Lo raro del raro

1681 Words
Las siguientes dos semanas fueron raras para todos. Obviamente, el nivel de rareza permite a la gente que tiene una vida loca vivir feliz. Hablo exactamente de mí. Es que el reloj biológico, cuando empieza a avanzar, es como un hijueputa tic tac en la cabeza. Yo cuento los óvulos que he perdido por mes, las hormonas que he desperdiciado por semana, el semen sano que mi marido ha liberado por ahí, y no lo quiero dejar en mal. No quiero que piensen que no es un semental, pero no hay niños regados. Puede que sea un mensaje para mi útero y sus testículos. —Gretta. —Sí. —Estás hablando sola. —Ah, lo siento. Ramón se ríe y yo me quedo mirando en silencio. Le intento explicar que es saludable hablar solo y él niega con la cabeza mientras se burla de mí. —Ramón y Gretta Mondragón Murdok —veo a mi esposo y él sonríe antes de ponerse en pie y extender su mano hacia mí. Los dos ingresamos a la consulta de fertilidad y el médico nos mira aparentemente emocionado y mi corazón da un vuelco porque si sus noticias son lo suficientemente buenas, la cigüeña ha hecho su trabajo; si son lo contrario, no queda nada en mi interior para trabajar. No es solo mi útero, es mi cerebro y mis óvulos los que pueden haber dejado de funcionar. —Gretta… sigues hablando sola. —Es de gente inteligente conversar solo. —Un cerebro saludable, confirma el doctor. —Estoy embarazada o no podemos tener hijos, porque es muy probable que la vida nos ocupe en la aclaración. Tú tienes casi treinta y siete y has tenido más mujeres que dedos en el cuerpo y no tienes un solo bebé. ¿No te preocupa? —Eso habla de mi capacidad para cuidarme, Gretta. Hemos venido a escuchar al doctor. —Tú no pareces saber usar un condón —Ramón me mira divertido. —No recuerdo una sola vez, Ramón. —Gretta, ¿de verdad quieres discutir nuestra vida s****l con un médico? —En realidad, tengo una especialidad en sexología, pero solo la gente que está por divorciarse busca un sexólogo, y no es tan divertido —comenta el médico. —A mí siempre me alegra que la gente esté disfrutando de una buena salud s****l, es excelente para el corazón, el cerebro, su relación, entonces… ¿por qué no? —el médico abre la carpeta y nos dice: —Estuve revisando, no estás embarazada, pero estás en niveles de fertilidad impresionantes y tus espermatozoides están muy bien, Ramón. Literalmente no tienen un bebé porque alguien está usando algo para no tenerlos. —Hace un mes empezamos a hablar de esto y no estoy usando nada. —¿Están seguros de que quieren un bebé? —pregunta el médico. —Sí, tal vez tengamos que leer. —Eso le dijiste a tu ex antes de cortarla. —Es un contexto muy diferente. —¿Vas a cortarme o a cancelar a la cigüeña? —No, pero podríamos ver qué tan difícil es con Simmy y pensar si lo queremos ya o si queremos congelar óvulos. —No voy a inyectarme nada que no sea tu pene con tus espermatozoides, he leído, antes de venir aquí y esas cosas tienen hormonas y es horrible. Si quieres participas al 100% o el doctor nos saca el catálogo de donadores y nos vemos más tarde. —Gretta. —No, no, nada de Gretta. Tú vienes con tu semen a antojarme de bebés y a pedirme cosas que ni sabía que quería, y después fácil el señor dice no y Gretta dice ahhh sí, sigámosle la corriente. Te he tomado cariño pero no podemos vivir así. —Disc… —Te pensaste eso último, ¿qué ibas a decir, eh? Que me dejas, pues no es tan fácil, Ramón. Luego ves cómo vivimos separados pero revueltos, déjate de mierda, son costosos, agotadores y no he escuchado a una sola pareja que se sienta unida después de tener un bebé. Tú y yo estamos juntos hace poco y un bebé es estresante, agotador y cuando las cosas van mal quieres salir por la puerta. —Por lo menos no necesito leerme la tasa de niños no nacidos antes de darle un discurso a nadie. —Disculpen… —pregunta el médico. —Sí, claro —respondo y centro mi atención en él. —Era una broma —replica el médico. —Ahora, vamos a dar inicio con el control prenatal, porque los dos quieren un bebé y están un poco mayores. Es nuestro nuevo “normal” que las mujeres logren embarazarse y llegar a término hasta los 45-47, pero aprovechemos la salud. —Ramón busca mi mano y entrelaza sus dedos con los míos, yo le ignoro por completo. El médico nos interroga básicamente desde el día de nuestra concepción al día de hoy. —Enfermedades infecciosas recientes. —De oído —Ramón se ríe y le miro seria. —No