Te acepto

2124 Words
Como les decía, eso de acomodarse en sagrado matrimonio no es fácil; cada uno viene con sus propias costumbres y ¿por qué fingir que no? Yo estoy muy bien acostumbrada a mi espacio y mi estilo de vida artístico (desordenado), en el cual los deberes no son mi prioridad ni levantarme a hacer mindfulness, mucho menos entender eso de comer a reloj, todo muy saludable. Es que esto se lo inventó alguien que quería sentirse mejor que los demás, y hay gente como Ramón que les sigue día a día. No quiero ponerme en una situación de víctima y de agresor porque Ramón me mataría si este escrito llegara a sus manos, pero de verdad que no entiendo cómo él tiene este estilo de vida tan tóxico. Se levanta a las 4:00 am, es que les juro que hasta ahora no sabía cómo se escribía eso, quizás como ponerle dos puntos (4::00) porque es doblemente tortuoso. Se lava los dientes, prepara café y sale a correr, así en ayunas. Regresa a las seis de la mañana y es que a esa hora sí que hay sol. Se prepara el desayuno y muy amablemente me deja el mío y el café porque cree que me levanto a las siete, cuando la verdad es que a esa hora ni siquiera he abierto los ojos. Él va a trabajar con gente seguro y yo en las mañanas intento generar una estrategia, rediseñar mi vida y todo lo que no está bien en ella. ¿Saben qué es peor que no saber qué hacer a los casi cuarenta? Estar casada con alguien que lo tiene todo resuelto en la vida, tiene una gran visión, metas y sueños e ilusiones, y ha llegado del trabajo a media día con más trabajo. Yo dejo a la empleada hacer mientras me siento en el exterior a tomar el sol y fumar como si fuese una princesa completa. Ramón regresa justo cuando mi vida está por tornarse un incendio y tengo dos cigarros encendidos y la botella de whisky está asomándose al vaso de café; mi marido viene con un montón de cosas de la oficina, una caja de compras, una bolsa del super, la laptop, los anteojos, y se vanagloria. —Buenas —saluda mientras pasa por mi lado en dirección a la cocina para dejar todo en orden. Yo apago uno de los cigarros y le doy una calada al otro. Ramón regresa con repostería y un beso de mi que comí. —Ramón, hoy no puedo con tu éxito y tu sexualidad. —Wow —sonríe—. Gracias, mi amor. —No sé qué hacer con mi vida y vienes vestido en Armani, con el pelo al sol y lentes. —Greta, ¿qué quieres hacer? —No sé. —Ya, vale. —Ramón se inclina y me da un beso—. Fumando, tú. —Fumando como princesa —respondo y él sonríe. —Mi amor, cosita, ya estás en una edad, eh, el cáncer cada día es más real, no lo provoques —le doy un golpe—. Cáncer más menopausia. —Qué falta de respeto, de verdad, llámame gorda y ya le ponemos sello de agresión. —Qué te parece si nos decimos cinco verdades de amigos que creemos que van a afectarnos como pareja. —Ummm, llevas horas planeando como siempre. —Sí. —Vale, aceptado. —No me gusta que estés sentada aquí sin hacer nada, me da igual el tipo, pero odio los chistes gordofóbicos. Eres divertida y guapa, pero no puedes ir por la vida en pijama y levantarte a las nueve es inaceptable, y el desorden que llevas por la casa no es normal. —Ya... gracias. —Sí. —No estoy interesada en que hablemos a las cuatro de la mañana, no quiero besos, conversaciones, ni que me manosees. Quiero dormir, Ramón —él sonríe—. Relájate con el orden un poco, eh, no soy una guarra —él eleva una ceja—. Deja de darme órdenes, no eres mi padre. Y tampoco me veas con esa cara de lástima y condescendencia. —No te tengo ninguno de los dos. —Ya... no tengo más quejas. —Vale, ¿cómo te ayudo? —¿De qué hablas? —Soy publicista, producción audiovisual, un título en comunicación, hija, que me veo como que no me funcionan las neuronas pero soy toda. Y tú eres una escritora, comediante y guionista, hazme el favor. —Me despidieron de mis últimos tres trabajos, porque gorda y porque me gusta el vino. —¿Estás de coña? ¿Fuiste borracha al teatro? —No, iba borracha pero el vino y el show son épocas alejados, eh. —Vale. —Creo que necesitas salir al mundo, ganar y conquistar a tu público y comenzar a escribir. —¿De qué? —Lo que te parezca. —Vale, necesito perder peso. Si quiero que la gente me vea como a mí misma. —Okay, buscaremos un plan de ejercicios y alimentación. —¿Qué vas a preparar de cenar? —Iba a preparar pasta, ahora que sé que tienes problemas con el brócoli, probablemente brócoli para ayudarte. —Te odio. —Sí, sí —responde y me rodea con su brazo, me da un beso en la frente y me quita la botella de whisky. —No puedo estar casado con un Hemingway femenino y necesito que vayamos el viernes a una cena juntos. —¿Por qué? —Van mis amigos y vienen sus parejas y no quiero ir solo. —Tus amigos, tipo tu grupo de hombres. —Sí. —Uhm. —¿Uhm? ¿Qué quieres decir con eso? —Creo que ese día tengo un "diarrea", ¿algo? —No quieres venir porque te caen mal o... —Tus amigos salen solo con modelos, además de retrasar el juicio para que no me sienta incómodo conmigo mismo. —Vale, solo date una ducha y te pones sexy para ir a cenar los dos mientras planeamos el futuro. —No me queda nada. —Gretta, ¿por qué eres tan dramática? —Hoy estoy más triste que una, podemos comer pizza en la cama. —Vale, ¿de dónde la quieres? —le miro a los ojos, le doy un beso en los labios. —Hola, hola —escuchamos los dos, nos giramos para encontrarnos