Todas las familias viven sus dramas, por eso las películas de Hollywood inician en en los suburbios, realizan una toma de esas casas impolutas, fuertes, bien diseñadas, pintadas y sin entrar a ellas vez la riqueza, la abundancia y la fortaleza de quien vive dentro. Eso es lo que observa Simonetta desde el exterior de su hogar: la perfección, la fortaleza y el éxito, para los Murdock siempre habían estado llenos de dinero, de obras, acciones, inversiones, eran gente que podría cuantificar el éxito en signos de dólares, pero eso no controlaba la soledad que sentía Simonetta, incluso si su casa se llenara de gente, se sentía sola.
Su esposo la observó desde el interior de la casa, la vio desconsolada, rota enredados pequeños que no sabía cómo retirar, qué sería lo mejor para los dos. En busca de un par de abrigos, bajo de nuevo, se encontró a William, vio a Simonetta, pequeña y desvalida, sentada en el suelo, con los pies acomodados juntos y abrazando sus rodillas. Su esposo tomó asiento detrás de ella, le pasó el abrigo por encima de los hombros, le besó en el cuello, y se quedó quieto, en espera de que Simonetta se moviera; ella se apoyó contra su pecho y se quedó en silencio, acarició las manos de William y se quedó pensando en su vida, en su bebé.
—Vamos a estar bien.
—Sí, pero dependemos de alguien más, de un juez.
—Sí, y nos darán la razón e incluso si no se puede operar ahora la bebé tendrá su cirugía y en un par de años la veremos atiborrándose de pastel a escondidas —Comenta William y su esposa sonríe.— estaremos bien. —William le da un beso en la mejilla a su esposa. Había estado dándole vuelta al asunto y no tiene dudas de que quiere ser padre con Simonetta y parte de eso es afrontar lo que está pasando, tomar un rol en la vida de ese pequeño o pequeña. —¿Por qué no vamos mañana de compras? Eso nos animará, llevaremos a Wally, le compraremos unos estrenos, tú puedes comprarte algo.
—¿Me estás chantajeando con ropa?
—Sí, aunque a mí me vas muy bien desnuda. —Bromea y le da un estrujón cerca de las costillas. Su esposa sonríe y se queda apoyada contra u pecho mientras le acaricia los brazos, los dos se quedan en silencio, hasta que Wallace sale de casa.
—Papá, mañana es…—El joven repara en los dos adultos sentados en el suelo. —¿Están bien?
—Sí, solo meditábamos. —Informa Simonetta y le hace una seña para que tome asiento junto a ellos, el joven, obedece y ella le rodea con su brazo y le da un beso en la frente.
—Gracias por ser mi familia, chicos. —Wallace ve a su madrastra sorprendido.
—El bebé va a estar bien.
—Definitivo—Replica su padre.
—Estaba pensando en decorar su habitación de forma no binaria.
—Ay.. hijo.
—Bueno, yo pensé en decorarla en blanco con madera natural.
—Y elefantes —Insiste Wallace—. Son para la suerte.
—Elefantes.
—¿Cómo le llamaremos?
—En la próxima cita veremos el género.
—Yo apuesto a que es niño.
—Nosotros pensamos que es niña —Contradice Wallace—. Es más fácil ganarse a una hermana que a un hermano.
—Seguro, creo que a ti no te gusta compartir.
—Piensa lo que quieras.
Wallace rodea a su madrastra por la cintura y la llena de besos, luego la mira a los ojos.
—Gracias por hacernos una familia. —La joven mira al pequeño a sus ojos, los dos se quedan en silencio y William los abraza con todas sus fuerzas hasta que los dos se quejan y se ríen. El joven los libera de sus brazos y le pregunta a su hijo a qué ahbía salido.
Este le comenta del entrenamiento que dan algunos boxeadores en el parque central de la ciudad, su padre le dice que sería bueno ir a ver, pero que no va a competir más.
—¿Tiens miedo?
—Ya estoy mayor, Wally.
—Sí, papá, pero te quedan un par de años, desperdiciar la vida en inseguridades no da buenos resultados.
—Mi hijo el poeta.
—Es impresionante, de verdad—Comenta Simonetta. —Yo en lo personal estoy de acuerdo en que hagas lo que quieras mientras no quedes acefálico.
—Ay Simonetta… así no funciona tampoco; en las buenas y las malas es eso, todo todo.
Simonetta llena de besos a su hijastro y luego a su esposo, se pone en pie y extiende su mano hacia ellos para que le sigan. Los dos se ponen en pie y le siguen a la casa.
William le pregunta a su hijo si quiere ir a ver los fogueos con él y Wallace acepta, los tres van al interior de la casa; ellos dos se quedan jugando videojuegos mientras Simonetta regresa a su habitación.
La joven se plantea el > de Wallace, y se da cuenta que al estar sumida en su propia inseguridad sobre ser una buena mamá, estar haciendo lo correcto y eligiendo loq un es bueno para la salud de su bebé, estaba siendo una amiga distante y una prima mediocre, se puso un pantalón, tomó un abrigo y buscó las llaves de su camioneta.
—¿Les molesta si salgo?—pregunta Simonetta.
—¿Vas a regresar?
—Sí, pero puede que tarde.
