestra noche y mañana de sexo ya estaba arreglado, nos metió en la cama y volvió a abrazarme
- Quien me llamaba era Asher – dijo mientras acariciaba mis mejillas con sus nudillos – se dio cuenta que no fui a dormir anoche a la casa, le pedí que ayudar a mi asistente a cubrirme en la empresa y me enviara con Milcíades ropa, mis cosas de aseo y comida para que almorcemos juntos aquí y no te preocupes, le pedí que fuera discreto
- No me preocupa – susurré – no me arrepiento de lo que pasó entre nosotros
- Yo tampoco – su sonrisa iluminó su rostro – pero aún no aclaro muchas cosas con Gemma y no quiero que arme más dramas ni haya más malos entendidos
- Tu abuela me detesta –
- Puntualmente a ti no, mi abuela podrá ser muy cascarrabias, pero sabe aceptar sus errores y sé que cuando le cuente realmente lo que pasa con tu familia dejará de verte como una enemiga – lo miré horrorizada, lo último que quería era que mi sórdida historia la supiera su familia - tranquilízate cariño, no le diré nada íntimo, solo necesito que entienda tu posición
- No es necesario Oliver –
- Si lo es nena – dijo dándome un casto beso en los labios – necesitas saber algo
- ¿Qué cosa? –
- Mi abuela, era prima de tu abuela paterna – mis ojos se abrieron como platos – ella y mi abuela se criaron prácticamente como hermanas y mi abuela culpa a tu abuelo de su muerte
- ¿Por qué haría tal cosa? –
- Al parecer era un hombre muy violento, mi papá me contó que una vez ella se escapó y fue a buscar a mi abuela y llegó a casa irreconocible por los golpes, ellos la socorrieron y la convencieron de denunciarlo, sin embargo, ella regresó a su casa, supongo que, por sus hijos, pero eso le costó la vida –
Jadee horrorizada
- Mi abuela está convencida que tu abuelo la mató para salirse con la suya –
- No tenía idea de eso – le aseguré – yo no conocí a mis abuelos paternos, mi tía Juliette me contó que su madre murió cuando ella era muy pequeña y su padre murió un año después que Danilo se casara con la mamá de Roman, el Huntington lo consumió rápido
- Se oye mal, pero me alegra – sonrió – y me alegra más que empieces a llamarlo por su nombre
- Ni mi tía ni Danilo hablaban mucho de él, sólo decían que era temperamental y muy estricto, detestaba que le llevaran la contraría, de la abuela solo decían que era tímida pero amorosa con ellos –
- Supongo que ninguno recordaba la época en la que su madre estuvo viva –
- Danilo sí debe hacerlo, él es el mayor, seguían unos gemelos que fallecieron cuando tenían cinco y mi tía era la menor, ella y Danilo se llevan ocho años, así que cuando la abuela murió él tendría unos catorce o quince -
- Ni manera de preguntarle que recuerda, el punto es que tú eres inocente en toda este enredo y Gemma necesita entenderlo, sobre todo ahora que estamos juntos –
- ¿Aún quieres una relación conmigo después de lo que te conté? – la pregunta me desgarro, pero tenía que hacerla
- Por supuesto – me contestó muy convencido – y aún quiero saber el resto de la historia – asentí tragando saliva, dispuesta a continuar contándole mi vida a Oliver