¿Con quién r@yos me casé?

El futuro

En nuestra familia la cordura escasea, pero eso es lo que le da a la casa su toque familiar en realidad, consuelo y mis hermanas están reunidas riendo, William y Ramón llevan su propia conversación a un lado de la mesa, Simonetta y mi padre, quienes son viejos amigos, se ríen y conversan sobre lo difícil que es manejar un negocio. Las cuñadas, que no siempre se soportan, están buscando destinos para vacacionar todos juntos.

—Gretta está espectacular todo. —me felicita mi suegra.

—Me alegra que les guste, siempre que quieran pueden venir.

—No—responde Ramón. —No siempre, con medida.

—Son familia…

—No…

—Ramón.

—Yo no entiendo, él se siente hijo único y especial—se burla Consuelo. —¿Cuál es tu problema?

—Son Gretta y mamá, podríamos acabar todos viviendo juntos.

—Ves porque hay que tratar bien a la niña, porque Ramón no va a cuidarnos de mayores.

—Voy a pagarle a alguien.

—Eres horrible, acuso —mi esposo se ríe. —¿Qué pasa si me enfermo?

—Eres mi responsabilidad.

—Qué amable, pero yo no sé si quiero que me cuides, si me enfermo quiero a Rini.

—¿Por qué? —pregunta Lini.

—Dependiendo de lo que tenga, la voy a dejar hacer lo que quiera, tú, le vas a prohibir cosas.

—De verdad uno tiene que pensar bien con quién deja que las amigas se casen, porque Ramón… Así como la mejor opción no es.

—Sí, la verdad es que tenemos que hablar con Gretta.

—Sí, presentarle a alguien mejor. —comenta Consuelo.

—Dejen a Gretta y Ramón. —insiste mi suegra, —pero ¿por qué no nos cuentan la razón de que nos hayan invitado?

—Durante el postre, a una o dos horas de que se vayan —responde Ramón en broma y todos se ríen.

—Ramón, hijo, ¿cuáles son tus planes?

—He recibido una cuantiosa oferta de parte de la dueña de la empresa, así que me quedaré un año o dos a ayudarle, como el buen primo que soy, mientras muevo unos proyectos.

—Gretta, ¿en qué estás trabajando tú? Yo escuché que venía un libro o fue un error.

—Estoy escribiendo varias cosas, pero mi diario es lo único que supera las trescientas páginas y siento que este libro tiene que ser mejor. No puedo vender una porquería o lo mismo. —comento.

—El arte es caprichoso, mientras lo hagas para ti, todo saldrá fenomenal.

—Gracias.

—Bueno, de columnista no te va mal.

—La verdad eso no paga las cuentas, por eso tengo que seguir casada con Ramoncito —todos ríen. —O sea, no todo es sexo y mal humor, es economía. —las risas en la mesa aumentan, mi marido me ve divertido y le acaricio el hombro.

—Todo va bien, voy a firmar para un podcast.

—¡Te lo quedas? —preguntan mis amigas y mis hermanas, quienes han estado escuchando todos mis pros y contras con respecto a…

—Sí.

—Con eso de que mi marido es pobre —todos vuelven a reír, Ramón rueda los ojos.

—Casi nunca tocas mi billetera.

—Lo creas o no, soy importante en algunos países y he trabajado, ahora que si lo pones en mi cuenta encontraré una forma de invertirlo adecuadamente de acuerdo con mis necesidades.

—¿Bolsos y zapatos? —pregunta mi padre.

—No, he estado invirtiendo en joyas. —todos me miran. —Su valor crece y tengo acciones en algunas joyerías y creo que un proyecto importante con el papá de tu amigo…

—¿Con Demetrio?

—Sí, es un consejero espectacular y siempre tiene grandes ideas.

—¿Tú qué tienes que ver con Demetrio? —pregunta mi padre sorprendido.

—Soy amiga de Luna, ella no quería acciones de la empresa de su papá, quería el dinero y yo se las compré, a él le encantó la idea y desde entonces somos amigos. De una forma u otra, Damian y Demetrio querían una socia que no se metiera demasiado en su negocio, alguien que quisiera un cheque anual o mensual, y Luna, en realidad, nos presentó los unos a los otros. De ahí en adelante, Demetrio básicamente es como un director financiero en mi vida, porque me pasa un cheque enorme al mes.

—Tampoco es que les importe, pero soy socia de William y tengo otros negocios, en todo caso yo soy la esposa rica de Ramón y papá nunca dejes de enviarme tu dinero.

—Claro, hija. —responde divertido. —Me alegra saber que si me muero podrán defenderse.

—Ay papá… no empieces con eso, ¿de qué vas a morirte?

—Todos somos de la muerte.

