Las niñas

1470 Words
Mi esposo vuelve a tomar asiento y Alice le informa que he inventado un cuento sobre él. Mi esposo sonríe, me da un beso en la mejilla, le pregunta a la pequeña si podría contarle un pedacito. Yo le digo que no con la cabeza y ella ríe. Todos comenzamos a servirnos y damos las gracias juntos. Ramón huele y observa el café, luego mira a su hermana. Esta le ruega con la mirada que no comente nada y señala con la cabeza a una de sus sobrinas. Ramón pide un poco de leche y azúcar, se sirve un poco y a mí, le doy un beso. Ambos nos reímos cuando Simonetta se aclara la garganta. —¿Gretta y Ramón, para cuándo el bebé? —Pronto. —¿Sí? —Estamos valorando... —Qué cosa, no valores, haz que pase —se queja Simonetta. —Hay niños —recuerda Consuelo—. No estoy lista para esta conversación. —Tienes dos adolescentes sentadas a la mesa, más te vale estar lista —se queja William—. Cuyos padres decidieron que no era necesaria ninguna conversación y por eso tiene un hijo de la mitad de su edad. —¿Cada cuánto le hablas a Wallace de sexo? —pregunta Consuelo sarcástica. —Cada vez que quedo con alguien para salir. "Papá, voy al cine", imitaré el tono de su padre, "claro, te llevo hijo, entonces cuando se levante te pones el condón". Y siempre lleva condones en la guantera. —¿Esto es serio? —Es muy real —responde Wallace—. Simonetta dice: "copy y paste lo que dijo tu papá la última vez y la anterior". —Papá nos hablaba de sexo todo el tiempo, Consuelo. Te compraba las pastillas. —Es incómodo cuando tú eres la figura de autoridad —Ramón se ríe. —Yo compraría pastillas y condones, es más fácil en tu caso —comenta William—. Una pastilla todos los días. Chicas, ser papá adolescente es duro, pero tener VIH porque tuvieron sexo irresponsable mente con alguien es mucho más caro, doloroso y peor que cualquier otra mala decisión que puedan tener. Y no se los demás, pero el sexo en la adolescencia está overrated, nunca sabes que hace, la otra persona tampoco y es raro y paranoico. —Eso es mentira, el sexo cuando uno elige un buen compañero sin importar la edad es maravilloso, hay gente de ochenta follando, lo qué pasa es qué hay enfermedades y creo que no estoy lista para ser abuela y no es justo para sus planes de vida sumarse esa responsabilidad. —Con entusiasmo mi amiga finaliza:—Siempre sí al sexo seguro, consensuado y sano. —¿Qué es el sexo? —Pregunta Alice —No estoy entendiendo— Consuelo nos da a todos una mirada seria. Mi amiga se cubre la boca y ve a Alice parloteando, Simonetta se apoya en el brazo de su esposo y se cubre el rostro mientras ríe, Ramón observa a su hermana con una sonrisa y las chicas se ríen ligeramente de Consuelo, a la que no le apetecía hablar de sexo, aparentemente no recordó por qué. —Es algo que hacen los adultos cuando estás muy grande para tener un bebé, como el tío Ramón y la tía Gretta que quieren un bebé —le explico. —Oh... ¿y cómo lo hacen? —Cuando tengas catorce, mamá te va a decir y te dará las pastillas. —Vale, mamá. La pequeña adorablemente siguió con su manzana y Consuelo sonrió ante su adorable respuesta. Su hija del medio decidió terminar con su burbuja de felicidad de inmediato. —Esas pastillas engordan y son molestas, me rehúso a tomarlas. Es mi cuerpo y no puedes obligarme. —¿Y dónde vas a vivir cuando te quedes embarazada? —pregunta su hermana—, porque aquí solo hay tres cuartos y la última vez que hiciste lo que te dio la gana casi nos morimos las tres. En mi caso, terminé en la cárcel. —Bueno, yo no te invité a seguirme, a la única que le debo una disculpa es a Alice. —¿A dónde planeabas ir con un bebé? —grita Mariana—. Eres una irresponsable. —La estaba