Ella no

2781 Words
Consuelo estaba siendo regañada por su mamá en la cocina por la magnitud de su desfachatez, traer a otro hombre después de posponer su matrimonio, solo porque Manuel había tenido uno que otro problemas complaciendo sus caprichos en la cama, ella entendía que el sexo era parte importante de una relación y Maritza vivía con un artista apasionado quien esperaba que su mujer le atendiera en el dormitorio como si fuese un tiempo más de comida, todo el d{iba de preferencia y todos los días según sus reglas (las cuales ella rompía), pero, no le quedaba claro como a su hija se le olvidaba quien le complacía en todos sus múltiples caprichos, quien le amaba, quien le cuidaba, quien la respetaba (a pesar de sus mentiras). Para Marita, un solo día malo, había significado para su hija el fin de una relación de tres años con un hombre maravilloso. Su hija, teníamos que ser mejor persona que eso. —Mamá, es solo un amigo, es primo de Manuel. —Ajá, y yo nací ayer. Las dos mujeres caminan hacia la terraza donde los hombres están reunidos. Consuelo toma asiento al lado del hombre de su vida y le llena de besos. —Consuelo, me decía Martín que has probado la mercancía y quería estar seguro esta vez de que folle bien tu prospecto a marido antes de dejarle ponerte un anillo o algo. —Consuelo, por Dios, me acabas de decir que es su primo. —Somos hermanos, también. Mi papá fue novio de mi mamá mientras estudiaban, a escondidas. Ella me tuvo a mí y cuando volvió a Mainvillage, su hermana estaba por casarse con el papá de su hijo. —Wow, tienes que contarle esta a Gretta. Que sepan que sí, me pareció curioso, pero más interesante lo que se desarrolla en esa historia. Como chisme me relajó muchísimo saber que la madre de Manuel es perfecta, solo de apariencia; y para causarle a mi amiguita un dolorcito de cabeza que no se va ni con tramándole, menos con un antidepresivo de alta gama, innegable, que este chisme es como cuando te ofrecen una para una empanadilla de frijol con chicharrón, suena desagradable, pero, ya servido y en caliente está sabroso. —¿Te acostaste con el hermano de tu novio? —Pregunta incrédula Marita. — No mereces casarte, Consuelo. —Mami… —Uy, no, qué pena—Dice Ramón padre falsamente escandalizado, que la mujer a la que llama ‘La niña’ es capaz de eso y más. —Terrible, Consuelito. —Mamá, solo fue un par de veces antes de concretar con Manuel y ahora somos… cuñados y amigos. —Consuelo, me dijiste que me darías una oportunidad…—interviene Martín solo para divertirse y mi aria le asesina con la mirada., porque ahí en el carro , cuando ustedes y yo no podíamos mirarla, se habría dejado acariciar y había considerado seriamente detenerse frente un motel y disfrutar de hombre que Dios le había deparado, pero, en su lugar, muy decentemente; cerró las piernas, condujo a toda velocidad hacia su casa de sus padres. —Martín, te di la oportunidad de comer en mi casa. —¿Comerte a ti ya no es una opción? — pregunta su padre. Ramón jr, Martín y su padre se rieron de las locuras del mayor y la indignación, no tatuada en el rostro de la señorita, Consuelo, les asegura a los tres. Consuelo ve a su padre sería mientras su mamá se lleva la cena a la habitación, luego, Ramón se ríe y continúa investigando con lupa al prospecto de reemplazo de Manuel, mientras su hermana les asegura que no volverá a haber nada entre ella y Martín. Se los prometo, me lo comentó, me lo dijo varias veces… pero, yo tampoco le creí. Con una lupa de mayor aumento, las hermanas Donelly querían entender cómo su hermano había conquistado a una persona como Simonetta Murdok, el terror de los empresarios de dulces del mundo. Era una mujer impresionante tanto laboral como físicamente envidiable. Había conseguido que su hermano fuera en traje completo, con corbata a juego, el cabello atado y en su mano izquierda las dos pudieron apreciar la banda de matrimonio. La ahora señora Murdok Donelly bajó un plato con un postre y un adorno de dulces, caminando lado a lado con su esposo. Las dos observaron la energía tan dictatorial de la señora que acompañaba a su hermano pequeño y vieron cómo conquistaba el corazón de su madre. Llevaban dos bandejas recién horneadas en la mañana por ella misma, el dorso le pareció adorable a la mujer. —¿Eso es repostería?