—Bueno, que se muera tu ex, y tú vivito y coleando, que te faltan yernos, bodas, divorcios y nietos por conocer —comenta Lina y Rini se ríe.

—No hay que desearle el mal a nadie, niñas —comenta mi suegra y las tres asentimos.

—Tú solo esfuérzate por no morirte hasta dentro de unos cuarenta años.

—Rina, tú eres la buena en matemáticas, esa cifra no da.

—Lo hacemos que funcione —comenta divertida. A mi hermana le brillan los ojos en modo chisme y da un par de golpes en la mesa antes de decir:

—¿Has escuchado que ya Luna no es gay? —comenta mi hermana.

—Por su novio yo también dejaría de ser gay —asegura Consuelo.

—Es muy guapo —asegura Simonetta. —Encantador y sexy y tiene un cuerpo espectacular. Ese hombre es un Dios griego andante.

Consuelo señala con el tenedor al Dios griego con el que ella se casó y Simonetta nos asegura que ella le robaría el marido a Luna si se descuida. Todas nosotras reímos.

—¿Dónde lo conociste? —preg

unto. —Yo soy más amiga de Luna que tú.

—Estaba… comprando… toallas —las tres reímos. —Me los encontré y me los presentó, encantador, muy amable.

—¿Te llevó las toallas? —pregunta Consuelo sarcástica.

—¿Para qué es código “toallas”? —pregunta Arauna.

—Zapatos —responde su esposo.

—Papá…

—Yo solo quiero añadir que tengo un segmento muy pequeño en el armario —comenta William.

—Pero hay más closets en la casa —se queja su esposa.

—Simmy, todos los closets, incluido el mío, tiene cosas tuyas —añade Wallace. Todos miramos a la acusada y ella continúa con su cena.

—Simonetta es consumista —la acusa su madre.

—Ay, mamá, por Dios. Todos tenemos pecados.

—Y los tuyos se cuentan con números de zapatos.

—Tú no opines; me sobornaste con ir a comprar —recuerda Simonetta a William.

—¿Sabes qué? —interviene Lina. —Si yo tuviese tu edad y tu dinero, tendría el mismo comportamiento.

—Sí, definitivo —comentan mis hermanas y mi papá se ríe.

—Mejor no hablen, pasemos a otro tema.

—Yo nunca he dado problemas —comenta Lina.

—Te gastaste tus primeros seis salarios en pijamas —le recuerda mi padre.

—Scrubs y necesitaba diferentes e ir limpia y cómoda.

—Yo tengo tres para ir a trabajar casi que 20 horas al día —comenta Arauna. —Así que no necesitabas seis salarios de ropa, Lina.

—Eso es una actitud de escasez porque has estado trabajando con gente de escasos recursos. —El regaño de mi hermana hacia la madre de mi amiga hace que todos nos riamos, porque en la cabeza de mi hermana no cabe ese tipo de pensamientos, para ella, no saber qué ponerse es todo un problema —imagínense sobrevivir con tres mudas de ropa.

—Sí, mamá, ¿qué haces, quitarte uno y lavar? —pregunta irónica Simonetta y todos en la mesa reímos. —Haznos el favor, antes de irte te regalo una docena de negros, azules y uno mixto para que no vayan a pensar que no te queremos.

—Hay unos expandex buenísimos que hay que comprarles y tennis, me llevas y te asesoro.

—Es una cita.

—No necesito de su ayuda, chicas, gracias, mejor donen a las clínicas.

—¿Qué mal está la salud en el mundo? —se queja mi suegro y todos tenemos que reaccionar a ello.

El postre llega entre risas y conversaciones fuera de lugar y contexto, mi esposo y yo vamos a su oficina en casa y terminamos de colocar la fecha para nuestra boda, él sonríe y me da un beso en la frente.

—¿Estás bien?

—Sí.

—Tu mamá…

—Ahh, no, que no nos arruine el día, esto es sobre nosotros, iniciando una familia que queremos, compartiendo una vida juntos. Dejémoslo en nosotros, ella verá qué hace.

—Gretta, es tu mamá.

—Yo tuve a mi abuela, y mis hermanas me tuvieron a mí, mi mamá siempre se ha tenido a sí misma, es la mujer con la que mi papá disfruta el sexo más que con nadie en el mundo, su "amante". No puedo hacer nada para cambiarlo, pero no tengo por qué responsabilizarme por sus decisiones, su salud o lo que sea que le pase.

—Bueno, no la dejaremos opacar nuestras vidas, pero hay que encontrar un momento para hablar con tus hermanas y tu papá —Ramón me da un beso en la frente y después me abraza. Le abrazo de vuelta y le lleno de besos antes de apurarlo para ir con el resto.