Finalmente, acabaron de comer y de planear el resto de la semana de estudio de las chicas previo a su ingreso al colegio. Todos se pusieron en pie para despedirse. Ambos adultos fueron hacia la caja de p**o.
—No son fáciles, y has elegido dos adolescentes.
—Me he dado cuenta, conforme pasan los días, pero… son dulces, míralas, pendientes de Alice.
—A esa podrás disfrutarla más.
—La adoro, creo que tendría tres bebés más si pudiera.
—Yo tengo seis, contando a los dos hijos pequeños de mi ex que creen que son mis hijos y mi hijastro de mi siguiente relación.
—Ves a tu hijastro.
—Es mi hijo… de alguna forma. Lo conocí desde los cuatro años, ¿qué hago? ¿Le digo que se cancela el amor?
—No… eso no te haría un súper papá. —Consuelo sonríe y el cajero le entrega su tarjeta. Vidal rueda los ojos y le da las gracias por la comida, la salvada y soportar las peleas de sus hijos.
—El otro día… ese era tu ex o es tu esposo de nuevo, ¿no? No me quedó claro.
—Es… ninguno. Mi primo o mi cuñado, es el esposo de mi prima…
—Vale… ¿Y el ex?
—Está intentando volver.
—Vale.
Los dos se miran en silencio y Consuelo sonríe hacia los niños antes de caminar hacia ellos.
—Papá, dejé el bolso en el colegio —comenta esa y su padre la ve incrédulo —Es que lo dejé en un rincón y se me olvidó.
—¿De qué era el bolso que traías?
—Ese es mi bolso de cambio y maquillaje —Su padre la ve incrédulo antes de reír.
—Vamos, no hay hijos perfectos, hay hijos sanos —se burla y se despide de las chicas y Consuelo.
Las chicas observan demasiado a Consuelo y a Vidal despedirse y esta les regaña con la mirada.
—Xavier, siempre con preservativo, no quieres ser el que les dé gonorrea y sífilis a tres niñas en la garganta.
Cuando yo llegué a mi casa esperaba una noche de sexo apasionado con mi marido, porque no voy a negar que pasaron cosas sobre esa alfombra sexy y suaves que está en la sala de reuniones de su oficina, pero, tampoco es todo lo que la enrgía s****l que liberamos en conjunto podía dar.
Uno espera ciertas cosas…, uno ansía ciertos espacios que nos van a permitir estar juntos sin interrupción, lo qué pasa es que Simonetta tenía otros planes y estaba cocinando en nuestra casa, un quiché, los dos le miramos desde a puerta y ella sonrió.
—No tengo… no tengo a donde ir—reconoció entre lágrimas.
Ramón se acercó rápidamente a su prima y la abrazó, este le dio un beso en la frente y le abrazó con todas sus fuerzas, yo me acerqué y le acaricié la espalda mientras intentaba tranquilizarla, si los ingredientes y el horno y solo pude pensar que si era muy serio yo tendría que terminar ese platillo raro, rico pero Razo de cocinar.
—Perdón—dice mientras se separa de Ramón. —Ya me voy.
—No, tienes que terminar de cocinar y limpiar el reguero—Responde Ramón.
—¿Hoy es tu día de limpieza? —pregunta
—Todos los días es mi día de limpieza.
Los tres reímos y Ramón abre una botella de ron añejo, sirve un vaso para los tres y lo eleva antes de admitir que nada es como uno soñaba, yo siento que no debo tomármelo personal, pero, la realidad es que se siente personal.
—Gretta se trata de mí, se trata de loq ue quería haber construido para nosotros, para mi, mi esposa y mis hijos, para Ramón.
—¿Ramón, por qué eres tan exigente contigo mismo?—Pregunto a mi esposo.
—No sé, pero tomemos.
Los tres bebemos y Simonetta regresa a sus actividades.
—Estoy escribiendo un libro que creo no debería ubicar pero todo el que lo lee queda enganchado… es… una oportunidad…
—Hazlo, sé feliz, qué es lo peor que puede pasar.
—Es sobre…—Ramón me da un beso en los labios.
—Gretta deja de sobrepensar, vive un poco.
Ramón ayuda a su prima con el quiche y se asegura de que ponga la comida en el horno y que seque los platos que él le ayudó a lavar, saca una buena botella de vino de nuestra reserva y se la da.
—Es mi favorito.
—Si, ahora bébetela antes de bajarte del coche, ve y folla con tu marido y cuando las hormonas estén a tope le dices que le amas y que es sexy, y que tiene la polla gigante, le prometes que vas a quedarte y se lo vuelves a chupar hasta que a los dos se les pasen las inseguridades.