—preguntó su padre sorprendido. —Sí, son profiteroles. —¿Te has despertado a cocinar?—preguntó Hanna y después la saludó con un beso en la mejilla, no muy convencida de que Simonetta supiera hacer algo más que dirigir un imperio. —Claro. —¿Tú la has visto?—insistió la menor de las hermanas. —Simonetta cocina—zanjó el tema William.—Se ha levantado temprano, ha cocinado y nos ha preparado una comida y postre. ¿Algo más? —Nada—respondieron las dos al unísono y su madre les recordó los modales. Las dejaron acomodarse y las invitaron a una bebida. William llevó al área directa a la cocina y les pidió que hicieran las cosas más fáciles para todos si se comportaban de una forma más respetuosa. Pero William es ese hermano que hace la vida difícil a cualquier cuñado, y Eulalia y sus hermanas jamás aceptarán que nadie ocupe el lugar de cuñada si no es su querida amiga Camila. —Sé que son amigas de Camila, que la quieren y la respetan. Me hubiese gustado hacer las cosas bien con ella es que yo también, pero no voy a aguantar un solo desplante hacia Simonetta. —No somos unas niñatas, simpelmente hemos pregunta si tu mujer la que ha comprado todo Channel y morado para comprarle tu mamá. —¿De qué forma la hemos incomodado?—responde su Tash. La señora Donelly irrumpió en la cocina, les pidió dejarse de secretos y reunirse en la cocina, eso sí, advirtió a sus tres hijos que Simonetta había puesto de su parte, y dio un poco más de lo que ella esperaba. En realidad, la notó atenta en la misa, participativa, bien vestida, respetuosa de sus costumbres y se había tomado el tiempo de preparar algo por su cuenta, lo mínimo que podrían hacer, es sentarse y comer juntos mientras le daban la bienvenida a su familia. —¿A estas horas de la vida no tengo que explicarles que cuando las visitas traen algo a casa lo elogiamos, lo probamos y damos las gracias? —Mamá, William se ha casado con alguien a quien nosotros no conocemos. —Esa es la vida y la decisión de su hermano, aquí todas elegimos mal y se nos han dado oportunidades, William a quien le pregunta si sus intensiones son serias o asimíleme que estos dos aparte de mentirosos son románticos, pero, que se les puede hacer, son gente apasionada por tener lo que se proponen. ¿me entienden que ella es cáncer y él es leo? Esa gente, es universalmente intrépida, insistente y fuerte. El carácter tan fuerte de su nuera enamoro de inmediato a su suegro el cual río cuando ella con vehemencia le dijo que los pantalones de la relación los tenía ella. —¿Mi hijo sabe esto? —Eso es lo importante, que ni siquiera lo sospecha, él siente que ha sido su idea y yo estoy feliz de complacerle —Responde divertida y sus suegro ríe hasta ahogarse. —Los secretos de dos, no son de Dios. —No seas celosa, el papá va a seguir siendo tuyo—Responde Simonetta a Tash. —El hermano hasta loo podemos compartir. Simonetta se pone en pie, se estira el traje morado y le da una mano a su suegro para intentar ayudarle a levantarse. William se acerca y le da una mano a su padre y logra incorporarle, el hombre le agradece y mira la mesa, bien llena, muy bien servida, Felicita su esposa y le da un beso en la mejilla. William tomó a su esposa de la cintura y le ofreció