creo que sea tan relevante. —Está cerca del cerebro y la inmunidad baja en el embarazo. —Aquí todo es relevante. —Número de hermanos. —Tengo una. —Yo, dos. —¿Qué número de hermanos son ustedes? —No sabemos, para evitar discusiones, pero no le digas a Consuelo —me advierte. —Creo que ella es la mayor. —¿Tú crees? —Sino, mis papás no me dejaron en paz con el "debes cuidarla porque eres un minuto y medio mayor". —Tiene sentido, han estado protegiendo tu ego frágil toda la vida. —Sí, mi amor —el médico se ríe. —Gretta, ¿tú? —Soy la mayor y luego tengo dos hermanas pequeñas. —¿Qué tanta diferencia hay entre todas? —Yo casi nueve años y ellas, segundos, fue por cesárea. —¿Tienes hermandad gemelas? —Sí, idénticas físicamente. Estoy segura de que se dividieron de un solo óvulo y espermatozoide, y bueno, lo demás lo sabe usted. —Tienen muchas probabilidades de tener un embarazo múltiple. —Queremos un solo bebé, sano, ¿y… educable? —los dos hombres me miran. —Por favor. Mi esposo y el médico se ríen, y yo les recuerdo que la vaginita tiene que estirarse para que salgan y las risas aumentan. La consulta es tediosa pero necesaria, porque nos da un montón de información, desde los cuidados previos, mitos y verdades, lista de posiciones sexuales, unas tiras que miden la ovulación y otras que son para medir una hormona cuando estás. El médico nos asegura que puede ser rápido y fácil o tedioso y agotador, como sea que nos suceda, es necesario el optimismo. —Dudas, comentarios. —¿Qué nos recomienda? —Hablarlo bien, estar muy seguros y empezar pronto pero sin prisa. Mi esposa y yo tuvimos sexo de bebés, y era tedioso, incómodo, raro, como si nos ordenáramos el sexo. Y mi mujer es particularmente mandona y especialista en todo esto, y les juro que fue horrible. Es el sexo más malo que he tenido en la vida, y renuncié. Le dije: somos papás de dos niños preciosos y ya no más. Y ella obvio me dijo: con lo enojado que estás, fóllame que quiero un bebé. Ese fue sexo angustiante y rarísimo, no sé si repetiría. Un par de días después mi esposa se lució, preparó una cena, comprometió mi postre favorito, mandamos a los niños con sus abuelos, nos tomamos nuestro tiempo, hicimos todo bien y nueve meses más tarde nació nuestra hija, con una mezcla de nuestras emociones de la semana. Yo creo que su óvulo estuvo listo y enojado el primer día, y mis espermatozoides relajados llegaron al segundo día y dijeron, mejor si la pescamos porque está violenta. En resumen, mi hija tiene mal humor todo el tiempo, es mandona, pero es la persona más chistosa y dulce cuando se lo propone. Cuando tengan sexo en estos días, piensen en la clase de personas que quieren formar. —Eso tiene mucho sentido. —¿Sí? —Claro, a Consuelo la hicieron a media noche, medio dormidos, y a ti, te hicieron una hora después, ya más despiertos —el médico se ríe y mi esposo me mira divertido. —Estoy ansioso de pagar e irme de aquí —los dos reímos más y Ramón se contagia. Nos despedimos un poco después, sin dudas pero con la esperanza llena. Mi esposo y yo caminamos hacia el elevador juntos, de la mano, y cuando las puertas de metal se cierran, él me mira y me dice: —Quiero saber que no vas a salir corriendo, Gretta. —Estoy literalmente aquí —respondo. —¿Sí, pero por cuánto? —He dicho que para siempre, Ramón. Esto dando mi mejor esfuerzo, como t{u, como la gente que quiere que su matrimonio funcione, aveces voy a resbalarme y tú me jalas y aveces tú vas a resbalarte y yo voy a jalarte, se llama trabajar en equipo, no quiere decir que te deje de amar o que no esté pensando en ti, quiere decir que somos imperfectos y necesitamos esforzarnos más. Las puertas del elevador se abren y los dos vemos a la mujer que nos Dios vía a mí, a Lina y Rini. —Gretta. —Hoy no. —advierto. —Puedes tomar el elevador. —Gretta… —De verdad que no quiero —insisto y salgo del elevador juntos. Ramón, en mi paso, le doy un ligero empujón y los papeles en sus manos se caen. Veo a mi madre inclinarse de inmediato para recoger todos los documentos, Ramón le ayuda y yo voy por uno que ha salido volando. —No, ese no. De todas formas lo recojo y veo de qué se trata, leo su nombre un par de veces en el estudio y observo lo evidente, una pelota enorme en su pecho. Tomo los documentos de la mano de Ramón y leo rápidamente el resultado de la biopsia. —Es cáncer, tienes cáncer.
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