No sé cómo se hace

1164 Words
¿Cuál es el mejor momento del mundo para decirle a tu amiga que tu mamá y su mamá tuvieron una relación y que ahora todo el abandono y trauma de infancia tienen sentido, pero no deja de doler, y no quiero que duela, pero merece saber ligeramente lo que pasó? ¿Hay un momento? Porque si es justo cuando mi querida amiga y hermana del corazón ha adoptado a tres niñas, las ha llevado a su casa y cree que se equivocó, es correcto, no hay buen momento y nunca lo será. —Buenos días. —Aquí no cabemos todos —comenta Ramón. —En nuestra casa hay más espacio. —Sí cabemos, la mesa se expande —le recuerda Consuelo mientras se acerca para darle un beso en la mejilla a su hermano. Este la saluda de la misma forma cariñosa y yo le entrego lo que he preparado. —Son bollos de queso, pan con queso y otro con especias, y pan con carnes. —¿Tú qué trajiste? —le pregunta a Simonetta. —Ves, como si era necesario traer algo —comenta William. —Siempre haciéndonos quedar mal, Simonetta, qué bruta —se queja Wallace y desacomoda el pelo de su madrastra. —Yo traje unos huevos al horno, porque creo que es más fácil, queso, jamón y unos vegetales por si las niñas… —comenta William, y su esposa lo ve incrédula. —Yo traje estos pancitos que Gretta me hizo el favor de preparar. —Esto no es el colegio, es la vida real, Simonetta —se queja Consuelo. —¿En qué puedo ayudar? —pregunta Nati. —Oh, no, cielo, la que tenía que ayudar es Simonetta —Consuelo acaricia la espalda de la chica y le recuerda los nombres de todos los miembros de su familia. Esta sonríe y va saludando uno por uno. Mariana sale de su habitación, un poco más seria, de un humor más reservado, y Consuelo la observa, hasta se deja convencer de que es más tímida que su hermana. Va a la habitación de Alice, y esta tiene todo meticulosamente acomodado: unos peluches que le regaló su tío, otros su dirección, y la ropa de cama impecablemente colocada. —Buenos días, cielo, ¿ya vinieron los demás? ¿Quieres venir conmigo? La pequeña se puso en pie y tomó la mano de Consuelo; esta entrelazó sus dedos con los suyos y la llevó fuera. Todos buscaron la manera de no asustar a Alice, la más pequeña del grupo; se veía que era renuente y que estaba asustadiza. Consuelo, al sentirla a su lado, le preguntó qué le gustaría desayunar. —Una manzana y té —responde en un susurro, y Consuelo parpadea por un momento porque odia las manzanas; su hermano le hace una señal para que se tranquilice y le dice que va a bajar por las frutas. —Unas fresas —repite para sí mismo. —Manzanas. —Son rojas las dos, pero no es lo mismo —se molesta, y Ramón sonríe. —¿Alguien quiere algo más? —Yo quiero las barritas que venden abajo y unas para Wally, y fíjate si tienen el bálsamo de labios, pero solo fíjate —Ramón contiene la respiración y toma el billete que su prima le dio; los demás optamos por reír, porque la amabilidad de Ramón es una cosa que podría desaparecer en cualquier momento. Mientras mi esposo va por la fruta para mi sobrina, William les pregunta a las chicas sobre el colegio y sus planes para los próximos días, y veo a Consuelo sudar ligeramente. —Nos dan un par de semanas para acoplarnos a la nueva casa y a la familia, mientras organizan todos nuestros expedientes académicos; entonces, a partir de la otra semana... Consuelo, podrías buscar algo y exigir los documentos. —Claro, ¿hay algo que tengan en mente? —No, algo cerca donde podamos ir caminando y no muy complicado. —Yo tengo déficit —reconoce Mariana—, y me cuestan mucho las matemáticas. —Podemos buscar un tutor. —Wallace podría ayudar —comenta William. —Eso sería espectacular. —Yo no soy profesor de nada, pero con mucho gusto. Alice estaba escuchando atenta todo lo que sucedía a su alrededor, muy preocupada; le pregunté si le gustaría una historia, y ella asintió: —Había una vez un tío muy guapo, que se llamaba Ramón, y se le pidió que fuera por unas manzanas. Pero justo antes de salir, pensó en fresas, y su prima, que no se da cuenta de nada, le hizo una lista pequeña para cualquier ser humano, gigante para un Ramón despistado. Entonces, el príncipe Ramón decidió pelear contra otros dragones, caminos de piedras y pozos enlodados. Sabemos que el príncipe fue con el enano encantado, un viejo mago, el cual le dio la receta mágica para crear una manzana —Es que Ramón podría regresar solo con una y durar todo el tiempo del universo —el príncipe se dedicó a buscar los ingredientes para complacer a su sobrina; le tardó horas, pero regresó con una sola manzana para la princesita Alice. —Wow, ¿te lo acabas de inventar? —pregunta la pequeña, y me deja ver que le falta un diente con la sonrisa encantadora que lleva. Asiento y le acaricio el pelo; Simonetta me patea debajo de la mesa. —Deja de ser la tía favorita. —Inventa tus propios cuentos. —Yo soy la tía de los shoppings —anuncia, y las mayores sonríen. —¿Dónde está Ramón? De verdad, dennos las gracias, porque ustedes no quieren un hermano molesto y olvidadizo. Consuelo estaba a punto de volverse loca e ir a llamarlo cuando Ramón entró con unas seis bolsas de compras en la mano. Traía manzanas de todos los colores y todas las otras frutas que sentía que un niño necesitaba para estar bien alimentado: uvas, peras, kiwi, banano, mandarina, ciruela, melocotón, piña, melón y sandía. Su hermana se acerca para revisar las bolsas y él le da un beso en la mejilla. —Ahora, tienes que pelarlas y ponerlas en bolsas o contenedores. —No tengo de eso, no me gusta... ¿Guardar comida o comer comida guardada? —Ninguna de las dos. —Después hablamos, pero ahora tienes hijas, necesitas guardar comida. —Cielo, Alice, ¿cómo quieres la manzana? —Así, normal, y yo la muerdo —Consuelo asintió. —Es genial. —Tienes que lavarla —dice su hermano, y ella asiente. Consuelo no quería hacer a las niñas sentir que se arrepentía ni nada por el estilo pero sabía que el papel de mamá le quedaba corto; en las tiendas no sabía que dejarles comprar y que no, en casa no sabía cuántas opciones de comida era normal y las peleas de hermanas, nunca encontraba el momento para intervenir y no quería ser tampoco la señora de las reglas ridículas y sin sentido.
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