un lugar la su lado en la mesa, los dos compartieron una mirada cómplice y una sonrisa que fue interpretada pros sus hermanas con afectiva. —Mi amor, se ve exquisito, oremos todos y disfrutemos del banquete. La oración fue mucho más proactiva que el culto de casi cuatro horas al que había sido forzada asistir, todos se servían mientras conversaban sobre la gente de la iglesia. Ella sonrío y con atención los vio y escuchó interactuar en un dialecto africano. La joven había aprendido algunas palabras entre tantos viajes de su madre y sus labores sociales, por lo que entendía un poco y trató de entender lo demás. —Por hoy solo español. —Sugirió la señora Donelly. —Akian andastand. —¿Te relacionas predominantemente con hombres negros?—comenta Natasha divertida y su madre niega con la cabeza, debido a la insinuación le golpea debajo de la mesa. El señor Donelly toma su copa y se pone en pie. —Quiero brindar por mi hijo y su esposa —comentó el hombre y tomó la mano de Sue—. El matrimonio es una disciplina, como un deporte, un trabajo o cualquier cosa que deseen en la vida y que quieran mantener de por vida —el hombre acercó su copa a la de su hijo y su nuera—. Por Simonetta y William. Después de un discurso propio del esposo que abandonaba a su madre bajo cualquier excusa: trabajo, amantes, fiestas, compromisos que no podía explicarles, William solo bebió y dio un beso en la mejilla a su mujer. Si había aprendido algo de los mejores aparentadores militares del mundo (sus padres), era que un afecto ligero siempre era la mejor tapadera de un matrimonio en vías de caducidad. —¿Cómo se conocieron? —preguntó la señora Donelly. —Manuel es el mejor amigo de William y Gretta, y yo soy la mejor amiga de Consuelo. Como nuestras amigas son tan juiciosas, podrían decidir hacer una despedida de soltera en casa. Tomé el control y el señor Bravo eligió una despedida de soltero en conjunto. William y yo comenzamos a conversar, a salir, y cuando nos dimos cuenta, estábamos enamorados e ilusionados. Me pidió matrimonio antes de ir a Las Vegas, y entonces pensamos, ¿por qué no simplemente casarnos? Yo ya me casé una vez, y él fue papá y compartió una vida con alguien más, así que, ¿por qué no? —Hija, ¿por qué no hacemos una fiesta o algo para celebrar y bendecirlo? —Me encantaría. ¿Es posible ir un poco despacio? —¿Por qué los vemos unidos en matrimonio? —preguntó su madre. —Mi mamá estará encantada de escuchar que hay una posibilidad de tener bebés negros en la familia, al igual que mi abuelo y toda mi familia, tanto blanca como negra —comentó Simonetta—. Con respecto al dinero, William y yo somos personas trabajadoras y no estamos sentados esperando migajas de nadie. —¿Qué les pasa a ustedes dos hoy? —preguntó su padre mientras se frotaba el rostro, como en señal de frustración, y se preguntaba por qué seguía relacionándose con esa gente que le dio al señor Bravo la patada que necesitaba para irse. Para ella, medio descontrol emocional le daba ganas de regresar a su propia casa, encontrar la comida preparada y ver a su madre tranquila jugando a algo más que arruinar cosas. Sus hermanas se acercaron corriendo e intentaron convencerla de que era importante para ellas que se quedara. —¿Para quién es importante?—pregunto. —Para mí. —Y para mí. —Titi, princesa, qué bueno que llegaste. ¿Sabes encender el horno de la casa?—pregunta Loreta, mi madre, Lina y Rina, mis hermanas gemelas me toman de la mano para que no haga nada, como tirarle el postre a mi mamá en la cara, grita, insultarla o largar, mi papá nos ve a las tres y les pregunta a las gemelas si nos han mentido a todos. —Es por buenas razones.