Las dos miramos a Ramón, el cual se acerca a besar la cabeza de su prima y la lleva hasta la puerta, Simonetta le da un golpe en el brazo y esta sonríe antes de despedirse, cuando llega a su casa se encuentra con su hijastro y su esposo en un silencio total, Simonetta les llama, sube al piso de las habitaciones, los dos, están acostados en la habitación de Wallace, Simonetta, ve a su esposo con un bistec en la cara, la joven se acerca, le pregunta qué le ha asado.
—Un accidente entrenando.
—Accidente como, ya fuiste al doctor.
—Accidente todo, no, no pasa nada, es solo un golpe.
—Tienes una pelota, el ojo hinchado y morado, no no, seguro necesitas un oftalmólogo o un neurólogo.
—Es justo lo que he dicho.—comenta Wallace.
Ella se asustará con e aspecto doloroso de la lesión, nada más y nada menos que en el ojo de su hijo.
—Nos vamos, cielo, no puedes estar así de enfermo.
—Simonetta no es nada.
—William, abre el ojo. —Le reta desesperada.
—Está muy inflamado, no puedo.
—Voy a intentar abrirlo y ver cómo está el ojo.
—Mejor no lo toques—Dice y le sostiene al mano.
—¿Qué pasó?
—Se estaban pegando, intervine, me dieron e el ojo un codazo y después perdí el equilibrio y me golpee con el saco.
—¿La mitad de la cara?
—Simonetta, no es nada, mañana estará mejor.
—Por favor, Will, vamos al doctor.
—Seguro necesitas un reemplazo de córnea e injerto del hueso orbital.
—Deja de soltar cosas que acabas de leer en googlee, Wallace.
—William, vamos a ir con el médico sí o sí.
William vio a su esposa la cual mpeó a llamar médicos, personas y ameanzó con pedir una ambulancia, fue entonces cuando supo que lo mejor que podía hacer era subirse voluntariamente al auto.
Le revisó el oftalmólogo, un radiólogo, el cirujano plástico y el neurólogo, Vidal, vio a la prima de consuelo preocupada y después a su esposo el cual estaba decididoo a fingir que no tenía nada.
—El golpe no afectó una estructura, ro si generó inflamacin el oftalmólogo recomienda estas gotas y le e inyectaremos algo para el dolor y la inflamación del rostro, reposo y hielo limpio.—Responde y señala las imágenes. — ¿William, tienes mucha evidencia de reconstrucción has tenido un accidente grande o algo?
—Boxeo profesionalmente.
El médico explica con total transparencia la necesidad de evitar una lesión más, el cráneo de William presentaba demasiada evidencia de remodelación y podría acabar en una lesión mucho más grave.
Su esposa escuchó nerviosa la conversación y entendió de inmediato la severidad de lo que le decía. Porque era evidente que el cráneo de su esposo se había fracturado en mil pedazos y por obra y magia se había vuelto a pegar, lo qué pasa es que lo que se reconstruye, no queda igualmente soldado sino queda algo frágil.
El médico hizo una lista de recomendaciones y ella se las tomo muy en serio. Simonetta se sentó al lado de William en la cama y le tomó de la mano, le acarició la mejilla y le prometió que estarían bien.
Simonetta le dio un beso en la mejilla y le acarició el pecho.
—Mi… exesposo… —empezó a decir. —Mi ex fue el primer hombre en quebrar los muros. Él siemrpe parecía seguro, muy protector, masculino, yo… podía evitar ser la cabeza porque él lo era y después descubrí que él no tenía ni su propia cabeza. Mi esposo apostaba un montón de dinero, debía un montón, se follaba a un montón de viejas, y hombres, creo, mi esposo, era todo lo que os uería que fuera porque es un estafador.
—Lo siento, Simmy.
—No es tu culpa, no… yo debí haber visto las señales pero me estaba conformando con poco porque toda la vida me han dado poca atención, poco amor, poco respeto, y entonces, tuve que aprender, ir a terapia , ponerme la máscara, amarme y decidir por mí ciertas cosas, he querido ser mamá desde que me dieron a mi primer muñeco, y sé que es una tontería, pero, he hecho todo proqu este embarazo sea mágico, una sorpresa, decidí elegir un donador solo ppor sus carácterísticas genéticas, no elegir el sexo de ante mano, cuidar a esta persona porque le amo y ya.
En cambio, todo ha sido complicado y de una forma u otra te estoy arrastrando conmigo.
—No me estás arrastrando estoy pidiendo una invitación, Simonetta.
—Estás eligiendo quedarte—repite Simonetta.
—Sí.—Ella le da un beso en los ídolos de la mano, porque su rostro está demasiado inflamado apra cualquier muestra de afecto. Le mira a los ojos mientras dice:—Me apetece justo eso, que te quedes para toda la vida.