protegiendo. —Chicas, dejen de pelear —pide Alice. —A ti qué te importa, simplemente hice lo que nadie nunca ha hecho por mí, salvarme y no me arrepiento. A veces, cuando amas a alguien haces las cosas y ya. —No funciona así, todo tiene consecuencias, Natalia… —Suficiente —anuncia Consuelo y da un golpe en la mesa—. Las dos toman el resto de su desayuno en la habitación y no salen hasta que les diga. Las dos chicas se van en silencio a su habitación y cuando cierran la puerta una contra la otra, Ramón extiende su puño hacia Consuelo. —Lo hiciste súper bien. —Sentí la adrenalina de mamá recorrerme el cuerpo, lo que pasa es que no sé qué sigue. —La charla. —Llevo años desconcertándome en cuanto mamá empieza a regañarme. —¿Qué haces en todo ese tiempo? —pregunta Simonetta—. Tu mamá se toma su buen tiempo. —Monto una tienda virtual en mi cabeza y finjo que la escucho. Todos reímos y me pongo en pie, me despido uno por uno y les recuerdo que tengo mi entrevista. Mi esposo me pregunta si quiero que me vaya a dejar y juego de inmediato. Simonetta insiste en pasar dejándome, pero creo que caminar me va a ir bien. —Wally tiene clases así que me despido —comenta William y se despide de todos. Su esposa le recuerda que tiene una cena en casa de sus padres. Los dos sonríen y él finalmente se marcha. Consuelo le pregunta a su hija si quiere ir a pintar con unos colores y la pequeña asiente. Cuando ella sale, los tres toman asiento en el sofá. Consuelo agarra el brazo de su hermano y le da un beso en la mejilla. —¿Cómo está Gretta? —Creo que esta vez su mamá la rompió. —¿Sabes por qué fue el pleito? —Creo, con lo poco que ha dicho, que ha decidido revelarle quién era su amante y es alguien que conoce, pasa fatal la noche, habla dormida y se queja, se levanta llorando y... lo pasa fatal, pero no quiere ver a un terapeuta o hablar conmigo, no sé si habrá boda o no, no sé si está enojada conmigo o con Valentina. —Lo bueno de que sean amigos es que sabe lo tóxica que es Valentina. —Le podemos llamar de todo, pero la realidad es que te amo, muchísimo. —Lo sé... pero, terminó hace mucho y sea Gretta o la que fuera no se merece el pancho que armó de la nada. —Sí... cayó muy bajo. —En fin... ustedes ¿qué tal están, qué ha dicho el juez? —Ha opinado que es bastante serio lo que tiene el bebé, porque incluye su hueso mandibular, el labio e incluso la nariz y que pueden hacer la reconstrucción. —¿Qué dijo Lana? —No mucho, en sí, creo que ha perdido noción de que es mi hijo y no el suyo. —Simonetta da un sorbo al café y le pregunta a su prima: —¿Será que tienes té? Si como pan y café me da agruras. —Vas a ser flaca toda la vida —comenta divertida su prima. —Desde que estoy con William estoy engordando, a veces planeo echarle de la casa cuando veo la cena. —Ramón se ríe. —¿Más ejercicio? —propone Ramón. —Se te ve más culo. —Te hemos criado lo suficientemente bien como para no cagarla así.—Comenta Consuelo. —Si se engorda, va a estar molesta porque no se lo advertí. —Sí, pero se me ve buen culo.—Les enseña Simonetta. —Sí, un culo de conquistador. —Consuelo, ¿puedo ir al baño? Los tres ven hacia la puerta, Consuelo le da el té a su prima y les informa: —Se me había olvidado.—Susurra. —Tal vez no sea una buena idea decirles que se encierren. —Sí... —¿Consuelo? —Puedes salir; las dos, y hablamos. —¿Puedo ir al baño? —Claro, mi amor. Ramón y Simonetta se ponen de pie y se despiden de las cuatro, Consuelo abraza a su hermano con todas sus fuerzas y le recuerda que de una forma u otra he sobrevivido a todo tipo de desolación y dolor, sola, al menos esta vez, parece que lo tengo a él al 100%.
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