—insisten al unísono porque estas dos son una sola célula que se dividió y logran mantenerse juntas de por vida, comportan como si hubiesen potenciado todos sus genes para fastidiarme. Es que parece hasta que las he criado mal, y no, me esforcé por esta familia que no me correspondía por este par de psicópatas, creo que más lejos que han estado esa un pasado entre la facultad de medicina y la de economía, pero después de ahí no se despegan. —Pasen un lindo día.—respondo y dejo el postre como puedo sobre un banquillo, luego intento zafarme. Por alguna razón estas dos hubieran ido a karate, pero no, yo no lo hice. Vale, si quisieran comer una cena caliente, no tenía problema en hacerlo, pero nos llevábamos nueve años de diferencia, lo que hacía que fuera un poco complicado. Sin embargo, me sentía responsable de preservar su felicidad cuando mis padres se peleaban o deprimían, o incluso cuando eran padres excepcionales; yo era el punto de estabilidad. A pesar de ello, ¿cómo me lo agradecían? Torturándome. —Gretta, eres nuestra hermana mayor. —Y nuestra segunda mamá. —Te amamos, y si tuviéramos que elegir entre mamá, papá o tú, te elegiríamos mil veces. —Te adoramos, más que a nada. Por favor, quédate, solo falta comer el postre y tomar un café, y después puedes irte. Mi mamá insistió en que estaba preparando muffins y me sugirió que debería tragarme el orgullo. Por respeto a la gente que la amó incondicionalmente y a la que quiere mantener cerca, tomé asiento. Luego, le pedí a Lina que me sirviera algo fuerte en mi taza de café, mientras Rina llevaba a nuestros padres al jardín. Mis hermanas sirvieron shots de tequila, y las vi impresionadas por la facilidad con la que bebían. Lina se aclaró la garganta después del segundo shot y sacudió su cuerpo. —Quiero saber si necesito tomar la botella o irme de aquí. —Eres nuestra hermana favorita, y por eso necesitas escucharlo de nosotras. —Voy a casarme —anunció Lina y me mostró el anillo. —Oh, por Dios. —Yo estoy embarazada. —Acabas de tomar dos chupitos —reprendí a Rina. —Sí, pero mamá está sentada frente a papá y eso me da un poco de lástima. Además, tú estás a punto de explotar una vena en la frente. —Sí, la vena verde de odio hacia mamá. Mis padres observaron el fruto de su relación complicada, y yo también. Mientras escuchaba sobre la pedida de mano romántica y secreta de mi hermana, su profundo amor y la felicidad por la llegada de su primer nieto, mi corazón se llenó. Mis padres nos miraron hablar, reír y saltar, se tomaron de la mano y sonrieron. —Se ven felices. —Lo único que desearía es que Gretta pudiera encontrar algo similar a lo que tienen los demás. —La destruimos. —Ella es la persona más fuerte e inteligente que conocemos. Si alguien puede reconstruirse, será ella, y yo estaré a su lado. —¿Sabes lo que la ayudaría? —¿Qué? —Que empezaras a tener citas y encontraras una buena mujer, con un perro y un par de hijos mayores, para que no la agobien, y puedas disfrutar un poco de la vida. Las demás te ven esperando, y sabes perfectamente que no voy a regresar. Mis hermanas insistieron en que, si iban a formar sus propias familias, yo tenía que ser parte de ellas, y lo más importante es que los domingos sería una batalla entre la casa de sus parejas y la nuestra para dividirla. Los entendía, pero no me comprometía a nada más que a esperar sus reacciones por las emocionantes noticias que tenían. Las felicité, las llené de besos a ambas y las apuré, mis hermanas salieron con bolsas de regalos y mis padres las miraron sorprendidos hasta que entendieron que una de sus bebés se casaba y la otra está haciendo su propio bebé. Los dos las abrazan y de lejos no pueden, quitarme la mirada, preguntándose cuando llegar a mi turno de ser feliz, ante la lástima, tomo mi bolso y simplemente me voy.
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