Uno podría pensar que entre más cosas tiene una persona menos insegura es, yo crecí con todo lo que se podía pensar a nivel económico pero siempre me había sentido olvidad y eso no me generó inseguridad sino la certeza de que me tenía a mí misma y lo veía en los otros niños a mí al rededor. Simonetta es el claro ejemplo de que jamás sería lo que es hoy si sus padres hubiesen estado un poco más pendientes. Y a esos hijos son a los que quiero llegar, a los que lo tuvieron todo, el dinero, el cuidado y el amor de sus padres; Consuelo y Ramón específicamente.
Voy con mi maromo, ese que me mandó un ramo de rosas y un teléfono para poder comunicarnos y que quede claro, yo no es que no esté interesada en el iPhone mega caro y bonito que venden en la tienda de solo cosas de la manzana, no, es que yo soy quedada en tecnología. La clase que más sufrí en la escuela es computación. Por el amor de Dios, donde se enciende algo sin botones, ahh, para morirse, no, no, no, ¡no!
Llamo a casa de Simonetta porque es el único número que me sé de memoria y tonta yo que pensé que tomaría la llamada.
Quede como el lobo feroz y los tres cerditos, llamé, llamé, llamé y nadie contestó.
Bueno, alguien contestó a la quinta vez tras mi insistencia.
—¿Aló?
—¿Hola?
—¿Si…? ¿Con quién hablo? ¿A quién llamo?
—Wallace, ya habías tomado el teléfono de casa.
—Aparentemente, lo colgué dos veces.
—Ah, todo tiene más sentido.
—Sí, sí, ¿Gretta, cierto?
—Sí, necesito saber cómo encender un iPhone.
—Hay un botón al lado, pero siempre puedes ver un video en YouTube desde tu compu.—comenta Wallace.— ¿Qué tan seria es esta llamada?
—Es un cinco en la escala de seriedad, un tres en la escala de emergencias y un diez en "estoy mamando en tecnología".
—Mi tía, la de la boca sucia.
—¿Ya encendió?
—No lo he tomado, mira, no cuelgues que luego no sabes contestar.
—Vale, te espero mañana. No lo dañes eh
Le cuento a Wallace que el cable del teléfono no se me había hecho tan corto desde el colegio cuando pasaba horas conversando con Simonetta porque ninguna de las dos quería renunciar a sus propias casas pero tampoco queríamos sentirnos solas, y es que venir a mi casa acostumbrada al orden excesivo. El silencio y la felicidad de ser hija única, es un poco un castigo, porque yo tenía dos hermanas necesarias y pequeñas, con dedos sucios, pañales en cien momentos y opiniones desbordadas.
Mi celular suena en ese momento y él me dice que arrastre el dedo, y quiero regañarlo, pero he estado intentando contestar presionando el verde. ¿Qué tan infelices es la persona que ha decidido aceptar la llamada arrastrando y no presionando? Vale, que nos muramos los no tecnológicos.
Es mi hermana, pero el número aún no está registrado, así que saludo como se debe.
—Wally, dame un momento —digo en la línea en la que estoy conectada con él. —Hola, sí, buenas, Gretta Riggot.
—Anda, ya hasta formal para que salga en Internet insultando a todo el mundo y llamándolos mantecudos, pero bueno.
—¿Quién es?
—La señorita Riggot, tu hermana, Lina, la embarazada. Me siento en peligro, y, mi novio, ha ido a visitar a su hijo una semana, mi gemela está trabajando, yo tengo mucho mareo y quería saber si tú tienes espacio como para quedarme a dormir en tu casa y si necesito ayuda en la madrugada para llevarme al médico.
—¿Qué tal si voy ahora y te llevo a un médico?
—¿Crees que sea mejor? ¿Qué tienes o qué te duele?
—Me siento mareada, he vomitado y me duele la cabeza muchísimo, y no sé si tomar algo o no, sabes algo de embarazos.
—Mira, es el primero en el que llevo de ese modo, mejor buscamos ayuda profesional, eso sí, no de tu hermana que lleva nueve meses.
—Sí, pero le fue genial en el obstetra.
—Ya... ganó, no la quiero en mi v****a.
—Vale, voy por ti en unos minutos, estate lista.
A ver, que cualquier hermano es para toda la vida, la gente dice que en unos años cuando crecen se pone más fácil y sus necesidades suben de nivel y ellos no te sueltan la mano. Que esta sea un papá y una mamá y una hermana gemela y ha decidido que soy su dulce compañía para vivir los achaques de su embarazo, pero no me voy a quejar, no, que sin estas dos, mi vida no tendría tanta diversión.
—Wally, ¿estás muy ocupado mañana? Llamo a tu papá y le pido permiso, paso por ti después del cole y me das una master class, y si vuelves a decirme que hay YouTube hablo con tu papá para que te surre el culo.
—Ay, qué mona —los dos reímos. —Vale, mamá, un beso.
—Vale, gracias.
—Tía, ¿no quieres ponerle contraseña?
—No, no me acuerdo ni de mi nombre, menos de la contraseña.
—¿Quién eres? —pregunta, asombrado— apunta mi número del celular. Procedo a buscar un papel y escucho la carcajada de Wallace. —En el cel, está Gretta, en el celular que te regalaron por alguna razón.
—Qué mal educado estás, de verdad.
—Me lo dicen todo el tiempo, la verdad, pero mira, paso a paso, busca el teléfono, apuntas mi número.
—Ya, ya, ya —luego en cuanto lo encuentro. —Ahora abajo aparece agregar número.
—Sí.
—Guárdalo con un emoticono.
—Vale, Wally.
—Un emoticono es un dibujito...
—Ya sé, no te pases —me quejo y él se ríe, me
—Me quejo y él se ríe, me lanza un beso y termina la llamada. Le doy unos cinco minutos mientras tomo bolsa y mis cosas, escribo una nota a Ramón que dejo sobre el refrigerador.
El regalo más guay, un iPhone 6000, de los grandotes blancos... ¡Qué majo! Porque el tuyo es n***o y el mío blanco, muy guay... y mi computadora es dorada. ¿Qué hacemos? ¿Me cambias la computadora también? Con tres cámaras, ¡te fuiste full extras! Y sospecho que no es de una casa de empeño. ¡Guapo! Que te lo has currado, y ni hablar de las rosas, jumbo ¿hiciste algo?¿Es nuestro mesiversario? ¿qué pasa, eh? Creo que es eso o que te da mucha penita mi celular viejo, entonces te has ido con todo para que no quiera sacar del Dr de celulares a mi telefonito. Pero bueno, lo has conseguido, el celular más guay que he tenido en la vida. Bueno, ya les puse agua, pero no me pasé y he montado un reguero que te cagas. Lo limpié intenso, no pongas la cara. Me he ido, no sé usar mi celular bien, pero cuando puedas, me llamas para saber cómo estás. Voy con mi hermana al médico que se siente malita, espero no tengan nada el bebé. Te quiero, muchas gracias por mis regalos. Voy pendiente del celular, pero que sepas que vas a tener que llamar dos o tres veces porque me cuesta arrastrar el dedo. ¡Qué putas se inventan estas cosas! ¡Besos!