El dolor

1223 Words
El dolor tiene forma de cambiarnos. Yo había visto a muchas personas cambiar sus vidas tras un evento doloroso, pero mi hermana es la ganadora. Terminó una relación de años, tomó vacaciones por primera vez y ahora vive en mi casa. Todo en menos de veinticuatro horas, y quiero decir con esto que después de que le dieran el alta del hospital, pidió su teléfono, habló con su jefe (el cual entendió cuando oída estaba pobre), y le dejó un mensaje de voz a su novio de casi diez años. —¿Qué tal si te acuestas? —preguntamos Ramón y yo al unísono. —Estoy bien, gracias, gracias por invitarme a su casa, sé que es un poco demasiado, pero ni me van a sentir, y si arreglamos la casa de visitas, es como si no estuviera. —Siempre has odiado la casa de visitas, la casa en general. —¿Quieren que me vaya? —No —respondemos Ramón y yo al unísono. —No quiero estar sola, pero no quiero arruinarles el sexo por la casa, entonces… lo mejor, para todos es... la casa de visitas. —No crees que debáis descansar. —Esta es mi lasaña a mi manera, solo necesito hacerla —Ramón y yo asentimos, mi esposo se acerca, me rodea la cintura, besa mi mejilla y después murmura cerca de mi oído. —Tu hermana está… en shock. —Lo sé… Y la ayudo como puedo con su lasaña. Claro, es que cuando alguien sufre un dolor, regularmente lo hace solo. Cuando es un hermano mellizo de alguien, puede que los receptores celulares restantes que se han ido con esa otra persona le avisen que deberá autosabotear su vida para poder experimentar el mismo dolor. Así que con maletas, y la vajilla que compró ella sola o con el dinero de alguien más, otra hermana entra en mi casa con toda la actitud. —He quebrado mi compromiso —anuncia y Ramón va a ayudarle con la vajilla y las maletas, lo acomoda todo en la barra de la cocina y me mira asustado. —Si por esa puerta entra mi hermana, evacuamos de emergencia esta casa. —Hello, hi, sayonara —saluda Consuelo y detrás viene Simonetta. Ramón le informa que "sayonara" no significa lo que ella cree, mis amigas nos saludan a todos, mis hermanas parecen felices de tener más gente a la cual contarles sus problemas. —Fuimos al hospital, nos avisaron del alta médica, y hemos decidido venir. Esta es una situación de tequila, vino o gelatina, porque le he puesto los tres —anuncia que esto es demasiado para su corazón y yo intento no reírme, pero Ramón está bien entrenado. Ya sea por consuelo, su mamá o por estar viviendo conmigo, como que no le estalla el pecho del todo y participa de nuestra locura. Nos damos masajes en los pies, le recuerda a su hermana que está guapa y joven, pero sabe que no tiene que insultar a mi cuñado porque definitivamente van a volver. Simonetta anima a Rina porque sí ha perdido un bebé y una relación de años, pero para ella, en su opinión personal y profesional, como mujer que desperdició tiempo criando a un hombre que no era su hijo. Bueno, cree que Rini ha abierto los ojos en el momento adecuado. —Sí, Riri —le dice Lina—. ¿Qué haces con alguien que tiene un hijo, que es mayor que tú, que no se ha tomado la molestia de darte un lugar en su vida? —Lo quiero, pero no necesito estar casada para que la gente apruebe nuestra relación. —Está cool no querer casarse, pero no entiendo por qué no puede ser pública una relación de respeto y amor.—comenta Ramón. — Me gusta la privacidad, me gusta que haya límites, me gusta ser individualmente nosotros y juntos me gusta la magia, me gusta no tener que fingir o reírme fuerte cuando algo pasa, me gusta una base sin que nadie tenga opiniones. Mi relación es más que la opinión de la gente. Ramón parece entender algo con lo que dice mi hermana, algo sobre mí, algo sobre lo que vivimos y es que era la esperanza en los ojos de mi padre, las miradas de todos a nuestro alrededor y la pregunta ¿cuándo volverán? ¿Quién espera a quién? y la dolorosa respuesta, que mi papá quería muchísimo a mamá, pero ella no le quería tanto como para elegirle sobre todas las personas que se estaba follando. Quizá se trataba de cuidar un poco lo que sentíamos. Mi hermana se desmoronó, como las tres de la mañana, se metió en mi cama con Ramón, lloró como un bebé, los dos tratamos de consolarla hasta que se quedó dormida. Como los “papás responsables” que nos hemos convertido de una casa treintañera, la dejamos sola con su hermana, la que estaba esperando que saliera el sol para llamar a su prometido y pedirle una disculpa, que desayunaran juntos. Yo me voy a correr con Ramón y me reto un poco más porque planeo desayunar waffles con miel y helado, aunque no sea lo más dietético. Ramón sonríe, y va animando, me recuerda la respiración en cada paso, y trota tranquilo. Sé que esto no representa mucho para él, pero me gusta que esté dándome la oportunidad de acompañarle. —Te amo —digo mientras intento recuperar el aliento. —Lo sé, y yo te amo a ti —responde y me da un beso en los labios a mitad del parque. Los dos reímos, y me acerco un poco más a Ramón, le abrazo y él me abraza de vuelta. —Voy a desayunar wafres. —Llevémosles a las chicas, ya hicimos bastante daño emocional dejándolas solas. —¿Quieres de verdad dejarles la casa de visitas? —Rod está esperando a que tu hermana le escriba y te juro que aparece por casa, y George, en cuanto aterrice, si tiene sentido común entenderá que su mujer ha hecho más que perder un cúmulo de células, ha perdido un bebé, la ilusión de una familia, y le está echando. —Mi esposo, el psicólogo. —Soy muchas cosas —comenta divertido y me da un beso en la punta de la nariz y—y... quería decirte que si no te parece venir, siempre puedo sobornar a Simonetta y ella vendría encantada. —¿Y tú no te molestarías? —No, porque entiendo que para ti la privacidad es sinónimo de cuidar nuestra relación. —Y tú, y lo que tú quieras. —Eventualmente, tendremos un hijo o una hija y todo el mundo sabrá que no la hemos hecho en un plato Petri. —Estoy segura de que estarás feliz de contarles en el cual postura hemos fecundado un bebé, pero quiero recordarte una cosita; tengo, casi cuarenta Ramón y si queremos un bebé, creo que deberíamos ir al médico tan pronto como sea posible y sensible hacia mi hermana, porque algunos bebés toman tiempo y yo soy una de esas personas a las que no les salen las cosas cuando quiere. —Vale... —Recapitulando; no gala, pero, sí, bebé —Puede que sí, si mis óvulos no son calcificaciones. —Ay... Gretta, de verdad…
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