—Vale, me avisas que estás bien.—Responde William.
—Bye, no se acuesten muy tarde.
Simonetta conduce hasta llegar a mi casa, no sé porque le di llaves en algún punto pero mi amiga, camina como Pedro por su casa, mis hermanas quienes siguen enojadas y con toda la razón hacia Rini, no le escucharon el rítmico pasar de los tacones sexys que andaba mi mejor amiga.
Simmy tocó la puerta porque ver a Ramón desnudo y follando le parece normal, pero, creo que ahí está pintado el límite de nuestra relación saludable,nosotros estábamos en la cama, jugando con nuestros pies, susurrándonos estupideces, lo que queríamos hacer con el tiempo libre de Ramón, lo que planeábamos hacer después, es que estar bien es maravilloso.
Simonetta tocó un par de veces y Ramón salió de la cama para ir a abrir.
— Buenas noches, Ramoncito.
—No vienes a una pijamada.
—No, vamos a cometer un secuestro.
—¿Vamos a liberar a mi hermana?—Pregunta ligeramente emocionado.
—Mínimo dormir con ella.
—Sí, Consuelo nos necesita—Responde Ramón decidido y se dirige al armario para cambiarse.
¿Ustedes han escuchado que algunas mujeres se arreglan demasiado cuando peor se sienten? El outfit de mi amiga, grita lo aterrada que está, en estilo familia peluche, se ve espectacular. Me pongo en ie y voya. abrazarla, ella sonríe y me abraza de vuelta.
—¿Qué tal si voy a ser una mala mamá?
—Lo serás, pero estarás presente, les besarás, abrazarás, les harás reír, y al —No secuándo saquen la cuenta de costo beneficio dirán: “mi mamá es una mierda, pero siempre ha estado.”
—Gretta, vístete, tenemos que ir a molestar a al personal de salud de la clínica —Simonetta se ríe cuando mi esposa se pone un blazer, “para parecer abogado”.
—La verdad, yo no sé si está bien que vayamos juntos a verla a esta hora, podríamos acabar internados porque se nos ve la falta de cordura.
—No pasa nada, sabremos divertirnos —Responde Simonetta y yo voy a ponerme lo más práctico.
Los dos sonríen cuando me ven, les sigo y dejo una nota en el refrigerador para mis hermanas que dice lo siguiente:
Al final del día esta es la familia a la que vamos a regresar; la casa que nos va abrigar, la hermana que siempre las va a adorar. Siempre las he tenido, desde que fueron los suficiente pequeñas como para hacer que mis brazos fueran insuficientes. Más que mis hermanitas han sido mis bebés, el producto más grande de fe, amor, compañía; mi primer y más grande obra de teatro. Si pudiera evitarles cualquier dolor, cualquier gota de realidad lo haría, pero así es la vida, así que en cuando todo falle, recuerden que siempre me tienen a mí.
—Gretta eso es una carta de amor.—Advierte Ramón quien ha estado leyendo conforme escribo.
—Nos escribía notas todos los días, y las pegaba con la merienda desde el kínder—Responde Lina. Mi hermana se acerca a mí y me abraza, cerca de mi oído reconoce: —Soy como mamá, necesito sentirme protegida y llevarme algo si no puedo tener lo importante. El dinero no va a consolarme, ni a volverleme loca, no se trata de si son mis mejores años o mis peores quince minutos, se trata de que soy como papá y desde el minuto en el que vi a Rod, pensé en mil maneras en las que le quería en mi vida y he trabajado demasiado porque funcione, me he ganado a sus primos, a sus tíos, a los abuelos y a la perra de su madre parcialmente, amo a ese hombre más de lo que le podría decir a Rina, y no voy a renunciar hoy, a un paso de mi final feliz. Tú eres tú, Rini es muy como papá y yo soy la mezcla de los tres. Soy un reflejo de la persona que me crió, de los papás que me dieron vida, de la hermana que comparte mi cara y de lo que siempre quiero hacer con mi vida —Le acarició la espalda y siento la humedad de sus lagrimas contra mi piel, les hago una señal a Ramón y Simonetta para que se marchen.
Simonetta acaricia la espalda de Lina y Ramón me da un beso en la frente antes de irse.
El viaje a la clínica estuvo lleno de silencio porque Ramón y Simonetta no quería pelear entre ellos. Su prima estaba demasiado rota como para lidiar con la idea de que su hermano (no de sangre, pero sí de vida) le hubiese abandonado cuando más le necesitaba.
Ramón encendió la radio y su prima lo pagó de un solo golpe, él le miró y trato de omitir el berrinche viendo hacia el frente.
—Deja de pasar de mí.
—No quiero pelear.
—Estás evitándome, Ramón.
—Mi hermana esta en el psiquiátrico, mis cuñadas están locas en mi casa, mi esposa va sin rumbo y yo…
—¿Y tú decidiste contagiarte y renunciar?
—Y yo, sentí que estaba desperdiciando mi vida y renuncié.
—¿Y en qué te ha beneficiado todo esto?
—Simonetta, pero quiero hace mucho tiempo independizarme y sé que no te viene bien el momento, te elegí, pero, sí me espero al mejor momento para todos; terminaré viviendo las vidas y sueños de alguien más y nunca la mía.