con una de las gemelas. —Hola Ramón... —mi hermana grita y se levanta y da aplausos y creo que recuerda muy bien el ballet porque hace sissones y un chasse. —Oh por Dios, si yo tuviese un Ramón no querría contaminar mi energía con la familia tóxica que nos tocó. —¿Rina? —Cómo sabes que soy yo. —Andas en traje, Lina no pierde oportunidad de criticar. —Qué perra, eh. —Se queja y se inclina para darle un beso y una manoseada a Ramón. —Ramoncito, estás guapísimo como siempre, ¿me puedes traer un café de adentro para preguntarle a mi hermana si eres realmente bueno en la cama y por qué ella se ve así como Bridget Jones deprimida y tú como un dios griego? —¿Cuánto te toma preguntarle todo eso? —Me toma el tiempo que me traigas un café y te pongas a hacer push-ups semidesnudo —Se encoge de hombros y la miro incrédula, es que esa palabra cero control de lengua. Mi marido se pone en pie y va por el café para ambas y esta vez no se olvida de llevarse la botella de whisky, y las dos nos reímos, es que Rina quiere todos los detalles como si hubiesen, pero solo le digo lo esencial. —Estamos juntos. ¿En qué has venido? —Hola, familia —saluda Lina desde el auto y no entiendo a quién le compraron la licencia porque está amenazando a mi jardín, me amenaza a mí y a mi otra hermana, y las dos, además de reír, correr e intentar salvar nuestras vidas, le miramos incrédulas. —No es mi culpa —Las dos negamos con la cabeza y Rina saca su auto del jardín y lo estaciona apropiadamente, mi hermana va a su auto y saca alcohol, tres tarros de helado, y su iPad. —Me perdí de un mensaje de texto o algo. —¿Nos tienes bloqueadas? —No —me finjo ofendida por la acusación. —Perdón, eso no es importante, divina con quien se lo está montando Greta. —Greta te lo está montando con alguien —grita Lina para que el barrio se entere. —Necesito conocerlo. —Lo conoces, es nuestro hombre. —What? Pero qué está pasando porque si alguna de las tres puede tenerlo eres tú. No me parece justo, yo lloré un mes cuando empezó a salir con Vanessa. —Yo no, siempre supe que no iba a funcionar, Ramón es muy gente para alguien tan zorra y arpía. Ramón sale con una de sus meriendas saludables y una bandeja de esas que dicen "cómpranos, somos ricos". Le miro y mis hermanas también. Él saluda a mi hermana con un beso en la mejilla y esta le ve incrédula antes de decir. —Estoy feliz por todos, pero algo resentida porque llevo toda la vida tirándote la onda y manifestándote. —Lina, conozco tu culo con caca y pipí, debe ser y no eres nada sutil —Se ríe.—Iría a jugar tenis, vuelvo a las ocho, ¿te apetece algo? —Voy a pedir pizza ya. —¿No puedes esperar? —Estas dos se han aparecido en mi casa. Ramón me mira advertido y pregunta si no estoy en un chat group y trata de no reírme porque lo estoy, pero están archivadas en todas las formas posibles porque son locas. De todas maneras le prometo esperarle bañada y en un pijama fresco a las ocho para pedirnos una pizza deliciosa juntos. Mis hermanas siguen quejándose de mi suerte y Lina sigue en la sesión de encuentro buscando detalles, me río, y les pregunto a qué se debe el honor. —Vamos a planear la boda juntas. —¿Por qué no haces esto con tu mamá? —Ella no es creativa y no es mejor amiga de Simonetta, quien se casó donde quiero casarme. —Uhh, alguien le va a salir cara al año. —Siempre, la humildad no es un tema que vaya conmigo. —Mi hermana y yo compartimos una mirada antes de reír y vemos todos los helados que traen para la barbacoa, el cero humilde tiene como plan para la boda antes de entrar a su turno comemos helado las tres, las dos insisten en que antes de finalizar la semana tenemos que salir ellas y yo y sus parejas, mientras Rina se queda esperando a su cuñado el cual viene muy relajado del tenis y ella encantada de ir a comer "en familia". Ramón es un hombre muy apasionado no solo en la cama sino también en la vida. Cenamos juntos después de compartir una gloriosa y orgásmica ducha, que Dios bendiga siempre sus dedos y su lengua, y sobre todo su paciencia. A la mañana siguiente, por alguna razón no me siento mal, no escucho el ruido típico, el cual se ha convertido en normal. Más bien, me despierta con besos a las seis de la mañana, me abrazo a Ramón y le pregunto de qué va. —¿No has tenido suficiente en la ducha? —Bastante, pero eso fue anoche y hoy es hoy. —Vale, creo que lo hacemos con los ojos cerrados, puedo seguir durmiendo después. —Tienes problemas serios —dice en medio de risas.—He tomado el día para ir al médico a hacernos una de esas pruebas completas para saber si tienes miedo de arteriosclerosis por toda la pizza que comes, si el café te ha inundado el hígado o el cerebro, o si de repente necesitas insulina. —Tú todo te lo tomas muy a pecho. —Sí, tu felicidad es mi felicidad y tu felicidad afecta mi vida, sí sí, así que vamos. Y les voy a decir una cosa que no le dije a Ramón en su momento, se lo agradezco porque cuando uno quiere a alguien y ve que se está cayendo por la borda, uno no le empuja, le jala para mí, una persona que sepa llevarme por el monte Everest de la oscuridad de mi vida en los hombros y darme besos como si fuese un bebé malcriado y merecedor del amor del universo, para mí esa es una persona que hay que dejarse para toda la vida.
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