Mi suegra ingresa a la casa repartiendo besos, abrazos y saludos, con una canasta enorme de galletas y un bowl de ensalada que luce espectacular, le da un millón de besos a Consuelo y un abrazo largo antes de desaserse entre mis hermanas.
—Mi amor, Gretty, vamos a que veas lo que te traje—me avisa y me toma de la mano, cuando salgo de casa, veo unas plantas precisas para la entrada, Ramón, Wallace, William y mi suegro se ponene a intentar acomodarlas.
—Están espectaculares.
—Son para hacer una enredadera, te acuerdas que hablamos.
—Sí, sí, quedará precioso, gracias. —respondo y ella me da un beaos en la mejilla.
—¿Te gustan?
—Sí, muchísimo.
Mi papá llega justo a tiempo, con unas rosas para mí y una botella de algo añejo para el señor de la casa. Le saludo y le reviso los bolsillos en busca de algún puro, él se ríe y me apura para que vaya al interior de la casa, los dos reímos y todos pasamos al interior de la casa.
Yo no sé quien tiene el mejor matrimonio, si mis suegros los que tienen una cita a la semana o los papás de Simonetta que sea treverían a hacerlo en el parqueo de mi casa con tal de no despegarse, gracias a Dios, no fue el caso, solo llegaron post-luna de miel, muy bañados los dos, besuquéandose, siendo felices, su hija los observó a la distancia con cierta risa y cierta admiración, sus papas lo habían superado todo, la distancia, los malos ratos, una hija de la que apsaban porque tenía a su abuela y sus propios proyectos, para mantenerse felices y juntos.
—Hola, mi cielo—Me saluda la madre de mi amiga.
—Hola, hola, qué bueno que pudieron venir.
—Tú eres como la hija que siempre quisimos.
—¿Qué putas tiene Gretta?
—Mi mamá y tu mamá se pasan, eso es todo —comenta Simonetta. —Además, yo vi a su mamá y básicamente dijo que era su hija favorita.
—Cuando esté mayor y sola, no olvides ir a visitarla —Comenta Lina divertida.
—Te la heredamos.
—Ahhh, mi otra princesa. —Comenta Arauna y llena de besos a Consuelo. —Mi amor, bebé. —Consuelo se abraza con su tía como si fuese un oso perezoso; con brazos, piernas, y todas sus fuerzas, las dos se ríen y es que si hay una sobreina malcriadita, creo que puede ser Consuelo perfectamente.
—Consu, princesa —su tío les abraza aambas y simonetta rueda los ojos de un lado al otro.
—Simonetta, no seas celosa —la regaña su hijastro.
—Wally, bebé —Dice su abuela, y suelta a consuelo para llenarle de besos y abrarle, él para molestar a su madrastra los deja, y les pregunta por su día, es detestable tener un Wallace en tu vida.
—Mi amor, estás más delgado.
—Es la dieta.
—Vamos a ir juntos con un nutricionista de verdad. Uno que te alimente porque este te está dejando en la calle.
—Wallace tiene una dieta que no sigue, no le gustan un montón de cosas, se aburre y últimamente no quiere masticar.
—Hijo, hay cosas por las que ni yo p**o. —comenta su abuelo. —Si no quieres masticar no mastiques y vemos qué pasa cuando te metan una sonada directo en el estómago.
—Voy a saludar a mis chicas—comenta mi madre. —pero, regáñalo.
La mamá de mi amiga y mis hermans cotillean rápidamente de todos los cambios, y esta que parece una viajera en el tiempo le insite a mi hermana que lo mejor es irse bien lejos y a la otra que tome la residencia que mi madre le había ofrecido.
—Esas placas con nombre no me van.
—He leído tu currículo, y con o sin la ayuda de tu madre, entrarías en cualquier programa Lina, deja de amarrarte a la silla, al novio y al país; eres demasiado inteligente para cargar tanto miedo. —Arauna le da otro beso en la mejilla a Lina y se va hacia Simonetta. —Mi amor, princesa.
—Mmm.
—Simonetta, de verdad… —se queja su madre y la abraza. —Te amo —susurra en su oído. —¿Cómo has estado?
—Muy bien. —responde su hija—¿Tú, qué tal?
—Bien, papá y yo vamos a irnos a la playa con el abuelo toda la semana y después me quedaré unos meses para ver como va el embarazo y el nacieiento de mi nieto y desí-ués si ocupas unos días ayuda, no sé demasiado de bebés pero, podemos aprender juntas.
—Estás contándome o preguntándome.
—Un poco de ambas.
—Bueno, podrías quedarte.
—Gracias.
Todas las que estamos escuchando la interacción y el esposo de alguien contenemos al respiración, la risa y las ganas de llorar ante la terquedad de ambas.
—Siempre tarde —comenta Marita y le da un beso a su hermano. —Vamos a que vean el jardín espectacular que tienen en el medio de la casa.
—Vamos. —Dice su hermano y extiende la mano hacia su esposa. —Riggot.
—Hola—saluda mi papá emocioando.
—Traje unas cosas buenísimas —mis hermanas y yo le miramos en silencio y su sonrisa se disminuye.
—Es raro pero no huele a cigarro.
—Se bañó en vinagre —le acuso y mis hermanas se ríen.
—¿Tu no es que fumas? —Pregunta Consuelo.
—Ramón dice que es alérgico, pero de vez en cuando da una calada al que dejo.
—Pobrecito.
—Sí, pobre Ramón.
Mi celular suena y tomo la llamada mientras me alejo del grupo.
—Ahora sí.
—Hola, Gretta, habla Isabela Burwish Caine.
—Hola, Isabela.
—Estoy llamándote para invitarte a que revises el correo; de esa manera podrás discutir tus condiciones para unirte al equipo.
—Pensé que estabas bromeando.
—Es una oferta muy seria.
—Tendrías que comprometerte a una temporada completa y estaríamos por iniciar el miércoles, así que necesitamos que respondas rápido.
—Sabes, quiero hacerlo, espero se me recompense económicamente, tiempo libre para escribir y vivir, pero, sí, acepto.
—¿Sin revisar?
—No creo que Marcela se juegue el chance a que yo escriba y publique una queja sobre los empleadores en Mainvillage, la oferta debe ser buena.
—Revísala, y manda un “ok”, lo discutimos el lunes y grabas el miércoles.
—Perfecto, muchas gracias.. —respondo emocionada y ramon se acerca.
—¿Por qué estamos teniendo esta comida familiar? Nadie aparenta estar cuerdo o neurotípico.—Me giro y le doy un beso.
—Tengo un nuevo trabajo.
—Wow, cielo, ¿haciendo qué?
—El podcast, lo tomé.
—Wow, eso es… genial.
—Lo sé, una oportunidad maravillosa y en la mañana antes de que saliéramos llegaron nuestros safe the date, pensé en entregárselos a todos después de la cena o antes y tener una boda pequeña, encontraremos un lugar bonito, lo haremos oficial y tal vez te apetezca una de esas fotos ridículas en el periódico.
—Me apetece mucho —responde ramón y me llena de besos.